México: Sobre el cierre de la okupa Casa Naranja

La propiedad en el capitalismo es de los pilares principales que sostiene a la clase dominante, que históricamente ha sido ejecutora de las más grandes vejaciones, como el despojo masivo de pueblos, genocidios, aniquilación de vida silvestre, asesinato o encierro de militantes, pero la que consideramos más peligrosa la han instalado en nuestra mente, haciéndonos creer que podemos ser poseedores de tierras e inmuebles y que la obtención de un espacio físico para el desarrollo de la vida dependerá de la capacidad monetaria de cada individuo. Es aquí donde lo irónico se vuelve absurdo, cobrando por lo que de origen han arrebatado. Al aceptar y naturalizar este concepto de propiedad, nos hemos convertido en agentes que reproducen las mismas vilezas a pequeña escala: creemos que somos seres libres de poseer todo lo que tenga precio y también lo que no, pasando por encima de todo para saciar nuestro deseo de pertenencia. Es por ello que vemos necesario el sabotaje y la expropiación, la defensa de los recursos naturales, la recuperación de inmuebles para el esparcimiento y desarrollo colectivo.

El 26 de julio queda registrado como el día en que finiquita el proceso político de la Okupa Casa Naranja y es por este medio que manifestamos con gran dolor que hemos sido superadxs por la burocracia y la alianza de lxs “propietarixs” con el estado. Así también, queremos exponer que la okupacion para nosotrxs siempre fue una herramienta y no el fin de la lucha antiautoritaria y anticapitalista.

Conocemos las características de estos espacios, como lo efímero de su temporalidad, la ilegalidad, la metamorfosis continua debido a la movilidad de los seres que allí habitan. Hemos negado un proceso jurídico para determinar quiénes son lxs dueñxs o quienes podrían serlo, también hemos esquivado su propuesta de pelear poniendo la vida de por medio. Con la misma intensidad que esto nos golpea, caminamos sonrientes porque no hemos empacado pertenencias sino aprendizajes, amistades, redes, cariño. Estas líneas no son para victimizarnos, exigir «justicia», ni tampoco pretendemos crear una idea heroica de Casa Naranja. Reconocemos las contradicciones políticas, teóricas y prácticas, así como las violencias que ejercimos en determinado momento hacia banda afín.

La casa es un inmueble más dentro de la infraestructura urbana, la cual cobró vida como centro social por los seres que ayudaron a liberarla. Durante trece años enfrentó batallas internas y externas, fue partícipe de luchas sociales, actividades solidarias para presxs, ocupada en circular teoría y práctica libertaria, gestionó encuentros y actividades para ello, fue un espacio para vincular trabajo de diferentes latitudes.

Aprovechamos este texto para agradecer infinitamente a las personas que ayudaron a la existencia del proyecto, a todxs aquellxs que se solidarizaron en momentos de contingencia, a quienes pusieron el cuerpo y mente para construir; a todas las colectividades e individualidades a lo largo y ancho del globo que habitaron ahí. Cerrando este capítulo motivamos y nos solidarizamos con cualquier propuesta de sabotaje contra la propiedad, desde la ilegalidad, lo anticapitalista, antiautoritario y anárquico.

OKUPA CASA NARANJA