Chile: Perspectiva anárquica frente a la pandemia-coronavirus

En la tarde de un viernes especialmente caótico, Piñera inaugura la pandemia en cadena nacional. Desde principios de marzo que el miedo al virus ha entrado de a poco a la conversación: entre la agitada vuelta a clases que busca ser una réplica (cual terremoto) de la revuelta de octubre, las masivas manifestaciones feministas, la radicalización de los sectores reaccionarios y la inminencia del plebiscito, cada vez toma más protagonismo.

La situación internacional no es menos compleja. El año pasado dio comienzo a una nueva oleada mundial de revueltas contra la normalidad capitalista, y la tan manoseada «institucionalidad» parece estar colapsando por donde se le mire, dejando lugar no solo a la creatividad insurgente si no que también (y nunca tan fácilmente diferenciables) a populismos y fascismos de todo tipo.

La economía lleva tiempo perdiendo velocidad, pero la guerra comercial entre dos potencias en decadencia, la subida manufacturada del precio del petróleo, y la paralización provocada por el coronavirus, construyeron la tormenta perfecta para dejar a la bolsa y a su enredo de ficciones especulativas en caída libre.

Es en este contexto que la enfermedad llega a nuestro territorio, con el estado de excepción todavía fresco en la memoria. Comienza en el barrio alto, y casi nos alegramos antes de recordar que no serán ellxs lxs primerxs en sufrir sus consecuencias. El gobierno, siempre tarde, anuncia sus medidas. Claramente no son suficientes, y su único objetivo es asegurar la libre circulación de capital. Algunxs (lxs mismxs que ven montajes en cada esquina) susurran que es una estrategia para cancelar el plebiscito, al parecer tan peligroso. Pero nosotrxs estamos clarxs que fachx inteligente vota apruebo, y que la incompetencia del gobierno no requiere más justificación que sus propios intereses de clase.

Sin embargo, ya hemos visto como se ha desarrollado la situación en otros países con una etapa más avanzada de infección. En las calles de China, Italia y otras partes del mundo se han desplegado simulacros de insurrección, de guerra urbana, de estado de excepción absoluto, con distintos niveles de éxito. El estado chino, famoso por su capacidad represiva, concentró todos sus esfuerzos en la contención de la zona cero pero, haciendo malabares para mantener su economía a flote, dejó a sus gobiernos regionales con la libertad tanto de retomar la producción como de instaurar leyes absurdas para sostener la cuarentena. Más allá de esto, ha sido lejos el país cuya cuarentena ha sido más eficiente y efectiva (ni hablar de Estados Unidos, cuya política pública se reduce a taparse los oídos y gritar fuerte).

El caso italiano es notable, más que nada, por la resistencia a las medidas de cuarentena y de «distanciamiento social», eufemismo nefasto que se refiere al autoaislamiento, a la precarización forzada disfrazada de «tele-trabajo», al acaparamiento de bienes esenciales y a la negación de cualquier forma de comunidad. Cuando a lxs presxs (hacinadxs e inmunocomprometidxs desde siempre) les prohibieron las visitas, comenzó la revuelta carcelaria más grande de este siglo: 27 cárceles tomadas, múltiples muertxs, policías y gendarmes secuestradxs y cientos de presxs fugadxs.

En territorio chileno, la situación es incierta. Farmacias y supermercados que hace poco fueron saqueados, pronto estarán desabastecidos debido al pánico generalizado. El transporte público, campo de batalla permanente desde el inicio de la revuelta, pronto será evitado como la peste. El gobierno ya prohibió las concentraciones de más de 500 personas, pero a estas alturas quien chucha escucha al gobierno. Los milicos, que suponemos se han negado a salir nuevamente para guardar la poca legitimidad que les queda y poder conservar sus privilegios en una nueva constitución, no tendrán tanto pudor si pueden disfrazar su accionar de salud pública. La salud pública de verdad, por otro lado, pesa menos que un paquete de cabritas. Y no tenemos idea de que vaya a pasar con el plebiscito.

Si en otros lugares la pandemia fue un ensayo de insurrección, aquí la insurrección parece haber sido un ensayo de pandemia y de crisis económica. Mantengamos viva la llama de la revuelta, y organicémonos para sobrevivir.

A continuación, esbozaremos algunas medidas que consideramos dignas de generalizarse, más una inspiración que un programa:

-El saqueo y la redistribución organizada de bienes básicos.

-La utilización de tomas estudiantiles como centros de acopio, albergues para aquellxs sin vivienda y, por supuesto, focos de combate callejero.

-El boicot de cualquier forma de trabajo o estudio a distancia, que la cuarentena devenga huelga general.

-La liberación inmediata de todxs lxs presxs como demanda central.

-Evasión masiva en las clínicas privadas, atención libre para todxs.

-Huelga de arrendatarixs, toma de casas vacías.

¡La capucha es la mejor mascarilla!
¡Evade el aislamiento del capital!
¡Niega la inmunidad como dispositivo policial!
¡La crisis es una oportunidad, cuida tu piño y ataka!

[ANÁLISIS] MUNDO COVID-19: Las epidemias en la era del Capitalismo

MUNDO COVID-19:

Las epidemias en la era del Capitalismo

La explotación de los recursos naturales del planeta está llevando a la humanidad al borde de la autodestrucción, vivimos en medio de epidemias causadas en su mayoría por la propagación continua de productos químicos (pesticidas, insecticidas, disruptores endocrinos, etc.) y nocivos para nuestra salud al mismo tiempo vivimos rodeados de una atmosfera con niveles tan altos de contaminación como para desarrollar alergias y enfermedades en gran parte de la población. Esta explotación de los recursos naturales lleva consigo igualmente la devastación del territorio por parte de tecno industria: el Mediterráneo convertido en una alcantarilla, el sudeste asiático en un desierto químico, África en un gran vertedero, etc.

La aparición del virus conocido como Covid-19 es consecuencia de la civilización industrial, para nosotros lo importante no es si el virus ha mutado de un murciélago debido posiblemente a la industrialización de su hábitat o de si es un ataque de EEUU a la economía China , para nosotros lo importante es que es la consecuencia de un sistema que mercantiliza cada proceso, objeto o ser vivo sobre la tierra, es la codicia de un sistema que persigue la aniquilación de todo lo vivo para artificializar el mundo. No podíamos pensar que nuestra forma de vida basada en el crecimiento continuo en un planeta que en realidad es finito no iba a traer estas consecuencias y otros desastres que vendrán. Cientos de productos químicos presentes en nuestra cotidianidad modifican los procesos naturales dando lugar a cientos de “catástrofes” (epidemias, cambio climático, etc.), son los mismos productos que en China producen un millón y medio de muertos al año y que no salen en las noticias, que no producen ni alarma social, ni confinamientos, ni estado de alarma. En España son 10.000 los que mueren al año por contaminación y no cunde el pánico, son parte de las víctimas necesarias para que el mundo industrial pueda seguir funcionando, lo importante es que el progreso y su codicia no se detengan.

En principio, el Covid 9 (aunque lo continúan investigando) es una gripe con síntomas similares a la gripe común y ambas afectan más a personas que sufriesen patologías anteriores y especialmente a la población de mayor edad, ambas gripes se diferencian en la rápida propagación y capacidad de contagio de la primera que es lo que ha levantado la alarma sanitaria. En el momento de escribir este texto son casi 300 las personas que han muerto a causa del Covid9, sin embargo, la gripe común causó en España el año pasado más de 6.000 muertes y en 2018 llego a las 8000. Ante esto nos preguntamos a que es debida esta situación excepcional, de alarma social creada en gran parte por los medios de comunicación y por la opacidad de la información que transmiten aquellos que gestionan nuestras vidas.

Como forma de acabar con la pandemia el Estado ha decretado el “Estado de alarma” que conlleva las prohibiciones de movimiento, el confinamiento, el aumento del control, suspensión de reuniones y de la vida pública en general, control de los medios de transporte y quién sabe si dentro de poco de la distribución de alimentos. En este proceso vemos como el Estado deviene en ecofascista donde el gobierno se verá cada vez más obligado a actuar para administrar los recursos y el espacio cada vez más “enrarecidos” dando lugar a que la preservación de los recursos más necesarios solamente puedan garantizarse sacrificando otra necesidad: la libertad.

A falta de un enemigo interior o exterior el Estado ha encontrado un enemigo ante el cual mostrar todo su potencial bélico y al mismo tiempo acentuar el sometimiento a la población mediante el miedo y la represión mientras se erige como la única posibilidad de salvación ante el terror producido por la epidemia. Para nosotros la solución no es un estado más autoritario es la desaparición de toda forma de autoridad. A partir de ahora posiblemente los estados de alarma, de emergencia… se sucedan como consecuencia de la devastación ecológica y social del mundo porque estamos seguros que las catástrofes seguirán ocurriendo. No exageramos cuando hablamos de potencial bélico: ya estamos viendo al ejército tomando posiciones en lugares estratégicos, la policía controlando más las calles y drones con cámaras vigilando los movimientos de la población. Las medidas del estado de alarma no persiguen únicamente acabar con la pandemia de la gripe sino que persiguen también extender otra pandemia: la de la servidumbre voluntaria de la población mediante la obediencia a las leyes ante el peligro de la pandemia, acabar con las críticas al Estado y al Capitalismo ante el miedo y los posibles riesgos. Esta servidumbre voluntaria sería imposible sin el sometimiento a nuestros aparatos tecnológicos y a la forma de vida que crean. Ante situación de pandemia o cualquier otro desastre quedamos sometidos a tecnócratas, especialistas, expertos, científicos, etc., a aquellos gestores del espacio y del tiempo que lo tienen todo planificado en sus racionales cálculos.

Igualmente las consecuencias de esta epidemia, o de cualquier otro desastre industrial, serán económicamente devastadoras, ya estamos viendo la situación crítica de miles de personas que se verán abocadas al paro o la precarización de sus trabajos, como siempre el empeoramiento de las condiciones de vida la sufrirán las capas más desfavorecidas de la sociedad que ya llevan años soportando las duras embestidas de la “crisis capitalista” y sus recortes. Por lo contrario, seguramente reportara grandes beneficios a las clases altas, como por ejemplo, a los propietarios de las grandes farmacéuticas.

Ante la epidemia, la confinación industrial en la que vivimos se agiganta, nos encierran en nuestras jaulas de ladrillo y hormigón de donde solo podremos escapar virtualmente de la agobiante realidad través de nuestros aparatos tecnológicos. Los mismos aparatos que nos someten y perpetúan la alienación ante la forma de vida industrial. Aquellos aparatos que nos deshumanizan y modelan nuestras percepciones, nuestro cerebro, nuestros sentimientos, etc. que rediseñan la forma de vernos a nosotros mismos y al mundo. Enganchados al mundo virtual nos mantenemos alejados de la realidad de un mundo hostil, de una epidemia o de una catástrofe nuclear. Desde aquellos que gestionan nuestras vidas no reclaman responsabilidad intentándonos hacer partícipes de las catástrofes del capitalismo industrial, curioso porque una de las características de la posmodernidad es la falta de responsabilidad en los actos de cada uno ya que participamos en la máquina “ajenos” a sus efectos. Para nosotros los únicos responsables son la organización técnica de la vida y quienes la gestionan.

CONTRA TODA NOCIVIDAD

MARZO 2020