Esto es anarco-herbalismo: Pensamientos sobre salud y sanación para la revolución

Traducción al español de “This is anarcho-herbalism: Thougthts on health and healing for de revolution” de Laurel Luddite.


Mi botiquín medicinal es un consejo de bioregiones con representantes reunidos mientras avanzo por el mundo al oeste de las Montañas Rocosas. La raíz de coptis fue recogida de la herida a la tierra que dejó una excavadora en las afueras naturales de Idaho. La pequeña cantidad de hojas de pipsissewa provienen de una antigua arboleda sobre el Rio Klamath a solo a unos metros de donde un guardabosque instaló un señalamiento hablando acerca de sus planes de cortarlo todo. Estoy secando ortigas del arroyo de California donde el salmón muere, bajo el árbol de limo que quedó después de un siglo de tala industrial.

Cada frasco guarda una historia (con frecuencia una historia fantasma de ecosistemas muriendo y lugares que se han ido para siempre), estoy honrada de haber conocido las plantas en sus lugares de origen y de haber estudiado sus usos como medicina. Pero para la gente sin tanta suerte de haber vagado a través de los senderos, el comprar preparaciones herbales tales como tinturas, puede ser un paso para su regreso a este tipo de curación.

Como a menudo pasa en esta sociedad consumista, es fácil ignorar las conexiones entre una botella en una repisa en una tienda y una planta viva creciendo afuera en algún lugar del mundo. Puede ser difícil saber si la planta creció a una milla de distancia o en otro continente. Hay mucho que decir para reconectar, para educarnos a nosotros mismos a cerca de las hierbas que usamos y recolectamos para nuestra propia medicina cuando podemos. Así es como seremos capaces de construir todo un nuevo sistema de curación, uno que pueda soportar nuestro movimiento lejos de las estructuras corporativas de poder en las que la práctica de la medicina se ha convertido.

El desarrollo de un nuevo sistema médico o la recuperación de modelos antiguos será otro eslabón en nuestras redes de seguridad cuando el industrialismo fracase; nos mantendrá con vida y rompiendo ventanas mientras transcurren los últimos días del sistema, en un momento donde tanta gente no tendrá acceso a las medicinas industriales; nos ayudará a restablecer la conexión con nuestra medicina real que es la tierra.

Una alternativa a “la medicina alternativa”

El tipo de medicina herbal popular en estos días (presentada ante nosotros por los medios y los denominados capitalistas verdes como una emocionante moda mas) ha traído con ello un muy reducido pensamiento sobre una nueva manera de curar. Las plantas reducidas a forma de capsula o peor aún a sus “ingredientes activos”, son solo nuevas herramientas para trabajar dentro de la misma concepción cuerpo-máquina que la medicina industrial ve en la gente. No se diferencian en nada de las drogas farmacéuticas o del filo del bisturí: Algo que se introduce dentro del cuerpo-máquina para manipular sus componentes. Solo que mucho menos eficaz, ya que las plantas han sido sacadas del sistema de curación en el cual tienen su poder. Un sistema dentro del cual el individuo tiene el poder, el conocimiento y la capacidad de curarse así mismo directamente y sin el adormecimiento influyente del mercado y el dinero.

Cuando los mercaderes de productos herbales tienen en sus manos una nueva “cura milagrosa” puede significar la extinción para la planta. Esto es especialmente triste cuando muchas criaturas vivas son utilizadas para elaborar productos inútiles o son degradadas en condiciones que no merecen. ¿Alguna vez has visto el shampoo de Echinacea? El ejemplo clásico de esto es la Hidrastis, Hydrastis canadensis, una planta en peligro de extinción en lo salvaje. Tiene un par de acciones sorprendentes en el cuerpo humano pero en su mayoría ha sido comercializada como una cura para el resfriado común, algo en lo que realmente no ayuda mucho. Por cierto, los más grandes comerciantes de Hidrastis recolectada de lo salvaje y otras renombradas hierbas son corporaciones farmacéuticas multinacionales. Dado a la obsesión de la sociedad estadounidense (y en general cualquier sociedad capitalista, occidental, civilizada y urbanizada N. del T.), la mayoría de hierbas que se encuentran disponibles para ser mercantilizadas en masa y que componen medicamentos como el Viagra herbal, las píldoras para bajar de peso y los estimulantes, son sacrificadas para estas ridículas causas.

Hay una alternativa a la “medicina alternativa”. El herbalista, autor y maestro del suroeste Michael Moor probablemente lo dijo mejor en una de sus más recientes digresiones de una lectura: “En este país el negocio de las hierbas gira principalmente en torno a sustancias recientemente comercializadas con nuevas investigaciones, esto es algo creado por ellos para nuestro consumo. Mientras intentamos establecer, tanto como sea posible, la necesidad de crear un modelo y una práctica que sea impermeable a la moda, estamos tratando de estimular una práctica que nos conduzca a la utilización de la herbolaría en vez de a su comercialización. Un modelo no de arriba hacia abajo si no de abajo hacia abajo y a sus alrededores. Bioregionalismo por encima de todo. Mantenlo local. Abajo la centralización porque ésta lo mata todo.”

Herbo-primitivismo

Necesitamos otra forma de mirar nuestro cuerpo y las plantas medicinales. Ver estas dos cosas como cuestiones interconectadas y dentro de un balance es algo nuevo para la cultura industrial, pero en realidad es el modelo de curación más antiguo sobre la tierra. Esto lo sabíamos incluso hasta antes de ser “personas”. Los animales saben cómo usar las plantas medicinales para medicarse; los ejemplos nos rodean, desde los perros que comen pasto hasta los osos que escarban en la tierra para obtener la raíz de Osha. Probablemente cada sociedad humana ha tenido una forma de explicar cómo funciona el cuerpo y como las plantas medicinales funcionan en nosotros.

Una cosa que todo herbalista conoce –incluyendo los perros y los osos- es que la mejor forma de tratar un problema de salud es prevenirlo antes de que comience. En sociedades más primitivas donde la gente ha tenido el lujo de escuchar a su propio cuerpo, es fácil detectar un desequilibrio antes de que se convierta en un estado de enfermedad aguda. Es en este punto en donde las hierbas son más efectivas. Trabajan en este nivel sub-clínico (y por ello imperceptible para la medicina industrial) de “desbalance”, “deficiencia” y “exceso”. Su tarea principal se encuentra en mantener al organismo en un estado saludable y, en caso de enfermedad, alentar al organismo a que se cure por sí mismo.

Este antiguo pero nuevo modelo de salud es sutil y requiere mucho autoconocimiento o al menos cierta conciencia de ti mismo. Éste usa la intuición como una herramienta de diagnóstico. Las emociones, la espiritualidad y el medio ambiente se convierten en medicinas. El espíritu y el medio ambiente donde se encuentran las plantas que recolectamos afecta directamente sus propiedades curativas, esto hace que nuestra relación con ellas se vuelva muy importante.

Herbolaria verde

Cuando tomamos alguna hierba medicinal, tomamos parte del medio ambiente de la planta. Todo lo que la planta ha comido, bebido y experimentado ha formado la medicina de la que dependerás, así que tienes que asegurarte que viva de la mejor manera. Cuando somos curados por las plantas, adquirimos un compromiso en cuidar y defenderlas como especie así como los lugares en los que viven. Tradicionalmente los antiguos recolectores de plantas hacían un rezo o pedían permiso antes de tomar cualquier cosa de lo salvaje. Yo usualmente recito algo sobre la línea de “De acuerdo, planta. Tú me sanas y yo cuidare de ti. Te respaldaré, nadie construirá nada sobre ti, nadie te arrancará o abusara de ti mientras esté cerca”. Así que este verdadero sistema herbal de curación tiene en su corazón un profundo y radical sentido de ecologismo y compromiso por la Tierra.

El concepto bioregional es importante para este modelo curativo. Las acciones que puedan tener las plantas sobre nuestros cuerpos están bastante limitadas por las sustancias químicas que pueden producir a partir de la luz solar y el suelo. Por cada hierba de renombre ofrecida en el mercado de consumo, cortada de la selva o arrancada de las montañas, lo más probable es que haya una planta con una acción similar creciendo en la cuenca más cercana de tu zona. Muchas de las mejores medicinas para mantener una buena salud, crecen lotes baldíos o jardines abandonados por todo el mundo.

Anarco-herbalismo

Una sociedad en donde la gente es responsable de su propia salud y capaz de cultivar su propia medicina es una sociedad difícil de controlar. En la actualidad dependemos del poder estructural de la industria de la salud y la especialización médica: la sociedad secreta de doctores, las escuelas de medicina dominadas por hombres blancos, las decisiones corporativas con sus productos farmacéuticos tóxicos, su avaricia despiadada y sus laboratorios llenos de seres torturados. Esta dependencia nos mantiene atados al Estado e incapaces de rebelarnos con todo nuestro corazón o de incluso imaginarnos un mundo sin esta opresión. Con este nuevo sistema de salud, basada en el autoconocimiento y en el conocimiento comunitario de las hierbas, seremos mucho más libres.

Ofrecer una verdadera alternativa de sistema de salud ayudara a calmar a algunos en sus miedos a regresar a un modo de vida anárquico basado en el apego a la Tierra. Hay una falsa seguridad entre los hombres de grandes máquinas de que pueden curarte de todo (si es que tienes el dinero suficiente). Lo que se ignora es el hecho de que la sociedad industrial causa la mayoría de las enfermedades que la gente teme. Vivir libremente en una Tierra sanadora, estar rodeado por una verdadera comunidad y comer comida verdadera, demostrará ser una mejor medicina que cualquier cosa que puedas comprar.

¿Qué pasos podemos dar ahora para crear este nuevo sistema de medicina? Necesitamos aprender todo lo que podamos sobre nuestra propia salud. Esto significa practicar uno o varios de los modelos sobrevivientes de medicina tradicional y observarnos-escucharnos detenidamente. ¿Cómo te sientes cuando empiezas a sentirte resfriado? ¿Cuáles son los problemas que se repiten frecuentemente, especialmente cuando estas estresado? Si tienes un cuerpo de mujer ¿Cuál es tu ciclo menstrual y como se ve tu sangre? Entendiendo como actúa nuestro cuerpo en su estado más saludable nos puede ayudar a reconocer los primeros síntomas de una enfermedad, momento en cual las plantas son más útiles.

La gente que cuenta con cierto conocimiento o experiencia en temas de salud (ya sea en modelos tradicionales o industriales) puede ser de gran ayuda para aquellos que se encuentran aprendiendo. Los sanadores que trabajan para poner en marcha este nuevo modelo, ya sea colectivamente o a través de su práctica individual, deberían tener presente que están practicando una verdadera medicina revolucionaria que promueve la autonomía, la descentralización y el respeto por la Tierra.

En estos tiempos de cambio todo está siendo examinado, destruido, reconstruido o creado desde nuestros corazones. El industrialismo ha afectado todos los aspectos de nuestra vida –apenas nos estamos dando cuenta de cuanto se ha perdido–. La medicina es otra de las cosas que tenemos que recuperar y recrear para la sociedad que queremos. Cada hierba, píldora o procedimiento debe ser juzgado en función a su sustentabilidad y accesibilidad a pequeños grupos de personas. Podemos comenzar con nosotros mismos desde nuestros círculos y comunidades. Nunca hay que dejar de propagar esta perspectiva hasta que la medicina industrial se oxide en una tumba olvidada, víctima de sus propios desequilibrios.

Por Laurel Luddite

Tomado y traducido de “An herbal medecine-making primer”, de Simon de Simpler, editado en Estados Unidos por yggdrasil distro, 2010. Cotejado en internet en http://www.alchemy-works.com/anarcho_herbalism.html

 

La naturaleza idealizada

 

La naturaleza idealizada” escrito realizado por Textos anónimos abordando el concepto de naturaleza, la intervención humana en los ecosistemas y la crítica a los conceptos absolutistas y misantrópicos.
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Hay una tendencia idealista, romántica y superflua que se difunde cada vez más sobre la supuesta existencia de una naturaleza prístina, virgen y paradisíaca que nunca ha sido tocada por el ser humano y que debe ser preservada sin que tenga contacto alguno con nuestra especie. Hay muchos, pero muchos problemas y reflexiones muy poco profundas respecto a esa postura de una naturaleza virgen y prístina.

Primero que nada, hay que darnos cuenta del contexto en el que vivimos actualmente: en el Antropoceno, era donde EL SER HUMANO INDUSTRIAL ha provocado los mayores cambios geológicos desde hace 300 siglos a la fecha, <<el cambio climático ha trastocado la totalidad de los ecosistemas en el mundo>>. Es decir, el ser humano industrial, vía contaminación del agua, tierra y aire, ha trastocado de forma negativa a todos los biomas del planeta, es decir, ya no queda naturaleza prístina –sin tocar– en todo el mundo, todos los ecosistemas han sido manoseados por el cambio climático.

Ahora bien, otra cuestión derivada de esa idealización cristiana y romantización miope de la naturaleza virgen, es creer que el ser humano en general, nuestra especie en sí, es ecocida y destructora de la naturaleza por antonomasia, lo cual es totalmente falso y erróneo.

El mundo con toda su bella biodiversidad está siendo destruida NO por el ser humano EN SÍ, sino por una bien definida y situada forma de manifestación enferma de humanidad, es decir, la destrucción de la vida y los ecosistemas es a causa de un tipo de ser humano industrializado y moderno que tiene algo así como 300 años de existencia, desde la aparición histórica del capitalismo y la globalización moderno/industrial.

De lo antes dicho se desprende otra conclusión: en la sociedad global tecno industrial no todos los seres humanos industrializados participan con igual importancia e impacto en la devastación de eso que occidente llama naturaleza. Por ejemplo: un militar moderno no hace el mismo daño a la biosfera que un albañil indígena que migro a la gran ciudad, ni hace el mismo daño un biotecnólogo de Monsanto que un panadero de una colonia de clase media.

Son los grandes corporativos industriales y militares -con sus ejecutivos, políticos, científicos y generales- (sean capitalistas o no) los que van asesinando ecosistemas y personas por todo el amplio planeta …y NO el ser humano en sí, los responsables son aquellos humanos enfermos por dominar la otredad, aquellos que renuevan, crean, ejecutan y organizan proyectos carcelarios de sociedad.

La humanidad no es buena ni mala: ¡es vital! …y como tal fue el resultado de la evolución misma, pero pasa que hace unos 5000 años creo la civilización -eligió vivir en ciudades- y fue cuando todo empezó a marchar de mal en peor, pero nada de lo que han hecho las civilizaciones anteriores es comparable con la magnitud, velocidad e intensidad destructiva que la civilización industrial ha realizado sobre el planeta. La humanidad como tal -homo sapiens- tiene algo así como 2 millones de años, es decir, lleva aproximadamente 0.1% de su existencia perturbando de manera negativa a los ecosistemas.

Ese 0.1% de existencia humana enferma, sólo puede ser atribuible a los industrializadores del planeta, más no a las tribus, pueblos indígenas y sociedades pastoras y campesinas que siguen llevando sus vidas vernáculas conforme a las estaciones del año y los ciclos de bio regulación del planeta. La humanidad -se reitera- no es enemiga de eso que llamamos naturaleza, sino cierto proyecto -gestado por ciertos humanos en una etapa específica de su desarrollo- es quien devasta el planeta. Aquellas ideas fatalistas derivadas de la misantropía y el idealismo sobre la naturaleza y el medio ambiente, son meros enunciados superficiales que ignoran la historia “primitiva de la humanidad” y la historia reciente de ésta. Ideas vagas, sin profundidad sobre los procesos evolutivos, geopolíticos y económicos, deducen que la humanidad misma es antagónica a los ecosistemas, <<en vez de señalar con precisión a los reales responsables de la devastación personal, ambiental y social que se expande cada vez más por el planeta>>

¿Cómo luchar contra el desarrollo industrial si no se conoce a profundidad al enemigo? ¿Cómo vencer al proyecto ecocida y carcelario de sociedad con posturas derrotistas y victimistas, posturas sin vitalidad como lo es el nihilismo y el pesimismo? Posturas como estas reflejan la resignación e irresponsabilidad por el mundo que les rodea, posturas como la misantropía reproducen los valores del sistema que supuestamente quieren destruir: odio, rencor, egoísmo y competencia, son valores que curiosamente sostienen al proyecto de sociedad capitalista. La misantropía le hace juego a los que dominan a la sociedad, torturan animales y destruyen a los ecosistemas.

Ahora bien, aparte de haber un error fatal en dichas posturas anteriormente mencionadas, hay que señalar ahora otro problema que corresponde al concepto mismo de Naturaleza, es decir, la naturaleza como palabra es un término/concepto de origen civilizado. Es un término/concepto que ENCUBRE UNA SEPARACIÓN FALSA ENTRE EL SER HUMANO Y EL RESTO DE LAS ESPECIES VIVIENTES. El concepto de naturaleza para empezar no existe en muchas de las culturas humanas alrededor de todo el mundo. Algo así como el 99.99% de las pueblos y tribus humanas que occidente llama indígenas originalmente no usaban o usan ese término para referirse por ejemplo a los ríos o bosques. Por eso es preferible describir a los ecosistemas (con sus ríos, bosques, animales, hongos, etc.) que conceptualizarlos con la simple y llana palabra de Naturaleza.

La naturaleza como concepto y como oposición a la cultura, es decir, como una esfera de la vida separada del hombre, surge hace unos 3000 años con la cultura griega. Como vemos, el concepto de naturaleza es una invención bien definida y situada históricamente, DE UN TIPO DE SER HUMANO QUE SE ALIENÓ DE LOS ECOSISTEMAS PARA VIVIR EN CIUDADES, es decir, para vivir en la civilización. <<Las tribus y pueblos indígenas no participan de igual manera en los impactos sobre la biosfera: muchos pueblos vernáculos antes de la conquista Colonial Europea, lejos de disminuir la biodiversidad, la incrementaron…y en la actualidad ello continúa>> Por ejemplo con la diversificación de plantas domesticadas.

Con lo antes dicho, podemos concluir al menos dos cosas: que la especie humana en sí no es una destructora inmanente de eso que llamamos naturaleza y que no todos los seres humanos (civilizados o no) participan en la destrucción de la biosfera, y de quienes si participan directamente -un porcentaje reducido y señalable a precisión- del ecocidio, no todos lo hacen de la misma forma y magnitud. Es absurdo culpar a toda la humanidad como enemiga de la naturaleza.

Otra conclusión derivada de ello es que el término de Naturaleza es un concepto falso, y que propicia el biocidio contra nosotros mismos como para el resto de la biosfera…y aún más esa idea de una naturaleza que no ha sido tocada, que sigue siendo prístina es aún más nociva.

Esa idea de una naturaleza virgen es el resultado una visión idealista y cristiana que surge -curiosamente- DEL DESPRECIO A LA VIDA MISMA, puesto que la búsqueda de un paraíso -terrestre o metafísico- más allá del plano del cual se parte, es el efecto de un cuerpo enfermo y resignado que busca soluciones más allá de su realidad, es decir, creando mundos idealizados y románticos hasta la médula, donde supuestamente están todas las soluciones a sus problemas.

Ese supuesto amor de ciertos defensores de la naturaleza prístina encubre nada menos y nada más que un auto desprecio tanto a sí mismos como al mundo que les rodea: lo prístino, lo puro, lo absoluto, son síntomas de un cuerpo consumido por la tristeza.

El paraíso ya sea silvestre o celestial es prácticamente idéntico a la idea del paraíso socialista de los comunistas o del estado de pureza racial de la humanidad de los nazis. El romanticismo idealista confunde las causas con los efectos creando regímenes de verdadera confusión y auto engaño que conducen a nada más que a seguir reproduciendo los mismos errores con los cuales se justifica cometer mil y una atrocidades.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que en el contexto mesoamericano (de México a Panamá) casi todos los ecosistemas han sido intervenidos -de manera responsable y sabia- desde hace milenios por parte de los pueblos autóctonos de América. La larga tradición de manejo diversificado de plantas y paisajes en Mesoamérica comprueban que la agricultura no es el origen del mal. Las evidencias bio arqueológicas como las actuales investigaciones etnobotánicas en territorios indígenas dan cuenta de ello. La agricultura reitero no es el origen del mal: LA PROPIEDAD PRIVADA sobre la tierra sí.

Lo que hoy pudiera parecer una montaña o valle “virgen”, hace tal vez 100 o 50 años era todo un AGROECOSISTEMA, donde las personas manejaban y cultivaban diversas especies vegetales, pero con el paso del tiempo, ese vegetación de carácter humano fue diluida entre la vegetación silvestre y ahora esa vegetación antropogénica sólo aparece en medio del paisaje como algo que supuestamente sería prístino, cuando en realidad el ser humano coadyuvo a la conformación de dicho paisaje “natural” de apariencia virgen

Otro ejemplo de ello son los agroecosistemas forestales, como los cafetales, que a simple vista pudieran parecer un ecosistema prístino, sin la intervención directa del hombre, pero que en realidad son creación mutua y simbiótica CON EL RESTO de la naturaleza y ejemplos de ello hay muchos. Se recomienda leer críticamente el libro de La importancia de la memoria biocultural: la importancia ecológica de las sabidurías ancestrales, de los autores Víctor M. Toledo y Narciso B. Bassols, para conocer más al respecto sobre la relación humana con la biosfera y los agroecosistemas (Naturaleza antropogénica).

Ya sea desde la historia, la filosofía, la antropología, la ecología, O LA EXPERIENCIA PROPIA CON SOCIEDADES NO INDUSTRIALIZADAS, la idea de la naturaleza en sí es bastante dudosa …y la idea de una naturaleza virgen, prístina, que jamás ha sido tocada por nuestra especie, resulta ya totalmente ridícula, que aparte de reflejar una estreches de mente, oculta ideas que justifican la dominación, explotación y destrucción de eso que llamamos naturaleza, dando paso a ideas, CREENCIAS y acciones de carácter eco TOTALIARIAS Y FUNDAMENTALISTAS que los eco burgueses no dudan en adoptar como doctrina única… se creen los únicos y especiales al “defender” un paraíso que no es más que el resultado INACABADO de su deseo por dominar.

¡NO SOMOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA! ¡SOMOS LA NATURALEZA DEFENDIENDOSE!

Desde algún hermoso bosque

Por: Textos anónimos

México, principios de febrero del 2018.