Carta pública de Mario “Tripa”: Delaciones en cadena… Si claro, ¡en México City!

Carta pública del anarquista Mario López “Tripa”  fechada el 10 de febrero del 2018, exponiendo algunas situaciones delicadas.

En el 2012, tras la explosión por una falla en el mecanismo del explosivo con el que pretendía atacar una sede del Partido por la Revolucion Democrática (PRD) donde quedó gravemente herido, se vió capturado por la policia y encarcelado por aproximadamente 6 meses en el Reclusorio Sur en Xochimilco. Aquí  un blog que dió seguimiento a su caso recopilando cartas, escritos, dibujos, carteles, música y acciones: https://solidaridadmario.espivblogs.net/ 

Desde este blog mandamos animos y astusia al compa para que nunca sea atrapado por las garras del Estado y pueda seguir andando por los caminos de la libertad. No vamos a negar que nos sorprendió su urra a la misantropía.


Delaciones en cadena… Si claro, ¡en México City!

“Lo que se interponga en nuestro camino, lo derrotaremos”

Antes que nada, un enorme y cordial saludo.

Hace poco más de cinco años y medio que me exploto accidentalmente una
de las dos bombas que portaba, afortunadamente fue la bomba menos
potente y que sería destinada a las oficinas del partido político PRD
(la otra seria para una de las sedes del PRI, en ese momento me
importaba una mierda cual partido político fuese, si hubiera existido
Morena por igual hubiera atentado contra su sede). Fue la noche del 26
de junio del año 2012, justo un día después de mi cumpleaños. El mejor
regalo que me pude haber dado fue el accidente, me decían los policías
de investigación que me custodiaron en el hospital.

El motivo por el cual me explotó la bomba, motivo que hasta ahora había
sido un misterio y un chismerío al interior del movimiento anarquista y
del espectro insurreccionalista, que, segundo el vox populi, oscilaba
entre “haber hecho la bomba mal o bajo presión o que la persona de
nombre Felicity Ryder y yo hacíamos competencias sobre quien ponía más
bombas y por eso me exploto (chisme que hasta el día de hoy circula
entre los círculos anarquistas del D.F., y que ha producido únicamente
cosas perjudiciales para mi), que si la explote con intención, etc.”…
no fue otro motivo más que el siguiente: que accione la bomba en el
lugar inadecuado, es decir, que la accione cercas de un transformador
eléctrico, por lo tanto, al pasar debajo de este, el campo
electromagnético que desprende fue suficiente para calentar el filamento
del foco de 1.5 voltios y esto detono el polvo dinamita; la segunda
bomba no exploto porque en ese momento aún no había conectado el
interruptor-circuito. Pero este error fue debido a una distracción que
tuve en ese momento, una distracción que nunca voy a perdonar ni pasar
por alto.

Ahora si pueden dormir tranquilos, el dilema está resuelto, no hay nada
más que decir al respecto.

Sin embargo, esta carta no es únicamente para aclarar porque me explotó
la bomba, sino que también es para notificar a la audiencia de
espectadores anarquistas una situación que ha sucedido a lo largo de
estos años que he estado sustraído de la justicia del Estado. Sin más,
es sobre una delación, una de muchas, usando el ejemplo que expondré
para arrancar la reflexión o la acción contundente respecto a quienes no
necesitan ser mínimamente torturados para delatar a compañeros
anarquistas o hacer chisme sobre ellos y así ponernos en un riesgo
latente.

Hay dos cosas que voy a comentar en la presente carta, comunicado
público, choro o como quieras llamarle. Disculpa si sueno arrogante, si
sueno duro o agresivo, pero literalmente me importa una mierda lo que
pienses al respecto; estos calificativos irán destinados dependiendo de
tu estado de ánimo, de tus sentimientos de inferioridad, tu baja
autoestima, tus prejuicios, tu ideología de mierda o bien, de tu manera
de ver las cosas que expondré, de tu perspectiva y tu critica bien
enfocada. Lo que sí, es que me ahorrare tanta palabrería e iré directo
al grano.

Delaciones en cadena

Bien, hace ya mas de un año que un individuo anarquista quien durante
los últimos años de la época de los 90’s hasta la mitad del año 2000
estuvo en prisión a causa de un “delito común”, en un par de asambleas
abiertas (al menos me consta que en dos realizadas en el interior de la
Biblioteca Social Reconstruid) afirmó que la Cruz Negra del Distrito
Federal dijo que “los compas que estábamos en fuga (refiriéndose al
Chivo y a mi) solamente nos estábamos paseando de (dijo el lugar) a
(dijo el otro lugar) con el dinero que se nos da en apoyo, que así nos
pagamos nuestros viajecitos de México a países de Centro América, ida y
vuelta.

Ante todo quiero dejar claro que NO me consta que CNA emitiera tal
afirmación delatora, pero que SI me consta que esas palabras salieron
de la boca de ese individuo quien es amigo y compañero de CNA-DF y me
consta no por una sino por varias versiones de varias personas distintas
que ni se conocían entre sí pero que estaban en esas asambleas abiertas.
Y me consta porque lo conozco y sé qué tipo de persona es.

Ante esto tengo un par de cosas que afirmar, siempre asumiendo el riesgo
que conlleva hacer este tipo de aclaraciones de manera pública, aunque
al final de cuentas, que un compañero preso o en fuga tenga que decir
cosas que de alguna manera le puedan perjudicar, no siempre es su culpa
como muchos lo quieren hacer ver, sino que es una responsabilidad
colectiva que recae en el movimiento anarquista, ya que gracias a la
gran bocota de algunos, muchos compas se sienten y nos sentimos
presionados para emitir este tipo de respuestas -sobre todo cuando de
los que conforman el llamado “movimiento” anarquista y peor aún, el
espectro insurreccionalista, no hay una reacción directa hacia este tipo
de infamias y hacia este tipo de individuos. La mayoría de los
insurreccionalistas se la pasan escribiendo consignas en sus comunicados
pomposos y se la pasan haciendo acciones para no perder su lugar en la
escena-espectáculo, pero en el momento en el cual se trata de usar las
armas para aleccionar a los delatores y habladores nadie hace nada,
nadie hace nada por el simple hecho de que todos son unos queda bien, de
que les importa mucho su imagen, su status, la imagen de sus grupos
anarcopunks de música revolucionaria y cosas así. ¿Entonces dónde queda
la llamada Solidaridad Revolucionaria de la que tanto presumen los
insurreccionalistas? ¿La Solidaridad Revolucionaria se reduce únicamente
a comunicados, bombazos y expropiaciones o acciones vistosas para
hacerse visibles en el micro mundito irreal anarquista?

Aquí las cosas que tengo que decir.

Primero. ¿Dinero de quien nos andamos gastando, de tus amigos de la
CNA-DF que te protegen? ¿Cuándo mierda tú me has dado algo de dinero
para llevarme un alimento a la boca? ¿A ti te consta lo que afirmaste?
¿Porque nunca me lo hiciste llegar en carta a título personal si tenías
esa duda, ¡¡¡cobarde de mierda!!!? ¿Cobarde de mierda que frente a mí
nunca dijiste nada y bien te sientes hablando mierda de mi cuando sabes
que no me es tan fácil ponerte en tu lugar? ¿Porque cuando supiste que
yo ya sabía, en vez de dar la cara, te anduviste en Guadalajara
fingiendo estar en Tijuana y viceversa y seguramente tus protectores ya
te ayudaron a irte al gabacho, saliste corriendo de miedo o de qué?
Además que desde hace mucho tiempo yo (Chivo no lo sé) no he recibido
nada del movimiento anarquistas más que pura mierda, mucho menos dinero.

Segundo. Este tipo de habladurías solamente ponen en riesgo a compas en
fuga o en prisión, pues independientemente de que sea verídico o no, los
datos que se dicen siempre se crea una reacción de delación en cadena,
ya que unos hablan y otros lo reproducen, pero al final todo se deforma
y cae en informaciones que pueden únicamente, bien, o ayudar a la
policía a localizar a compañeros en fuga, bien, o engordar expedientes e
investigaciones contra compañeros en prisión.

No conforme con decir esas cosas sobre nosotros dos (sobre el Chivo y
yo) este individuo habla a cerca de algunos individuos quienes en el
pasado, es decir, en mi vida “legal”, fueron mis compañeros de lucha
(entendiendo por esto como una diversidad de maneras de intervenir) y
vida. Este individuo los acusa de “sacar dinero a la banda (lxs compas)
para nuestros viajecitos”. Quitando de en medio que la fuga es siempre
movilidad constante -aunque sea para ir de shopping a San Cristóbal de
las Casas y de paso vender algunas chamarras Northface que se consiguen
en la paca- este tipo de afirmaciones evidentemente ponen en riesgo a
aquellos individuos los cuales desde que yo me fui nunca he vuelto a ver
y poco he sabido de ellos. Los pone en riesgo puesto que esas habladas e
“indirectas”, pueden producir una investigación en la contra de esas
personas por obstrucción de la justicia, una investigación que si bien,
partiese de una investigación propia del Estado, ellos la podrían asumir
como una consecuencia de la lucha, pero que una investigación así no la
podrían asumir como tal cuando esta tiene como raíz la fanfarronería de
un individuo quien quiere sobresalir entre los más jóvenes e impresionar
a las chavas.

¿A individuos como el de este caso que les toca? ¿Cómo tratar con ellos
o hacerles reflexionar? ¿Tendremos que regresar a los viejos códigos
revolucionarios o con la reflexión basta?

Afortunadamente, hoy, solo tengo ánimos de describir esta situación, sin
embargo hay muchas pero muchas situaciones y muchos individuos e
individuas que a lo largo de estos años, desde que me exploto la bomba y
desde que me di a la fuga, no han hecho más que hablar cosas que me han
puesto en riesgo y a otras personas, no han hecho más que inventar
chismes, tirar mierda…. pero no me bajoneo tanto pues a cada problema
una solución y poco a poco brotan las cosas.

Por último una anécdota, a ver si hacen memoria.

Pocos días antes que partiera de mi ciudad encontré a una de mis
abogadas (en ese momento aún estaba yo en una situación “legal”, es
decir que todavía no me fugaba a la justicia del Estado ¡¡aclaro!!) me
contó que días antes fue al juzgado federal (el cual ordenó mi segundo
arresto del 20 de Enero de 2014) para solicitar una prórroga de un par
de días más para presentarme a firmar. Durante esa visita, la juez,
además de invitarle cordialmente a que me llevara por voluntad propia a
firmar, le dijo que yo ya estaba bien jodido (ensartado fue la palabra)
ya que después de mi detención dos mujeres de nacionalidad española
había ido a hablar con ella y habían dicho todo sobre mi, habían hablado
todo (que la verdad no sé qué sea “todo”) y me habían “hundido”. En un
primer momento lo dudamos pues esa “info” provenía de una servidora del
Estado, posteriormente, entre la paranoia, pensamos que fueron las
compas Amellie y Fallon quienes en medio de lo que les sucedió, que fue
muy fuerte, dijeron cosas (que, pues no sé qué pudieran decir en
realidad), pero finalmente, tras darle muchas vueltas al asunto, buscar
informaciones, analizar, recordar, comunicarnos con esas compas y pedir
su honestidad, pero sobre todo, ver las cosas con claridad tras lo que
me sucedido cuando me fugué y la mierda que por tres años cierta gente
hicieron de mi vida en fuga, dimos justo en el clavo y hoy puedo afirmar
con toda seguridad que no hay menor duda de quienes fueron esas pone
dedo, de quienes se trataron, a quienes les interesaba que me jodiera…
digo, en caso de que la señora juez no estuviera mintiendo a mi
abogada, verdad… al final de cuentas ¿Qué diferencia hay al momento de
intentar saber quién miente, si un juez y un anarquista?

Tomen esta anécdota como un preludio para mi siguiente carta en la que
haré una humilde reflexión individual sobre mi militancia, pero sobre
todo una crítica respecto a la lucha anarquista insurreccional en la
intensa época que me tocó vivir.

“Cuando la nieve cae y los vientos blancos soplan, el lobo solitario
muere pero la manada sobrevive”

Atentamente:
Mario Lopez “Tripa”
Desde algun lugar de este enfermo mundo, ¡misantropia y naturaleza por siempre!
10 de febrero del año 2018

(Estado Español) Desarrollo de un intento por justificar lo injustificable [Archivo Operación Piñata]

Escrito  parte del archivo sobre  la represión por parte del Estado Español contra anarquistas a través de la denominada Operación Piñata, donde se refelxiona a cerca de los procesos represivos anti-anarquistas, situandolos bajo sus contextos políticos, económicos y sociales y alejados de la lógica victimista. Retomado de Contramadriz con todo y presentación.


Extraemos, nuevamente de la publicación La Ira de Behelial, otro texto con motivo del reciente sobreseimiento de la causa contra lxs compañerxs detenidos en la Operación Piñata. Es el tercero de estos textos (El trasfondo de la solidaridad y Arquitectura, mitología, folclore y operaciones antiterroristas). En los próximos días iremos subiendo de diversas fuentes, mas análisis sobre el contexto represivo, las circunstancias y todo aquello cuanto rodeó estos últimos años a los golpes contra los entornos anarquistas de la península. Este texto en concreto realiza un seguimiento a las categorías legales con las que el aparato represivo del Estado ha ido encasillando a anarquistas y rebeldes en los últimos tiempos hasta la actualidad.


“Puesto que el número está del lado de los gobernados, la única opción de los gobernantes para seguir siéndolo es la opinión”

James Madison

El Estado, intrínsecamente, se constituye para ejercer el poder, y para ejercer el poder (pues el poder se ejerce y, como la historia no para de demostrar, tiene su propia lógica) es tarea obligada mantener el orden, con lo que el Estado se convierte en el garante de un orden; el orden, impuesto por el poder, el orden, necesario para que el poder exista. Hay diversas formas de mantener el orden pero las más eficientes suelen ser aquellas basadas en el palo y la zanahoria. Según esta filosofía para que la persona gobernada se porte bien, es decir se pliegue a los designios del poder y mantenga el orden, se le promete algo (generalmente material) que por supuesto nunca o muy pocas veces alcanzará, y cuando se porta mal se le castiga. Pero en las formas más sofisticadas de ejercicio del poder (y cabe recordar de nuevo que el poder se ejerce principalmente y de manera más elaborada y eficaz mediante la constitución de un estado), es decir, en los autodenominados estados de derecho: las democracias, pero también en muchas dictaduras, no sólo se mantiene el orden mediante un palo (con su zanahoria) sino que también se justifica el garrotazo al desobediente. Esto ocurre porque en estas formas algo más sofisticadas, el Estado se presenta a sí mismo como un simple arbitro y garante de la convivencia, pues como decía Madison, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica, los gobernantes frente a los gobernados sólo tienen en última instancia de su parte la opinión. Por este motivo el estado siempre tratará de justificar de alguna manera o de otra sus castigos, cual padre benévolo que azota a sus hijos, por su bien, para conducirles por el camino de la rectitud y que cuando les castiga sufre más dolor que los castigados por tener que recurrir a tan extrema medida. Se puede decir sin ambages que, a día de hoy (y esto es algo que se puede rastrear desde el pasado más reciente hasta nuestros días) el garrote más grueso que tiene el Estado, su látigo más acerado y mortífero es la ley antiterrorista. Pero ¿de dónde sale esta ley?

Tradicionalmente, desde los albores de la constitución de los primeros estados (de forma embrionaria, eso sí) hace más de siete mil años, el poder, instituido en aparato estatal para regir la sociedad, ha tenido y tiene dos tipos de enemigos: el enemigo externo, al que siempre trató como “bárbaros” o “invasores” y el enemigo interno, al que siempre etiquetó de “bandoleros”. En el siglo XIX el Estado se ha convertido ya en un estado liberal­burgués, democrático y representativo en lo político y plenamente capitalista en lo económico y a resultas de la industrialización, la misma que permitió impulsar y moldear el capitalismo liberal, el poder de la época hubo de enfrentarse a diversas revueltas y revoluciones obreras y al nacimiento de las grandes ideas revolucionarias y libertadoras del momento (y que más o menos aún perduran): el marxismo y el anarquismo. Para enfrentarse de manera más eficaz y sin que el mantenimiento del status quo supusiera una fractura muy grande de los principios humanistas y liberales que el establishment decía sostener e impulsar, se creó una legislación especial para tratar el tipo de delitos que podrían quebrar el orden y traer la pretendida emancipación y liberación de la humanidad de la explotación y opresión y de sus explotadores y opresores. Esa legislación daba un tratamiento especial a quienes la vulneraban, tanto jurídicamente como ante la opinión de las oprimidas, con un especial ahínco (más que en otras épocas) de denostación moral hacia el refractario. Pese a este tratamiento especial el estado seguía golpeando con su vara a quien violase la ley sin importarle el motivo de tal violación (generalmente la desigualdad material y la supervivencia) pero con una preocupación a parte y un seguimiento mayor hacia quienes combatían al Estado de manera clara y por motivos políticos. Al fin y al cabo un ladrón sólo pretendía sobrevivir mientras que un revolucionario o revolucionaria quería derrocar al régimen y a sus regentes. Surgen pues hace dos siglos las leyes especiales sistemáticas (siempre hubo alguna ley especial para afrontar problemas temporales concretos, en eso se basa la legislación) acompañadas del linchamiento mediático que van a suponer la referencia y guía de las posteriores y muy modernas leyes antiterroristas. Las primeras que podemos rastrear en el tiempo son las leyes contra los ludditas, un movimiento organizado muy heterogéneo que basaba su actividad en la destrucción de la maquinaría industrial de los capitalistas y en un rechazo de éste sistema económico, aunque por diversas motivaciones (ni todos eran revolucionarios ni todos estaban politizados). A partir de aquí y aun sin una etiqueta concreta para los refractarios, más allá de un manido “bandoleros” no siempre aplicable, entramos en el siglo XX donde la evolución es cualitativa y cuantitativamente mucho mayor.

En el siglo pasado lo que el poder pretende para combatir a sus opositores, en especial a los enemigos interiores, es desgajarlos del cuerpo social para tratar de aislarlos con el fin de que nadie se identifique con los refractarios y pueda simpatizar con ellos o emularlos. Para este fin les demoniza. El problema entonces pasa de ser “los obreros” o “el pueblo” a un grupúsculo sedicioso, misterioso y cruel que desde las últimas décadas decimonónicas empieza a ser catalogado como “los terroristas”. Este paso se da en especial a raíz de la derrota del movimiento obrero en la Comuna de París en 1871, cuando dicho movimiento revolucionario se da cuenta de que militarmente es derrotado una y otra vez, abriéndose paso poco a poco a una nueva etapa que, aunque con grandes convulsiones sociales, ya no es la de las grandes revoluciones (con la excepción histórica del periodo de entreguerras: la rusa en 1917, la alemana en 1918-1919, la coreana en 1929,… o la rara y tardía española de 1936) sino la de las acciones aisladas de la masa social con el fin de volver a conseguir despertarla para el intento definitivo

A partir de entonces y ya durante todo el siglo XX el Estado aplica la categoría de terrorista y toda una legislación de excepción a sus enemigos internos. Claro que las y los revolucionarios o el movimiento obrero no son para el Estado sus únicos enemigos. Según en qué épocas opositores de todo tipo, incluso los afectos al poder pero no al gobierno de turno, han sido y son perseguidos, catalogados de la nueva etiqueta. En el mismo siglo XX, el término terrorista tiene que convivir con el de subversivo o el de “banda armada” según el tipo de aparato estatal que tenga que enfrentarse a la subversión en ciernes. Generalmente las dictaduras, menos fashion, eran más partidarias de términos como “sediciosos” o “subversivos” y en sus legislaciones los delitos eran estos mismos o bien la pertenencia a “banda armada”. Las democracias, siempre con un toque más glam (no la española, por cierto, casposa y cazurra como pocas), se decantan más por “terrorista” y en su legislación vienen bien claras las palabras “terrorismo” u “organización terrorista”. En pleno siglo XXI esta tendencia ya está consolidada, en especial a partir de los atentados de 2001 en Estados Unidos, pues según las democracias ­ amparándose en auténticos actos de brutalidad indiscriminados contra la población cometidos por aprendices de Maquiavelo del autoritarismo religioso o revolucionario, o por orquestación estatal (cómo saberlo) ­, los nuevos enemigos internos del presente buscan sólo aterrorizar a la población pues en su delirio se oponen a la democracia (¿cómo osan?) la más perfecta de las formas de convivencia civilizada y no una simple y cutre forma de articular el Estado. La democracia convierte al Estado, aún más, en un ente totalitario envuelto en un ropaje de presunta libertad, pues no permite que nadie la cuestione, y para ello no sólo produce una animadversión total en la población hacia las refractarias y rebeldes con todo el enorme aparato mediático del que dispone, sino que elabora la correspondiente legislación especial.

A día de hoy, todo enemigo del Estado es un terrorista y esa es la legislación que se le aplica. Veamos cómo evoluciona. Por acotar un poco el asunto, vamos a ceñirnos al estado denominado España. Nos encontramos con que aquí existen diversas leyes antiterroristas desde finales del siglo XIX cuya diferencia más sustanciosa respecto de la legislación ordinaria residía en la especial dureza de las penas (que en la legislación general no eran ligeras, por cierto) y en que al “terrorista” le juzga un tribunal militar. En la segunda república es derogada esta disposición y abolida la pena de muerte pero se crea un tribunal de orden público para juzgar los delitos políticos y la huelgas y revueltas. Este tribunal es derogado por el frente popular en 1936 pero poco después estalla la guerra.

Las leyes de guerra rigen entre 1936 y 1953 (y rigen con toda la dureza que implica el término) y es en este año cuando se elabora la primera ley antiterrorista moderna en España. Franco siempre tan innovador. En esta ley no existía delito de terrorismo per se sino que existía el de “pertenencia a banda armada”. Para poder ser aplicado los requisitos eran, ser una banda (es decir, más de dos personas) y tener armas; como vemos los militares y las dictaduras van al grano. Pero el ligero toque oficioso para su aplicación (una banda de atracadores puede tener armas pero un atraco no necesariamente es una subversión del orden politico­social) era el contenido político que dicha banda tuviera. Si en esta época un grupo de 4 ” jóvenes rojos” repartía propaganda contra el régimen o lanzaba un cocktail molotov contra una comisaría de policía, por poner un ejemplo, y eran detenidas, además de la somanta de hostias que iban a recibir en el calabozo y de ser juzgadas por el renacido tribunal de orden público franquista (1962), no siempre iban a sufrir totalmente la ley antiterrorista y a ser condenados por el delito de “banda armada”. Esta ley es la que se mantendrá vigente, con modificaciones en los años setenta y en la democracia, hasta el año 1995, en que se creará el llamado código penal de la democracia (que hasta ahora se basaba en una reforma del código penal del año 1973).

Éste entra en vigor en 1996 y en él se añade al delito de “pertenencia a banda armada” el de “organización terrorista”, es decir que ya no hace falta que haya armas para que sea aplicada la ley antiterrorista, que por cierto, en plena democracia, es esencialmente más dura en general, salvo en el caso específico de que ya no hay pena de muerte, que la de la dictadura. Además este código admite por primera vez el delito de terrorismo individual, aunque al carecer de banda las penas son menores.

En 2001 esta ley es endurecida tras los atentados de las torres gemelas. Son los años en los que se aplica la doctrina, aun hoy vigente y perfectamente extrapolable y extrapolada, del “todo es ETA” y lo mismo se es terrorista por secuestrar a un industrial que por quemar un banco, romper los cristales de una ETT o editar un periódico que justifique o incluso no condene los actos anteriores. Lógicamente toda esta batería respondía algo tardíamente a las necesidades del Estado, algunas de las cuales eran frenar los últimos rescoldos de luchas obreras, cada vez más violentas (sobre todo en el periodo 1987­1994) en los últimos coletazos de la reconversión industrial (1981­-1997) y desactivar el conflicto vasco.

En 2010 asistiríamos a un nuevo código penal, aplicado en 2011, en el que la ley antiterrorista se aplica a quienes “alteraren de forma grave y reiterada la paz pública y buscaren subvertir el orden constitucional”, suponiendo una nueva vuelta de tuerca en cuanto a la aplicación y endurecimiento de las penas. Esto sucede en un contexto de cierta convulsión social como el periodo 2010­-2014.

Este periodo ha visto nacer el fenómeno 15 M y derivados con todas sus particularidades y consecuencias, para lo bueno (más bien poco) y para lo malo (más bien bastante, en todos los sentidos), enmarcado en una crisis y que se ha caracterizado por episodios de cierta violencia en la calle pero también de protestas pacíficas masivas, algunas tremendamente molestas. Ha sido también (y por ello) de un enorme descrédito democrático y económico y ha visto el decaimiento y cese de la actividad de ETA (lo que ha abierto nuevos escenarios). Es en estos momentos cuando surge un nuevo código penal que intenta enfrentarse a esos nuevos desafíos.

El código penal de 2015 es el de la ley mordaza pero también el de la nueva ley antiterrorista y el del pacto anti-yihadista (aplicable, claro está, a muchas otras realidades). Es una legislación en la que el policía es a la vez juez, jurado y verdugo para delitos no muy graves pero de claros tintes reivindicativos y políticos y en el que la ley antiterrorista contempla por primera vez que no sea necesaria la violencia para subvertir el orden constitucional y/o alterar reiterada y gravemente la paz pública, y en el que a una sola persona se le puede condenar como si en sí misma fuera toda una organización terrorista. Vemos claramente cómo, partiendo de un mismo concepto, la defensa del orden, el Estado a lo largo de la historia ha ido defendiéndose de sus enemigos, en especial de los internos, en especial de los rebeldes y revolucionarios, para seguir adelante sin oposición con su proyecto de dominación. Para ello adecua a los tiempos que corren todo su aparato punitivo y mediático porque ante todo ha de mantener el statu quo.

El poder ha de perpetuarse (regenerándose si es preciso o mordiendo hasta matar si fuera menester) y para ello si es necesario justifica lo injustificable. Así está el patio, amigos y amigas, pero eso sí, todo por nuestro bien y por la seguridad y armonía de nuestra pacífica y armoniosa convivencia, todo ello bien atadito, justificando, como hemos dicho más arriba, lo injustificable. Pero lo injustificable no son sus mentiras, ni su rigor en el castigo, ni siquiera la opresión, cuyo castigo a su rechazo tratan de excusar. Lo injustificable es que día tras día pocas levanten la voz y el puño contra tan infame entramado de explotación y engaño. Lo injustificable es que todo siga igual. Porque pese a que el garrote sea grueso y la zanahoria magra, pese a que existan un garrote y una zanahoria y una mano que las sostenga y nos marque el camino que hemos de seguir, obligados o engañados, la lucha sigue siendo el único camino. Y como decían los clásicos anarquistas “lo que la fuerza y la astucia han levantado, la fuerza y la astucia lo pueden destruir”.

La naturaleza idealizada

 

La naturaleza idealizada” escrito realizado por Textos anónimos abordando el concepto de naturaleza, la intervención humana en los ecosistemas y la crítica a los conceptos absolutistas y misantrópicos.
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Hay una tendencia idealista, romántica y superflua que se difunde cada vez más sobre la supuesta existencia de una naturaleza prístina, virgen y paradisíaca que nunca ha sido tocada por el ser humano y que debe ser preservada sin que tenga contacto alguno con nuestra especie. Hay muchos, pero muchos problemas y reflexiones muy poco profundas respecto a esa postura de una naturaleza virgen y prístina.

Primero que nada, hay que darnos cuenta del contexto en el que vivimos actualmente: en el Antropoceno, era donde EL SER HUMANO INDUSTRIAL ha provocado los mayores cambios geológicos desde hace 300 siglos a la fecha, <<el cambio climático ha trastocado la totalidad de los ecosistemas en el mundo>>. Es decir, el ser humano industrial, vía contaminación del agua, tierra y aire, ha trastocado de forma negativa a todos los biomas del planeta, es decir, ya no queda naturaleza prístina –sin tocar– en todo el mundo, todos los ecosistemas han sido manoseados por el cambio climático.

Ahora bien, otra cuestión derivada de esa idealización cristiana y romantización miope de la naturaleza virgen, es creer que el ser humano en general, nuestra especie en sí, es ecocida y destructora de la naturaleza por antonomasia, lo cual es totalmente falso y erróneo.

El mundo con toda su bella biodiversidad está siendo destruida NO por el ser humano EN SÍ, sino por una bien definida y situada forma de manifestación enferma de humanidad, es decir, la destrucción de la vida y los ecosistemas es a causa de un tipo de ser humano industrializado y moderno que tiene algo así como 300 años de existencia, desde la aparición histórica del capitalismo y la globalización moderno/industrial.

De lo antes dicho se desprende otra conclusión: en la sociedad global tecno industrial no todos los seres humanos industrializados participan con igual importancia e impacto en la devastación de eso que occidente llama naturaleza. Por ejemplo: un militar moderno no hace el mismo daño a la biosfera que un albañil indígena que migro a la gran ciudad, ni hace el mismo daño un biotecnólogo de Monsanto que un panadero de una colonia de clase media.

Son los grandes corporativos industriales y militares -con sus ejecutivos, políticos, científicos y generales- (sean capitalistas o no) los que van asesinando ecosistemas y personas por todo el amplio planeta …y NO el ser humano en sí, los responsables son aquellos humanos enfermos por dominar la otredad, aquellos que renuevan, crean, ejecutan y organizan proyectos carcelarios de sociedad.

La humanidad no es buena ni mala: ¡es vital! …y como tal fue el resultado de la evolución misma, pero pasa que hace unos 5000 años creo la civilización -eligió vivir en ciudades- y fue cuando todo empezó a marchar de mal en peor, pero nada de lo que han hecho las civilizaciones anteriores es comparable con la magnitud, velocidad e intensidad destructiva que la civilización industrial ha realizado sobre el planeta. La humanidad como tal -homo sapiens- tiene algo así como 2 millones de años, es decir, lleva aproximadamente 0.1% de su existencia perturbando de manera negativa a los ecosistemas.

Ese 0.1% de existencia humana enferma, sólo puede ser atribuible a los industrializadores del planeta, más no a las tribus, pueblos indígenas y sociedades pastoras y campesinas que siguen llevando sus vidas vernáculas conforme a las estaciones del año y los ciclos de bio regulación del planeta. La humanidad -se reitera- no es enemiga de eso que llamamos naturaleza, sino cierto proyecto -gestado por ciertos humanos en una etapa específica de su desarrollo- es quien devasta el planeta. Aquellas ideas fatalistas derivadas de la misantropía y el idealismo sobre la naturaleza y el medio ambiente, son meros enunciados superficiales que ignoran la historia “primitiva de la humanidad” y la historia reciente de ésta. Ideas vagas, sin profundidad sobre los procesos evolutivos, geopolíticos y económicos, deducen que la humanidad misma es antagónica a los ecosistemas, <<en vez de señalar con precisión a los reales responsables de la devastación personal, ambiental y social que se expande cada vez más por el planeta>>

¿Cómo luchar contra el desarrollo industrial si no se conoce a profundidad al enemigo? ¿Cómo vencer al proyecto ecocida y carcelario de sociedad con posturas derrotistas y victimistas, posturas sin vitalidad como lo es el nihilismo y el pesimismo? Posturas como estas reflejan la resignación e irresponsabilidad por el mundo que les rodea, posturas como la misantropía reproducen los valores del sistema que supuestamente quieren destruir: odio, rencor, egoísmo y competencia, son valores que curiosamente sostienen al proyecto de sociedad capitalista. La misantropía le hace juego a los que dominan a la sociedad, torturan animales y destruyen a los ecosistemas.

Ahora bien, aparte de haber un error fatal en dichas posturas anteriormente mencionadas, hay que señalar ahora otro problema que corresponde al concepto mismo de Naturaleza, es decir, la naturaleza como palabra es un término/concepto de origen civilizado. Es un término/concepto que ENCUBRE UNA SEPARACIÓN FALSA ENTRE EL SER HUMANO Y EL RESTO DE LAS ESPECIES VIVIENTES. El concepto de naturaleza para empezar no existe en muchas de las culturas humanas alrededor de todo el mundo. Algo así como el 99.99% de las pueblos y tribus humanas que occidente llama indígenas originalmente no usaban o usan ese término para referirse por ejemplo a los ríos o bosques. Por eso es preferible describir a los ecosistemas (con sus ríos, bosques, animales, hongos, etc.) que conceptualizarlos con la simple y llana palabra de Naturaleza.

La naturaleza como concepto y como oposición a la cultura, es decir, como una esfera de la vida separada del hombre, surge hace unos 3000 años con la cultura griega. Como vemos, el concepto de naturaleza es una invención bien definida y situada históricamente, DE UN TIPO DE SER HUMANO QUE SE ALIENÓ DE LOS ECOSISTEMAS PARA VIVIR EN CIUDADES, es decir, para vivir en la civilización. <<Las tribus y pueblos indígenas no participan de igual manera en los impactos sobre la biosfera: muchos pueblos vernáculos antes de la conquista Colonial Europea, lejos de disminuir la biodiversidad, la incrementaron…y en la actualidad ello continúa>> Por ejemplo con la diversificación de plantas domesticadas.

Con lo antes dicho, podemos concluir al menos dos cosas: que la especie humana en sí no es una destructora inmanente de eso que llamamos naturaleza y que no todos los seres humanos (civilizados o no) participan en la destrucción de la biosfera, y de quienes si participan directamente -un porcentaje reducido y señalable a precisión- del ecocidio, no todos lo hacen de la misma forma y magnitud. Es absurdo culpar a toda la humanidad como enemiga de la naturaleza.

Otra conclusión derivada de ello es que el término de Naturaleza es un concepto falso, y que propicia el biocidio contra nosotros mismos como para el resto de la biosfera…y aún más esa idea de una naturaleza que no ha sido tocada, que sigue siendo prístina es aún más nociva.

Esa idea de una naturaleza virgen es el resultado una visión idealista y cristiana que surge -curiosamente- DEL DESPRECIO A LA VIDA MISMA, puesto que la búsqueda de un paraíso -terrestre o metafísico- más allá del plano del cual se parte, es el efecto de un cuerpo enfermo y resignado que busca soluciones más allá de su realidad, es decir, creando mundos idealizados y románticos hasta la médula, donde supuestamente están todas las soluciones a sus problemas.

Ese supuesto amor de ciertos defensores de la naturaleza prístina encubre nada menos y nada más que un auto desprecio tanto a sí mismos como al mundo que les rodea: lo prístino, lo puro, lo absoluto, son síntomas de un cuerpo consumido por la tristeza.

El paraíso ya sea silvestre o celestial es prácticamente idéntico a la idea del paraíso socialista de los comunistas o del estado de pureza racial de la humanidad de los nazis. El romanticismo idealista confunde las causas con los efectos creando regímenes de verdadera confusión y auto engaño que conducen a nada más que a seguir reproduciendo los mismos errores con los cuales se justifica cometer mil y una atrocidades.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que en el contexto mesoamericano (de México a Panamá) casi todos los ecosistemas han sido intervenidos -de manera responsable y sabia- desde hace milenios por parte de los pueblos autóctonos de América. La larga tradición de manejo diversificado de plantas y paisajes en Mesoamérica comprueban que la agricultura no es el origen del mal. Las evidencias bio arqueológicas como las actuales investigaciones etnobotánicas en territorios indígenas dan cuenta de ello. La agricultura reitero no es el origen del mal: LA PROPIEDAD PRIVADA sobre la tierra sí.

Lo que hoy pudiera parecer una montaña o valle “virgen”, hace tal vez 100 o 50 años era todo un AGROECOSISTEMA, donde las personas manejaban y cultivaban diversas especies vegetales, pero con el paso del tiempo, ese vegetación de carácter humano fue diluida entre la vegetación silvestre y ahora esa vegetación antropogénica sólo aparece en medio del paisaje como algo que supuestamente sería prístino, cuando en realidad el ser humano coadyuvo a la conformación de dicho paisaje “natural” de apariencia virgen

Otro ejemplo de ello son los agroecosistemas forestales, como los cafetales, que a simple vista pudieran parecer un ecosistema prístino, sin la intervención directa del hombre, pero que en realidad son creación mutua y simbiótica CON EL RESTO de la naturaleza y ejemplos de ello hay muchos. Se recomienda leer críticamente el libro de La importancia de la memoria biocultural: la importancia ecológica de las sabidurías ancestrales, de los autores Víctor M. Toledo y Narciso B. Bassols, para conocer más al respecto sobre la relación humana con la biosfera y los agroecosistemas (Naturaleza antropogénica).

Ya sea desde la historia, la filosofía, la antropología, la ecología, O LA EXPERIENCIA PROPIA CON SOCIEDADES NO INDUSTRIALIZADAS, la idea de la naturaleza en sí es bastante dudosa …y la idea de una naturaleza virgen, prístina, que jamás ha sido tocada por nuestra especie, resulta ya totalmente ridícula, que aparte de reflejar una estreches de mente, oculta ideas que justifican la dominación, explotación y destrucción de eso que llamamos naturaleza, dando paso a ideas, CREENCIAS y acciones de carácter eco TOTALIARIAS Y FUNDAMENTALISTAS que los eco burgueses no dudan en adoptar como doctrina única… se creen los únicos y especiales al “defender” un paraíso que no es más que el resultado INACABADO de su deseo por dominar.

¡NO SOMOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA! ¡SOMOS LA NATURALEZA DEFENDIENDOSE!

Desde algún hermoso bosque

Por: Textos anónimos

México, principios de febrero del 2018.