(Madrid) ¿Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria?

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¿Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria?

…establecer, fuera de toda política burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria…”

Las redes de apoyo mutuo, las redes vecinales, el voluntariado (o los asalariados), los bancos de alimentos, todo el inmenso aparato surgido en pocas semanas para contener las desastrosas consecuencias económicas y sociales que la pandemia ha provocado han acaparado la atención de muchas, bien sea por altruismo, bien sea por pura y simple necesidad. Y es normal, dado que como en cualquier crisis que atraviese el sistema capitalista, las consecuencias más graves las sufren en mayor medida aquellos que previamente a la crisis estaban ya jodidos, es decir, los y las pobres, en Madrid o en Sebastopol. Los capitalistas siguen una sencilla lógica: socializar las pérdidas, cuando las haya, y acaparar los beneficios, siempre. Es una de las lógicas que atraviesan una sociedad dividida entre explotados y explotadores, entre gobernados y gobernantes.

Y así nos encontramos con una situación de pobreza y desamparo, de pura y simple necesidad de comer, con los servicios sociales, colapsados, la Iglesia y las ONG, colapsadas o, al menos, lo suficientemente desbordadas como para derivar “casos” a estas redes. Redes compuestas por una variedad de asociaciones de vecinos, activistas de bario, trabajadores sociales haciendo horas extras, colectivos políticos de izquierda, individualidades varias, gente que quiere echar una mano, militantes de izquierda, algún que otro fascista infiltrado, anarquistas, libertarios, cristianos de base, los que pasaban por ahí, y los que simplemente, querían un jodido salvoconducto para esquivar el aislamiento impuesto a base de multa, colleja y bota militar. Ah, y no podemos olvidarnos de unos cuantos aspirantes a políticos, que no han dudado en chupar cámara cuando la prensa aparecía, ponerse a mandar y erigirse como censores y organizadores de algunas de estas iniciativas, que en algunos barrios de Madrid, exigían cotas de autonomía y señalaban la falta de horizontalidad y claridad. Al final, poco a poco, estas redes están entrando en dinámicas a nivel general de funcionar como meras gestoras de la caridad, de soporte extra de los servicios sociales, de un puntal de emergencia ante un estado del bienestar en desmantelación desde hace tiempo y, ahora, desbordado.

¿Seguimos hablando del sueño húmedo de la socialdemocracia en pleno 2020 y en la nueva era post-covid-19? Parece que sí. El estado del bienestar fue un pacto de paz social firmado por la aristocracia izquierdista con nuestros explotadores, un sueño construido sobre la brutal explotación y expolio de otras regiones del planeta, la dominación y agotamiento de la tierra, la rueda de la esclavitud moderna de la producción y el consumo que pagamos con creces con el adormecimiento de la pacificación democrática, donde la brutalidad represiva del Estado, quedaba justificada y amparada bajo la represión selectiva contra aquellxs aventurerxs que decidían romper los márgenes del consenso democrático. El proyecto de este gobierno, que algún facha de bar puede tildar de “socialcomunista”, no es más que el camino de siempre de seguir por la vía del apuntalamiento de un capitalismo de rostro amable. Y mientas, generar cada vez más excluídos, en una aceleración de este proceso donde la técnica y la el desarrollo tecnológico cumple y cumplirá un importante papel. Cada vez más expulsados al margen y siendo un problema de gestión, con las cárceles debordadas y los servicios sociales haciendo equilibrismos, junto con los diferentes subsidios, los ERTE y colchones varios del sistema. El gobierno progresista es el mayor apuntalador del régimen, siguiendo la tradición histórica de la izquierda de adormecer y pacificar la rabia, con el objetivo de preservar el orden y la normalidad, que es el escenario perfecto para los explotadores locales e internacionales.

Nos parece importante remarcar esto, estando seguros de que las colas para recoger comida en los bancos de alimentos han venido para quedarse, remarcar el rol reproductor del sistema en las que estas iniciativas pueden, y quizás, ya han acabado por cumplir. No nacen de la nada, no solo son un impulso solidario, son la materialización de una mentalidad derivada del proyecto del estado del bienestar. O al menos, creemos, es un factor determinante.

¿Cuándo le quitaron a la avispa el aguijón?

Porque no deseamos contribuir a la espectacularización de la pobreza como hecho derivado de una pandemia, sino como una consecuencia estructural de un sistema que genera pobreza y explotación para el beneficio de una élite. Porque sabemos que tendremos que atender a nuestras necesidades básicas y a las de nuestros amigos, familiares y compañeros, pero nos negamos a que el precio a pagar sea la renuncia a la lucha contra los responsables de nuestra miseria. Porque no queremos amoldarnos a una lógica tranquila y ordenada que viene a encajar perfectamente en mantener el estado de las cosas, que habla el discurso del orden, de la autoridad, de la distancia social en las colas de los supermercados y los bancos de alimentos, estados de excepción, de aplicaciones que controlen nuestros movimientos, de militares y policías en cada esquina, de drones y enjambres de cámaras de videovigilancia y seguridad privada.

Porque queremos establecer la solidaridad como nexo de unión con nuestros iguales, anónimos o no, en clave de lucha contra quien especula en los barrios, contra la propiedad, contra las ratoneras donde vivimos afinados, expuestos a un aire envenenado, contra los controladores, contra la clase política, contra nuestros jefes y patrones, contra las fronteras, los muros de las cárceles, cies y alambradas, contra quién acapara y vive en la opulencia gracias a la explotación. Contra la gestión de la catástrofe del Estado y su jodida distopía llamada “nueva normalidad”.

Tampoco queremos que los capitalistas paguen las consecuencias de la crisis, todo lo que tienen lo han conseguido a través del robo y la explotación de nosotrxs mismos. La mundialización ha hecho de la explotación un proceso no homogéneo, pero mundial, actuando en diferentes capas. Queremos ajustar cuentas. Queremos pelear. Queremos oír hablar de huelgas, saqueos, okupaciones, disturbios, ataques y que su motor sea la solidaridad y el apoyo mutuo.

La base de la solidaridad revolucionaria radica en reconocer el propio proyecto de rebelión en las luchas y acciones de los demás y, por lo tanto, ver a estos otros, al menos potencialmente, como cómplices en la lucha.”

Nos asquea el asqueroso rol asistencialista que acaba generando instituciones fuera de las instituciones donde se genera una nueva división vertical, entre el que da y el que recibe, generando dependencia y convirtiéndose en regla, rutina y finalmente “normalidad” mientras nuestros explotadores nadan en la abundancia. Los “especialistas de la caridad”, hablando en plata, son gestores de respuestas inocuas e inofensivas a las problemáticas que genera un sistema de raíz. Lo que sea con tal de evitar el conflicto: militares y tecnología, patriotismo barato y un ejército de trabajadores sociales, son los ejes de la pinza de la paz y el control social.

Queremos establecer la solidaridad con otros en clave de lucha, experimentar el apoyo mutuo como impulso para lucha. Porque es una cuestión de necesidad real, siempre lo fue, nunca fue una cruzada idealista, la solidaridad revolucionaria es una necesidad para aquellos que deciden plantarle cara a este mundo de miseria.

La solidaridad que revienta las ilusorias líneas de las fronteras, que tiene en su esencia la negación de falsas identidades como la nación o la raza, conecta a individuos en el lenguaje de la práctica del ataque. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.

La democracia y el estado del bienestar, como espejismo y cristalización de la autoridad de los poderosos sobre los oprimidos, son el auténtico virus. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.

¿Y qué significa actuar en solidaridad con otros en lucha? Sobre todo, significa continuar nuestra propia lucha contra  toda forma de dominación y explotación donde estemos. El Estado, el Capital y todas las instituciones a través de las cuales ejercen su poder constituyen una totalidad, y cada  ataque de una parte, incluso la más pequeña subversión, la menor expresión de una revuelta autoorganizada, es un ataque en general.

(México) ¿Que sigue después de la pandemia? por Gustavo Rodríguez

Escrito de Gustavo Rodríguez, una refelxión sobre la pandemia y la reesctructuración del sistema global.


 

—Al querido Gabriel Pombo Da Silva y a todas las compañeras y compañeros secuestrados por el Estado en estos días de la plaga.

 

El carácter multidimensional de la «crisis» actual nos recalca que la «emergencia sanitaria» originada por la Covid-19 es solo una de sus diversas facetas. Vivimos una «crisis sitémica» –como rezan los «expertos»– donde la pandemia es el rostro visible del experimento en curso en el que se enfrentan con ahinco dos modelos de capitalismo con sus rivalidades geopolíticas. A todas luces, lo que está en crisis en este mundo tripolar (Rusia/China/Estados Unidos) es la totalidad del paradigma de dominación existente, engendrado en las entrañas del progreso con el estallido de la Segunda Revolución Industrial. O, lo que es lo mismo, la hegemonía del consenso de Washington (hoy mal llamado neoliberalismo), entendido como la voz de mando del proceso de globalización económica, cultural y política, que ha impuesto como patrón universal de gestión política a la democracia representativa (partidocracia) y, al actual modelo de expansión y acumulación de capital, como ejemplo de gestión económica.

La dominación moderna ha alcanzado su límite objetivo, generando gran escepticismo en torno al sistema y sus instituciones. Esta evidencia ha provocado una metamorfosis que está dando paso al nuevo sistema de dominación. Maquillada con la soflama del «capitalismo consciente» la nueva dominación se impone, instaurando una administración política aún más autoritaria y un capitalismo con «impacto social» mucho más regulado y centralizado, infundido en los preceptos de la Cuarta Revolución Industrial (4IR, por sus siglas en inglés);[^1] o sea, en la reconfiguración de la gestión capitalista en el Siglo XXI a través de la implantación de nuevas tecnologías, consolidando su infraestructura en el Internet de las cosas.

Con la convergencia e interacción del Internet del conocimiento, el Internet de la movilidad y, el Internet de la energía, el «capitalismo consciente» no solo consolida la prolongación del trabajo (intelectual masificado, inmaterial y comunicativo) sino la acumulación ilimitada de capital asegurando la repartición de migajas; mientras el Estado nacional –reciclado, recargado y celebrado desde los balcones de las metrópolis– se encarga de la gestión de riesgos, el análisis eficiente del Big data (con algoritmos de inteligencia artificial) y, el control progresivo de la vigilancia digital mediante las tecnologías informáticas móviles apoyadas en la red de (50 mil) satélites 5G que pueblan el espacio exteror.

Sin lugar a duda, la pandemia de la Covid-19 está dramatizando la refundación del capitalismo y su consecuente traspaso de poder hacia el Oriente, como atinadamente alerta Byung-Chul Han. Esta transferencia no será inmediata. En verdad, este cambio paradigmático –que no «crisis final» como pregonan en los círculos del bolcheviquismo posmoderno y sus ideologías satélites–[^2] se efecturá de manera paulatina, mediando mucha vaselina de por medio, hasta consolidarse como modelo hegemónico, siendo casi imperceptible para la mayoría de la gente de a pie que continuará en el precariado a pesar del incremento progresivo de su limosna que asegura la arrolladora continuidad del consumo,[^3] lo que sin duda motivará un incremento consecutivo en la percepción de bienestar en contraste con el desfase provocado por los procesos de histéresis4[^4] –en sentido bourdieuano– recién inaugurados con la intrusión de la Cuarta Revolución Industrial y la expansión del capitalismo cognitivo. Este desfase temporal entre el ejercicio de una fuerza social y el despliegue de sus efectos por la mediación retardada de su incorporación, será cada día más evidente con el incremento del desempleo en los sectores manufactureros y, la segregación de la población adulta mayor, que no solo resultará socialmente inútil en este nuevo paradigma («nueva normalidad») sino que se convertirá en estorbo para el capital –por su improductividad digital– y, en lastre para el Estado-nación remasterizado.

Concretar el cambio implicará el apogeo de guerras comerciales (¿hay otras?) y, quizá, hasta de enfrentamientos militares por el control del espacio exterior y el dominio y/o influencia geopolítica; además de la erradicación sistemática de los conflictos internos («terrorismo doméstico») incitados por una reducidísima minoría refractaria que continuará en pie de guerra frente a toda autoridad a pesar de contar con el repudio unánime de las mayorías ciudadanas. Pero, definitivamente, esta mudanza de paradigma de la mano de la ascención del imperialismo chino, no tendrá nada que ver con la «programación predictiva» de los «reptilianos pedófilos-satánicos» –en alianza con el lobby judío y los nuevos Illuminatis de Baviera– que, animados por su ambición infinita, tratan de imponer una dictadura global regida por los mandarines chinos con campos de concentración y consumo obligatorio de arroz frito, como profetiza el vulgo neonazi estadounidense. Lejos de la tesis conspiranoica sobre la instauración del Gobierno Global; el Estado nacional recargado, está reafirmando su legitimidad y autoridad en el actual proceso de desglobalización acelerada. Así se erige como la única fuerza capaz de proteger a sus ciudadanos y librar la guerra a gran escala contra el «enemigo invisible» con el auxilio incondicional de las nuevas tecnologías. El nuevo Estado nacional aprovecha la emergencia y se torna omnipresente y omnipotente: se alzan fronteras rígidas (muros y alambradas); los ejércitos se aprestan a «servir» y; se reafirma peligrosamente la identidad nacional expandiendo el repudio a todo lo «extraño». Se vislumbra el retorno a la «producción nacional» desde la óptica del «decrecimiento» (argumentando desfachatadamente que «es insostenible el crecimiento cero»). Los mandatarios de los Estados nacionales asumen poderes plenipotenciarios con el apoyo de las mayorías que cierran filas asintiendo las gestiones gubernamentales durante la pandemia. Emerge nuevamente la Hidra de Lerna con sus múltiples cabezas: el Estado, el capital, la religión y, la ciencia, consolidan su autoridad. El fascismo –en sus acepciones roja o parda–, gana aceptación y popularidad entre la muchedumbre y se alza como «solución final» frente a la «amenza» ofreciendo protección a sus connacionales.

El Nuevo Mundo parece un déjà vu de la década de 1920. Se trata de una restauración profunda. Una suerte de cambio radical de look del poder capitalista que va mucho más allá de la clásica remozada con hojalatería y pintura a la que se ha sujetado siempre de manera cíclica. Esta vez ha decidido someterse a una intervención quirúrgica de reconstrucción total a través de las nuevas tecnologías y la instrumentalización de formas inéditas de explotación que articulan y/o superponen la clásica explotación del trabajo asalariado con la autoexplotación del sujeto de rendimiento y, la hiperexplotación del ciberconsumidor: la nueva fuerza de (co)producción gratuita. Esta vez no habrá una nueva vuelta de rosca ni siquiera habrá una tuerca que apretar. En esta ocasión, los «ajustes» seran constantes y se efectuaran desde la nube.

Para reforzar esta permuta ya se anuncia la confluencia de los pares opuestos (izquierda/derecha), evidenciando, una vez más, la falsedad de sus antagonismos «irreconciliables»: marxistas y anarcocapitalistas[^5] sellan con beso de lengua la imposición global de la Cuarta Revolución Industrial, afianzando la agenda con más de lo mismo; es decir, más capitalismo in saecula seculorum. Para eso se alistan en nombre del «capitalismo social» y en defensa de las nuevas tecnologías «emancipatorias» los intelectuales orgánicos al servicio de Otro mundo posible. En este sentido, llama la atención la fusión de dos posturas político-económicas opuestas, generalmente presentadas como contradictorias: el paternalismo y el libertarismo o anarco-capitalismo.

Desde 2008, el profesor de economía y ciencias del comportamiento, Richard Thaler, catedrático por la Universidad de Chicago y Premio Nobel en Ciencias Económicas 2017 –por «sus aportes en economía conductual»–, ha venido desarrollando el concepto de «paternalismo blando» o «paternalismo libertario». Lo que lo llevó a escribir Nudget[^6] en co-autoría con Cass Sunstein, profesor de jurisprudencia de la Escuela de Leyes de Harvard. La «teoría del nudging (del “empujoncito”)» de Thaler, se basa en la factibilidad de diferentes procedimientos que coadyuvan a «empujar», o sea, a incentivar o alentar, ciertas decisiones influyendo en el «sistema automático» de las personas con el propósito de provocar cambios en el comportamiento público, impulsando decisiones más racionales que los haga felices a largo plazo. A este proceso inductivo que establece vínculos entre los análisis de la economía del comportamiento y la psicología social, lo denominan «arquitectura de las decisiones» y, lo fomentan en busca de «mejores resultados individuales y sociales». Thaler y Sunstein, consideran que «es legítimo que los arquitectos de decisiones influyan en el comportamiento de las personas haciendo sus vidas más largas, más sanas, y mejores»;[^7] diseñando la arquitectura del contexto decisional de manera que se induzca a la toma de «una decisión más consciente en función del beneficio social y del beneficio propio»,[^8] lo que embona con el tránsito hacia ese «capitalismo consciente» que comentaba antes y que hoy se presenta –en palabras de Rajendra Sisodia y John Mackey–, como «la cura del mundo».

Tampoco hay que rascarle mucho para encontrar en el bando «opuesto», es decir en marxistlandia, una veintena de impulsores de este «capitalismo social». En esas mismas latitudes (de arenas movedizas), encontraremos desde filósofos, sociólogos, economistas y catedráticos, hasta cibermarxianos optimistas de las tecnologías que plantean que su icónica «lucha de clases» se ha trasladado al terreno del conocimiento y que la batalla final se librará en el ciberespacio; apostándole a la toma del Palacio de Invierno por las comunidades cibernautas: germen de la nueva organización político-social fundada en la cooperación mutua a través de la conexión en red. Uno de estos especímenes que destaca con creces en los círculos cibermarxianos es Richard Stallman. Adorado hasta en nuestras tiendas, Stallman es fundador del movimiento del software libre, del sistema operativo GNU/Linux y de la Fundación para el Software Libre.

Otro notorio cibermarxiano es Eben Moglen, profesor de derecho e historia en la Universidad de Columbia y fundador/director del Software Freedom Law Center; autor de un texto sui géneris que imita el espíritu del Manifiesto Comunista intitulado «The dotCommunist Manifesto».[^9] Desde luego, no todos los cibermarxianos se han sentido a gusto con el tufillo que desprende semejante Manifiesto –más asociado hoy a la exégesis marxiana-leninista que a las elucubraciones del propio Carlos Enrique de Tréveris– y han recurrido a la sana distinción entre «comúnistas» (commonists) y, «comunistas», haciendo énfasis en la palabra «común» y resaltando la sutil diferencia que produce un acento o, una letra de más, como resulta con la doble «n» en lengua inglesa. Tal es el caso de Lawrence Lessig, célebre creador de la «sana distinción» entre comunista sin acento y la acentuación políticamente correcta. Fundador de la encumbrada Creative Commons, profesor de jurisprudencia de la Harvard Law School, especializado en derecho informático y, precandidato en las primarias del Partido Demócrata para la nominación presidencial de los Estados Unidos. Desde la década de 1990 detectó que los oligopolios de la computación y los Estados nacionales, comenzaban a controlar el ciberespacio y a adaptarlo a su provecho mediante la imposición del Protocolo de Internet (IP) y la acumulación de datos de los internautas, en detrimento de la idea original que promovía un Internet creativo basado en la descentralización, la libre información y la socialización del conocimiento a través del libre acceso y la posesión en común.[^10] Sin embargo, vale señalar –aunque para nosotros debería resultar obvio– la concordancia intrínseca entre las teorías fomentadas desde el cibermarxismo y el «anarco-comunismo informacional» y, los promotores del capitalismo cognitivo o cibercapitalismo en torno a las ilusiones tecnológicas y la producción de lo común. Una lectura rápida del discurso de la nueva empresa en línea, nos confirma ampliamente la instrumentalización comercial del común y, el uso permanente de la «inteligencia colectiva» y la «cooperación mutua» como recursos fundamentales del rendimiento de las empresas.

Curiosamente, las tesis en torno a la categoría de común han ido hilvanando la metanarrativa de la neoizquierda en nuestros días. El culto al común –así en singular– no es nuevo, hace un siglo que viene cocinándose en los círculos marxianos antibolcheviques.[^11] La paradoja es que desde principios del milenio, comenzaron a machacarnos el concepto dos egregios del leninismo posmoderno: Antonio Negri y Michael Hardt. En los primeros años de la década del 2000, ambos autores pusieron sobre la mesa este «producto», definiéndolo en Imperio como «la encarnación, la producción y la liberación de la multitud».[^12] Retomarían su desarrollo conceptual en las páginas de Multitud[^13] y, Commonwealth,[^14] haciendo uso de una retórica gatopardista que a veces pretende confundirse con las viejas tesis anarco-mutualistas en busca de incautos, subrayando que «el capitalismo y el socialismo, aunque en ocasiones se han visto mezclados y en otras han dado lugar a enconados conflictos, son ambos regímenes de propiedad que excluyen el común. El proyecto político de institución del común que desarrollamos en este libro traza una diagonal que se sustrae a estas falsas alternativas –ni privado ni público, ni capitalista ni socialista– y abre un nuevo espacio para la política».[^15]

No obstante, Hardt y Negri no han sido los únicos en promover[^16] este libreto. Una nutrida legión de marxianos posmodernos –muchas veces antagónicos, of course– le ha seguido el hilo, desarrollando alianzas con una fauna variopinta que, como era de esperar, incluye al neoblanquismo invisible; al situacionismo tardío; al «comunismo internacionalista» (GCI); al anarcopopulismo especificista (neoplataformismo); a sectores del trasnochado anarcosindicalismo; al anarcofederalismo de síntesis y; al ecologismo municipalista; sin olvidar a uno que otro liberal con esteroides de esos que gozan de gran reputación en nuestras tiendas, a pesar de ser confesos propagandistas del Sanderismo y ahora, inescrupulosos promotores de la candidatura presidencial de Joe Biden en nombre del «voto responsable» –léase Michael Albert, Noam Chomsky, o ese deleznable piquete de ex «radicales» de izquierda, fundadores de la Students for a Democratic Society en la década de 1960 y, firmantes de una carta de apoyo a Biden[^17] (Todd Gitlin, Carl Davidson, Robb Burlage, Casey Hayden, Bill Zimmerman, entre otros personajes «connotados»).

Entre los marxianos posmodernos que se encargan de continuar sentando las bases estructurales del común, destaca la mancuerna Pierre Dardot-Christian Laval. Fundadores del grupo Question Marx y, especializados en la obra de San Carlos Enrique de Tréveris, han publicado en coautoría varios ensayos sobre las disquisiciones del viejo gurú, así como reflexiones propias sobre la revolución en el siglo XXI. Con una prosa mucho menos densa que la metatranca discursiva de Negri y Hardt y, guardando distancia del enfoque leninista de éstos, han abordado el tema del común como alternativa socio-económica alejados de las apretadas hormas de las distintitas variedades de comunismo de Estado realmente existentes.

En ese tenor sacaron a la luz «Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI»,[^18] un texto con claras ínfulas refundacionales en el tenor marxiano-libertario con cierta reminiscencia gueríniana que coloca nuevamente en la agenda la temática de la Revolución, a partir de la disección minuciosa de la trilogía intelectual de Hardt y Negri, no sin dejar de acusar cierto «neoproudhonismo incapaz de concebir la explotación de otro modo que como “captación ilegítima de los productos del trabajo a posteriori” [que demuestra] una ceguera cargada de consecuencias acerca de las formas contemporáneas de explotación de los asalariados y las transformaciones inducidas por el neoliberalismo en las relaciones sociales y las subjetividades».[^19]

Con ese espíritu refundacional, no escatiman a la hora de echar mano extensa (a veces de manera crítica) de Proudhon y, reiterar ese distanciamiento con la alienación comunista que mencionábamos antes, ratificando que: «Lo que ellos [comunistas y socialistas] llaman “emancipación” es en realidad la opresión política absoluta y una nueva forma de explotación […] porque creen que el poder y la fuerza provienen del centro y de arriba, no de la actividad de los individuos. En el fondo ahí no hay más que un ideal de Estado organizador que generaliza la policía y que sólo toma del Estado su lado reaccionario, el de la pura coerción».[^20]

Dando rienda suelta a sus asépticas interpretaciones teóricas en torno al devenir de los «movimientos sociales» que se suscitaron a comienzos de la década pasada (2010-2012) y captaron la atención de los medios de desinformación masiva –léase las romerías de los Indignados (15-M) con su camping en la Puerta del Sol; la movilización del 15 de octubre (15-O) con su espectacular Occupy Wall Street; la ocupación de la Plaza de Syntagma en el centro de Atenas y; la ocupación de la Plaza Taksim en Estambul–, Dardot y Laval «descubren» en estos simulacros «una invención democrática» que puso en práctica el «principio de común» como crítica a la democracia representativa, evidenciándose como el principio de la democracia política bajo su forma más radical y, erigiéndose como el «término central de la alternativa política para el siglo XXI»,[^21] obviando la inmediata recuperación sistémica de estos movimientos y su compulsiva degeneración en partidos políticos (Partido X, Podemos, el Sanderismo con Biden, Syriza, etc., etc.).

Evidentemente, la ausencia de experiencia empírica de los autores de Común, debilita toda la argumentación del ensayo y, explica la carencia de propuestas fácticas y consecuentes con los tiempos a lo largo de 669 páginas. Como ya es costumbre entre los teóricos marxianos –incluidos los marxianos-libertarios– la recurrencia a extrapolar sus contemplaciones académicas a la construcción de paradigmas es una constante. Desde luego, esta afirmación no corresponde en absoluto con una postura anti-intelectual –más próxima a la vulgata fascista que a nuestra praxis–; más bien corrobora la necesidad de tamizar toda la producción académica guardando prudencial distancia con la manufactura institucionalizada y sus vacas sagradas, siempre divorciadas de la práctica y, generalmente al servicio del «establishment». Pero además, pretende ratificar la urgencia de reelaboración teórica a partir de la práctica anárquica más notoria, facilitando los contextos intelectuales que la nutran y ensanchando las arterias de la praxis. Sólo así, podremos afrontar globalmente la propia vastedad de nuestros proyectos destructivos y nuestros propósitos de emancipación total, rompiendo definitivamente con toda la alienación izquierdista, abandonando las conceptualizaciones y las prácticas ajenas, comprendida la remasterización del común.

Gustavo Rodríguez, Planera Tierra, 22 de mayo de 2020 (¡con Mauri en el corazón!)

(Extraído del folleto «Covid-19: la anarquía en tiempos de pandemia», Rodríguez, Gustavo, mayo 2020)


[^1]: Así quedó asentado a finales de enero del presente año en el nuevo manifiesto «Davos 2020», emitido en el marco de su 50 Reunión Anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés): «El propósito universal de las empresas en la Cuarta Revolución Industrial, en la cual impulsa el capitalismo de stakeholders como la nueva vía para los negocios con impacto social». Disponible en: https://www.weforum.org/agenda/2019/12/davos-manifesto-2020-the-universal-purpose-of-a-company-in-the-fourth-industrial-revolution/ (Consultado 18/5/20).

[^2]: El mejor exponente de estas expresiones del bolchevismo posmoderno es el filósofo lacaniano Slavoj Žižek, quien publicara recientemente un artículo intitulado «Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo», donde asegura que la epidemia «es una especie de ataque de la ‘Técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos’ contra el sistema capitalista global», en alusión al clásico de Tarantino y en detrimento de los sermones de San Carlitos de Tréveris: «Las contradicciones crean explosiones, crisis en el curso de las cuales todo trabajo se detiene temporalmente mientras que una importante parte del capital se destruye, volviendo de nuevo el capital, por la fuerza, a un punto en donde, sin suicidarse, puede volver a emplear nuevamente de forma plena su capacidad productiva» Marx, K., Le Capital, livre I, Presses Universitaires de France; París, 1993.

[^3]: Los guarismos económicos estimados por los apologetas de la Cuarta Revolución Industrial auguran la abundancia; según sus cálculos la revolución 4.0 agregará US$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años con un impacto social directo, erradicando de la faz de la tierra cualquier negatividad aún presente en la servidumbre voluntaria, argumentando ad nauseam su infinita felicidad.

[^4]: Bourdieu, Pierre: Argelia 60. Estructuras económicas y estructuras temporales, Siglo XXI, Buenos Aires, 2006; y en ensayos en torno a las investigaciones sobre las «estrategias» en las prácticas de los bearneses y cabileños en Argelia.

[^5]: Este oxímoron a cobrado presencia en las últimas tres décadas al configurarse como «tendencia» al interior del autodenominado «movimiento libertario (libertariano)», también conocido como Libertarian Party. En el plano económico, mantiene los mismos postulados del libertarismo con fuerte influencia de la escuela austriaca y las «tesis» de Robert Nozick (Anarquía, Estado y utopía, 1974). En años recientes sus congresos anuales han sido motivo de notas sensacionalistas al realizarse en el enclave turístico del puerto de Acapulco, en México, bajo el pomposo rótulo de «Anarchapulco», contando con la presencia de especialistas internacionales en transacciones financieras en criptomonedas; gurús del «capitalismo social» y; activistas políticos como Rick Falkvinge, fundador del Partido Pirata Sueco y uno de los principales ideólogos de la lucha contra la corrupción política en Suecia y; Derrick Broze, periodista de investigación, conferencista, aspirante a alcalde de la ciudad de Houston (2019) y, activista indigenista, dedicado al «empoderamiento de las comunidades indígenas» y la denuncia de «la hipervigilancia del Estado sobre los ciudadanos».

[^6]: Thaler, Richard H., Sunstein, Cass R., Nudge: Improving Decisions about Health, Wealth, and Happiness, Yale University Press, 2008 (Traducción al castellano, Un pequeño empujón: El impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad, Taurus, México, 2017).

[^7]: Ibíd.

[^8]: Ibíd.

[^9]: Moglen, Eben, The dotCommunist Manifiesto, enero 2003. Disponible en línea: http://emoglen.law.columbia.edu/publications/dcm.html (Consultado 20/5/2020)

[^10]: Vid., Lessing, Lawrence, The Future of Ideas: The Fate of the Commons in a Connected World, Random House, 2001 (Traducción al castellano, El futuro de las ideas: el destino de los comunes en un mundo conectado).

[^11]: Llama la atención que ni en las premisas del anarco-comunismo (Kropotkin, mediante) ni en la tradición anarcosindicalista, jamás se haya postulado nada sobre el «común». Siempre han teorizado sobre la propiedad colectiva de los medios de producción y la socialización de los servicios y bienes de consumo sin diferencias de clase, es decir, de manera igualitaria y nada más; sin mayores diferencias con los postulados marxista-leninistas y, guardando distancia del paradigma proudhoniano que ya identificaba la fuerza social espontánea de lo común. Salvo las críticas al secuestro burocrático de los marxianos-leninoides con la firme decisión de prolongar la vida del llamado Estado proletario que, claramente, dista de las tendencias libertarias; tanto anarco-comunistas como anarcosindicalistas, optan por instaurar un «sistema» (con bastantes imprecisiones teórico-prácticas) de colectivización y socialización, que no presenta mayores divergencias en los hechos con las prácticas burocráticas leninistas que tanto critican. Vale, agregar sobre el tópico que en los contadísimos y excepcionales casos en que los teóricos comunistas marxistas han tratado de conceptualizar lo «común», lo han hecho expresando verdaderos desatinos, como aquella afirmación de Lenin a principios del período denominado Comunismo de guerra (1918-1921): «todo es común, incluso el trabajo».

[^12]: Vid., Hardt, Michel & Negri, Antonio, Empire, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 2001 (traducción al castellano: Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002).

[^13]: Hardt, Michael y, Negri, Antonio, Multitud: guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, Barcelona, 2004.

[^14]: Hardt, Michael y, Negri, Antonio, Commonwealth. El proyecto revolucionario de una revolución del común, Akal, 2011.

[^15]: Ibíd. p. 11.

[^16]: El empleo de este vocablo –aparentemente inocuo– no es casual, encubre una conceptualización bastante más intrincada que halla sus raíces en los objetivos básicos de la mercadotecnia en la denominada marketing mix, en referencia a la mezcla de tácticas o acciones empleadas para posicionar una marca o producto en el mercado mediante la intervención de las 4P: precio, producto, promoción y plaza (lugar).

[^17]: Disponible en: https://www.thenation.com/article/activism/letter-new-left-biden/(Consultado 20/5/2020).

[^18]: Laval, Christian y, Dardot, Pierre, Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI, Gedisa, Barcelona, 2015.

[^19]: Ibíd. p. 223

[^20]: Ibíd. p. 243.

[^21]: Ibíd. Presentación, s/p.

México:La inmunidad es liberar nuestra actitud sediciosa

Escrito del compañero Nihil, un aporte en el contexto de la pandemia.


La inmunidad es liberar nuestra actitud sediciosa

El COVID-19, un cisne negro?

Quien prevé sin descanso una catástrofe, no tiene descanso sino hasta que ocurre. Uno de los medios más seguros para atraer un desastre es anunciarlo.

Experimentar un detergente en Detroit, un antiséptico en Dusseldorf, un tranquilizante en Basilea, … es correr el riesgo de desintegrar núcleos de coral, de exterminar especies vegetales y animales, de hacer que nazcan monstruos humanos en las antípodas (o, peor aún, alrededor de uno mismo)

Georges Elgozyi

El Covid-19 cumple con las características planteadas por el capitalista libertariano Nassim Taleb, un acontecimiento impredecible de alto impacto principalmente contra el ser humano (o mejor dicho contra lxs explotadxs) y que solo a partir de la afirmación de su existencia por todo medio posible, se comenzaron a emitir miles de juicios inteligibles en retrospectiva. Opiniones-debates en boca de todxs, vertidas a través de la desinformación y que, van desde las terrenales del día a día, hasta las de la elite intelectual, pasando por las conspiranoicas; engrosando la Posverdad del Sistema de Dominación, pero algunas más interesantes que otras, sobre todo las propuestas de nuestros afines anárquicosii.

Estas líneas son solo para expresar una idea que considero fundamental. No quiero ser parte de la opinología masiva, pues ya hay suficientes opiniones para tener conclusiones y criterios claros. El principal impacto es la profundización de la desigualdad, del control y vigilancia permanenteiii, de un sacrificio más apretado de la movilidad y la libertad. No se necesita ser muy inteligente para predecir lo predecible: el avance del capitalismo deja destrucción a su paso. Por lo tanto la mayoría de cisnes negros, como los llama este enemigo Taleb, son acontecimientos extraordinarios de la mano humana, es decir, tienen un origen y es el virus del capitalismo.

La dictadura de la incertidumbre

La inteligencia artificial que según parece, tiene capacidad predictiva con márgenes de error mínimos, se ha convertido en una obsesión para predecir cualquier hecho de la vida, pero se ha quedado corta porque hasta donde sé, antes del COVID-19, no se hacían modelos para este virus en específicoiv y, sólo existían algunos cuantos para posibles epidemias y pandemias; esto significa que no podemos abarcar o conocer todo lo existente (¿por ahora?), el hecho es que se generaliza a partir de datos e información específica idealizando que, hechos pasados pueden demostrarnos una idea del posible futuro, pero los especialistas (que ni siquiera entre ellos se ponen de acuerdo para emitir un juicio,) aun no comprenden que el conocimiento es infinito y por lo tanto solo acceden a las fuentes que vertimos en los medios digitales o que obtiene del espionaje, pero ignoran otras, como por ejemplo, el sentido común o que podemos mentir, suplantar, hackear, etc. y alterar la información. No sabemos la capacidad de la tecnología llamada 5G de la que se dice, “es para espiarnos mejor”, así que estamos a tiempo de quitarnos de encima lo que llaman el internet de las cosas.

El miedo como tal, también ha tenido su evolución y hoy nos encontramos ante uno más de los originados por el Sistema de Dominación, pero mientras este miedo generalizado se apodera de nosotrxs, ellos no descansan, siguen sus planes de dominio y exterminio, tan sólo en lo que va del llamado a la cuarentena en México, hay decenas de eco-activistas y compañerxs asesinadxs o secuestrados por el Sistema y, se han registrado incontables feminicidios; en el mundo entero, selvas y bosques son talados e incendiados para el avance de la tecno-industria; incluso hay planes y experimentos para la colonización y explotación de la Luna o el planeta Marte. Mientras todo este avance destructor sigue su cauce, estamos a merced de la incertidumbre y el miedo por la supuesta pandemia.

¿Rumbo a un neo-feudalismo?v

Esta situación de pandemiavi o el supuesto cambio a un mejor Sistema de Dominación a uno Sostenible-Verde, o de su nueva mirada de sujeto colonial salvaje a un sujeto político económico de las comunidades nativas, entre otros factores disruptivos de la tecno-industria; son parte de la estructura que preparan para implantar un neo-feudalismo. Otros factores a considerar son la vigilancia, la obtención de datos personales, el contagio emocional, la información falsa, etc., con el objetivo de predecir nuestras vidas para degradar la afectividad y la memoria.

Las empresas y Estados “VERDES”vii, presumen salvar el planeta del Calentamiento Global, con métodos que derivan en un neo-feudalismo para este siglo: la explotación de recursos de manera equilibrada, bajo un mecanismo de control de espacios en el planeta donde los poderosos pueden comprar y/o negociar con los gobiernos o con los recién flamantes reconocidos grupos indígenas “nativos ecológicos”viii para explotar esos espacios en convenio de mutuo acuerdoix.

Se crearía una nueva masa productiva como fuerza neo-primitiva (en el antiguo sentido colonial), movida por impulsos emocionalesx creados por el sistema de dominación. Los nuevos roles de trabajo con seres despersonalizados, aislados, mal alimentados, etc.; nuevos esclavos, trabajaran dentro de dichos feudos y los que quedemos fuera de esos nuevos territorios y fronteras explotables, es decir, “los libres”, nos alimentaremos de la basura generada por los neo-feudos, tendríamos que buscarnos la vida como podamos en los espacios reducidos a concreto y no aptos para la sobrevivencia, lo que ocasionaría posiblemente una purga masiva de gente no productiva en estos nuevos espacios. Pero también tendríamos una vez más la oportunidad de destruir el sistema actual, antes de cruzar esta línea de transición.

CARPE DIEM

Toda la desdicha de los hombres procede de la esperanza.

A. Camus

En la década del 70 surgen los movimientos ambientalistas pero, desde una posición antropocéntricaxi, han surtido mínimo o, más bien, nulo efecto estas demandas ciudadanistas del pasado, pero el impacto principal por el que ahora los Estados y las Empresas se transforman en VERDES, es por la amenaza del denominado Calentamiento Global (¿otro cisne negro?) que originaron ellos y que hoy suman a sus agendas además de estos, otros como la Geoingenieria y nuevas políticas para mitigar el cambio climático.

Cabe mencionar que existió una corriente socialista libertaria ambientalista pero de igual manera antropocéntrica e incluso colonialista, denominada como anarco-ecologismo social, ideada por Murray Bookchin. Afortunadamente no fue la única corriente, como siempre el pensamiento anarquista basa sus conceptos teóricos en la práctica y surgen grupos más radicales como el Animal Liberation Front (ALF) o el Earth Liberation Front (ELF), pasando por Theodore Kaczynski y las reflexiones de John Zerzan, hasta los actuales grupos Eco-Anarquistas y anticivilización.

No todo es incertidumbre y miedo. Ayer como hoy, hay compañerxs de la diversa fauna anárquica, proponiendo alternativas y realizando actividades ante la situación global, pero, desafortunadamente, muchas de estas “alternativas” dejan mucho que desear: desde métodos de higiene y prevención, pasando por remedios herbolarios y hasta las llamadas ollas populares, la mayoría de estas actividades casi-rayando en el asistencialismo.

Por lo tanto, la idea fundamental que deseo expresar con estas breves líneas, es no quedarnos de brazos cruzados o asumir esos tristes roles asistencialistas sino sumarnos a los llamados de los compas afines, a la invitación de lxs italianxs o chilenxs a las acciones sediciosas, a expropiar los almacenes de alimentos del Estado y las empresas, a incendiar los templos religiosos, a utilizar los medios de transporte del Estado a nuestro antojo sin pagar un centavo, a la ocupación de edificios y casas abandonados, a dejar de utilizar la comunicación digital controlada por el Sistema, a dejar de pagar los servicios (agua, luz, etc.); esto como antesala para la destrucción total del Sistema.

Es hora de poner manos a la obra nuestra creatividad para la liberación total, esta situación es ideal no solo para la práctica autogestiva y solidaria sino también para la insurrección permanente.

Que tu fuente de alegría y sentido de la vida sea la Liberación Total, supera tu crisis emocional!!!!

A destruir la Posverdad!!!

A destruir el pensamiento antropocéntrico!!!!

Destruyamos el sistema de dominación!!!

Qué no quede piedra sobre piedra!!!

Nihil

Desde las entrañas de las aguas negras. Marea Subiendo

Abril – 2020.

i Quizá me criticaran por citar a este economista y ex burócrata francés, pero lo he hecho a propósito, con la intención de que si un ciudadanista es consciente y crítico de la tecnoestructura (concepto usado por él) de que la transformación industrial de una sociedad no garantiza necesariamente la felicidad, del peligro de la tecnocracia, etc. en el que sus impresiones tienen aún validez hoy: Si el presente esta preñado de futuro, lo menos que puede decirse (y aun predecirse) es que con frecuencia tiene malparto. Sin contar los embarazos neuróticos y los abortos espontáneos, el número de retoños monstruosos aplasta al de los normales / Si usted declara que en el año 2100 los climas serán controlados diariamente por los humanos, o mejor aún, por un reóstato planetario ¿Quién sería el tonto que se atrevería a contradecirlo con pruebas firmes? A previsiones indemostrables, refutaciones superfluas / En dos palabras “¡Democracia, mediocracia!”, Proudhon dijo más que todos nuestros psicosociólogos en mil volúmenes. Quizás habría agregado una tercera palabra hoy, con referencia a la primacía de los medios: “Mediacracia” / Nosotrxs anarquistas aún mejor, deberíamos tenerlo más claro.

ii propagacionanarquica.noblogs.org / anarquia.info / contratodanocividad.espivblogs.net / contramadriz.espivblogs.net / etc…

iii El Gobierno de la CDMX vía la Agencia Digital de Innovación Pública, aprovecha la situación para obtener datos de antenas de las empresas de la telefonía móvil, para monitorear movimiento y contacto de la gente como supuesta prevención al COVID-19.

v Hace alrededor de 19 años, en uno de los encuentros anarcopunks en México -aquella ocasión en el estado de Morelos- durante la ronda de participaciones a la exposición de una compañera sobre el Plan Puebla Panamá, lanzado por Vicente Fox; expuse brevemente el tema de las “finanzas populares”, concepto utilizado por el capitalismo para la inclusión financiera a los segmentos no bancarizados, es decir, exprimir hasta el último centavo a las poblaciones marginadas a costa de sus recursos; este proyecto también impulsado por Vicente Fox, dirigido fundamentalmente a los pueblos originarios. Modelo copiado al Banco Bangladesh; en ese entonces no tuvo mucha resonancia mi exposición, pero hoy mi interpretación de este futuro inmediato, vislumbra la llegada de un neo-feudalismo económico a gran escala, a través de las trampas del capitalismo como el ejemplo de las finanzas populares, que en nuestro caso mexicano, aun hoy, se habla de abrir empresas comunitarias a través de la inclusión digital y financiera a las zonas marginadas, más pobres, donde la mayoría son campesinos y comunidades indias, en otro artículo mencionaba la intención del PEJE tras invitar al dueño de Facebook a participar en su proyecto de tecnología para las zonas más pobres del país, donde no solo desea el control político (coercitivo) de dichas poblaciones, además de buscar mayor certeza en su persecución y cacería selectiva de eco-activistas y defensores de la naturaleza, sino porque también el control económico les resultaría demasiado rentable, a día de hoy se sabe que las remesas ascienden en promedio a 30,000 Millones de dólares al año y desde que se tienen estadísticas de la entrada de remesas a México, estás han ido en aumento considerable al paso de los años, por lo tanto buscan bancarizar estos territorios para la inclusión de los nativos y campesinos de lleno al Capitalismo, teniendo permisos de los propios pueblos para que las grandes empresas o los Estados, exploten los recursos de sus territorios. La antropóloga Isabel Cruz indica que el 70% de la población de estas zonas marginadas, utilizan teléfonos celulares; pero qué importancia tiene saber esto? pues el objetivo es bancarizarlos a través de ese aparato inteligente, es decir, canalizar no solo las remesas millonarias sino también el dinero de los apoyos gubernamentales de los programas sociales a este sector, que según la citada antropóloga ascienden a 120 millones de dólares que envía el Gobierno, lo que significa que la gente no vería el dinero en físico, sino a través de lo que denominan dinero electrónico, o sea, las gestiones y movimientos que tenga que hacer la gente de estas zonas marginadas, lo haría online vía el teléfono celular. Lo que impulsa es una suerte de “capitalismo comunitario” o “capitalismo indígena”.

vi Este experimento global tendrá sus réplicas, hasta adaptarnos en su totalidad o ser exiliados en el mejor de los casos, en el peor, seríamos borrados del mapa. Aseguran que en este panorama cada vez más incierto cambiará la vida como nunca. Y tendrá que estar bien preparado. Porque algunos expertos aseguran que las pandemias serán más frecuentes, estimado entre cada tres o cinco años.

https://www.expansion.com/expansion-empleo/desarrollo-de-carrera/2020/03/27/5e7de7b4468aeb725a8b45f7.html

vii La nueva configuración de la vida en el planeta tras explotar y arrasar millones de hectáreas, es decir, la colonización y el dominio de la naturaleza para el desarrollo y el progreso humano, ha ocasionado un supuesto miedo en el que se dice hoy nos encontramos como especie amenazados de nuestra propia extinción.

viii El reto de los pueblos originarios, es sacudirse el indigenismo colonial, este discurso se actualizó en el siglo XX, al reconocer los gobiernos, sus territorios e identidades propias desde 1959 con el Convenio 107 y en 1989 con el Convenio 169 ambos de la OIT, posteriormente con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los pueblos indígenas en 2007, pero que tiene su antecedente preparatorio desde finales de 1994 y que para este nuevo siglo XXI, los Estados en contubernio con las grandes empresas, utilizan a su favor estas legislaciones internacionales para explotar los recursos y pueblos originarios con “acuerdos” a cambio de “progreso económico” en sus territorios.

ix Un ejemplo es el caso de la Guyana, donde sus bosques han sido desertificados por la tala y ahora para recuperarlos, han ideado con tecnología de punta, un sistema que detecta en los árboles, cuales captan más Co2 que transforman en oxígeno para plantar árboles maderables que lo hagan en menor medida o que de plano no capten Co2 y así obtener maderas para las diferentes industrias que las usan. Ejemplos como este hay cientos la gran mayoría fomentados por el BID.

x Es notorio que estos esclavos de la era digital, han modificado su comportamiento, alterados por la desinformación y sometidos ante esta, siguen justificando la existencia del Sistema de Dominación a cambio de un supuesto bienestar.

xi Promovieron en las agendas de los Estados, la conservación y regeneración de los recursos naturales tras su explotación desmedida, la preservación de la vida silvestre y la vida en cautiverio (reservas ecológicas, zonas protegidas, zoológicos, etc.) la reducción de la contaminación, etc.

Chile: Perspectiva anárquica frente a la pandemia-coronavirus

En la tarde de un viernes especialmente caótico, Piñera inaugura la pandemia en cadena nacional. Desde principios de marzo que el miedo al virus ha entrado de a poco a la conversación: entre la agitada vuelta a clases que busca ser una réplica (cual terremoto) de la revuelta de octubre, las masivas manifestaciones feministas, la radicalización de los sectores reaccionarios y la inminencia del plebiscito, cada vez toma más protagonismo.

La situación internacional no es menos compleja. El año pasado dio comienzo a una nueva oleada mundial de revueltas contra la normalidad capitalista, y la tan manoseada «institucionalidad» parece estar colapsando por donde se le mire, dejando lugar no solo a la creatividad insurgente si no que también (y nunca tan fácilmente diferenciables) a populismos y fascismos de todo tipo.

La economía lleva tiempo perdiendo velocidad, pero la guerra comercial entre dos potencias en decadencia, la subida manufacturada del precio del petróleo, y la paralización provocada por el coronavirus, construyeron la tormenta perfecta para dejar a la bolsa y a su enredo de ficciones especulativas en caída libre.

Es en este contexto que la enfermedad llega a nuestro territorio, con el estado de excepción todavía fresco en la memoria. Comienza en el barrio alto, y casi nos alegramos antes de recordar que no serán ellxs lxs primerxs en sufrir sus consecuencias. El gobierno, siempre tarde, anuncia sus medidas. Claramente no son suficientes, y su único objetivo es asegurar la libre circulación de capital. Algunxs (lxs mismxs que ven montajes en cada esquina) susurran que es una estrategia para cancelar el plebiscito, al parecer tan peligroso. Pero nosotrxs estamos clarxs que fachx inteligente vota apruebo, y que la incompetencia del gobierno no requiere más justificación que sus propios intereses de clase.

Sin embargo, ya hemos visto como se ha desarrollado la situación en otros países con una etapa más avanzada de infección. En las calles de China, Italia y otras partes del mundo se han desplegado simulacros de insurrección, de guerra urbana, de estado de excepción absoluto, con distintos niveles de éxito. El estado chino, famoso por su capacidad represiva, concentró todos sus esfuerzos en la contención de la zona cero pero, haciendo malabares para mantener su economía a flote, dejó a sus gobiernos regionales con la libertad tanto de retomar la producción como de instaurar leyes absurdas para sostener la cuarentena. Más allá de esto, ha sido lejos el país cuya cuarentena ha sido más eficiente y efectiva (ni hablar de Estados Unidos, cuya política pública se reduce a taparse los oídos y gritar fuerte).

El caso italiano es notable, más que nada, por la resistencia a las medidas de cuarentena y de «distanciamiento social», eufemismo nefasto que se refiere al autoaislamiento, a la precarización forzada disfrazada de «tele-trabajo», al acaparamiento de bienes esenciales y a la negación de cualquier forma de comunidad. Cuando a lxs presxs (hacinadxs e inmunocomprometidxs desde siempre) les prohibieron las visitas, comenzó la revuelta carcelaria más grande de este siglo: 27 cárceles tomadas, múltiples muertxs, policías y gendarmes secuestradxs y cientos de presxs fugadxs.

En territorio chileno, la situación es incierta. Farmacias y supermercados que hace poco fueron saqueados, pronto estarán desabastecidos debido al pánico generalizado. El transporte público, campo de batalla permanente desde el inicio de la revuelta, pronto será evitado como la peste. El gobierno ya prohibió las concentraciones de más de 500 personas, pero a estas alturas quien chucha escucha al gobierno. Los milicos, que suponemos se han negado a salir nuevamente para guardar la poca legitimidad que les queda y poder conservar sus privilegios en una nueva constitución, no tendrán tanto pudor si pueden disfrazar su accionar de salud pública. La salud pública de verdad, por otro lado, pesa menos que un paquete de cabritas. Y no tenemos idea de que vaya a pasar con el plebiscito.

Si en otros lugares la pandemia fue un ensayo de insurrección, aquí la insurrección parece haber sido un ensayo de pandemia y de crisis económica. Mantengamos viva la llama de la revuelta, y organicémonos para sobrevivir.

A continuación, esbozaremos algunas medidas que consideramos dignas de generalizarse, más una inspiración que un programa:

-El saqueo y la redistribución organizada de bienes básicos.

-La utilización de tomas estudiantiles como centros de acopio, albergues para aquellxs sin vivienda y, por supuesto, focos de combate callejero.

-El boicot de cualquier forma de trabajo o estudio a distancia, que la cuarentena devenga huelga general.

-La liberación inmediata de todxs lxs presxs como demanda central.

-Evasión masiva en las clínicas privadas, atención libre para todxs.

-Huelga de arrendatarixs, toma de casas vacías.

¡La capucha es la mejor mascarilla!
¡Evade el aislamiento del capital!
¡Niega la inmunidad como dispositivo policial!
¡La crisis es una oportunidad, cuida tu piño y ataka!

[ANÁLISIS] MUNDO COVID-19: Las epidemias en la era del Capitalismo

MUNDO COVID-19:

Las epidemias en la era del Capitalismo

La explotación de los recursos naturales del planeta está llevando a la humanidad al borde de la autodestrucción, vivimos en medio de epidemias causadas en su mayoría por la propagación continua de productos químicos (pesticidas, insecticidas, disruptores endocrinos, etc.) y nocivos para nuestra salud al mismo tiempo vivimos rodeados de una atmosfera con niveles tan altos de contaminación como para desarrollar alergias y enfermedades en gran parte de la población. Esta explotación de los recursos naturales lleva consigo igualmente la devastación del territorio por parte de tecno industria: el Mediterráneo convertido en una alcantarilla, el sudeste asiático en un desierto químico, África en un gran vertedero, etc.

La aparición del virus conocido como Covid-19 es consecuencia de la civilización industrial, para nosotros lo importante no es si el virus ha mutado de un murciélago debido posiblemente a la industrialización de su hábitat o de si es un ataque de EEUU a la economía China , para nosotros lo importante es que es la consecuencia de un sistema que mercantiliza cada proceso, objeto o ser vivo sobre la tierra, es la codicia de un sistema que persigue la aniquilación de todo lo vivo para artificializar el mundo. No podíamos pensar que nuestra forma de vida basada en el crecimiento continuo en un planeta que en realidad es finito no iba a traer estas consecuencias y otros desastres que vendrán. Cientos de productos químicos presentes en nuestra cotidianidad modifican los procesos naturales dando lugar a cientos de “catástrofes” (epidemias, cambio climático, etc.), son los mismos productos que en China producen un millón y medio de muertos al año y que no salen en las noticias, que no producen ni alarma social, ni confinamientos, ni estado de alarma. En España son 10.000 los que mueren al año por contaminación y no cunde el pánico, son parte de las víctimas necesarias para que el mundo industrial pueda seguir funcionando, lo importante es que el progreso y su codicia no se detengan.

En principio, el Covid 9 (aunque lo continúan investigando) es una gripe con síntomas similares a la gripe común y ambas afectan más a personas que sufriesen patologías anteriores y especialmente a la población de mayor edad, ambas gripes se diferencian en la rápida propagación y capacidad de contagio de la primera que es lo que ha levantado la alarma sanitaria. En el momento de escribir este texto son casi 300 las personas que han muerto a causa del Covid9, sin embargo, la gripe común causó en España el año pasado más de 6.000 muertes y en 2018 llego a las 8000. Ante esto nos preguntamos a que es debida esta situación excepcional, de alarma social creada en gran parte por los medios de comunicación y por la opacidad de la información que transmiten aquellos que gestionan nuestras vidas.

Como forma de acabar con la pandemia el Estado ha decretado el “Estado de alarma” que conlleva las prohibiciones de movimiento, el confinamiento, el aumento del control, suspensión de reuniones y de la vida pública en general, control de los medios de transporte y quién sabe si dentro de poco de la distribución de alimentos. En este proceso vemos como el Estado deviene en ecofascista donde el gobierno se verá cada vez más obligado a actuar para administrar los recursos y el espacio cada vez más “enrarecidos” dando lugar a que la preservación de los recursos más necesarios solamente puedan garantizarse sacrificando otra necesidad: la libertad.

A falta de un enemigo interior o exterior el Estado ha encontrado un enemigo ante el cual mostrar todo su potencial bélico y al mismo tiempo acentuar el sometimiento a la población mediante el miedo y la represión mientras se erige como la única posibilidad de salvación ante el terror producido por la epidemia. Para nosotros la solución no es un estado más autoritario es la desaparición de toda forma de autoridad. A partir de ahora posiblemente los estados de alarma, de emergencia… se sucedan como consecuencia de la devastación ecológica y social del mundo porque estamos seguros que las catástrofes seguirán ocurriendo. No exageramos cuando hablamos de potencial bélico: ya estamos viendo al ejército tomando posiciones en lugares estratégicos, la policía controlando más las calles y drones con cámaras vigilando los movimientos de la población. Las medidas del estado de alarma no persiguen únicamente acabar con la pandemia de la gripe sino que persiguen también extender otra pandemia: la de la servidumbre voluntaria de la población mediante la obediencia a las leyes ante el peligro de la pandemia, acabar con las críticas al Estado y al Capitalismo ante el miedo y los posibles riesgos. Esta servidumbre voluntaria sería imposible sin el sometimiento a nuestros aparatos tecnológicos y a la forma de vida que crean. Ante situación de pandemia o cualquier otro desastre quedamos sometidos a tecnócratas, especialistas, expertos, científicos, etc., a aquellos gestores del espacio y del tiempo que lo tienen todo planificado en sus racionales cálculos.

Igualmente las consecuencias de esta epidemia, o de cualquier otro desastre industrial, serán económicamente devastadoras, ya estamos viendo la situación crítica de miles de personas que se verán abocadas al paro o la precarización de sus trabajos, como siempre el empeoramiento de las condiciones de vida la sufrirán las capas más desfavorecidas de la sociedad que ya llevan años soportando las duras embestidas de la “crisis capitalista” y sus recortes. Por lo contrario, seguramente reportara grandes beneficios a las clases altas, como por ejemplo, a los propietarios de las grandes farmacéuticas.

Ante la epidemia, la confinación industrial en la que vivimos se agiganta, nos encierran en nuestras jaulas de ladrillo y hormigón de donde solo podremos escapar virtualmente de la agobiante realidad través de nuestros aparatos tecnológicos. Los mismos aparatos que nos someten y perpetúan la alienación ante la forma de vida industrial. Aquellos aparatos que nos deshumanizan y modelan nuestras percepciones, nuestro cerebro, nuestros sentimientos, etc. que rediseñan la forma de vernos a nosotros mismos y al mundo. Enganchados al mundo virtual nos mantenemos alejados de la realidad de un mundo hostil, de una epidemia o de una catástrofe nuclear. Desde aquellos que gestionan nuestras vidas no reclaman responsabilidad intentándonos hacer partícipes de las catástrofes del capitalismo industrial, curioso porque una de las características de la posmodernidad es la falta de responsabilidad en los actos de cada uno ya que participamos en la máquina “ajenos” a sus efectos. Para nosotros los únicos responsables son la organización técnica de la vida y quienes la gestionan.

CONTRA TODA NOCIVIDAD

MARZO 2020