Reflexiones en torno al sustrato anárquico contemporáneo, informal, insurreccional e internacionalista (Por un nuevo manifiesto anárquico)

Reflexiones en torno al sustrato anárquico contemporáneo, informal, insurreccional e internacionalista.

(Por un nuevo manifiesto anárquico)

Video: Vandalismo de "anarquistas" durante marchas del 1 ...

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La noche de los muertos vivientes o, la necesidad de que los muertos entierren a sus muertos

Aporte de Gustavo Rodríguez


El regreso de los muertos vivientes (1985) | El taller del ...

La noche de los muertos vivientes o, la necesidad de que los muertos entierren a sus muertos

«La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal […] En esas revoluciones, la resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas, para exagerar en la fantasía la misión trazada y no para retroceder ante su cumplimiento en la realidad, para encontrar de nuevo el espíritu de la revolución y no para hacer vagar otra vez a su espectro […] La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido». (1)

Carlos Marx

Cito extensamente la más lúcida reflexión del mayor de los hermanos Marx, con la intención de señalar, no sólo la validez de tal introspección en nuestros días sino para enfatizar el talante espiritista de los marxianos contemporáneos y de esos antiautoritarios que conducen «sus luchas» con la vista fija en el espejo retrovisor. Lo verdaderamente sorprendente es que se esperen resultados diferentes siguiendo al pie de la letra las mismas instrucciones de antaño, aliándose a una visión «progresista» (positiva) que construye narrativas triunfalistas e inspira películas grotescas (al estilo «Libertarias»(2)) y culebrones asquerosos (como «Vientos de agua»(3)).

Hoy, el marxismo y el anarco-comunismo son tradiciones de todas las generaciones muertas que oprimen el cerebro de los vivos y provocan hipoxia, impidiendo la concreción de «algo nunca visto». Lo que nos ratifica que toda tradición se convierte fácil e invariablemente en dogma y ortodoxia. Paradójicamente, se continúa invocando a los espíritus del pasado y se toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, sus ropajes, para disfrazarse de vejez venerable y repetir por enésima ocasión la arenga con lenguaje prestado, recreando las mismas acciones que condujeron a TODAS las revoluciones por la senda de la «contrarrevolución», imponiendo regímenes fascistas (rojos y/o pardos), erigidos en torno al trabajo y la productividad; o sea, intrínsecamente capitalistas.

Los «comunizadores» (neocomunistas o comonistas), los neosituacionistas, los posanarquistas, e incluso los insurreccionalistas «ortodoxos»(4), permanecen atrapados en el siglo pasado. Se agarran del pasado para seguir aferrados al «futuro». No entienden que no hay futuro porque el futuro quedó atrás. Pero tampoco se trata de «Volver al futuro» –como la trilogía de Robert Zemeckis– sino de habitar el presente. De vivir intensamente la insurrección cotidiana, de ocupar esos efímeros espacios que permiten avivar el fuego. Pero sin dotar de existencia artificial esos resquicios. Hay que evitar que se conviertan en trincheras. Es decir, en nuevas trampas: falsos agujeros que alientan la visión militarista e impiden que «algo nunca visto» se potencialice. Continuar anclados al análisis en torno a la reestructuración capitalista de las tres últimas décadas del pasado siglo, obstruye la compresión del presente e invita a prolongar el fogueo con balas de salva, frenando el accionar concreto de la subversión contemporánea.

Urge darle el tiro de gracia al siglo XX para sepultar con él todas las ilusiones novecentistas. En ese mismo ataúd, apremia enterrar «nuestra» memoria; es decir, la historia del «movimiento obrero», la historia de las revoluciones y, todas las pulsaciones utópicas que acompañaron a esas narrativas sociales propias de la forma de pensar de otro siglo. Hay que cuestionar las formas de memoria e impulsar el olvido anárquico como parte integral del proyecto de liberación total. Tenemos que inhumar a los muertos y dejar de tropezar con sus leyendas, para permitir que el espectro fluya; esa entidad intangible y sin rostro que es la potencia anárquica: ese espíritu que recorre el mundo, que inquieta, trastorna, irrumpe, violenta.

Urge desalojar la tradición, convencidos que las seguridades de lo sabido no pueden ofrecernos respuestas universales y consoladoras. En su lugar, hemos de promover nuestra capacidad de improvisación, desarrollando la insurrección permanente en entornos constantemente cambiantes dentro del flujo caótico de la vida. Olvidar, aviva la espontaneidad y nos brinda la oportunidad de explorar formas de destrucción más creativas y modos de estar anárquicos en el mundo –que liberen la indisciplina subversiva e infecten de ilegalidad todos los espacios sociales–, actuando como un desencadenante de caos que impida las sistematizaciones formales y la (nueva) normalización. Para estar anarquistas, tendremos que dejar de ser.

En junio de 1958, la Internacional Situacionista ya daba cuenta de la necesidad del olvido y así lo plasmaba en las notas editoriales del primer número de su boletín central: «Los situacionistas se ponen al servicio de la necesidad del olvido. La única fuerza de la que pueden esperar algo es del proletariado, teóricamente sin pasado, obligado permanentemente a reinventarlo todo, del que Marx dijo que “es revolucionario o no es nada”.»(5) Y, para diciembre de ese mismo año, en el editorial de su segundo número, reafirmaban «Nosotros somos partidarios del olvido. Olvidamos nuestro pasado y olvidaremos  nuestro presente. No nos reconocemos contemporáneos de quienes se contentan con poco.»  Sin embargo, pese al efluvio catalizador que aún conservan estas imágenes, es innegable la poca vocación de olvido que caracterizó a los situacionistas. Varados en la verborrea marxiana, se dedicaron en cuerpo y alma a evocar el pasado, exaltando las trasnochadas propuestas de los consejos obreros como mecanismo único de liberación a través de la autogestión del capital.

Halberstam nos recalca –inmerso en las contribuciones que tensionan la negatividad radical de la baja teoría queer– que, «Podemos desear olvidar la familia y olvidar el linaje, y olvidar la tradición, con el fin de empezar desde un nuevo lugar, no el lugar donde lo viejo engendra lo nuevo, donde lo viejo prepara el terreno de lo nuevo, sino donde lo nuevo empieza de cero, sin las restricciones de la memoria ni de la tradición, y sin pasados que se puedan utilizar.»(6) Hoy, la lucha anárquica –emancipada de pasado y ajena a todos los intentos resucitadores que anhelan repetir hasta el cansancio las revoluciones pasadas–, debe empezar de cero, desprendida del linaje y del lastre de la tradición. La tradición en que aún vivimos, ha buscado por todos sus medios evitar la Anarquía.

Si aspiramos a la destrucción de todo lo existente, habrá que emprender este camino desde un nuevo lugar, no desde aquél idílico paisaje de las ruinas del viejo mundo donde engendraría el nuevo que portamos en nuestros corazones, sino vislumbrando algunas concepciones originales y materializando las acciones necesarias que nos concedan la ruina de la dominación en este instante pero sin albergar esperanzas utópicas. La Anarquía no es el sendero que conduce a la Utopía, como el cristianismo secular decimonónico pretendía hacer creer, promoviendo la fe en una abstracción heredera de las antiguas esperanzas cristianas. La Anarquía da la oportunidad de vivir y concretar la destrucción en presente, a quienes no se dirigen a ninguna parte ni alojan esperanzas  en soluciones mediatizadas o en regímenes por-venir en nombre de la libertad y la igualdad. En ese sentido, no puede entenderse como una práctica alternativa o antagonista a la dominación, sino como un «disruptor», un «virus» o un «contaminante». Una suerte de cáncer infiltrante que se contenta cada día con destruir lo «próximo» y no un telos lejano. Lo «próximo», es lo único que tenemos y no lo intangible universal. Pero, destruyendo lo «próximo», de manera simultánea en diferentes regiones del cuerpo social, se provoca la metástasis.

Ésta es la Anarquía realizable: efímera y terrenal, eventual e imperfecta, irregular y compleja. Justo en esa trama, yace la posibilidad de desplegar un paradigma anárquico renovado, capaz de tonificar los músculos de nuevos desarrollos teórico-prácticos con vocación de presente; es decir, conscientes que el pasado es un conjunto de hábitos del que no tenemos nada que aprender y mucho menos que imitar. Le toca entonces a este paradigma demostrar sus preeminencias en términos de actualidad, extensión y profundidad en un nuevo orden tripolar impuesto por el capitalismo hipertecnológico.

Las movilizaciones del hartazgo, la rabia de la desesperanza y, las rebeliones de la miseria, solo reafirman la continuidad de la dominación, es decir, producen más capitalismo. Sólo el fuego podrá obsequiarnos la Anarquía, detentando el peso único de esta palabra. Es decir, sin aproximaciones, sustitutos ni sinónimos que no expresan lo mismo ni se acercan –remotamente– al ímpetu de nuestras pasiones.

Gustavo Rodríguez
Planeta Tierra, 1º de septiembre 2020

(Extraído del folleto El aroma del fuego: la rabia de la desesperanza en un mundo tripolar.)


1.  Marx, C., El dieciocho brumario de Luis Bonaparte; recogido en Marx, C. y, Engels, F., Obras escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú 1981, Tomo I, página 404.
2.  Largometraje español, realizado en 1996, dirigido por Vicente Aranda y basada en la novela La monja libertaria (Planeta,1981) de Antonio Rabinad.
3.  Serie de televisión argentino-española, dirigida por el peronista Juan José Campanella (2006).
4.  La acción insurreccional –por muy emancipadora que parezca desde una óptica subjetiva– se satisface a sí misma pero es incapaz de trascender lo obsoleto, reincidiendo irreflexivamente en  gestos caducos.
5.   La lucha por el control de las nuevas técnicas de condicionamiento, Internationale Situationniste, Nº 1,  recogido en Internacional Situacionista. Textos íntegros en castellano de la revista Internationale Situationniste (1958-1968). Vol. 1: La realización del arte (# 1-6), Literatura Gris, Madrid, 1999, p.12.
6.  Halberstam, Jack, El arte queer del fracaso, Editorial Egales, Barcelona/Madrid, 2018. P. 80.

(México) “El Neo-totalitarismo tecnológico”

Escrito por Nihil, continuando el hilo a las reflexiones en “Bienvenidos al Futuro: En trancisión al Neofeudalismo”.


¿Puede el anarquismo o más bien la anarquía, sobrevivir a los velocísimos cambios producidos por la civilización tecno-industrial? Si nuestra respuesta es sí, los planteamientos anárquicos deben sumergirse dentro de los ríos mas salvajes que encontremos, para refrescarse del incandescente y sofocante calor, que emana de las elucubraciones más rojas del pensamiento libertario histórico.

Juan de la Tierra

En un par de reflexiones anterioresi he hecho referencia al “neo-feudalismo” que nos impone el actual sistema de dominación, a continuación, intentaré explicar a que me refiero.

Es evidente que las grandes corporaciones empresariales y financieras controlan los gobiernos e imponen sus intereses, es decir, dependemos del poder económico de las multinacionales, poder que antes se centraba en el Estado; hoy las multinacionales se han convertido en los nuevos feudos. Tras la pérdida de poder e influencia del Estado, oportunamente las prácticas de Land grabbing y water grabbing –en caliche de la IR 4.0–, se han incrementado en la actualidad. Tradicionalmente, el Estado para ejercer su autoridad ofrecía: seguridad, alimentación y educación. En lo referente a la economía, durante los siglo XIX y XX funcionó una suerte de conjugación Estado-Capital, pero tras el paso de los gobiernos Thatcher-Reagan, se sentaron las bases para la liberación económica, siendo esta la amenaza más evidente en el presente siglo, donde los trabajos de tipo rutinario (repetitivo) serán los primeros en ser reemplazados por la automatización total y la Inteligencia Artificial, lo que originará un incremento masivo de los Working poor, lo que significa que estos ciudadanos precarizados pero leales al Sistema HiperCapitalista, serán los únicos en recibir ayudas de los programas sociales, esta vez otorgados por los corporativos a los que pertenecen y no por el Estado. A excepción de China que es el ejemplo más visible, donde el Estado mantiene el control absoluto de todos los aspectos de la sociedad, incluyendo el control de la Tecno-industria, lo que se traduce en un Capitalismo de Estado, impulsando una suerte de nacionalismo tecnológico, modelo que podría ser replicado por los Estados con mayor poder adquisitivo y/o más adelantados tecnológicos.

 

¿La democracia amenazada?

Tengo el arma en mi mano.

Mato reyes y presidentes primero

y luego a todos los capitalistas

Giuseppe Zangara

En particular, tú y yo nos enfrentamos a los individuos que desempeñan los roles institucionalizados que configuran las relaciones estandarizadas de las ficciones conocidas como el Estado y la economía, y las estructuras tecnológicas industriales y postindustriales que configuran a los seres humanos en una masa. De hecho, Internet crea una masa humana global en la que los individuos se reducen a la misma actividad básica: la aceptación y la entrega de la mera “información”, por lo tanto, se mantienen en formación. Esta tecnología también ha destruido efectivamente la privacidad, un aspecto esencial de la asociación libre (o mejor aún, de la asociación propia).

Apio Ludd

Aprovecho para traer a colación las reflexiones de Morozovii –ahora adjetivado como neoludita por sus contrincantes–, quien ha declarado que, como joven idealista y entusiasta, se sintió atraído por las bondades del Internet como herramienta democratizadora de los países autoritarios, pero “le salió el tiro por la culata”. Afortunadamente, se dio cuenta de su error cuando estas estrategias fracasaron, pasando a ser controladas por gobiernos anti democráticos y utilizadas por el Estado para combatir la democracia y vigilar a la población.

Lo anterior, se podría traducir como una amenaza a la democracia por el monopolio digital (ya sea en manos del Estado o en manos del Capital), por lo que reitero mis preocupaciones en torno a las herramientas, plataformas y técnicas digitales que nuestro circuito anárquico no solo utiliza, sino que incluso alaba como emancipadoras, cuando en realidad “pueden igualmente volverse en contra nuestra”.

Este monopolio contempráneo, centra su poder en la obtención de datos para el control no solo del espacio público y privado, sino también del ciberespacio en sí y, a través de este control, promulga políticas reguladoras limitantes a los integrantes de estos. En el futuro inmediato los gigantes tecnológicos tendrán el monopolio total del ciberespacio, por lo que es muy posible que estemos siendo testigos del final de la democracia.iii

Esta transición a la nueva configuración tecnológica, ha develado un incremento de la desigualdad social; como citaba al principio. La inteligencia artificial amenaza a amplios sectores laborales, donde el poder sindical –que, desde sus inicios ha sido recuperado por el sistema de dominación–, se verá reducido aún más o quizá desaparezca totalmente, como cínicamente “profetizó” alguna vez Eliseo Rojas.iv

Mientras que la élite tecnológica construye sus burbujas-feudos (ciudades inteligentes y prosigue con su intención de colonizar la luna y marte), con la fuerza de trabajo online constituida por millenials (la nueva clase media): esta suerte de siervos posmodernos (precarios) segmentados y sobrecargados de hyper-información; la tecnoestructura sostenida por los espacios explotables equilibradamente, segregará a los excluidxs fuera de estas burbujas, al considerarlos rezagados tecnológicos. En estos espacios de explotación equilibrada, los trabajadores vivirán programados vía streaming, sólo se desahogarán con sus símiles a través de las redes sociales, pero con el impedimento de poder desarrollar sus propios pensamientos, víctimas del exceso de información y por temor a una evaluación pública negativa. Ningún individuo tendrá (¿acaso hoy lo tiene?) puntos de vista propios al ser cotidianamente manipulados por la hiperinformación de los medios de alienación masiva.

¿Calistenia Anarquista? NO: INSURRECCION PERMANENTE

La prisión y yo somos viejas conocidas, en más de una ocasión me han sentado en su mes; con los años hemos cambiado y ambas hemos aprendido la una de la otra… pero por más tiempo que pase, esencialmente la cárcel y yo seguimos siendo las mismas. La cárcel aún es el monstruo fagocitador de poderes que crece con la sumisión y el arrepentimiento, yo continuo con los mismos deseos sediciosos de antaño.

Mónica Caballero

James Scott, denomina calistenia anarquista a los pequeños actos de desobediencia y a las acciones ilegales que ejerce la gente en la cotidianidad; sin embargo, esta gimnasia no es suficiente, ya que solo se reconfigura en un bucle,v –una y otra vez–, en un eterno estira y afloja de negociaciones Ciudadanos-Poder y crea confusiones en nuestros círculos, tal como evidencian los nuevos agrupamientos libertarios que han proliferado alrededor del planeta, pero con la peculiar característica de la pedinchería al Estado de reformas y mejores condiciones de vida, incluyendo las pretensiones abolicionistas.

Si la propia Naturaleza tiene su lucha interna, escenificando una guerra permanente donde cada especie libra incesantes batallas para existir. Nuestro concepto de paz en la Naturaleza, cuando nos encontrarnos tumbados en el pasto del bosque junto a un rio, no es más que una falsa percepción motivada por la búsqueda de comodidad, pero en el agua, en la tierra y en el aire, tiene una presencia constante la violencia y la muerte; es decir, no percibimos que estamos en medio de intensos combates; entre la formación de una montaña y la erosión que ataca inmutablemente todo lo que nos rodea; el halcón o el tigre que están al acecho de su presa y ésta que a su vez se defiende, etc. Una lucha eterna que continuará incluso cuando se concrete la extinción humana. ¿Porque no seguir este ejemplo de negación y destrucción pero contra la positividad del sistema de dominación, como esos formidables animales nocturnos de vida secreta? ¿Los enjambres de insectos que causan devastaciones agrícolas acaso no son una clara defensa de la Naturaleza contra el Antropoceno?vi

Este período de Pandemia, ha resultado propicio para hacer un alto (momentáneo) frente al atosigamiento que nos imponen, y detenernos a reflexionar en torno a cómo impulsar la lucha anárquica en nuestros días, superando cualquier hiperactividad inútil (hiperpasividad, en realidad) y abandonando esos pesados dogmas que sólo prolongan lo existente e invalidan la negatividad anárquica. Para que nuestro accionar no decaiga al nivel del hiperactivismo, necesitamos asestar golpes demoledores al sistema de dominación, porque como bien dice un querido compañero irreductible: siempre nos agarra dormidos, cualquier evento extraordinario al que no podemos responder o defendernos en tiempo y forma.

¡¡¡POR LA LIBERACIÓN DE LXS COMPAÑERXS ANARQUISTAS PRESXS!!!

¡¡¡INSURRECCION AHORA!!!

¡¡AL ATAQUE!!

Nihil

Sobreviviendo la pandemia, cargado de potencia anárquica negativa: listos para destruir.

Noviembre 2020

ii Aunque sobran intelectuales, escritores, y periodistas, que han abordado el tema; particularmente desde trincheras ácratas, el ejemplo de Morozov me pareció conveniente no solo como testigo de la guerra fría, sino como actor (tonto útil en su momento) del proceso democratizador, lo que le llevó a concluir en sus libros el peligro que representa Internet, pese a que muchos (como é), elogiaban su llegada en los 90s, como Jesús Galindo Cáceres, por citar un ejemplo concreto en México. Morozov, no solo critica a la llamada Red de redes, sino refuta a los directivos de Google quienes calificaban a Internet como el más grande experimento anarquista donde supuestamente “las plataformas digitales impulsan millones de acciones individuales sin coordinación visible”, presentándolo como “el espacio más grande sin gobierno del mundo”.

iii Hay quien dice que la tecnología sepultará la democracia y el orden social existente tal como lo conocemos y, en otros casos, cómo el paradigma chino terminará imponiéndose y se replicará en otros países bajo la ideología del nacionalismo tecnológico.

iv Hace aproximadamente 15 años, entrevisté en su casa a Eliseo hijo de Domingo Rojas, anarquista español exiliado en México y que en el Congreso de Carrara de 1968 fungió como delegado del Movimiento Libertario Cubano en el exilio (MLC-E), motivo por lo que le tacharon de agente de la CIA los elementos leninistas participantes en el Congreso, por el hecho de ser crítico con el régimen castrista y apoyar a los compañeros anarquistas cubanos presos en la isla caribeña, quién fuese durante un tiempo Tesorero de la publicación Tierra y Libertad, después devenido en empresario acomodado y panista (afiliado al Partido Acción Nacional). Finalmente, terminé por interrumpir la entrevista y largarme, lamentablemente, resultó ser un conservador despreciable. Recuerdo bien las cínicas palabras que detonaron mi reacción: “en los comités de empresarios estamos haciendo todo lo posible por acabar con el sindicalismo y el paternalismo democrático”; comités a los que pertenece su hijo de quien desconozco el nombre pero sé que está relacionado con el sector energético.

v Un claro ejemplo de este bucle se puede apreciar ahora en las feministas que tomaron la oficina de la CNDH que preside la hija de Rosario Ibarra en otro tiempo, emblema y símbolo del activismo izquierdista contra la desaparición forzada en México-, hoy convertida en uno de los emblemas del López-Obradorismo, donde nuevas activistas exigen justicia y piden soluciones al Estado, aunque hayan realizado actos de calistenia anarquista, ya ni mencionar las nefastas influencias del feminismo derechoso. Al respecto, recomiendo la lectura de las críticas hacia esta desvirtuación en: https://propagacionanarquica.noblogs.org/post/2020/11/13/mexico-consecuencias-inesperadas-de-la-anarquia-frente-al-feminismo-en-mexicofe/ y https://www.portaloaca.com/opinion/15177-algo-huele-mal-en-la-okupa-feminista-de-mexico.html o, el caso de los colectivos surgidos en el COLBACH, que se originaron a partir de una clase virtual quedando en evidencia un profesor que agredía a su esposa. Ambos grupos tomaron como “modus operandi” las características del Bloque Negro, pero pidiendo a las instituciones gubernamentales reformas y mejoras.

vi La influencia de los animales en la Naturaleza es en general tanto mayor cuanto más pequeña es la especie.

(México) Algo huele mal en la okupa feminista de México DF

Escrito por Patroclo


Feministas 'cambian' nombre de CNDH por “Casa de Refugio ...

La lectura de “Consecuencias Inesperadas de la Anarquía frente al
Feminismo” me dejó la impresión de que en ambientes ácratas hay cierta incapacidad para identificar signos de despotismo, por más evidentes que sean. Me explico; en el citado texto se hace un repaso de los recientes sucesos del feminismo mexicano y su implicación con el anarquismo, señalando las incongruencias de que sectores antiautoritarios actúen en ámbitos ciudadanistas. Sin embargo, en él se omite referir sucesos que dejan expuesto el carácter ultrautoritario de fracciones feministas que se pretenden anarquistas. A continuación tales sucesos:

• Durante los manifestaciones del 16 de Agosto de 2019, en la Ciudad de México, fue incendiada una estación de policía en la calle de Florencia. En la acción participaron mujeres que se valieron de la estrategia del Black Bloc, es decir; una organización informal, anónima y antijerárquica para la acción directa. En el lugar las pintas fueron
fundamentalmente anarcofeministas. De manera inédita, el resto de las
manifestantes se solidarizaron con quienes realizaban destrozos,
llegando a defenderles de la represión policial, e incluso impidiendo la
intervención de los bomberos mientras gritaban a coro ¡Fuimos todas,
fuimos todas! Posteriormente se hizo público que quienes encabezaron el apoyo con las insurrectas fueron activistas vinculadas con el Poder; para muestra lo referido por la consejera de gobierno, Dana Corres, quien desde el incendio manifestaba su júbilo, exclamando por redes sociales: “Prendimos fuego a la estación de policía de Florencia. Digo prendimos porque lo hicimos todas. Nadie se mueve. Todas juntas. Nadie corre.”

• Los días 8 y 9 de Marzo de 2020 se realizaron movilizaciones
feministas en México. Desde el informalismo anárquico se convocó a la revuelta: “Fenoménicas Brujas e Insurreccionalistas” y “Alegría de Vivir la Vida” llamaron a la lucha callejera. Cabe señalar que este último
colectivo afirmó se uniría al paro nacional organizado por la agrupación
“Brujas del Mar”, la cual es una organización transfóbica vinculada con
un expresidente del país; Calderón. Durante la marcha del 8M hubo sabotajes y enfrentamiento con la policía, ampliamente reseñados por los medios, sin embargo una característica de la movilización, que se silenció, fue el rechazo hacia las mujeres trans. El contingente trans fue relegado y se le obligó a marchar al final. Se le hostilizó constantemente, además, en las paredes se escribieron mensajes transfóbicos, con el agravante de firmarlos con la A circulada. Con ello el bloque negro anarcofeminista salió del closet e hizo pública su adherencia a ideologías de odio.

• A comienzos de septiembre de 2020 familiares de mujeres violentadas toman oficinas de la Comisión de Derechos Humanos, posteriormente se integra el colectivo feminista Bloque Negro y lugar se le denomina “Ocupa Casa de Refugio Ni una Menos”. El sitio inició siendo mixto e incluyente, lo habitaban padres y madres de mujeres desaparecidas, incluso se invitó a mujeres trans a dar una charla. No obstante, el Bloque Negro comenzó a manifestar intolerancia. Es en la llamada “Antigrita” donde se evidencian las posturas enfrentadas entre
familiares de víctimas y feministas. Ambos grupos tienen invitados; el
Frente Ni Una Menos reúne a indígenas víctimas de desplazamiento forzado y feminicidio, mientras el Bloque Negro incorpora a militantes del feminismo radical (RadFem). Durante la Antigrita un indígena es
abucheado, por las feministas, mientras denunciaba un feminicidio, le
reprochan que siendo hombre intervenga en un acto separatista. Desde el micrófono, la líder de los familiares rechaza con severidad tal actitud intolerante. Tras recriminaciones mutuas el Frente Ni Una Menos abandona la okupa. Por su parte, el Bloque Negro acusa a la dirigente del Frente (Yesenia) de delatar a sus integrantes, sin mostrar ninguna evidencia que respalde tal acusación.

• Tras la salida del Frente Ni Una Menos el Bloque Negro se vuelca a la
ideología RadFem. De manera inmediata aparecen, dentro de la okupa,
pintas alusivas al RadFem, también se estrechan lazos con  adherentes a dicha ideología, especialmente con el Colectivo Asteria. En los hechos, la okupación se hace separatista, a pesar de afirmaciones ambiguas.

• Al interior del partido del presidente Obrador, Morena, dos grupos se
disputan el control. De manera inaudita el “anarcofeminismo” se
inmiscuye en tan inmundo proceso. El 12 Octubre 2020 un viejo político
pretende nombrarse presidente del partido (contrariando los deseos del
Peje), para impedirlo un grupo de feministas toman las oficinas de la
institución, pues afirman el dinosaurio es un acosador. El bloque negro
deja constancia de su participación haciendo pintas con símbolos
anarquistas, mientras líderes feministas declaran ser incondicionales
del presidente. Gracias a esa acción se impide al dinosaurio lograr su
cometido.

• Durante la tercera semana de Octubre, 2020, en dos bares (Purísima y Marra) frecuentados por personas LGBTI+ aparecieron mensajes de odio acompañados por símbolos de feminismo y de anarquía.. Dichos mensajes estaban dirigidos, principalmente, contra mujeres trans a las que acusaban de cometer violaciones. Esos bares se encuentran en las inmediaciones de la okupa feminista, por lo que se infirió que de ahí
provino la agresión, de modo que diversos colectivos solicitaron a las
okupantes deslindarse de lo sucedido. A través de las redes sociales, la Okupa Bloque Negro admitió su implicación en los mensajes de acoso y los justificó alegando que recibió denuncias de agresiones ocurridas en esos bares, no obstante al conocerse el contenido de las denuncias se distingue falta de sustento. A partir de lo anterior, la okupa ha hecho público su respaldo a los discursos de odio de la ideología RadFem. Es necesario puntualizar que el RadFem es como gustan denominarse quienes militan en una ideología reaccionaria que es sus orígenes se hacía llamar “Trans Exclusionary Radical Feminist” (TERF). La corriente TERF hace suyos postulados de la extrema derecha, a saber; odio a las trabajadoras sexuales, clasismo, racismo, pedofilia, y principalmente su fobia hacia las mujeres trans.

La Okupa Bloque Negro se ha posicionado como TERF, rechazando a
feministas interseccionales y al movimiento anarquista, sin embargo
recibe respaldo de sectores autoritarios, menciono algunos:

• Dana Corres. Consejera del Gabinete de Seguridad del gobierno de
Claudia Sheimbaum. Ideóloga TERF. Simpatizante del obradorismo. Activa en la quema de la estación policiaca de Florencia.

• Estefanía Veloz. Ideologa y propagandista de la corriente TERF.
Conductora de un programa en la televisión del Estado. Columnista en
periódicos. Militante del partido Morena. Encabezó la toma de las
oficinas del partido por el Bloque Negro.

• Xóchitl Fuentes. Activista TERF. Participante en el bloque negro.
Militante del partido PRI y dirigente de su brazo rural (CNC). La
abogada priísta presume, en redes sociales, fotografías de sus acciones con capucha.

• Beatriz Gasca. Capitalista feminista, vinculada con el anterior
gobierno local. Reconocida mecenas de la okupa, a la que hace donaciones económicas y en especie.

• Marina Daowz. Ideóloga TERF. Dirigente del Partido Verde. Vinculada
con la CNC priísta. Líder y fundadora del Colectivo Asteria. Activa en
la Okupa Bloque Negro.

• Colectivo Asteria. Organización TERF de Texcoco. Brazo feminista del Partido Verde (el célebre partido poseedor de grupos paramilitares y
financiador de la campaña de López Obrador). Implicado directamente en la Okupa Bloque Negro. Participante en la Antigrita con oradoras y con el traslado de decenas de acarreadas. Responsable de imponer el
separatismo en la okupa y de las rupturas al interior de la misma. Es el
grupo de poder más influyente en la okupa.

La información anterior es auténtica, fue manifestada por las mismas
personas en entrevistas a medios de comunicación o publicada en sus
redes sociales. Aquí se muestra que grupos de poder, partidos políticos, figuras del gobierno y sectores empresariales están implicados en las acciones del denominado Okupa Bloque Negro. Eso explicaría sus posturas de ultraderecha.

Resulta trágico que características inherentes al movimiento anarquista hayan sido incorporadas por personas autoritarias; se han adueñado de la estrategia del black bloc, de encapucharse y vestir oscuro, de la acción directa insurreccional, de la okupación de espacios, incluso del símbolo de la A circulada. Habrá que reflexionar cómo fue que permitimos, en la escena mex, tal impostura.

Patroclo

(Chile) Soldando cadenas en tiempos de quiebres. Perpectiva anárquica ante el proceso constituyente en Chile.

PDF aquí

 

“A un año de la revuelta que sacudió octubre nos rebelamos contra todo inicio y fin, rechazamos la idea de una fecha conmemorativa disuelta en las aguas de la Historia y de la cual hacer uso periódicamente, cual trofeo que se desempolva para recordar y vivir, siempre en pasado, la supuesta puntualidad de la subversión y la segmentación de un antagonismo real. Lejos de las opciones del poder y su camino institucional para volver a legitimarse, lo único que queda, lo impagable e incuantificable es la experiencia de proyectar y proyectarse en caminos de negación antagónico a un mundo de falsedades, dominación, miseria y leyes”.

Ante la revuelta, el plebiscito y la situación judicial: Comunicado de prisionerxs de la guerra social por la destrucción de la sociedad carcelaria Octubre 2020/Carcel de Alta Seguridad, Carcel de Santiago 1, Carcel de San Miguel.

UNA PINCELADA DE CONTEXTO

El 18 de octubre del año 2019 en el territorio dominado por el Estado chileno, comenzó una de las revueltas más extensas y categóricas que se haya visto en las últimas décadas. Todo se inicia dentro del contexto de un conjunto de protestas en contra del alza del pasaje del Metro, estas movilizaciones llevadas principalmente por estudiantes secunadarixs, fueron brutalmente reprimidas desde el primer momento.

Quizás las imágenes de las golpizas de lxs guardianxs del poder en contra de estxs jóvenes fue el factor que faltaba para desencadenar la tormenta perfecta, o tal vez fue el hartazgo antes las condiciones de miseria impuestas por décadas agudizadas con la subida del pasaje fue lo que hizo que esa noche muchxs salieran a las calles. La noche del 18 de octubre marco el inicio en el que miles de personas osaron atacar diversos símbolos, estructuras del capital y la autoridad. La destrucción iconoclasta se expandió imparablemente por todos los rincones.

Mientras caían las mamposterías de lxs poderosxs, comenzaban también a configurarse nuevas formas autónomas de relacionarse entre lxs oprimidxs. La revuelta llenó de vida insurrecta y de colores las grises calles; tomó diversas formas explotando sin límites la creatividad individual y colectiva.

El terrorismo estatal durante los primeros días de revuelta asesinó, torturó, violó y mutiló a cientos de personas y seguiría haciéndolo durante meses. La policía no bastó para desplegar toda la furia represiva estatal, necesitaron sacar a los militares, y al igual que en dictadura nos quisieron quitar las noches.

En un intento de apaciguar los ánimos, los mismos de siempre, a puerta cerrada, firmaron el 15 de noviembre un “acuerdo por la paz social” que daba la posibilidad de reescribir la constitución del 80 y fijaba una fecha tentativa para un plebiscito en pos de decidir el cambio a una nueva constitución. Acuerdo de paz que cimentaría en los meses venideros un nuevo acuerdo entre todas las fuerzas políticas que daría curso a las primeras leyes represivas cuyo fin era sofocar la revuelta. La paz de lxs poderosxs huele a muerte y a cárcel, el paquete de leyes represivas (ley antisaqeueo, antibarricadas y varias más) aprobadas el 13 de enero engrosaría aún más el paso de tantxs por los calabozos del capital.

Rápidamente se conformaron dos opciones electorales “Aprobar” el cambio de la nueva constitución o “Rechazar” y mantener la actual, en la misma línea se discutiría la modalidad de dicha modificación: convención constituyente o convención mixta. Todo apunta a transformar la rabia de la revuelta en la fiesta de la democracia, mediante un par de votaciones.

EL CAMINO RECORRIDO

Por todxs lxs que fueron asesinadxs, por los ojos mutilados, por nuestrxs compañerxs encarceladxs.

El plebiscito del 25 de octubre y el proceso constituyente que se deriva a partir de éste, a todas luces es la salida institucional a una revuelta de atisbos insurreccionales; es la respuesta de la cúpula opresora frente a un momento de ruptura radical a un orden impuesto, bajo un claro objetivo: Salir lo mejor “parados posible” ante una crisis que les reventó en la cara. Si bien es cierto que esto no nos sorprende ya que el poder siempre busca perversamente como readecuarse y reajustarse ante los puntos críticos que el mismo poder genera, lo que, por sobre todo, nos provoca una crítica severa es hacia todxs lxs seudxs detractorxs del sistema que a sabiendas de las triquiñuelas que cocina el poder para perpetuarse, avalan irrestrictamente un proceso viciado bajo la conformista lógica del “mal menor”, la cual, al fin y al cabo, ha sido la lógica de la traición histórica en momentos cruciales de la lucha por una transformación radical de lo existente.

Bajo este argumento, quienes siguen el juego de la elite dominante nos dicen que tras la revuelta y los altos costos humanos que conllevó la lucha -muertos, mutilados por cientos, violaciones, innumerables presxs- debemos sacar algo en limpio, debemos conformarnos con una nueva constitución para así romper con una herencia dictatorial que sustenta el experimento neoliberal chileno. Como anarquistas nos oponemos ferozmente a estos placebos que solo buscan aplacar la vorágine de la lucha que se desató tras el 18 de octubre, por tanto, seguiremos apuntando al corazón del enemigo y no comulgaremos con cambios cosméticos gatopardistas. Precisamente por nuestrxs compañerxs asesindxs, por todos los cuerpos mutilados y por todxs los secuetradxs en los centros de exterminio del Estado, es porque debemos continuar y agudizar el conflicto al margen de cualquier vía institucional y siempre renegando del Estado, reforzando nuestras praxis e ideas hasta la liberación total.

El verdadero error histórico.

En este escenario institucional al que quiere ser conducida la revuelta, quienes nos situamos desde posiciones revolucionarias antiestatales en contra del plebiscito y el proceso constituyente, debemos escuchar una serie de caricaturescos reproches por parte de quienes se autoconvencen que este es el mejor escenario posible “por ahora” (un “por ahora” que transita desde el auto engaño a la complicidad oportunista). Una de estas impugnaciones recurrentes es que no votar el 25 de octubre es desaprovechar una oportunidad histórica. Efectivamente vemos el error histórico, compartimos ese argumento pero desde una perspectiva diametralmente opuesta: El error radica en permitir que la esencia radical y acéfala de la revuelta de octubre se re canalice en prácticas movimentistas miopes, determinadas por los tiempos y objetivos que la escritura de esta nueva carta magna marque; el error sería cederles el espacio nuevamente a lxs que se sienten llamadxs a “conducir los procesos” y a generar interlocuciones que atentan contra el carácter autónomo y complejo de la lucha desatada desde octubre; el error en definitiva es permitir que la intensidad y potencialidad de la revuelta sean absorbidas por un devenir institucional que busca “domesticarla” y que dista del sentido original que alimentó la revuelta misma durante meses.

Nuestras ideas antiautoritarias nos colocan por definición en una trinchera que debe negar cualquier salida institucional/constitucional, pero también deben realizar una mirada histórica de la lucha reciente la cual necesariamente refuerza nuestra posición. Al referirnos al carácter o particularidad de la revuelta debemos necesariamente remitirnos a la tensión confrontacional previa al 18 de octubre ya que si bien es cierto que toda revuelta tiene un elemento de espontaneidad , lejos de cualquier planificación, es también cierto que no es casual, no surge de la nada. Evidentemente, por una parte, se explica por la intensificación de un modelo de explotación, de abusos y de injusticia que acumuló una rabia generalizada que se desató en octubre. Por otra parte, es evidente también que es resultado de décadas de resistencia y de lucha ofensiva en la calles; de las acciones directas acontecidas; de la radicalización de individualidades y grupos de afinidad. Si bien es claro que estas tensiones no fueron sostenidas exclusivamente por anarquistas, es innegable que el carácter ácrata de la lucha ha estado presente. Es este carácter que busca otras formas de “hacer” -tanto en la lucha como en proyectualidades de vidas- donde no hay ningún tipo de lugar para constituciones y pactos.

A no perder la experiencia ganada

El falacioso y repudiable argumento de lxs defensorxs del “apruebo” de que hay que “desbordar las instituciones desde las institución misma” solo son un reflejo del engaño y la paradoja a la que apuntan. Un verdadero camino de liberación debe siempre apostar a la negación de las instituciones que se han forjado para reproducir un mundo de control, dominación y explotación. En este sentido, es importante resaltar las experiencias de conciencia y organización que se vivieron tras la revuelta de octubre ya que de alguna manera surgen como una forma de poner en entredicho la institucionalidad existente. Sin duda, el rechazo a toda la clase política (sin excepción) es un reflejo de esto, da cuenta que mucha gente percibió como obsoleta la función nefasta de estos iluminados que rasgan vestiduras en su discursillo de la búsqueda del bien común y que en el fondo solo anhelan el beneficio de sus intereses sectoriales Esto ha permitido avanzar en un camino, sin duda de forma aún incipiente, a formas más autónomas de organización. Dentro de estas experiencias, la consolidación de organizaciones territoriales, que no solo se expresan en las asambleas territoriales, son un claro reflejo del terreno ganado tras la revuelta, donde diferentes formas e iniciativas de acción han buscado desmarcarse de una institucionalidad centralista.

Otro terreno crucial en el cual se ha avanzado de forma categórica ha sido que a partir del 18 de octubre se entendió de forma amplia que solo a través del uso de la violencia es posible poner en jaque la realidad que se nos ha impuesto; que es legítimo el ejercicio de la violencia como una herramienta que puede hacer temblar los cimientos en los que se ha erigido este mundo de dominación; que lxs rebeldes tras las capuchas, hoy la llamada, por algunxs, primera línea, han sido, son y serán protagonistas de la ofensiva que busca romper con lo existente.

Todo proceso institucional que se nos quiera imponer, llámese plebiscito, proceso constituyente o elecciones, en última instancia buscarán mermar la experiencia ganada a partir de la revuelta, buscarán recomponer una servidumbre voluntaria que ha sido cuestionada de forma clara y categórica en este último tiempo, ante lo cual solo nos queda seguir robusteciendo las prácticas y tensiones contra todo poder y autoridad.

SOBRE LA CONSTITUCIÓN Y SUS IMPLICANCIAS.

La Constitución es el marco legal que regula el funcionamiento de la sociedad, es, como se dice de forma reiterada, el manual de convivencia que determina lo que se puede o no hacer. Ya sea elaborada por una persona, por un consejo de expertos, por el congreso o por una asamblea ciudadana, la Constitución es un documento que pretende abarcar cada aspecto y dimensión de la sociedad, a la cual entiende como un todo homogéneo. Incluso aunque contemple grados de diversidad y autonomía para ciertos territorios dentro del Estado como puede ser el reconocimiento de la plurinacionalidad, es la encargada de fijar los criterios generales, constituyendo la base de la articulación estatal.

El Estado, sea del tipo que sea, requiere de una Constitución para ejercer su poder en la medida que es el fundamento y respaldo de su accionar. De más esta decir que viéndose amenazado, el Estado, como ha quedado demostrado, no tienes problemas en pasar por alto la Constitución si ésta resulta ser un impedimento para llevar a cabo medidas represivas o de exterminio que aseguren su supervivencia. No obstante, por lo general, las constituciones contemplan la labor represiva del Estado, por lo que solo basta echar mano de algún artículo para justificar y validar masacres y asesinatos.

ESTADO, PUEBLO Y CONSTITUCIÓN

Como se apuntó, la Constitución es elaborada para el funcionamiento de la sociedad entendida como un conjunto, como un organismo vivo que divide sus funciones para desarrollarse y salir adelante. La sociedad, en definitiva, es una institución en la medida que pasa de determinar y controlar la vida de los individuos que la componen, situándose por sobre estos, a quienes les coarta su iniciativa y voluntad. El todo pasa a cobrar más importancia que sus partes y adquiere vida propia e independiente que necesita de un orden para funcionar. Ese orden que supuestamente otorgaría armonía al conjunto, no es más que el sistema opresor encargado de vigilar, controlar y reprimir cualquier atisbo de desobediencia o conducta que salga del marco establecido. Al estar ideado y planificado para toda la sociedad, el orden requiere de un poder centralizado que lo lleve a cabo, el cual se erige como una figura sagrada que, por lo tanto, adquiere características trascendentales. Dicha institución es el Estado.

Creemos innecesario exponer en este breve documento todas las críticas y los argumentos que fundamentan nuestra aversión hacia el Estado, sin embargo resulta importante señalar que lo entendemos mucho más allá que ser el encargado de velar por el orden público y la vigilancia, cual gendarme que custodia los intereses de los capitalistas. Su labor y alcances son bastantes más extensos y complejos, abarcando prácticamente la totalidad del comportamiento individual y colectivo de quienes viven bajo su influencia. En cada conducta delegacionista, paternalista y/o autoritaria, entre otras muchas más, podemos ver la presencia innegable del Estado naturalizada con el paso de los años.

El Estado necesariamente debe dotarse de instrumentos que lo sustenten, instrumentos que también adquieren connotaciones sagradas que les otorgan la calidad de incuestionables. Dentro de éstos se encuentra la Constitución, la cual sería fruto de la “voluntad del pueblo”.

Ahora bien, ¿qué es el pueblo? ¿es la mayoría de la sociedad que se pone de acuerdo en algo? ¿es la opinión de uno u otro partido político?. La definición de dicho concepto nunca queda clara y siempre es utilizado para justificar alguna decisión o acción de algún sector político que se arroja el derecho a su representación.

Al igual que el concepto de “Dios” o “Estado”, el “Pueblo” corresponde a una abstracción alejada de la realidad. Es un término o idea que se ha instalado y validado en el imaginario colectivo como un conjunto homogéneo que de ser analizado y desgranado salen a relucir de inmediato sus inconsistencias.

Entonces, la Constitución emanada de la voz del pueblo viene a validar y servir de soporte al Estado, figura sagrada por excelencia. De ahí la importancia de la Constitución. Es, al igual que las tablas de la ley con sus 10 mandamientos, el dictamen impuesto por una entidad superior – en este caso el pueblo soberano – que deberá ser ejercido y ejecutado por un poder centralizado: el Estado.

Así, el Estado y la Constitución son inseparables. No se entiende el uno sin el otro, y, como señalamos anteriormente, aunque el Estado sea plurinacional, dicha particularidad tendrá que estar especificada y permitida en una carta fundamental.

PROYECCIONES

Luego de las franjas, las papeletas, los constituyentes y su nueva constitución.

Sabemos que las ilusiones no cesarán luego del plebiscito del 25 de octubre, sino se intensificarán en las nuevas etapas de lo que se ha denominado como “proceso constituyente”. Nuevos paraísos terrenales ofrecerán para la elección de constituyentes, y luego para validar la redacción de la carta magna. Cual repetida campaña presidencial las promesas abundan con la tonada de que es efectivamente el cambio en la constitución el que tendría la capacidad transformadora de nuestra realidad.

El espejismo juega con la propia limitancia de este mundo: La única forma de ser libre es cambiar el estilo de las cadenas, su color, el tamaño y forma de sus eslavones. Nuestra realidad y orden social solo estaría constituido por aquel conjunto de reglas, por lo que nuestra máxima aspiración es reescribirlas, modificarlas o incluso refundarlas. ¿Libertad?¿El fin de la opresión? Imposible, mejor luchar por nuevas leyes, nunca pensar en destruir este orden completamente, ni sus instituciones y relaciones.

En la constante lucha por la libertad, somos descarados y ambiciosxs: Apostamos por la liberación plena, por la destrucción del Estado y, por lo tanto, de su Constitución entendida como uno de sus principales instrumentos de control y opresión. Aún siendo emanada por alguna asamblea ciudadana o por un otra entidad más o menos representativa, su indivisibilidad con el Estado es incuestionable, constituyendo uno de los elementos principales de su perpetuación. Defender la constitución es defender al Estado, refundar la constitución es refundar al Estado.

La libertad no vendrá de algún nuevo conjunto normativo ni de nuevas leyes, eso no solo lo sabemos, sino que nos lo repite la historia de forma incansable. No se trata de que solamente el proceso constituyente sea una estafa, se encuentre “mal” diseñado o este consensuado y manchado de sangre, mutilados, huesos rotos, agendas represivas y presxs tras el llamado acuerdo por la paz social, que le dio origen. La Nueva Constitución forja un armatoste para reforzar la unidad y un pacto social, amarrando a todos los individuos a sus leyes y a una legalidad determinada, la cual refuerza el conjunto social, conjunto que es contrario y elimina toda individualidad y su capacidad de liberarse de la opresión.

“Los derechos” suenan como algún logro posible dentro del sistema, pero aquello no es más que la comida que el amo da al esclavo. ¿Queremos mejores condiciones de esclavitud o arrojarnos para abolir de una vez por toda la explotación y opresión? Octubre del 2019 abrió una grieta en el muro de los poderosos, una trizadura en sus relaciones y mundo que debemos profundizar si queremos aventurarnos a vivir de verdad. La posibilidad de arrancar de esta realidad de explotación, opresión, trabajo asalariado, mercancías, fronteras y cárceles se encuentra precisamente ahí. Arrancar para adelante al desconocido camino de la libertad. Cuando podemos soñar y alcanzar todo, destruir todas las estructuras de dominación, algunos quieren repintar sus murallas, remodelar sus oficinas, hacerlas más amigables, remodelar las cerámicas y cañerías de los hornos crematorios.

¿QUÉ CONTEMPLA Y QUE NO LA NUEVA CONSTITUCIÓN?

Una Nueva Constitución, con diversidad y colores o con los grises trajes significa un nuevo pacto para el Estado, una nueva legitimidad para nuestros opresores, revalidar las balas policiales, el orden del dominio y su opresión.

Lejos de los jingles musicales y caras coloridas, el proceso trae nuevas cárceles, nuevas leyes, policías, rejas, explotación, depredación medioambiental, aburrimiento y la acostumbrada monotonía del capitalismo. Algunos dirán que se buscará limitar o incluso sancionar los “abusos”, una nueva fantasía ofrecida por lxs opresores: Es el poder, el Estado en si mismo el que trae en su esencia la relación de dominación. El Estado y su constitución los completos enemigos de la libertad.

¿Qué elementos quedan afuera de la nueva constitución? Como lo hemos señalado en reiteradas ocasiones, esta reformulación no contemplará el fin de la asfixiante realidad de opresión, sino que la fortalece dándole nuevas coartadas de legitimidad. Lxs compañerxs en prisión seguirán en las cárceles, los carros blindados de la policía no se marcharan, la dictadura del trabajo asalariado permanecerá intacta al igual que el mundo de las mercancías y las relaciones de autoridad.

Al canalizar la revuelta a un terreno institucional, esta inmediatamente se encuadra en sus límites, los refuerza, los fortifica y los vuelve a legitimar. Claro está, quien lo cuestione o no acepte someterse al juego democrático, recibirá toda brutalidad del Estado con sus viejas y nuevas constituciones.

¿QUÉ PROPONEMOS? ¿QUÉ VIENE? ¿HAY SALIDAS AL “MAL MENOR”?

Un acuerdo para legitimar a nuestros opresores, un nuevo pacto y paz social fue la desesperada salida que toda la clase política, la elite empresarial y la casta de los poderosos se fijaron en un acuerdo básico: Hay que salvar las instituciones y al Estado como sea.

Las posibilidades de una insurrección o incluso una revolución estaban al alcance de la mano en aquel octubre, pero lo que vemos ad portas del plebiscito no es una nueva discusión, sino una bastante antigua y repetida durante la década de los 70, luego a finales de la dictadura y ahora el 2020. Hoy volvemos a enfrentarla: ¿Vía institucional o insurreccional?

Algunos levantaran un relato idílico que muestra ambos caminos como formas diferentes para un mismo fin, lo cierto es que aun cuando en ocasiones se hayan utilizado métodos insurreccionales para refundar institucionalidades, en una revuelta desbocada como la comenzada en octubre, existen fines completamente antagónicos.

Hoy como en aquella primavera, nos seguimos encontrando en aquel dilema: ¿o vamos por todo, o destruimos completamente la institucionalidad y su mundo para construir y crear nuevas posibilidades o nos volvemos a enfrascar en sus limitaciones, mejoradas, adornando con flores los alambres de púas? Optar por el mal menor, optar por “la pequeña mejora” es optar por el mundo del Estado y la opresión.

Ante nuestra completa oposición al plebiscito y a todas las constituciones ¿Que podemos proponer? Nuestra afirmación es que sabemos exactamente lo que traerá el proceso constituyente, detalles más o menos. Sabemos en qué termina y sabemos cómo es el mundo del orden, del domino, del Estado, del capital y el patriarcado, lo conocemos perfectamente.

En este sentido, nuestra apuesta – que va de la mano con la destrucción del Estado – es por la desintegración de la sociedad y por la formación de comunidades autónomas en lucha. No pretendemos sentar las bases o señalar cómo sería un mundo sin Estado ni autoridad, por cuanto dichas especulaciones corresponden a ensoñaciones que solo tiene el propósito de engañar y establecer certezas como lo hacen religiones y partidos políticos. Sin embargo, creemos necesario caminar y experimentar desde formas de relacionarnos que tengan a la libertad individual como centro y que contemplen la confrontación permanente contra la autoridad como práctica indispensable.

Las comunidades autónomas en lucha, al ser la negación de la lógica totalizante de la sociedad, quiebran de raíz con la Constitución, destrozándola desde el momento en que optan por una autonomía contraria a cualquier amarra del Estado.

Así, la lucha por la apropiación de nuestras vidas implica necesariamente alejarnos y combatir cada instrumento y expresión del Estado, construyendo caminos que, sobre la marcha y en la lucha, generen espacios de autonomía y libertad.

A “lxs compañerxs” que vayan a votar, quienes coquetean con ideas anárquicas y se lanzan rabiosos a defender la nueva constitución, los rituales de la democracia, la delegación y votación. Solo nos queda recordar su inminente complicidad con los futuros asesinatos, los encierros, la represión y la miseria de vida que se mantendrá si no apostamos por la completa destrucción del Poder, el Estado y toda autoridad.

Contra el plebiscito y su acuerdo por la paz social, contra todas las leyes y constituciones
¡Que la revuelta destruya el Estado y toda institucionalidad para abrir caminos de liberación!

-Algunxs persistentes antiautoritarixs-

(México) Consecuencias inesperadas de la anarquia frente al feminismo en Méxicofe

Frente Ni Una Menos anuncia salida de ocupación en CNDH ...

Consecuencias inesperadas de la anarquia frente al feminismo en México – PDF con fotografías de referencia y notas al pie

La multiplicidad de formas que en las últimas décadas han tomado los anarquismos, nos lleva a replantear  las  tendencias  y  estrategias  que  están  reconfigurándose  o  emergiendo  dentro  de  estos y de su influencia en otras luchas. Aquí,  se  vuelve  necesario distinguir, un principio que se  mantiene  en  los  anarquismos  y,  que  les  mantiene  fuera  de  la  fauna  liberal  o  de  izquierda  que se asume como ácrata. Tal principio lo pudiésemos definir como una ética que, deviene en una   afrenta   a   cualquier   forma   de   poder   jerárquico,   construida   desde   lo   común   en   la   individualidad. Por lo tanto, entender hoy en día al anarquismo como una ideología sería una miopía que lleva a concebir aberraciones como el “anarcocapitalismo” o al entendimiento del zapatismo  y  de  muchas  formas  de  feminismo  como  anarquistas.  Pensado  en  estos  últimos,  valdría la pena recordar a Emma Goldman quien despotricó    contra las mujeres sufragistas de su  época  (primera  ola  del  feminismo),  bajo  el  entendido  de  que  la  libertad  no  se  podría  alcanzar  en  las  urnas.  Hoy  día  los  feminismos  son  tan  diversos,  los  hay  reformistas  con  simpatía por el Estado, con visiones autoritarias y esencialistas sobre el cuerpo, así como otros totalmente liberales, unidos bajo el manto de la ausencia de una crítica contundente  contra el poder, pero también dentro de ellos hay algunos que se articulan bajo una ética anarquista.

Breve cronología del movimiento

 

Las  movilizaciones  feministas  en  diferentes  partes  del  mundo  se  han  agudizado,  en  América  Latina, se han hecho más evidentes tras la irrupción de la denominada “marea verde” que, en 2018 pedía la despenalización del aborto en Argentina. En México, su influencia se hizo notar rápidamente. Las marchas y los performance feministas (como “un violador en tu camino” [2]) se volvieron  tendencia  en  redes  sociales  y  espacios  públicos.  En  centros  de  trabajo,  en  centros  educativos,  dentro  de  instituciones  e  incluso  dentro  de  espacios  izquierdistas  o  anarquistas,  emergiendo la denuncia anónima como herramienta política, para exponer cualquier forma de agresión entendida como “violencia de género”. Hecho que hizo endeble los posicionamientos de  anarquistas,  pues  algunas  veces  se  llegó  a  recurrir  a  la  justicia  del  Estado  para  arremeter  contra los agresores e incluso muchos de estos, se volvieron ávidos legitimadores del proceso de   justicia   exigiendo   pruebas   o   demandas   oficiales   para   reconocer   o   no,   su   agresión.   Mermando  la  posibilidad,  de  pensar  o  crear  vías  para  dar  resolución  a  estos  procesos  sin  la  necesidad del Estado.

Bajo este contexto, es que ahora vemos una vinculación bastante estrecha entre anarquismos y feminismos, no podemos determinar que posturas, colectivos o individualidades se deben de reconocer  como  anarcofeministas,  pues  se  encuentran  en  un  proceso  de  consolidación  y  reformulación  constante.  El  16  de  agosto  de  2019  en  la  Ciudad  de  México  se  convocó  a  una  movilización por parte de diferentes grupos, colectivos y colectivas para pedir justicia por una joven  que  fue  violada  por  policías,  la  cual  terminó  con  una  insurrección de  mujeres  que  vandalizó inmobiliario público y con la quema de una estación de policía.

 

En  ella,  el  Estado  hizo  gala  de  una  represión  con  “enfoque  de  género”  propia  de  la  agenda  progresista que mantiene. En los primeros días de julio de 2020 se montó un plantón frente al palacio  nacional  por  parte  de  los  familiares  de  mujeres  asesinadas  que  no  han  encontrado  justicia  en  las  instancias  correspondientes.  En  plena  pandemia  los  casos  de  feminicidio  y  de  violencia  intrafamiliar  aumentaron,  ante  esto,  el  presidente  se  mantuvo  con  una  actitud  machista y conservadora negando estos hechos de manera rotunda y promocionando la venta de  boletos  de  la  rifa  del  avión  presidencial,  como  era  de  esperarse  diversos  sectores  se  sintieron agravados. Así pues, a un año de la quema de la estación de policías un bloque negro de  menos  de  200  mujeres  se  manifestó  nuevamente  el  16  de  agosto,  siendo  cobijadas  por  el  calor de 1600 granaderas quienes arremetieron contra ellas de manera sutil. Eventualmente el plantón  frente  al  palacio  nacional  se  retiró,  pues  estuvo  bajo  un  constante  hostigamiento  de  las autoridades además de que las inclemencias del tiempo no ayudaron.

 

El  2  de  septiembre  de  este  mismo  año  en  las  oficinas  de  la  Comisión  Nacional  de  Derechos  Humanos (CNDH) ubicada en el centro histórico a unas cuadras del palacio nacional, se dio cita María  Isela  Valdez  quien  se  había  arrodillado  ante  el  presidente  para  pedirle  justicia  por  la  desaparición de su hijo en 2014. En esta ocasión, María Isela junto con Marcela Alemán y Silvia Castillo,   madres   de   una   niña   víctima   de   violación   sexual   y   de   un   joven   asesinado,   respectivamente,  se  presentaron  ante  Rosario  Piedra  titular  actual  de  la  CNDH,  quien  no  les  atendió  por  no  traer  bien  formulada  su  carpeta  de  investigación.  Ante  esta  negativa,  Silvia  amenazó con suicidarse y Marcela decidido encadenarse a la silla.

 

Rosario Piedra,  la CNDH y los tentáculos del poder

 

hora  bien,  ¿Quién  es  Rosario  Piedra?,  ella  es  hija  de  la  activista  Rosario  Ibarra una  de  las  primeras  madres  en  emprender  la  búsqueda  de  su  hijo,  Jesús  Piedra,  quien  fue  detenido  en  1974 por  estar  vinculado  supuestamente  en  un  asesinato  perpetrado  por   la  “Liga  comunista  23  de  septiembre” [3].  Desde  entonces  a  la  fecha,  ha  encabezado  una  búsqueda  por  su  hijo,  fundando  el  Comité  Pro  Defensa  de  Presos,  Perseguidos,  Desaparecidos  y  Exiliados  Políticos  (Comité  ¡Eureka!).  Actualmente  la  hermana  de  Jesús  Piedra  se  encuentra  como  titular  del  organismo  que  supuestamente  procura  se  respeten  los  derechos  humanos,  ungida  por  la mano del presidente, es que llega a este puesto. Ante esto, debemos de preguntarnos ¿Cómo el  dolor  de  la  pérdida  de  un  hermano  en  manos  del  Estado  se  trasforma  en  el  deseo  de  un  puesto de gobierno? Si bien, se nos podrá increpar diciéndonos que busca una mejoría social esperando que su  dolor  no  se  repita  en  alguien  más,  esta  mejoría  jamás  saldrá  de  los  parámetros  que  le  convengan  al  Estado  o  a  las  manos  del  capital,  por  lo  tanto,  no  podemos  esperar más que, una buena administración y gestión sobre nuestras vidas por parte de ellxs. Como  anarquistas,  ningún  funcionario  público  o  gobierno  nos  podrá  ofrecer  la  libertad  que  anhelamos y mucho menos la justicia que aclamamos.

 

La Okupa “Ni una Menos” una aguja en el corazón del Estado

 

Tras  el  encadenamiento  de  Marcela  Alemán,  fueron  llegando  a  las  instalaciones  de  la  CNDH  feministas  a  apoyarla  hasta  que  el  día  4  diversas  colectivas  entraron  y  tomaron  el  edificio  proclamándolo  como  una  “Okupa”,  más  adelante  las  primeras  mujeres  que  iniciaron  la  protesta  se  retiraron  de  las  instalaciones.  En  los  días  posteriores  renombraron  el  lugar  llamándolo  “Okupa  ni  una  menos”,  interviniendo  las  paredes  y  las  pinturas  de  personajes  históricos como Francisco I. Madero o Morelos, hecho que enardeció al presidente.

 

Este  hecho  alentó  a  más  mujeres  a  que  accionaran  contra  otras  instalaciones  de  la  CNDH  en  otros  estados.  Una  de  ellas  fue  la  toma  de  la  sede  de  la  Comisión  de  Derechos  Humanos  del  Estado  de  México  (CODHEM)  en  Ecatepec  el  10    de  septiembre,  buscando  repetir  la  acción  llegaron a irrumpir a las instalaciones, sin embargo, en la madrugada del día siguiente llego la policía  a  sacarlas  del  espacio  de  forma  violenta  y  en  vehículos  no  oficiales,  llevándoselas  detenidas [4. Ante estos hechos, la Okupa Ni una Menos se pronunció repudiando la actuación del  gobierno,  por  otra  parte,  algunas  individualidades  decidieron  ir  a  las  instalaciones  ese  mismo día para vandalizarla y terminar quemándola.

 

Bajo  esta  coyuntura  el  sábado  12  un  grupo  de  mujeres  encapuchadas  toman  la  estación  del  metro chabacano, exigiendo el cese al hostigamiento policial a los vendedores informales que hacen entregas en el metro de sus productos [5].

 

El  14  de  septiembre  la  “Manada  Periferia”  realiza  una  acción  en  un  puente  peatonal  en  Valle  de Aragón, Nezahualcóyotl, Estado de México. A la par, en la Okupa Ni Una Menos se realiza la “Antigrita”  con  un  programa  artístico  cultural  y  un  mitin  con  algunas  madres  agraviadas,  en  este  evento  la  señora  Yesenia  Zamudio  quien  encabeza  el  frente  “ni  una  menos”  se  muestra autoritaria y al día siguiente se hacen públicas algunas fricciones que posteriormente llevaron a una ruptura interna entre las facciones dentro de la toma. Una de ellas, denominada “Okupa Bloque Negro [6]” fue quien se deslindó principalmente de Zamudio por dar nombres de algunas nompañeras exponiendo su integridad y por el señalamiento de un mal uso del dinero que se ha recolectado y, respaldando a Erika Martínez madre de una niña de 7 años que fue violada. Y aunque pareciera una decaída del proceso, en la madrugada del 18 manifestante tomaron las entradas  de  Ciudad  Universitaria  e  incendiaron Inmobiliario  del  lugar,  dañando  dos  vehículos  de  vigilancia  y  realizaron  pintas  en  respuesta  por  la  detención  de  Elis  Hernández  quien  fue  detenida  en  abril  pasado  por  su  supuesta  participación  en  la  quema  de  un  edificio  de  la  FES  Acatlán  (actualmente  ya  fue  dejada  en  libertad).  A  la  fecha,  la  Okupa  “Ni  una  menos”  se  encuentra  aparentemente  afianzada,  siendo  habitada  por  mujeres,  niñxs  y  algunas  personas  de  la  tercera  edad.  A  lo  largo  de  este  mes,  se  han  mantenido  abierto  el  espacio  a  público  en  general  ofreciendo  talleres  diversos  y  realizando  eventos  como  “la  mercadita”  (donde  las  mujeres pueden vender productos varios), pero manteniendo un posicionamiento separatista.

 

Represión policial bajo el seno de las Ateneas

 

El 27 de este mismo mes, en una marcha que no reunía a más de cincuenta mujeres salidas de la Okupa ni una menos, con motivo por la despenalización del aborto en el país, varias decenas de  mujeres  granaderas  principalmente,  las  encapsularon  por  al  menos  un  par  de  horas,  para  que finalmente fueran replegadas hasta la Okupa. Cabe señalar, que varias cuadras de la zona del centro de la Ciudad de México se encuentran amuralladas y protegidas por escuadrones de policías  en  diversos  puntos,  esto  debido  a  las  movilizaciones  que  se  esperaban  por  la  conmemoración de lo acontecido en Ayotzinapa hace 6 años y del 2 de octubre. Desde el 2019 la llamada de granaderas por parte del Estado para contener o amedrentar a las movilizaciones feministas,  se  ha  vuelto  una  estrategia  sutil  para  apaciguar  a  los  ojos  de  la  ciudadanía  la  represión que se mantiene principalmente sobre las mujeres.

 

Para  ello,  en  la  capital  del  país  se  encuentra  la  agrupación  Atenea,  perteneciente  a  la  Secretaría  de  Seguridad  Ciudadana  (SSC)  encabezada  por  Itzania  Otero,  quienes  han  sido  las  encargadas  de  tomar  la  batuta  a  la  hora  de  hacer  frente  a  las  protestas  de  mujeres,  siempre acompañadas de policías hombres, que se encuentran detrás de ellas a forma de refuerzo. En otros  estados,  esta  misma  estrategia  se  comienza  a  observar,  se  tendría  que  ser  bastante  ingenux  para  pensar  que  una  mujer  policía  es  un  mal  menor,  sin  embargo,  incluso  dentro  de las  propias  movilizaciones  hay  quienes  ven  con  buenos  ojos  que el  garrote  se  empuñado  por  una mujer y no por un hombre.

 

En  la  jornada  llevada  a  cabo  al  siguiente  día,  por  el  Día  de  Acción  Global  para  el  Acceso  al  Aborto Legal y Seguro, se vio opacada por el circo mediático montado por los medios oficiales por el altercado entre manifestantes y las Ateneas, pues un medio presentó la imagen de una mujer  de  este  agrupamiento  llorando.  En  lo  dicho  por  las  autoridades  este  destacamento  no  utiliza gas lacrimógeno ni otros medios para la contención de las manifestaciones, no obstante, en   decenas   de   fotos   se   ve   como   lo   utilizan,   además   del   testimonio   de   las   propias   manifestantes.  Así  pues,  esta  Atenea  se  encuentra  llorando  como  resultado  del  propio  gas  lanzado por sus compañeras y no por haber sido agredida por una feminista.

 

Replicas en otros estados

 

El 5 de septiembre alrededor de 40 mujeres que protestaban fueron detenidas en el estado de Chihuahua,  mientras  se  manifestaban  pacíficamente.   El día  10  del  mismo  mes,  mujeres feministas tomaron y vandalizaron la sede de la CNDH en Michoacán en apoyo a las colectivas de  la  CDMX,  ese  mismo  día  en  Tabasco  y  Aguascalientes  se  hicieron  tomas  simbólicas  en  las  sedes  de  la  CNDH,  de  igual  forma,  en  Puebla  se  manifestaron  afuera  de  la  sede  de  este  organismo.  Al  día  siguiente  mujeres  toman  las  instalaciones  de  la  CNDH  en  el  puerto  de  Veracruz  en  apoyo  a  la  Okupa  Ni  Una  Menos.  El  13  de  septiembre  en  Monterrey   se   manifestaron  en  las  instancias  de  la  Comisión  Estatal  de  Derechos  Humanos  (CEDH). A la  par, de la antigrita en la capital del país en Tijuana se realizó un evento similar en el Centro Cultural de   Tijuana   (CECUT)   donde   se   manifestaron   y   pintaron   consignas.    Un  día  después   en Guadalajara  fue  convocada  una  concentración  y  realizar  una  Antigrita  en  la  Rotonda  de  los  Jaliscienses Ilustres. Finalmente, en la madrugada del 18 en la ciudad de Xalapa se vandalizó elInstituto Veracruzano de las Mujeres. A la fecha se han registrado más actos de esta índole en más punto del país.

 

Rutas a la deriva: Anarquismos,  feminismos o anarcofeminismos

 

La influencia de las diferentes corrientes del anarquismo en el siglo XXI, se han hecho notar en diferentes  procesos  y  movilizaciones  sociales,  lo  cual  no  quiere  decir  necesariamente  queestos, sean por antonomasia anarquistas. David Graeber, el “antropólogo anarquista” fallecido a  principios  del  mes  de  septiembre,  comentaba  esto  mismo,  sin  tomar  en  cuenta  el  lado  contrario,  las  posturas  e  influencias  de  los  movimientos  que  articulaban  dentro  de  su repertorio de actuaciones estrategias anarquistas. En consecuencia, es necesario no perder de vista este punto, pues diferentes grupos sociales de la izquierda progresista, se han apropiado tanto  de  discursos,  prácticas  e  incluso  de  una  estética  ácrata,  sin  en  verdad  formular  y  proponer algo concreto contra el poder, siendo que su intensión real es formar parte de este. Generando  un  pseudoanarquismo,  falto  de  un  ethos  antiautoritario  que  en  aras  de  una  pretendida   transformación   revolucionaria   genere   concesiones   al   poder   a   través   de   la   institucionalización  de  las  demandas  y  la  canalización  de  la  rabia  al  patíbulo  de  la  legalidad,  extendiendo las arcas del Estado y criminalizando a quien trascienda su lógica.

 

Partiendo  de  esto,  en  las  movilizaciones  feministas  en  México  se  han  vestido  de  negro  con  pañuelo  verde  o  morado,  exigiendo  derechos  y  clamando  justicia.  Muchxs  le  dan  a  este  proceso  una  lectura  anarquista  y,  si  bien,  hay  una  influencia  directa  de  ideas  anarquistas  también  hay  ideas  ciudadanas.  El  clamor  por  ver  a  mujeres  enfrentándose  a  las  Ateneas  no  debe  volvernxs  ciegxs  a  lo  que  ocurre.  Por  otro  lado,  la  historia  del  anarquismo  nos  muestra  como  anarquistas  de  diferentes  momentos  y  latitudes,  se  han  vinculado  a  movilizaciones  sociales  que  carecen  de  idéalas  anarquistas.  Aquí  nos  encontramos  con  una  apuesta  en  común,  la  mejoría  del  individuo  dentro  de  un  estado  de  opresión  y,  aquí  mismo,  es  donde  reside  una  diferencia  fundamental,  cómo  llevarlo  a  cabo:  siguiendo  los  parámetros  de  la  civilidad y jurídicos de la época o desafiándolos y asumiendo los riesgos, no pidiendo migajas, sino  arrebatándole  a  lxs  detentorxs  del  poder  su  paz.  Entonces  la  pregunta  sería  ¿Cuáles  son  los parámetros en que buscamos esas mejorías? ¿No es acaso que esas mejorías servirán para mantenernos felices dentro de los marcos del dominio?

 

En  pleno  siglo  XXI,  es  claro  que  muchxs  anarquistas  se  han  vinculado  a  procesos  de  corte  ciudadano,  pero  ¿Por  qué  ocurre  esto?  Y  ¿Por  qué  lxs  anarquistas  gustan  de  accionar  en  procesos   reformistas?,   tales   respuestas   son   complejas,   pero   retomando   el   ejemplo   del   anarcosindicalismo [7], podemos decir que siempre como anarquistas buscaremos la libertad de alguna u otra forma, ya sea abandonando la vida que nos ofrecen o mejorando las condiciones de vida en donde nos encontramos, con lxs nuestrxs y a partir de nuestras afinidades, esto no es  tajante  pues  habrá  momentos  en  nuestras  vidas  donde  nos  inclinemos  más  hacia  un  lado,  según lo sintamos necesario. Ser estudiante, es un proceso por el cual muchxs anarquistas han atravesado,  momento  de  aprendizaje  o  pérdida  de  tiempo  para  algunxs,  en  el  sentido  de  la  puesta en acción de los idearios anarquistas; sumarse a un conflicto social, es una experiencia que  ha  servido  para  vitalizar  nuestros  posicionamientos,  replantearlos,  ajustarlos  o  quizá  olvidarlos.  Entonces,  ¿que  nos  dejan  las  movilizaciones  feministas  actuales?  ¿En  donde  las  ubicamos   y   sobre   todo   en   donde   nos   posicionan   a   nosotrxs,   como   anarquistas,   que descalificamos o aplaudimos sus luchas?

 

Quienes  conforman  el  Colectivo  Bloque  Negro,  se  encuentran  en  un  escenario  peligroso  que  podría vulnerar su autonomía y su perspectiva anti-autoritaria, pues  a  la  fecha  se  encuentran pidiendo  donaciones  de  todo  tipo,  pero  una  donación  económica  realizada  por  la  empresaria  Beatriz  Gasca  puede  poner  en  tela  de  juicio  su  calidad  como  anarquistas,  ya  que  esta  intervención    difumina  toda  la  crítica  al  poder  que  conllevan  los  anarquismos,  puesto  que  su  sororidad,  no  conlleva  a  confrontar  la  totalidad  del  régimen  de  dominación,  pues  incluso  la empresaria  pidió  a  la  Jefa  de  Gobierno  de  la  CDMX  Claudia  Sheimbaum  respondiera  a  las  demandas de las okupantes. [ ] No creemos necesario que aquí tengamos que explicar por qué una  empresaria  no  puede  ser  considerada  dentro  de  una  lucha  anarquista. Mientras  algunxs  salen de estos procesos sociales convencidxs de que nuestra propuesta más contundente es el conflicto  a  la  autoridad,  recreando  nuestras  vidas  en  esa  tesitura,  escapando  al  control  y  proyectando una alegría negadora, otrxs emprenden un viaje sin retorno en la nave estatal. Así veremos (y hemos visto) una y otra vez repetirse ejemplos, como el de Rosario Piedra, camino que Erika Martínez pudiese emprender sino abre bien los ojos o si sus conclusiones no logran concretar la ruptura anti estatal.

 

Si  como  anarquistas  no  somos  conscientes  de  los  límites  de  nuestras  intervenciones  sociales,  las  narrativas  que  no  buscan  una  ruptura  contra  el  poder  en  sí,  terminaran  por  señalarnos  e instrumentalizarnos. Esto   queda   muy   claro   con   la   narrativa   de   la   criminalización   y   estigmatización   del   aborto   clandestino   por   parte   de   importantes   sectores   feministas,      afirmando que esa “libertad” o “derecho” debe de ser practicado a través del Estado, bajo una rigurosa vigilancia con perspectiva de género, encaminando la defensa de la conquista a través de  vías  burocráticas,  asumiendo  a  priori  que  todo  aborto  fuera  del  marco  de  la  legalidad  “feminizada” no es deseable, es insalubre e inseguro hasta llegar al punto de volverlo de nueva cuenta  “ilegal”.  Desde  una  perspectiva  anarquista,  la  criminalización  debe  ser  combatida,  sea  ésta proyectada en forma positiva o negativa. Legal o ilegal, con o sin recursos del Estado (y lxs contribuyentes)  el  aborto  será  practicado  y  así  lo  defenderemos.  No  podemos  limpiarnos  el  sudor  de  la  frente  y  terminar  con  un  suspiro  vencedor  al  ver  legalizado  el  aborto,  ya  que  su  legalización está adscrita a las circunstancias político-sociales del momento, la cual en un abrir y   cerrar   de   ojos,   puede   desmoronarse   en   la   medida   que   las   posturas   patriarcales   y   conservadoras den frente a esto.

 

Es  por  ello,  que  es  importante  en  estas  aguas  revueltas  vislumbrar  la  manera  de  no  verse  atrapadxs en las redes de “lxs pescadores” del poder. La capacidad negadora, destructiva y de revuelta  de  las  movilizaciones  de  mujeres  (y  no  solo  en  las  movilizaciones,  sino  también  en  otro  tipo  de  intervenciones  como  las  parteras,  los  círculos  de  mujeres,  la  recuperación  de  la  medicina natural, etc.) son las que han puesto en jaque el sistema de valores patriarcales, es la tensión generada lo que molesta al poder. Convertir en un “hecho” más que en un “derecho” la libertad de elección en cualquier ámbito de la vida es una tarea que debe partir de nuestra cotidianidad,  la  solidaridad  entre  mujeres,  la  complicidad,  el  combate  al  machismo  y  la  violación   a   través   de   la   acción   directa      es   lo   que   en   realidad   transformará   nuestra   individualidad y  lo  que  hace  que  el  miedo  cambie  de  bando.  ¿Esto  quiere  decir  que  no  se  utilicen las clínicas de aborto del Estado? ¡No! Serán utilizadas con desfachatez y a necesidad,sin  agobio  por  la  eterna  contradicción  a  la  que  nos  somete  la  realidad,  sin  por  ello  asumir  el  proyecto estatal y capitalista, sin dejar de proyectar por los medios necesarios la autogestión de   nuestras   luchas   y   abandonando   la   búsqueda   del   consenso   social   generalizado.   El   capitalismo  nos  venderá  el  aborto  como  una  mercancía  más,  como  lo  ha  hecho  con  el  feminismo,  el  queer,  el  veganismo  y  una  larga  lista  de  posturas  y  actividades,  de  nosotrxs  depende que la navaja anárquica no pierda su filo.

 

¡Que el miedo cambie de bando!

¡Sin liderezas ni dirigentas!

¡Sin mundos rosas para camuflar la autoridad!

¡Seamos tan libres que ni su legalidad nos pueda controlar!

¡Seamos libres y salvajes!

 

México a 16 de octubre del 2020

Afinidades Conspirativas

PUBLICACIÓN: 325 N°12 – «CONTRA LA CUARTA Y QUINTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL» (ACN)

 

 

 

 

 

 

Presentando 56 páginas de anarquía anti-organización, insurrección y anti-civilización del siglo XXI. Una colección de textos y cartas críticas desde el punto de vista anarquista que examinan los nuevos cambios en la producción y el control social provocados por las nuevas tecnologías que están marcando el comienzo de un mundo carcelario totalizante y el avance de máquinas más inteligentes que las humanas.

CONTENIDO : 325#12

03. Editorial
04. Automatización, robótica y mano de obra en la 4ta y 5ta revoluciones industriales
08. Desde la revuelta a la insurrección – Extracto
09. Una pequeña crítica a la ciencia y su mundo
10. Mundo COVID-19: Las epidemias en la era del capitalismo
12. Las fracturas del Dominio
13. Ataques incendiarios coordinados contra antenas de retransmisión en Grenoble, Francia
14. La cuarta y quinta revoluciones industriales
17. La reproducción artificial de lo humano: El camino del transhumanismo
24. Psicología de la máquina: una ley de desaparición
26. Mirada oblicua
30. Teléfonos inteligentes, tonos, Capital
31. Sociedades sin dinero en efectivo y criptomonedas: fin de la era tradicional de la banca y las finanzas
34. Contribución a la reunión internacional contra las tecnociencias del anarquista encarcelado Dino Giagtzoglou
40. La sociedad cibernética y su mundo
52. Contra starlink
54. Espacio : parte 1
55. Pronto, cerca de tu casa
57. Cronología de acción directa

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¿Para quién trabajan los apasionados communards de nuestros días?

Escrito por Gustavo Rodríguez


Mayo del 68 y la Sociedad del Espectáculo, medio siglo después

Desde 1871 –año en que el «poeta maldito» escribiera esta misiva–, no era necesario ser “vidente” para ver lo evidente: las masas de trabajadores que combatían en las barricadas de París seguían trabajando. Aquella «huelga salvaje» frente a la autoridad de Versalles, era a su vez, un nuevo trabajo que producía nuevas obligaciones y les condenaba a perpetuar el trabajo in saecula saeculorum. Tan profunda reflexión, en pleno trance nigromante, probablemente incitó a Rimbaud a cuestionarse: ¿para quién trabajaban los apasionados communards? profetizando un sistema de dominación fundamentado en la democracia directa como eje de gestión político-social, que aseguraba la permanencia de la autoridad y la continuidad del trabajo.

Por eso su furibundo rechazo (¡nunca jamás!) al proceso de alienación humana, consciente que la liberación total «consiste en alcanzar lo desconocido»2 ; única vía de escape del mercado cultural al que estaba forzado a vender su «mercancía». Quizá por ello, para Bakunin –con su espíritu subversivo y su lujuriosa irreverencia– aquellos setenta y tantos días de insurrección generalizada fueron una fiesta interminable y no una agotadora jornada de construcción social; al igual que para las aguerridas pétroleuses que gozaron los fugaces instantes de la primavera de 1871 como una orgásmica apoteosis de fuego y sedición. Mientras que para Engels, aquél acontecimiento expresó el «más vivo ejemplo de la dictadura del proletariado», vislumbrando la futura utilidad de la masa trabajadora.
El slogan histórico de los marxianos («¡abolición del trabajo asalariado!»), aún retumba en estos días reiterado por propios y extraños –con lamentable aceptación en nuestras tiendas–, como si la miserable retribución económica de la explotación de nuestra fuerza física e intelectual fuera el problema, y no el trabajo en sí, olvidando la raíz del vocablo. Si bien una etimología no es la Verdad (con mayúscula) sino una alegoría que permitió en su momento describir una realidad específica constituyendo la visión de mundo en nuestra mente, es realmente revelador lo que representó en algún período de la historia el vocablo «trabajo».

Las palabras «trabajo» (en castellano), «travail» (francés), «trabalho» (portugués), «traballo» (gallego), «trabayu» (asturiano) y, «treball» (en catalán y valenciano), derivan del latín vulgar tripalium: un instrumento de tortura similar al cepo que consistía de «tres palos»» a los que se ataba a la persona que recibía el tormento. De ahí el significado de tripaliare: «tortura», «tormento» o «dolor provocado»3 .

Si etimológicamente la expresión «trabajo forzado» es una suerte de pleonasmo; bajo el enunciado «trabajo asalariado», queda al descubierto el sinsentido del término, a menos que se trate de entusiastas masoquistas que, consecuentemente, se nieguen a cobrar por ser torturados. Ya ni mencionar esos peculiares seres tan bien domesticados que aman el trabajo, superando con creces la narrativa de Von Sacher-Masoch, con perdón de todas y todos los amantes de infringirse dolor (a voluntad) con placenteros resultados, reconciliando la tensión entre placer y muerte en una profunda alteración del tiempo mismo4 .

No es obra del azar que las incursiones psicogeográficas de Debord –cuatro años antes de fundar la Internacional Situacionista–, concluyeran con un graffiti en las proximidades del Sena con la inscripción «NE TRAVAILLEZ JAMAIS!» (¡No trabajes jamás!), retomando el grito de guerra de Rimbaud, recargado por la intuición punzocortante de la negación dadaísta «contre tout el tous» (contra todo y todos) y la «guerra contra el trabajo» del movimiento surrealista. Tampoco es fruto de la casualidad que a finales de la década del setenta el compañero Alfredo Bonanno y los sectores anárquicos más aguerridos de Italia, centraran la lucha en la destrucción del trabajo tras la experiencia del mayo rampante de 1977, dándo rienda suelta a las tésis insurreccionales ante el inmovilismo anarcosindicalista y la degeneración del libertarismo de síntesis.

En contraste, los marxianos de todas las denominaciones –socialdemócratas, espartaquistas/luxemburguistas, consejistas, leninistas (trotskistas, stalinistas, maoístas y otras sub-especies), operaístas, autónomos, socialistas libertarios y, anarcosindicalistas–, posponen la destrucción del trabajo y la consiguiente destrucción de la economía, anteponiendo a este momento emancipador el programa de consolidación del poder obrero (comunista/anarquista), estimulando el desarrollo de las fuerzas productivas y limitándose a gestionar o «autogestionar» –en el caso de los sindicalistas libertarios y los consejistas– la economía, asegurando el desarrollo del Capital. De esta visión (corta de miras), no quedarían excentos ni los situacionistas. El propio Debord, se retractaría de aquel aguerrido graffiti, optando por impulsar la automatización industrial (primero) y, fomentar la «sociedad de Consejos» (después). Vaneigem, tampoco se despojaría de su ADN marxiano, inclinandose por los «Consejos Obreros» (primero) y, la autogestión generalizada (después).

Este enfoque miope, indudablemente obstruye la finalidad anárquica de demoler todo lo existente. Tal concepción, en lugar de poner fin a la llamada «contradicción fundamental» (capital-trabajo), destruyendo el trabajo y la economía y, como resultante el Capital, se plantea un falso dilema entre la gestión de la economía por la «burguesía» y la gestión/autogestión del «proletariado». De tal suerte, elige la forma sobre el contenido, dando paso a un «capitalismo autogestionado» (tal como sucedió en la revolución anarcosindicalista tras el golpe fascista de 1936) o imponiendo el «capitalismo de Estado» (Rusia 1917, China 1949, Cuba 1959, Nicaragua 1979…).

«Jeder nach seinen Fähigkeiten, jedem nach seinen Bedürfnissen» (De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades) es el aforismo que hace suyo San Charlie de Tréveris –tras plagear a Étienne Cabet y a Louis Blanc–anunciando el arribo de la «fase superior» del comunismo, una vez superado el principio rector de la «dictadura del proletariado» («A cada cual según su aporte» o, lo que es lo mismo «quien no trabaja no come»), período de tiempo indefinido donde, lejos de abolirse, la condición obrera se generaliza, exacerbando la explotación de los trabajadores en la producción eficiente de un «futuro mejor». Lo que en la práctica se traduce en más de lo mismo, es decir, en la continuación del Capital a través de medios pretendiadamente revolucionarios implementados en torno a la división entre dirigentes y ejecutantes.

¿Qué producen las revueltas contemporáneas? ¿Para quién trabajaban los apasionados communards de nuestros días? Probablemente, estas sean las preguntas generadoras iniciales que nos ayuden a formular nuevos cuestionamientos y a enlistar dudas, temores, reflexiones y propuestas, desenredando los hilos negros de nuestra historicidad. Así y sólo así, podremos entrelazar la nueva trama y la urdimbre de las luchas venideras. Ese tejido negro irá tomando el cuerpo polimorfo que le vayamos concediendo sin seguir viejos patrones. Ya no tendremos que continuar remendando aquel trapo arcaico que fuera confeccionado hace siglo y medio en la rueca y el telar. Aquel tejido tuvo su propio tiempo. Las nuevas tramas anárquicas solo podrán advenir de manera disruptiva, desde un ethos que reafirme la necesaria destrucción del trabajo y la potencia del fuego liberador. Continuar en la repetición y el estancamiento actual, podría remitirnos a la regresión histórica: la imposición del fascismo global (pardo y/o rojo).

Es preciso agudizar nuestros sentidos para saber distinguir los olores y avizorar el cocido. El aroma del fuego siempre nos indicará qué se está cocinando. No se trata de rechazar el platillo una vez que esté servido sino de interrumpir su cocción. El aroma azufrado de la combustión del petróleo y sus derivados, provoca una inconfundible sensación olfativa que incita cierto estado transitorio de euforia y nos expide, de forma inconsciente, una sucesión de imágenes asociadas que producen infinito placer: un cuartel en llamas, una prisión reducida a cenizas, un conglomerado de antenas calcinadas, una patrulla incinerada o un bello centro comercial carbonizado. Ese devenir-fuego –que ilumina la noche– provoca una conmoción liberadora que no puede propiciar ningún otro medio, ninguna máquina de guerra. Innova un gesto que hace perceptible la anarquía a través de las flamas de la devastación.

Gustavo Rodríguez
Planeta Tierra, 1º de septiembre 2020

(Extraído del folleto «El aroma del fuego: la rabia de la desesperanza en un mundo tripolar», septiembre, 2020.)


1. Rimbaud, Arthur, Iluminaciones, Cartas del vidente, Ediciones Hiperión, Madrid, 1995.

2. Id.

3. El vocablo «trabajo» tiene tres raíces europeas que han permitido el acomodo semántico del término en diferentes lenguas: Ergon en Griego, Laborare en Latín y, la olvidada Tripalium (también en latín pero con un origen mucho más lóbrego). En lengua inglesa, la palabra «work» está asociada a la raíz latina de la palabra Laborare que significa «labor», aunque su traducción literal sería «labor difícil», de ahí la expresión «labor de parto». Esta raíz latina es el origen de una variedad de palabras, incluyendo «colaborar» y «elaborar». Hannah Arendt, echa mano de esta raíz etimológica para justificar el trabajo, argumentando que tiene un rol en el «proceso de la fertilidad vital» (La Condición Humana, Paidós, Barcelona, 1993). En realidad, es evidente que sí existe una abismal diferencia entre los vocablos Tripalium y Laborare (o Ergon en griego) y, esta radica en la ancestral división social (y sexual) del trabajo con el arribo de la agricultura: un sector «destinado» a cumplir con la obligación dolorosa del trabajo (Tripalium), perdiendo toda libertad; y otro, «elegido» para la labor creadora (Laborare) en plena libertad.

En Europa, se tiene evidencia del uso punitivo del tripallium por lo menos hasta el año 578, mientras que en América se documenta el empleo de este instrumento de tortura en la década del ochenta del siglo XIX y, en Mauritania aún se utiliza para “disciplinar” esclavos y (particularmente) esclavas que se niegan a cumplir con las exigencias de sus amos a pesar de que la esclavitud fue abolida por ley en 1981.»

4. Freeman, Elizabeth, Time Binds: Queer Temporalities, Queer Histories, Duke University Press, Durham, 2010.

Las rebeliones de la miseria

Escrito por Gustavo Rodríguez


La era de Lucifer y La 3ra Guerra Mundial | CONEXION CON ...

«Todos los sistemas de control se basan en el binomio castigo-premio.
Cuando los castigos son desproporcionados a los premios
y cuando a los patrones ya no les quedan premios,
se producen las sublevaciones.»
1
Burroughs

En esta segunda década del siglo cada vez son más frecuentes las revueltas urbanas a lo largo y ancho de la geografía global, con sutiles variaciones en cuanto a su duración e intensidad. Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, Haití, Líbano, Cataluña, Ecuador, Bolivia, Sudán, Chile, Bielorusia y, ahora, Estados Unidos de Amérikkka, han sido sede de multitudinarias protestas ampliamente reseñadas en los medios de domesticación masiva. Como he señalado en otras ocasiones, éstas manifestaciones tienen motivaciones muy particulares que las explican; sin embargo, es indiscutible que todas poseen un vínculo intangible que funge como denominador común de la mayoría de estas movilizaciones: el hartazgo y la rabia de la desesperanza.

Lejos de la retórica izquierdista que insiste contra toda evidencia que «mientras haya miseria habrá rebelión», lo que en verdad ha motivado las rebeliones recientes no ha sido la «miseria» sino la conjunción del hartazgo y la desesperanza. Estos dos factores –que impulsan la añoranza por lo «malo conocido» y anhelan el retorno al Estado benefector, al capitalismo industrial y a la sociedad del trabajo–, son los causantes del malestar generalizado que ha desembocado en la revuelta global de nuestros días.

Resulta cada vez más axiomático que la «miseria» solo produce «miseria». Es decir, servidumbre, mendicidad e incluso, pérdida de toda dignidad. Tal como reza el proverbio: «el hambre es mala consejera». Es la madre de todos esos especímenes que se cuelgan un letrero al cuello que reza «Hago cualquier trabajo» (hasta para las SS, como nos recuerda George Steiner). Por eso, en lugar de crear rebeldes y refractarios, la miseria engendra enfermedad, desnutrición, mortalidad, miedo, explotación sexual, corrupción, soldados, policías, delatores y votantes: miseria humana. Razón por la que se enaltece la miseria desde la izquierda, sabedores que entre sus fauces se ceba el porvenir, o sea, se contabilizan los futuros votos. Solo hay que consignar algunos «premios» y, enunciar abracadabra: la carroña clientelar permanecerá garantizada por un período de tiempo relativamente prolongado, hasta que «ya no quedan premios» (Burroughs dixit) y vuelvan las sublevaciones.

Eso ya lo infería el célebre autor de Los Miserables, pavimentando su brillante carrera política de la mano de su exitosa carrera literaria. En el Libro Séptimo de su conocidísima novela, intitulado «El argot», el poeta y novelista remata:

«Desde el año 1789, el pueblo entero se dilata en el individuo sublimado; no hay pobre que, teniendo su derecho, no tenga su rayo luminoso; el más mísero y desvalido siente en sí la honradez de Francia; la dignidad del ciudadano es una armadura interior; el que es libre es escrupuloso; el que vota reina. De ahí la incorruptibilidad; de aquí el aborto de las desordenadas é insanas concupiscencias; de aquí los ojos bajados heroícamente ante las tentaciones».2

Víctor Hugo, después de aventarse un clavado en la profunda alberca de la miseria, otea su maravilloso potencial. Como bien señala Walter Benjamin:

«Fue el primer gran escritor que usó títulos colectivos en su obra: Les Misérables, Les travailleurs de la mer. La multitud significaba para él, casi en un sentido antiguo, la multitud de los clientes –esto es, sus lectores– y de sus masas de votantes».3

 

Ciertamente, la miseria ha avivado incontables revueltas en la historia pero, de manera infalible, han sido «pacificadas» con dosis proporcionales de garote (la neutralización por miedo), pan (la neutralización por subsidio4 ) y, circo (premios de consolación y reformas políticas). Justo, en la aplicación proporcional de estas raciones radica la culminación del conecepto «proletario», en referencia a los ciudadanos sin tierra carentes de trabajo que conformaban la clase más miserable de las ciudades romanas (proletarius), cuya única utilidad –para el Estado– era su capacidad de generar proles (descendencia/hijos).

Estas hordas de excluídos, fueron pacificadas con garrote, pan y circo y, empleadas como «mano represiva» (legionarios), engrosando las reservas de los ejércitos del Imperio. Tal reflexión, motivó a San Charlie de Tréveris –catorce siglos después– echar mano del término «proletario», aterrizando su única definición en una apretada nota a píe de página a lo largo de los copiosos folios de El Capital, donde delimita a priori todas las chapucerías de los marxianos contemporáneos que intentan, de manera arbitraria, subsumir dentro del concepto «proletario» las configuraciones identitarias más insólitas (pueblos originarios y afrodescendientes) tratando de subsanar las limitaciones racistas y las estrecheces economicistas de la visión marxiana.5

De payasos y profetas

A propósito del «pauperismo» o la miseria generalizada de las clases jornaleras, ya por allá de 1844-46, decía Proudhon citando a Antoine Eugène Buret6 :

«La descripción de la miseria de las clases jornaleras […], tiene algo de fantástico que oprime el corazón y espanta. Son escenas que la imaginación se resiste a creer, a pesar de los certificados y de los expedientes gubernativos. Esposos desnudos, ocultándose en el fondo de una alcoba sin amueblar, con sus hijos también desnudos; poblaciones enteras que no van el domingo a la iglesia por no tener ni harapos con que cubrirse; cadáveres insepultos durante ocho días por no haberle quedado al difunto un sudario en que amortajarle, ni dinero con que pagar el ataúd y al sepulturero, en tanto que el obispo goza de cuatrocientos o quinientos mil francos de renta; familias enteras amontonadas en miserables pocilgas, haciendo vida común con los cerdos, y ya en vida ganadas por la podredumbre, o habitando en agujeros como los albinos; octogenarios que duermen desnudos sobre desnudas tablas; la virgen y la prostituta expirando en medio de la misma desnudez e indigencia; en todas partes la desesperación, la consunción, el hambre, ¡el hambre!… ¡Y ese pueblo, que expía los crímenes de sus amos, no se subleva!»7 (subrayado mío).

Y sí, desde luego que el «pueblo» se ha sublevado infinidad de veces. Los «motines del pan», ocasionados por la privación de alimentos básicos, han sido la contestación de la prole a las hambrunas desde los albores de la civilización, dejando un nutrido registro de efímeras asonadas desde el siglo XIV al XX, con marcada frecuencia en los siglos XVII, XVIII y XIX8 . Como bien advierte Bakunin:

«Desde que existen sociedades políticas, las masas han estado siempre descontentas y han sido siempre míseras, porque todas las sociedades políticas, todos los Estados, republicanos lo mismo que monárquicos, desde el comienzo de la Historia hasta nuestros días, han sido fundados exclusivamente y siempre, solo con la diferencia de grado en la franqueza, sobre la miseria y el trabajo forzoso del proletariado. […] De ahí un eterno descontento. Pero este descontento raramente produjo revoluciones»9 .

Uno de los motines del hambre –característicos de la época preindustrial– del siglo XVII, de los que se tiene mayor documentación, fue el acontecido la primavera de 1652 en la ciudad de Córdoba en la región andaluza.10 Casi finalizando el siglo pero de este lado del Atlántico, tendría lugar otra algarada provocada por la miseria: el motín del hambre de 1692 de la Ciudad de México, también conocido como el «motín del pulque».11 En los siglos XVIII, XIX y XX, igualmente figuraron los motines engendrados por la miseria. Empero, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, estas revueltas serían aprovechadas eficazmente por los «putschiistas» devotos del coup d’État. La miseria comenzaría a parir revoluciones.

La carrera del «revolucionario profesional» empezó a dar frutos en el siglo XIX, consolidandose la estrategia golpista hacia la «toma del poder». Por eso, para San Charlie, Blanqui y sus camaradas, eran la viva encarnación de «los verdaderos jefes del partido proletario».12 De tal suerte, se alentaba la formación de «especialistas» en los menesteres de la Revolución y se «sacraliba» la política, transformando la Nación, el Estado, el Pueblo, la Raza o, el Proletariado, en una entidad sagrada, es decir, una entelequia suprema, intangible y trascendente, eregida como eje de un sistema de valores, símbolos, ritos, mitos y creencias, que demanda sacrificio, militancia, fidelidad, culto y subordinación del individuo y de la colectividad. Así tomaba cuerpo el simbolismo político en la sociedad de masas13 y se propagaba «un modo de concebir la política que excede el cálculo del poder y del interés, y se extiende hasta abarcar la definición del significado y del fin último de la existencia»14 . Para ello, se dotaba a las masas de esperanza en el futuro (¡otro mundo es posible!), mientras se les amaestraba como carne de cañón; es decir, en tanto aprendían el arte de los imbéciles y se diponían a matar y a morir en nombre de la Verdad que los hará felices, enunciada por algún payaso y/o profeta.

Para decirlo con el compañero Bonanno:

«Si hubo un tiempo en el que pensé que sería útil ser un payaso para la revolución, y los mítines sin duda constituyen una actividad teatral como cualquier otra, ahora ya no creo en esta necesidad, no por la inutilidad específica del payaso, que siempre tendrá su papel en todos los movimientos políticos, sino por la posibilidad de que la revolución se pueda lograr tocando la lira al pueblo, con todas las cuerdas de la armonía establecida […] Traer a colación la verdad como símbolo del sacrificio por el cual uno está dispuesto a morir, y por lo tanto a matar, sugiere a otros, si hay una pizca de inteligencia, la solución del enigma, el lugar del truco a ser resuelto para beneficio de todos. ¿Pero quién responde a la esfinge?»15

 

El proceso de incubación

A finales del siglo XIX, la miseria incubó el huevo de la serpiente. Las hambrunas decimonónicas abonaron el terreno para los fascimos (rojo y pardo). Desde 1890, una sucesión de malas cosechas en las regiones del Volga, causó estragos a millones de campesinos en la Rusia zarista. Comunidades enteras huían a las ciudades en busca de alimento. Más de medio millón de personas morían literalmente de hambre o como resultado del tifus y el cólera. A pesar de la hambruna, las autoridades permitieron la exportación de granos, lo que provocó incontables motines y rebeliones campesinas que serían reprimidas por el Ejército imperial a sangre y fuego. Esta situación, indujo a los dirigentes populistas a impulsar su llamado «hacia el pueblo», enrolando a cientos de estudiantes provenientes de las principales ciudades que –desde su visión romántica–, concebían la aldea como una armoniosa comunidad colectiva que encarnaba las aspiraciones socialistas del «alma campesina». Así concluiría la última década del XIX, marcada por las abismales desigualdades del imperio ruso, con una ralea de aristócratas privilegiados y una enorme «masa» de miserables asechada por el hambre y las enfermedades.

Durante los primeros años del siglo XX, la miseria en las zonas rurales continuaría en ascenso, mientras que en las ciudades el desempleo alcanzaba niveles insólitos, lo que desató una ola de manifestaciones y huelgas, en su mayoría emplazadas por los anarquistas. En el verano de 1903, una gigantesca huelga general estremecía el sur de Rusia; en tanto, los «marxistas revolucionarios» se arrancaban el cuero durante su II Congreso en medio de una batalla campal por el control del Partido Obrero Social Demócrata Ruso, lo que originó la irreconciliable división entre bolcheviques y mencheviques.

La «conciencia revolucionaria» se había acrecentado considerablemente con la progresiva escolarización del campo, lo que aunado al descontento generalizado por la derrota militar frente al imperialismo japonés, ubicaba los ánimos al borde de la revolución social.

En los primeros días de 1905, estallaron huelgas en diferentes ciudades del país. El 9 de enero, tuvo lugar una masiva manifestación en Petrogrado (San Petersburgo), encabezada por el cura Gueorgui Garpón. Más de 140 mil mujeres, hombres y niños, empuñando imágenes religiosas y retratos del Zar, marcharon hacía el Palacio de Invierno suplicándole al «Padrecito del pueblo» que aliviase la tremenda miseria que estaban soportando. Los cosacos abrirían fuego contra los manifestantes, dejando un saldo de miles de muertos y heridos. Gorki, bautizaría aquella masacre como «El domingo rojo» y Lenin –el nuevo payaso/profeta–, la interpretó como «la agonía de la tradicional fe de los campesinos en el “padrecito zar”, y el nacimiento del pueblo revolucionario».16 Sin embargo, para 1913 los miserables de toda Rusia –al grito de «Dios salve al Zar»–se aprestaban a celebrar los trescientos años de gobierno de la dinastía Romanov.17 A mediados del siguiente año, la embriaguez patriotera conducía a los miserables de nueva cuenta a la guerra como carne de cañón.

Hacia el final de la Gran Guerra, el escenario se exhibía caótico a lo largo y ancho de Rusia. La exigua industria estaba consagrada a satisfacer las necesidades castrenses («el hambre de proyectiles») y, aunque la producción agrícola no se interrumpió, la amplia red de ferrocarriles del Imperio se puso al servicio de la guerra, paralizando el flujo de alimentos a las ciudades. La hambruna resultante, dio paso a intensas protestas y motines.

El 23 de febrero de 1917, las obreras de las fábricas textiles de Petrogrado –bajo las órdenes del partido bolchevique–, se lanzaron masivamente a las calles con el lema «¡No más hambre!», dando inicio a la denominada «revolución de febrero» que desembocó en la abdicación del Zar Nicolás II. El 3 de abril, llegaría a la estación de trenes de la otrora capital imperial procedente de Zúrich el payaso/profeta de la nueva Revolución, contando con el puntual financiamiento del Reich.18 Treinta y cuatro semanas después, se pondría en marcha el fascismo rojo, prolongándose hasta finales del año 1991. El hambre no desapareció con su implantación pero todos los motines de subsistencia fueron ahogados en sangre.19 La «pacificación» con garrote, pan y circo, tampoco prescribió con la muerte de Lenin (21 de enero de 1924), por el contrario, se intensificó con su sucesor Iósif Stalin. El nuevo payaso/profeta impondría una gigantesca red de campos de concentración, tristemente conocida como Gulag.20

Con diferentes protagonistas, aunque con el mismo guion –experiencia de la que podríamos y, deberíamos, extraer importantes pistas que nos ayuden a entender el presente–, la incubación del fascismo continuó su curso. Desde finales de los ochocientos hasta el año 1913, durante la llamada «Era giolittiana», el Reino de Italia impulsó la integración de su economía en el contexto capitalista internacional, promoviendo la «modernización económica y social». La gran inflación resultante de la Primera Guerra Mundial, derivó en la miseria generalizada a partir de 1918, sembrando el descontento entre los excluidos. Ante la «crisis», los sectores obreros llamaron a huelga extendiendose los conflictos en toda la bota itálica. La rápida descomposición del Estado liberal posunitario y la turbulencia revolucionaria,21 abonaron el terreno para el ascenso al poder de Benito Mussolini.

Con la llegada de este payaso/profeta, se instauró un nuevo régimen totalitario con los mismos rasgos del «fascismo genérico».22 Rápidamente incorporó elementos propios, construyendo un «paradigma» a la italiana («fascismo específico»), fundado en el corporativismo, la exaltación del «pueblo», la redención obrera y, el nacionalismo. La ideología de este otro fascismo también se presentaba como una doctrina revolucionaria, ungida de principios socialistas (anticapitalistas, antiparlamentarios, antiliberales y, desde luego, antimarxistas y ultranacionalistas), que propugnaba la intervención del Estado mediante corporaciones profesionales que agrupasen a trabajadores y empresarios afectos al regimen de partido único23 . Para garantizar el buen funcionamiento del sistema, sería necesario consolidar el terror contra los intelectuales disidentes, las minorías étnicas y, los opositores al régimen (traidores a la nación), a través de un aparato policial extremadamente represivo; afianzar las fuerzas armadas al servicio del líder y su organización partidista –dispuestas a extender el proyecto fascista hacia el exterior– y; emprender la permanente movilización de la sociedad en función del fortalecimiento del Estado.

Una caracteristica esencial del fascismo es su talante anticapitalista y antiburgués24 , manifiesto en su crítica al materialismo imperante en el capitalismo, por lo que demanda su transformación hacia un «capitalismo organizado» (Capitalismo de Estado o, Capitalismo Monopolista Totalitario) fuertemente regulado, que permita la «redistribución del poder social, político y económico.»25 Para ello apela a sentimientos fuertemente arraigados en el «pueblo», encarnandolos en los símbolos y, su representación en el Estado, por medio del establecimiento de lazos directos entre las «masas», el partido dirigente y el líder.26 De tal suerte, toda esfera de la actividad humana queda sujeta a la intervención estatal. Como sentenciara el Duce: «todo dentro del Estado, nada en contra del Estado, nada fuera del Estado.»27

Pero pese a esta «estatización forzada» (o gracias a ella), el régimen fascista va a gozar de gran popularidad y total aceptación entre las «masas». El estímulo a las actividades de ocio popular; la política de integración; la construcción del «hombre nuevo» a través del sistema de educación y; el fomento de la seguridad social mediante la «Carta del Trabajo»28 –prometiendo derechos sociales y, un orden de paz y armonía entre obreros y patronos, como fuerzas productivas al servicio de la Nación–, le otorgará el beneplácito popular al fascismo, dotando de especificidad este fenómeno político.

En Alemania, la situación no sería muy diferente. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei) llegó al poder en 1933 en medio de una gran convulsión social y una profunda depresión económica. El crack de Wall Street de 1929 tuvo severas repercusiones como consecuencia de la enorme dependencia de los prestamos a corto plazo del exterior, allanando el camino de la Revolución nacionalsocialista. La tasa de desempleo entre 1929 y 1932 se incrementó de 6 a 18%, la producción industrial registró una caída de 40% y, la renta per cápita se contrajo en 17%. Esta conjunción de factores estimularon «el ascenso de un nuevo movimiento de masas que, en un período de crisis, movilizó a una gran proporción de la población, seducida por los atractivos de un líder carismático como era Hitler.»29

Desde los años noventa del siglo XIX, el movimiento völkisch atesoró fuerzas con el discurso cohesionador a pesar de su organización multiforme y sus diversas preocupaciones ideológicas, a veces contradictorias y rivales entre sí, pero inequívocamente orientadas hacia el antisemitismo, el pangermanismo, la eugenesia y, la reformación de la vida cultural y religiosa. Al interior de este movimiento, cobraba pujanza la presencia juvenil que se sacudía «literalmente las represiones y coacciones de una rancia existencia burguesa»30 Dando inicio el siglo XX, el movimiento popular cosecharía adhesiones ante las dificultades económicas que acarreó la Primera Guerra. La economía alemana estaba severamente afectada por la prolongación del conflicto. La miseria provocó motines de hambre (1915) e importantes huelgas (1917) socavando la moral en el frente interno.

A mediados de 1917 –bajo la dictadura militar de Lundendorff y Hindenburg– se fundó el Partido Patriótico Alemán (Deutsche Vaterlandspartei/DVLP), con el apoyo de la Alldeutscher Verband. De orientación ultraderechista, nacionalista y militarista. La nueva formación política acogió en su seno al movimiento völkisch, junto a otras corrientes antisemitas del nacionalismo radical alemán, llegando a contar con un millón doscientos cincuenta mil afiliados. Tras la revolución de noviembre de 1918, que puso fin a la monarquía de Guillermo II y, dio paso a la república parlamentaria, el Partido Patriótico se disolvió. Muchos de sus miembros pasarían a engrosar las filas del Partido Nacional del Pueblo Alemán (DNVP); el resto de sus integrantes, bajo la dirección del obrero ferrocarrilero Anton Drexler y el periodista Karl Harrer, conformaron el Círculo Político de Trabajadores (Politischer Arbeiterzirkel). Radicalmente opuesto al capitalismo y al comunismo, el «Círculo» se dedicó en cuerpo y alma al activismo y la agitación política entre los trabajadores.

El 5 de enero de 1919, Drexler y Harrer fundarían en Múnich el Partido Obrero Alemán (DAP) con tan solo 40 militantes. Uno de sus futuros miembros sería Adolf Hitler, quien dos años más tarde, se consolidaría como líder indiscutible del partido. Después de su activa participación en el brutal aplastamiento de la insurrección espartaquista, junto a las milicias de voluntarios (Freikorps), la formación política cambiaría su nombre por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y, haría público su Programa de 25 puntos –coautoría de Drexler y Hitler– el 24 de febrero de 1920.

Al calor de la miseria, crecía el espíritu ultranacionalista y la cultura racista, lo que facilitó el incremento acelerado de la militancia del partido. El discurso demagogo del NSDAP, centrado en el ataque a los bancos y las grandes empresas, junto a la defensa del socialismo de Estado como propuesta económica garante de la seguridad social, ejerció gran influjo entre los trabajadores y una enorme aceptación general, proporcionándole dos victorias con mayoría simple en las elecciones democráticas parlamentarias de 1932 y, el posterior nombramiento de Hitler como canciller (1933).

La miseria que viene

Las revueltas de subsistencia más connotadas de finales del siglo pasado fueron las de Argentina en 1989, durante la hiperinflación de los últimos días de gobierno de Raúl Alfolsín, destacando la proliferación de «ollas populares» y la expropiación colectiva del centro comercial Cruce Castelar en el Municipio de Moreno en Buenos Aires31 . Aquella experiencia, pronto sería neutralizada con medidas oficiales de contención mediante la provisión de alimentos a las zonas populares, consolidándose como prácticas clientelares que favorecieron el empoderamiento de líderes y dirigentes sociales como mediadores con el sistema de dominación, garantizando el control social y la recuperación sistémica. Se repetirían los motínes de subsitencia en el país austral a comienzos del presente siglo originando el levantamiento de diciembre de 2001 que produjo la caída del gobierno de Fernando De la Rúa. Nuevamente serían apaciguados con garrote, pan y circo, mientras se asfaltaba el futuro del matrimonio Kirchner (2003-a la fecha) con el voto por la izquierda asegurada.

En lo que llevamos andado del siglo XXI, se ha registrado una retahila larga de protestas y rebeliones por hambre. En enero de 2007, bajo el lema de «sin maíz no hay país» y contra la ratificación del Tratado de Libre Comercio de Amérca del Norte (TLCAN), decenas de miles de manifestantes tomarían las calles de la Ciudad de México en protesta por el alza del precio del maíz. En septiembre de ese mismo año, en Myanmar (antigua Birmania) el aumento en los precios de los alimentos y la gasolina, provocó la insurrección de las monjas y monjes budistas conocida como la «revolución del azafrán». Durante la primavera del año 2008, estallaron motines en diferentes ciudades de Egipto, Marruecos, Haití, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Bangladés, Malasia, Senegal, Costa de Marfil, Camerún y Burkina Faso.

Las rebeliones de los miserables se intensificaron con la llamada «crisis financiera internacional» que agravó el hambre en el mundo con la volatilidad creciente de los productos agrícolas al ser incluidos en las bolsas de «commodities», como resultado de la incursión de fondos especulativos en estos rubros. Desde entonces, los precios continúan en alza, arrojando a más de cien millones de personas a la miseria. Lo paradójico es que con la industrialización del agro –de la mano de los pesticidas y la manipulación biotecnológica– la actual sobreproducción agrícola es exuberante. Hoy, las hambrunas no se deben a la penuria ni a los infortunios meteorológicos sino a otros factores.

La especulación financiera de los productos alimentarios ha forzado a 820 millones de personas alrededor del mundo a vivir en extrema pobreza, de las cuales 265 millones podrían morir de hambre, según las proyecciones más conservadoras del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Se estima que unas 12,000 personas morirán de hambre diariamente como consecuencia del impacto económico de la pandemia, número muy superior a los que fallecerán por las secuelas del virus Covid-19. En tanto, ocho de las mayores corporaciones productoras de alimentos y bebidas han repartido entre sus accionistas más de 18.000 millones de dólares desde que inició la crisis sanitaria. Los economistas esperan que la contracción de la producción global genere alrededor de 450 millones de parados en el mundo pero, de enero a la fecha, han aumentado más de 40% sus fortunas los 12 multimillonarios más acaudalados del planeta.

Muy probablemente, esta miseria anunciada suscite incontables rebeliones que facilitarán el acenso de nuevos payasos/profetas y el establecimiento de nuevos gobiernos populistas. Pero, ninguna conducirá al ocaso del capitalismo ni al fin de la dominación. Con la «neonormalidad» que nos imponen, se reinventan los capitales y se remoza la dominación, regresando a los Estados fuertes y a la retórica nacionalista, en un marco de reorganización que vuelve a dejar fuera del texto la libertad individual y colectiva en busca de «soluciones urgentes», fortaleciendo las tentaciones autoritarias.

Otra vez, la miseria incuba al fascismo (rojo y/o pardo) disfrazado de solución revolucionaria y transformación radical y, se instituye como la razón de lucha que intenta reemplazar la vieja realidad. El auge contemporáneo del fascismo y su galopante institucionalización, nos revela su evidente aceptación a través de la reiterada narrativa de «la recuperación de los valores perdidos» que capitaliza el pasado –supuestamente «heroico» y siempre mejor que el presente– y lo moldea como producto disponible en un futuro mejor.

No podemos caer en la trampa de la «urgencia» y bajar la guardia ante el reemplazo autoritario de la realidad. El Poder mantiene cautiva a la realidad desde el primer día de su ejercicio sobre la faz de la Tierra. De ahí la imposibilidad de transformarla –como cínicamente proponen las izquierdas en todos los confines–; la cantaleta de “Otro mundo es posible” es la trampa contemporánea para prolongar la homonimia «Poder=realidad». Por ello la apetencia de poner en práctica un pensamiento-acción capaz de demoler la realidad. No de transformarla. Solo así se desarma la trampa de la totalidad. He ahí la necesidad de pensar la praxis anárquica en su dimensión excesiva, la necesidad de pasar de los sintagmas preposicionales al paradigma. Empero, para concretar un nuevo paradigma anárquico es imprescindible quemar todas las hojas de ruta.

Imaginemos por un instante que lo «normal» no sea el capitalismo ni la continuidad ad infinitum de la dominación sino ese mundo en ruinas al que nunca hemos temido. Pensemos en la destrucción definitiva del trabajo, en la demolición de todo lo existente, en el derrumbe terminante de la civilización. Caminemos, sin desviarnos, hacia ese objetivo. La pericia del fuego es una apuesta tentadora que alienta nuestros anhelos de liberación total e impulsa la reyerta. Hoy, lo único que tenemos que salvar es el fuego. El resto: ¡qué arda hasta las cenizas!

Gustavo Rodríguez,
Planeta Tierra, 1º de septiembre de 2020

(Extraído del folleto «El aroma del fuego: la rabia de la desesperanza en un mundo tripolar», septiembre, 2020.)


1. Odier, Daniel, El trabajo (The Job). Entrevistas con William Burroughs, Enclave de Libros Ediciones, Madrid, 2014.

2. Víctor Hugo, Los miserables, Cuarta Parte, Libro Séptimo-El argot, Garnier Hermanos Libreros-Editores, Paris, 1901, p. 282.

3. Benjamin, Walter, El París de Baudelaire, 1º Edición, (Mariana Dimópulos, trad.), Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires, 2012, p.136.

4. Esta estrategia neutralizadora es harto común en América Latina, generalmente orquestada por una red clientelar, tejida por los partidos políticos y un conjunto variopinto de organizaciones sociales que se han instituido como interlocutoras con el Estado, ya sea mediante la movilización y/o a través de la negociación y el acuerdo con la dominación.

5. «Por “proletario” únicamente puede entenderse, desde el punto de vista económico, el asalariado que produce y valoriza “capital” y al que se arroja a la calle no bien se vuelve superfluo para las necesidades de valorización del “Monsieur Capital”, como denomina Pecqueur a este personaje. “El enfermizo proletario de la selva virgen” es una gentil quimera del señor Roscher. El habitante de la selva virgen es propietario de ésta y la trata tan despreocupadamente como lo hace el orangután, esto es, como a propiedad suya. No es, por ende, un proletario. Lo sería si la selva virgen lo explotara a él, y no él a la selva virgen. En lo tocante a su estado de salud, el mismo no sólo resistiría la comparación con el del proletario moderno, sino también con el de “personas respetables”, sifilíticas y escrofulosas. Es probable, no obstante, que el señor Wilhelm Roscher entienda por selva virgen sus landas natales de Luneburgo.» Marx, K., El Capital, Tomo I, Vol. 3, capítulo XXIII: La ley general de la acumulación capitalista, Siglo XXI editores, México, 2009, nota número 71, p. 761.

6. Cfr. vid. Buret, E: De la misère des classes laborieuses en France et en Angleterre, París, 1840.

7. Proudhon, P. J., Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria, (F. Pi y Magall, trad. y prólogo), Primera Parte, Cap. VI, El Monopolio, Librería de Alfonso Durán, Madrid, 1870, p.p. 312-313.

8. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, las causas del hambre fueron las malas cosechas provocadas por las constantes heladas, las inundaciones y las devastadoras sequías que produjo la famosa «Pequeña Edad de Hielo», a lo que debe agregarse –como agravante– los habituales atropellos contra los desposeídos y las medidas draconianas impuestas por las clases dominantes.

9. Bakunin, Miguel, Obras completas, Vol.1, 3ª Ed., Las Ediciones de La Piqueta, Madrid, abril 1986, p.159.

10. Tras la terrible epidemia de peste que debastó la región entre 1649 y 1650, se registró un incremento sustancial en los precios del trigo provocando la hambruna entre los más desposeídos. La muerte por hambre de un niño en el Barrio de San Lorenzo, haría estallar un colérico motín a comienzos del mes de mayo. Una multitud de campesinos asaltaría la casa del corregidor y de prominentes acaudalados de la ciudad, expropiando masivamente el grano acaparado. La rebelión sería apaciguada con la mediación de Diego Fernández de Córdoba, que aceptó sustituir al corregidor (vizconde de Peña Parda) y establecer un precio fijo para el pan, exigiéndole a los campesinos cordobeses que entregaran las armas y regresaran a sus casas. El rey Felipe IV ordenó la entrega de recursos a la ciudad para la compra de trigo y otorgó el perdón a los amotinados, poniendo fin a la revuelta con abundancia de grano y el abaratamiento del pan. Cfr. vid, Díaz del Moral, Juan, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Alianza Editorial, Madrid, 1967.

11. Después de un prolongado período de torrenciales aguaceros e inundaciones en el Valle de México, que afectaron severamente las zonas agrícolas, le siguío una plaga de chiahuixtle que dio cuenta de las pocas cosechas que habían subsistido a las aguas. La carestía de maíz y trigo y, la especulación de los comerciantes, indujo un alza en el precio de los granos, desatando en plena epidemia de sarampión el hambre en los sectores excluidos –«indios, negros, criollos y bozales de diferentes nacionalidades, chinos, mulatos, moriscos, zambaigos, lobos y españoles zaramullos (que eran los pícaros, chulos y arrebataropas)»–; ante la escasez de alimentos las mujeres indígenas se lanzaron al asalto de la alhóndiga en busca de sustento. Inmediatamente se produjo la revuelta en plazas, mercados y pulquerías, envalentonados y eufóricos por los efectos del «néctar de los dioses». Al grito de ¡Viva el pulque! se desencadenó la ira de los amotinados que enfilaron rumbo al Zócalo, dispuestos a quemar el palacio, matar al virrey y al corregidor. A las cinco de la tarde del 8 de junio de 1692, con piedras y machetes en mano, los sublevados quemaron el palacio virreinal, las casas del ayuntamiento, sus juzgados y oficios de escribanos, la puerta de la Real Cárcel de Corte, la alhóndiga y los cajones y puestos de la plaza mayor. Las expropiaciones de bienes y alimentos fueron masivas, siendo saquedas las tiendas de mercadería, semilla, hierro, loza y otros géneros. Al otro día la represión no se dejaría esperar, muchos de los amotinados serían ahorcados, otros azotados y se expulsaría de la ciudad a la población indígena hacia los barrios periféricos. Tras el tumulto, hubo bastante maíz y trigo que llevaron de la ciudad de Celaya para apaciguar a los sublevados. Cfr. vid, Robles, Antonio de, Diario de sucesos notables (1665-1703), vol. III, Porrúa, México, 1945. Y, Sigüenza y Góngora, Carlos, “Alboroto y Motín de México del 8 de junio de 1692”, en Relaciones históricas, UNAM, Biblioteca del Estudiante Universitario, México, 1954. Otra versión de los hechos, afirma que «el tumulto no había sido motivado por la falta de maíz, sino que antes bien tenían mucho escondido en sus casas; que lo habían escondido para tenerlo acumulado cuando se sublevaran, y que como la cosecha de maíz se había perdido y había poco y caro, compraron mucho más de lo necesario y lo enterraron para que con ello faltase a la gente pobre y éstos, viendo que valía la comida tan cara estarían de parte de los sublevados.», Carta de un religioso sobre la rebelión de los indios mexicanos de 1692, Editor Vargas Rea, México, 1951, recogido en Feijóo, Rosa, El Tumulto de 1692, Revista Historia Mexicana, El Colegio de México, Vol. XIV, N° 4, Abril-Junio 1965, p. 458.

12. Marx, K., El 18 brumario de Luis Bonaparte, Fundación Federico Engels, 2003, p.21

13. Cfr. vid. Mosse, George L., La nacionalización de las masas. Simbolismo político y movimientos de masas en Alemania desde las Guerras Napoleónicas al Tercer Reich, Ediciones de Historia Marcial Pons, Madrid, 2005.

14. Cfr. E. Gentile, «La sacralización de la política y el fascismo», en J. Tussel, E. Gentile, G. Di Febo, (Eds.), Fascismo y franquismo cara a cara. Una perspectiva histórica, Biblioteca Nueva, Madrid, 2004, p.p. 57-59. Véase también, Gentile, Emilio (1973), La vía italiana al totalitarismo. Partido y estado en el régimen fascista, Siglo XXI, Madrid, 2005; y, Gentile, Emilio, Fascismo: historia e interpretación, Alianza editorial, Madrid, 2004.

15. Bonanno, Alfredo, Miseria della cultura. Cultura della miseria, Colla Pensiero e azione, Parte Seconda, Cap. IV, Edizioni Anarchismo, 2015, p.175.

16. Lenin, V.I. (1905), «El “padrecito Zar” y las barricadas», en Obras Completas, Tomo VIII, Akal Editor, Madrid, 1976, p.108.

17. Las principales calles de San Petersburgo se engalanaron con los colores imperiales y los retratos de los zares, mientras largas cadenas de luces de colores encendían por las noches con la leyenda 1613-1913 y el águila bicéfala del imperio, deslumbrando a los forasteros, muchos de los cuales nunca habían visto la luz eléctrica. «La ciudad era un hervidero de curiosos procedentes de las provincias, y los transeúntes usualmente bien vestidos que paseaban en torno al Palacio de Invierno se veían ahora superados en número por las masas sin lavar (campesinos y trabajadores ataviados con sus blusas y gorras, y mujeres vestidas de harapos con pañuelos en la cabeza)». Cfr. vid. Figes, Orlando, La revolución rusa. La tragedia de un pueblo (1891-1924), Edhasa, Barcelona, 2010.

18. Los alemanes brindaron ayuda económica a Lenin y los bolcheviques, con la intención de que la revolución en la retaguardia forzara la retirada de las tropas rusas del frente, tal como sucedió. En marzo de 1918, Rusia y Alemania firmaron un armisticio en la ciudad fronteriza de Brest-Litovsk (Bielorrusia), en virtud del cual los rusos renunciaron a grandes territorios (Estonia, Finlandia, Lituania, Polonia y Ucrania) y, la mitad de su industria. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética recuperó todo lo perdido en Brest-Litovsk e implantó el fascismo rojo en toda su órbita de influencia.

19. El disturbio por hambre más silenciado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue el «motín de la mantequilla» en la ciudad de Novocherkassk, durante los primeros días de junio de 1962. En pleno esplendor del Imperio rojo, al calor de la denominada «guerra fría», Nikita Jrushchov ordenó instalar misiles nucleares en Cuba con la intención de amedrentar a Estados Unidos y evitar otra escalada militar contra su nuevo satélite. Consiente que la decisión podría desatar la Tercera Guerra Mundial, exigió al complejo militar-industrial soviético aumentar la producción de armamentos, decretando drásticos recortes presupuestales en cualquier sector que no estuviese relacionado a la esfera castrense. El 1º de junio, el Comité Central del PCURSS anunció un alza en los precios de la canasta básica (subió el valor de la carne, la mantequilla y los huevos). El golpe más duro por el alza de precios lo sufrieron los trabajadores cuyas empresas acababan de recortar los sueldos. Los empleados de la Fábrica de Locomotoras Eléctricas «Budyonny» de Novocherkassk, sería uno de los grupos más afectados. Ante la situación, los trabajadores se declararon en asamblea permanente lo que derivó en una masiva protesta en la que participaron más de 5 mil manifestantes. Las autoridades comunistas enviaron los tanques del Ejército Rojo con el objetivo de atemorizarlos pero al no poder persuadirlos ordenaron abrir fuego contra los trabajadores, asesinando a 26 manifestantes e hiriendo a 87. Siete personas fueron incriminadas por asociación ilícita y ejecutadas por los hechos; también serían sentenciados ciento cinco manifestantes, acusados de sedición y condenados a 10 y 15 años de cárcel, quienes al terminar su sentencia fueron obligados a firmar un documento jurando que nunca divulgarían estos hechos. Cfr. vid. Mandel, D., ed., Novocherkassk 1-3 yunya 1962, g.: zabastovka i rasstrel, Moscow: Shkola trudovoi demokratii, 1998. Y, Siuda, Pyotr, Novocherkassk Tragedy, Obschina, 1988, disponible en: https://libcom.org/files/1962%20The%20Novocherkassk%20Tragedy.pdf (Consultado: 31/08/2020)

20. Solo durante la gran purga de1937-38, más de un millón de personas fueron asesinadas o bien fallecieron en los helados campos de trabajo forzado, la mayoría ex miembros del partido bolchevique, obreros y campesinos.

21. Cfr. vid, Luebbert, Gregory M., Liberalismo, fascismo o socialdemocracia. Clases sociales y orígenes políticos de los regímenes de la Europa de entreguerras, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1997.

22. Griffin, Roger, «Cruces gamadas y caminos bifurcados: las dinámicas fascistas del Tercer Reich», en Mellon, Joan Antón, Orden, jerarquía y comunidad. Fascismos, dictaduras y postfascismos en la Europa contemporánea, Tecnos, Madrid, 2002, p.109; Payne, Stanley G., Historia del fascismo, Editorial Planeta, Barcelona, 1995, p.12.

23. Cfr. vid, Preti, Domenico, La modernizzazione corporativa (1922-1940): economia, salute pubblica, istituzioni e professioni sanitarie, Franco Angeli, Milano, 1987; Economia e instituzioni nello Stato fascista, Editori Reuniti, Roma, 1980. Y; Pinto, António Costa (ed), Corporatism and Fascism. The Corporatist Wave in Europe, Routledge, London, 2017.

24. Paxton, Robert O., Anatomía del fascismo, Ediciones Península, Barcelona, 2005, p.11.

25. Ibídem, pp. 18-19.

26. Op.Cit, Mosse, George L., pp. 69 y ss.

27.  Mussolini, B., El fascismo, Bau Ediciones, Barcelona, 1976.

28. En la «Carta del Lavoro» (Carta del Trabajo), «documento político del partido» autorizado por Benito Mussolini el 21 de abril de 1927 –aniversario de la fundación de Roma–, dictado por el Gran Consejo del Fascismo y publicada en Il Lavoro d’Italia dos días después (23), quedarían proclamados «los derechos sociales de los trabajadores italianos» en una trama jurídico-político-ideológica que «representa el punto culminante de la gran obra de renovación de la legislación general que ha reconstruido armónicamente todo el sistema de ordenamiento jurídico italiano, basándolo en los principios fundamentales de la Revolución fascista […] Este documento de nuestra Revolución social en cuanto corporativa […] presenta una feliz síntesis entre las dos fuerzas que siempre han acompañado la milenaria historia de Roma: tradición y revolución […] la luminosa idealidad que la revolución de las camisas negras, bañando con su sangre los atormentados campos de Europa, en siembra de una más alta justicia social entre los individuos y entre los pueblos, tiende […] a llevar hacia la victoria, con su fuerza y con su espíritu indómitos, contra los enemigos de una palabra enemiga de la Fe y la Civilización.» Vid. Mazzoni, Giuliano, Los principios de la “Carta del Lavoro” en la nueva codificación italiana, Revista de Estudios Políticos, 6, pp. 227-249. Disponible en: Dialnet-LosPrincipiosDeLaCartaDelLavoroEnLaNuevaCodificaci-2126260.pdf (Consultado 30/8/2020). Para información complementaria ver también: Heller, Hermann, Europa y Fascismo, Condes, F.J. (trad.), Estudio Preliminar «El fascismo y la crisis política de Europa» de José Luis Monereo Pérez, Editorial Comares, Granada, 2007.

29. Fulbrook, Mary, Historia de Alemania, Beatriz García Ríos (trad.), Cambridge University Press, 1995, p.241.

30. «Los miembros de los Wandervögel (“pájaros errantes”) se vestían con ropas deportivas amplias y cómodas y se dedicaban a realizar excursiones y acampadas por la campiña, cantando y tratando de adoptar un estilo de vida lo más natural posible; estos grupos aún mostrándose críticos con la política oficial (despreciando sobre todo la política parlamentaria de partidos) y el sistema de educación establecido, solían ser no solo muy nacionalistas, sino al mismo tiempo antimaterialistas y antisemitas, dado que en la sociedad moderna se identificaba a los judíos con la burda acumulación de dinero.» Ibídem, pp. 202-204.

31. Del 24 al 31 de mayo de 1989 se registraron 282 acciones de expropiación masiva en Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Capital Federal.