(Cuba) Audio de compañero cubano sobre la represión que se vive + comentario

Nos hacen llegar un audio de un compañero cubano sobre la represión que se vive en Cuba, junto con un comentario del compañero Nihil, sobre la polémica que se ha generado con respecto al último Comunicado del Taller Libertario Alfredo López y la consiguiente crítica realizada por Gustavo Rodríguez en el texto “La insoportable levedad del anarquismo guarapero”.

Al respecto y para seguir contextializando la polémica dejamos un breve escrito de Octavio Alberola al respecto “Sobre el comunicado del Taller Libertario Alfredo López”.

Y el escrito de Daniel Pinós “Solidaridad para el Movimiento San Isidro”

Acontinuación el audio testimonio:

Comentario de Nihil:

“El ejemplo de este audio como testimonio, es a lo que le rehuyen lxs del TLAL cuando rechazan las explosiones sociales y peor aún queda en clara evidencia en su comunicado su alineamiento al discurso del gobierno cubano y condenan la disidencia artística y cualquier otra protesta, silenciando la represión actual.” “El comentario de Octavio (liga de portaloaca) también “sin querer” se suma al discurso oficial cubano, al mencionar que: “las explosiones sociales acaban trágicamente y son recuperadas por fuerzas políticas dentro del sistema cuando no por el populismo de derecha fascista”, lo que orilla a que se diluya el debate, cuando lo realmente importante y lo que se necesita debatir es ¿por qué el TLAL, rechaza la “explosión social” en estos momentos en que aumenta la represión? Lo cierto es que no se centra en el texto/respuesta del compañero Gustavo y en el necesario análisis de los puntos del Comunicado del TLAL, se le mire por donde se le mire, es un claro deslinde con los sucesos recientes de La Habana con el Movimiento San Isidro y la represión que ha desatado la dictadura contra lxs artistas disidentes. ¿Qué clases de presuntxs anarquistas son estxs que se oponen cínicamente a la explosión social y se prestan a reafirmar el discurso del Estado?”

Nihil

La insoportable levedad del anarquismo guarapero

Aporte de Gustavo Rodríguez.


Compas (A) en Cuba ¡palante y con ganas! Taller Libertario ...

—Carta abierta a los presuntos anarquistas cubanos

A Canek Sánchez Guevara, a seis años de su partida

«…en mi impenetrable noche

todo se desploma…»

está gritando lo imposible

Lo angélico y otros poemas,

George Bataille

Ante todo, quiero manifestar mi solidaridad con aquellas expresiones e individualidades anárquicas que, pese a las múltiples adversidades, abren brecha contra toda autoridad en el archipiélago cubano. A esos hombres, mujeres y otres que nunca han leído La insurrección que viene ni saben quién carajo fue Bakunin, pero confrontan día a día al Poder en todas sus presentaciones y repelen instintivamente todo lo que huele a autoridad (sea uniformada o civil, pública o doméstica, académica o iletrada, divina o secular). A esxs que –más allá de las razas y preferencias sexuales–, inundan las cárceles y manicomios del “Primer territorio libre de América” y alimentan el espíritu de negación contra todo lo que hace miserables nuestras vidas. A esxs que impulsan la indisciplina subversiva y propagan el ilegalismo, viviendo la Anarquía allende las ideologías, aspirando a la libertad por encima de los discursos retóricos y la verborrea políticamente correcta. Para ellxs, mi sempiterna adhesión.

Desde el primer momento que cobraron voz diversas pulsiones libertarias a lo largo y ancho del territorio dominado por el Estado cubano, dándole vida al Taller Libertario Alfredo López y, más recientemente, al Centro Social ABRA –con sus aciertos y tropezones, errores y prudencias–, he expresado mi solidaridad y respeto por estas iniciativas. Jamás he cuestionado su actuación ni he emitido un solo comentario crítico, pese a discrepancias de calibres varios. Sin embargo, permanecer en silencio hoy, tras la lectura atónita del Comunicado del Taller Libertario Alfredo López de La Habana,i implicaría un acto de complicidad cobarde frente a una desvirtuación flagrante.

De más está indicar mi reconocimiento ante las difíciles condiciones que enfrentan estas iniciativas bajo el nacionalsocialismo bananero que ostenta el Poder desde hace más de 60 años, pero igualmente identifico escenarios adversos para lxs compañerxs anárquicxs alrededor del mundo. Sobran ejemplos de afines en fuga o, sentenciadxs a largas condenas (e incluso asesinadxs) por asumir la lucha anárquica hasta sus últimas consecuencias en todos los confines del Planeta.

Ya me aburrió la perorata en torno a la pretendida excepcionalidad del “caso cubano”, no tanto por la inminente conveniencia de los argumentos sino porque ya no representa novedad alguna. Por el contrario, desde hace muchos años se ha convertido en un camino trillado, en lugar común, profuso de oportunistas y trepadores; motivo por el que considero inadmisible continuar alimentando la solidaridad acrítica con el Taller Libertario Alfredo López de La Habana.

Me pregunto ¿qué significado tiene el anarquismo para estos presuntos compañeros que rechazan a priori “la explosión social”? Tal como cínicamente señalan en su punto número 2, calificando de “trágico” ese probable estallido en “las circunstancias actuales de deterioro organizativo de las clases trabajadoras y los segmentos más precarizados de la sociedad”. ¿Acaso existe un lugar en la faz de la Tierra donde no se verifique ese “deterioro organizativo de las clases trabajadoras y los segmentos más precarizados de la sociedad”? ¿Consideran que la organización de las “clases trabajadoras” es más importante que la insurrección social?

Realmente, me resulta repulsiva esta suerte de anarcoliberalismo guarapero (o leninismo a la inversa), que privilegia abiertamente la forma sobre el contenido y le apuesta al desarrollo del movimiento ficticio de lxs oprimidxs, priorizando la forma de organización como factor virtualmente decisivo en el proceso de las luchas por la liberación total.

Eso que ustedes denominan “clases trabajadoras”, han quedado atrapadas –por su identificación con el trabajo– entre el paro y la precariedad, abandonando la pretendida “función histórica” que el mayor de los hermanos Marx les había asignado por decreto. Hoy, la más viva imagen de esas “clases”, la topan ejemplarmente retratada en el largometraje Parásitos, del surcoreano Bong Joon-ho. Esta fotografía se repite desde La Habana a Tombuctú, escenificando esa revolución que el “proletariado” nunca produjo e invariablemente concluye en la restauración del capital.

Empero, la ruina del viejo movimiento obrero –una vez trascendida su “función histórica”–, lejos de afligirnos nos alegra, porque nos indica la necesidad de lo nuevo y, nos impulsa a extender la lucha real; o sea, nos induce a ensanchar la insurrección permanente, dando paso a la anarquía inmediata (aquí y ahora), como único horizonte, tirando por la borda la tediosa espera por la acumulación de fuerzas y la fe en la sociedad utópica (donde se preserva la condición obrera en lugar de superarse).

Como anarquistas, concebimos nuestra lucha como la destrucción inmediata del Estado y las relaciones capitalistas de producción, y esto solo se concreta a través de la extensión del ilegalismo y la explosión social (que tanto repudian).

La buena noticia es que las “explosiones sociales” no requieren la autorización ni el visto bueno de estos anarcoliberales para producirse. Por lo general, ocurren de manera impredecible y casi siempre les pasan por encima. Se generan a partir de situaciones específicas que se exacerban –como por arte de magia–, sin el consentimiento de estos “arquitectos sociales”, eternamente comprometidos con el recogimiento cotidiano y el acomodo político.

La “explosión social” que cimbró el territorio controlado por el Estado chileno –sin dirección política ni programas revolucionarios–, de octubre de 2019 a febrero del 2020, no estaba “programada” en la calendarización de “acciones revolucionarias” de alguna organización de masas. Surgió de repente; en “las circunstancias actuales de deterioro organizativo de las clases trabajadoras y los segmentos más precarizados de la sociedad”. Comenzó con las inocuas protestas de un puñado de estudiantes secundarios que realizaron una evasión masiva en el Metro de Santiago, a modo de protesta pacífica contra el alza en la tarifa del sistema de trasporte público. Pero esa pequeña chispa, cuando fue auxiliada por la gasolina necesaria, fue suficiente para incendiar la pradera, provocando en cuestión de horas el “estado de emergencia” en dieciséis capitales regionales.

A los compañerxs anarquistas en la región, poco le importaron las motivaciones originales del conflicto. Pronto salieron a incinerar iglesias y a confrontar a los pacos en sus propias madrigueras. Como era de esperarse, inmediatamente la izquierda fungió de apagafuegos, recuperando la revuelta y facilitando la continuidad del Estado-capital. Para entonces, la lucha anárquica callejera se había replegado conscientemente, retomando el ataque selectivo en la oscuridad de la noche.

Sin duda, la vitalidad de los acontecimientos siempre es más potente que cualquier proceso de acumulación de fuerzas. Esas situaciones espontáneas nos brindan la oportunidad (única) de poner en práctica lo que aún está por ensayarse, alejados de las “alternativas” que, sin excepción, aseguran la continuidad de lo existente.

Los acontecimientos insurreccionales ocurren sin pedir permiso y rebasan (afortunadamente) a los organizadores. Así aconteció en París del 23 al 25 de febrero de 1848. Todo inició con la prohibición de un banquete, motivando manifestaciones reformistas en la Plaza de la Concordia. Los ánimos se exaltaron y la “explosión social” se salió de control. Se levantaron más de un millar de barricadas por toda la ciudad. El vandalismo insurreccional cobró presencia. Quemaron edificios públicos, expropiaron armas, asaltaron tiendas. Miles de estudiantes y artesanos, junto a la pequeña burguesía y la naciente “clase obrera”, marcharon iracundos al Palacio de las Tullerías. Pronto se incendió la mecha insurreccional por el resto de Europa: Viena, Pest, Buda, Bucarest, Berlín, Milán… Aquel acontecimiento se conocería como la “Primavera de los Pueblos” pero los nacionalismos supieron recuperar la revuelta y afianzar la dominación.

En 1871 las “explosiones sociales” desatarían nuevamente las pasiones insurreccionales. La Comuna de París resistió dos meses en pie de guerra estremeciendo al mundo, sin el auxilio de líderes ni programas revolucionarios, hasta que estos se impusieron convirtiéndose en su límite. Después vendrían las revoluciones programadas. Es decir, las revoluciones de octubre (la de 1917 en Rusia y, la de 1922 en Italia), imponiendo el fascismo rojo y pardo.

Tras el levantamiento nacionalsocialista del 17 y 18 de julio de 1936, las “explosiones sociales” en la península ibérica animaron el último y más singular de los proyectos revolucionarios en la historia de occidente. Sin embargo, la contrarrevolución esta vez sería administrada por las propias organizaciones obreras y ejecutada a través del frentismo, el militarismo y los llamados a alcanzar el “máximo rendimiento productivo” y a “establecer el orden”, reprimiendo la expropiación de bancos, el asalto a las instituciones y la destrucción de la economía.

Después de este escueto resumen, podríamos definir –grosso modo– las “explosiones sociales” como una práctica de lucha de lxs excluidxs, bastante recurrente en su impulso hacia la liberación total. Desde la muy particular perspectiva anárquica, las “explosiones sociales” merecen definirse como una suerte de trampolín que nos permiten llevar aún más lejos estas luchas, extendiendo la insurrección hacía experiencias todavía sin ensayar.

Las “explosiones sociales” están intrínsecamente relacionadas a la contradicción entre dominados y dominadores; por consiguiente, son el oxígeno imprescindible del fuego liberador. Consecuentemente, nos corresponde a las y los anarquistas facilitar todo el combustible necesario para evitar su extinción. Ese es nuestro propósito específico.

Entonces, reitero la pregunta pero ahora con más ahínco: ¿qué significado tiene el anarquismo para estos presuntos compañeros que rechazan a priori “la explosión social”? Y agrego nuevas interrogantes: ¿quién les dicta el punteo? Y ¿qué pretenden consolidar?

Por si fuera poco, el lapsus cálami antes mencionado; en el punto número 3, exigen “que el marco institucional del país dé prioridad a entidades auto-organizadas, como por ejemplo promover la creación de cooperativas y otros proyectos colectivos de producción y servicios de tipo autogestionario por encima de las micro-empresas capitalistas y otros emprendimientos con base en las asimetrías sociales, en especial el autoritarismo, la burocracia y la desigualdad económica.

Obviando el paradójico interés de estos presuntos anarquistas en jugar dentro del “marco institucional”, es realmente asombroso el catálogo de malabares que emprenden con la intención de fomentar la cogestión y darle continuidad al capitalismo bananero que impera en el archipiélago bajo regencia castrense.

Este tópico específico, aunado a los puntos subsiguientes (4 y 5), nos muestra a bote pronto el posicionamiento teórico-práctico de los abajofirmantes que, sin mediar miramientos, abogan por el desarrollo de nuevos gestores del capital, anticipando el fracaso anunciado de esta farsa.

Evidentemente, confunden el modo de producción con la forma de gestión. El capitalismo es un modo de producción y esto no se inmuta en función de quién o quiénes lo administren. Que lo gestionen (cogestionen o autogestionen) capitalistas, tenócratas, burócratas, militares, sindicalistas o cooperativistas, es completamente intrascendente: no interrumpe el movimiento de la ley del valor (San Carlitos de Tréveris, dixit).

En definitiva, la emancipación no se encuentra donde ustedes insisten en seguir hurgando. Solo alcanzaremos la liberación total destruyendo el modo de producción capitalista; es decir, echando abajo la economía, destruyendo el trabajo y las relaciones sociales que lo determinan.

Pero, dejando a un lado estos exabruptos “inocentes”; lo que aún me alarma más es el discurso subyacente en los puntos 6 y 12:

6. Si ha resultado posible reconocer la legitimidad de representantes de tendencias liberales dentro de la oposición política estatista cubana, nos consideramos portadores de la plenitud de legitimidad en tanto socialistas libertarios y parte de la organización de las clases trabajadoras en Cuba; si no ha sido posible tal reconocimiento, lo exigiremos para todas las opiniones políticas.

12. Estamos en guardia contra cualquier movida que, desde colectivos, procesos o esfuerzos que aspiran a la liberación, pudiese propiciar el emerger de nuevas y peligrosas dominaciones.”

La exigencia de reconocimiento “dentro de la oposición política estatista cubana” por parte del Estado y de “todas las opiniones políticas” como “portadores de la plenitud de legitimidad en tanto socialistas libertarios y parte de la organización de las clases trabajadoras en Cuba”; esboza los lineamientos de un “anarquismo” MUY sui géneris, por decir lo menos, y alumbra las verdaderas intenciones de estos presuntos compañeros, no solo encaminadas al auxilio de la cosmetología sistémica (que pretende presentar al régimen bajo el nuevo maquillaje de la tolerancia democrática) sino que deja ver las ansias participacionistas de los firmantes, mendigando las moronas del pastel.

Para rematar, en el último punto de este patético comunicado, se erigen como policías voluntarios “contra cualquier movida que, desde colectivos, procesos o esfuerzos que aspiran a la liberación, pudiese propiciar el emerger de nuevas y peligrosas dominaciones”. Aquí, no únicamente se revelan como aventajadas pitonisas sino se suman al culto de la continuidad, alimentando el “miedo al Coco”. Ese mítico personaje que siempre amenaza con aparecer si nos portamos mal y del que constantemente echa mano el nacionalsocialismo cubano para preservar el Poder.

No cabe duda que a estos presuntos anarquistas les urge una profunda reflexión en torno al Poder.

El anarquismo no puede definirse si no es a partir de un estado permanente de confrontación con el Poder. La crítica anárquica contemporánea, se funda necesariamente en el reconocimiento de la historicidad presente del Poder, lo que está intrínsecamente vinculado tanto con su distribución institucionalizada (a través de las relaciones de dominación) como con su condición de estrategia, siempre asociada a ciertos regímenes de producción de verdad.

La posibilidad de “nuevas y peligrosas dominaciones” jamás ha sido una limitante para la lucha anárquica. Estamos conscientes que el Poder constantemente se transforma, lo que nos impone la necesidad de reubicar el problema: no se trata de estar “en guardia” contra las movidas, “procesos o esfuerzos que aspiran a la liberación” sino de estar en guardia y confrontar una y cada una de las distintas estrategias del Poder, sabedores que nuestra lucha es permanente.

A mediados de la década de los años cincuenta del siglo pasado, el anarquismo cubano se sumó enérgicamente a la lucha contra la dictadura del general Fulgencio Batista, dejando constancia –en incontables declaraciones y documentos impresos– de los riesgos evidentes “de nuevas y peligrosas dominaciones” próximas a emerger, señalando las características del futuro dictador, así como sus reconocidos vínculos y compromisos con la Iglesia Católica, su militancia ultranacionalista y, la paulatina penetración stalinista en el Movimiento 26 de Julio. Sin embargo, todos estos peligros implícitos no impidieron darle rienda a sus aspiraciones de libertad. Consecuentemente, lucharon por deponer a Batista mientras se preparaban para confrontar al dictador en ciernes.

Lxs anarquistas amamos la libertad e intentamos procurárnosla, aún sabiendo que es un espacio efímero en la interminable secuencia entre tiranía y Anarquía. De ahí la propuesta de insurrección permanente. Cuando renunciamos a esas ansias de liberación total abandonamos la esencia de la lucha anárquica.

Un “anarquismo” que rechaza la “explosión social”; que exige el reconocimiento de su “legitimidad” ante el Estado; que aboga por la cogestión y la continuidad del modo de producción capitalista; que se apresta a maquillar al régimen; se posiciona “en guardia contra cualquier movida que, desde colectivos, procesos o esfuerzos que aspiran a la liberación”; y renuncia a luchar por miedo a las “nuevas y peligrosas dominaciones” que pudiesen emerger; es un “anarquismo” desdentado, sin garras ni corazón, que le apuesta a la sobrevivencia política, sin riesgos ni sobresaltos, al margen del acontecer y de espaldas a la lucha. Un “anarquismo” así no merece esa denominación.

Gustavo Rodríguez,

Planeta Tierra,

A 18 de enero de 2021.


Posdata (de aclaración anticipada): Tras la publicación de esta crítica, no me extrañaría escuchar algunas voces defendiendo lo indefendible desde las penumbras de la ambigüedad, en una especie de acto de expiación; de tal suerte, solo se verificaría la insoportable levedad del anarquismo guarapero y sus lamentables alcances en nuestras tiendas.

Posdata (de consolación): Estoy consciente que nada está determinado de antemano. De ustedes depende –de ahora en más– que las iniciativas del Centro Social ABRA, se enlacen con el ciclo actual de la lucha anárquica y se aboquen a darle vida a la Anarquía o, degeneren, sin pena ni gloria, en el Lawton Social Club y, concluyan sus días entonando “Cuba, qué linda es Cuba” (bajo el sello World Circuit) en cada aniversario luctuoso del empedrado.


¡Aplastémosle la cabeza!

Escrito realizado por Gustavo Rodríguez aparecido en la publicación chilena Madre Tierra.


«…esos socialistas […] no pudiendo decir que nosotros traficamos con los principios o explotamos a nuestros compañeros, fingen tenernos lástima y dan a entender que somos ilusos o estamos locos; cuando subimos las gradas del cadalso y vamos por cientos a las prisiones, enmudecen por el despecho […] Va siendo ya tiempo que les arranquemos el antifaz y los presentemos tal cual son. Tenedlo entendido, esas figurillas son más perjudiciales que los mismos capitalistas […] tratándose de tales sabandijas, se hace un gran servicio a la causa de nuestra emancipación aplastándoles la cabeza.»

José Cayetano Campos,
Mayo de 1888.

Le sobraba razón y clarividencia a J.C. Campos –por allá de los ochenta del Siglo XIX– para fustigar a la repulsiva izquierda que, desde aquellos años, intentaba desprestigiar, desarticular e infiltrar al movimiento anarquista a ambas orillas del Atlántico, imponiéndonos su visión economicista y, su programa autoritario y reformista. Desde las páginas de su periódico (El Despertar), en la ciudad de Nueva York y, El Productor de Barcelona, Campos incitaba a los anarquistas a aplastarle la cabeza a “tales sabandijas”, oponiéndose radicalmente al legalismo izquierdista que hacía estragos en nuestras tiendas. En efecto, frente a estas desviaciones –ya desde 1885–, Campos dejaba constancia de su propuesta ilegalista en una ponencia que enviara al Primer Certamen Socialista Libertario a celebrarse en Reus, donde planteaba la insurrección anárquica en total oposición a la tendencia legalista que por aquellas fechas dominaba el anarquismo ibérico bajo la tutela de la Comisión Federal de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)i. Con sus crónicas, artículos y cartas –publicadas en El Productor de Barcelona y, El Productor de La Habana–, influyó de manera terminante en las reflexiones del anarquismo castellanoparlanteii, impulsando las resoluciones del Congreso Internacional Anarquista de Londres (1881) y el llamado a la «propaganda por el hecho» de manera individual y colectiva, invitando a abandonar las ataduras de la legalidad. Fue él quién promovió el radical accionar anárquico contra los representantes del Estado y los amos capitalistas, además de avivar la organización informal en pequeños grupos de afinidad. Estas propuestas verían sus frutos en la década de 1890 en la región española (metodología que se prolonga hasta entrados los años treinta del siglo XX, propagándose en todos los confines de la Tierra donde hubiese presencia anárquica) y pondrían fin a la FTRE en el Congreso de Valencia (1888), disolviendo esta pesada estructura que «caminaba anémica en su mal llamado anárquico»iii, dando paso a la Organización Anarquista de la Región Española (OARE). Decisión que marcaba el «nuevo rumbo tomado por la mayoría de los anarquistas de España»iv e inducía la coordinación en red de los grupos de afinidad para la acción anárquica, con plena autonomía para los grupos locales. Esta «evolución» teórico-práctica, se concretaba en 1890 con un portentoso salto cualitativo que rompía con las tácticas izquierdistas y marcaba distancia con la penetración progresiva de los «discípulos de Marx». En una invocación, publicada en la edición número 197 de El Productor, con fecha 30 de abril de 1890, se exponía sin tapujos: «La libertad no se pide, se toma […] obran muy mal los compañeros que se limitan a hacer una manifestación y acudir a las autoridades para que sea atendida su petición». Y, en otro artículo de ese mismo número, dejaba en claro que «Las ocho horas es un grito de guerra; mejor dicho, un episodio de guerra, pero no el objetivo de nuestra guerra»v. Como era de esperarse, tras este ejercicio consciente de demarcación, la edición número 198 de El Productor, del viernes 4 de julio de 1890, vería las calles sin el acostumbrado subtítulo de “periódico socialista”, calificativo que «no podemos ya con decoro ostentar un minuto más» y, en su lugar, se asumiría resueltamente anarquista.

Me tomé la licencia de traer a colación esta riquísima página de nuestra historia con dos finalidades. La primera, demostrar, una vez más, que el anarquismo y la izquierda –incluidas las mil y una sectas leninistas–, transitamos sendas opuestas desde el antediluviano nacimiento del mismísimo Matusalén. Y, la segunda, invitar a todas y todos los lectores afines a cuestionarnos cuándo y por qué abandonamos la anárquica práctica de aplastarles la cabeza (sin misericordia) a “tales sabandijas”. No como una actividad específica en la que pongamos particular empeño, sino como una práctica consecuente, que nos motive a cultivar la misma enjundia que ponemos en machacarle la cabeza a la derecha, ratificando que no somos (ni hemos sido, ni seremos) de izquierda, ni tampoco somos (ni podemos ser) sus “compañeros de viaje”, porque tenemos objetivos antagónicos.

El viejo movimiento anárquico de los siglos XIX y XX, combatió constantemente y sin reserva todos los intentos recuperadores y/o represores de la socialdemocracia (cuartelera o electoral), confrontando las traiciones de la izquierda en todos los confines. Sobran ejemplos que ilustran y corroboran esta práctica:

El editorial del periódico «Anárjiya» del 25 de septiembre de 1919, es una evidencia indiscutible del llamado de los anarquistas rusos a desatar e intensificar una ola de atentados contra los bolcheviques, proclamando la “era de la dinamita” en respuesta a la represión que Lenin y Trotsky habían iniciado en su contra. Ese mismo día, la sede del Comité Central del Partido Comunista de Moscú, sería destruida por una potente carga explosiva, dando muerte a doce miembros del partido y dejando heridos a más de medio centenar, entre los que se encontraban Emilián Yaraslavski y Nikolái Bujarín. De 1919 a 1922, los anarquistas rusos, realizarían múltiples atentados dinamiteros y represalias armadas contra los leninistas, ejecutando en las calles de Moscú a cuadros medios y bases del Partido Comunista. Lamentablemente, la llamada «Tercera Revolución», fue aplastada por el Estado bolchevique, encarcelando y asesinando a todos los anarquistas que no lograron exilarse.vi

El 28 de julio de 1933, la Ciudad de La Habana quedó paralizada al estallar una huelga del sector de Motoristas y Conductores, a la iniciativa también se sumaron los obreros tranviarios. La «Guerra de Brazos Caídos»vii–promovida por los anarcosindicalistas de la Federación Obrera de La Habana (FOH), la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba (FGAC) y, los sectores revolucionarios más radicales–, se extendió por toda la Isla, concretándose la invocada huelga general hasta el derrocamiento del tirano (Gerardo Machado). «El día 7 de agosto, cuando el gran movimiento de brazos caídos contra el Machadato se mantenía firme en toda la Isla»viii y era indudable el derrocamiento de la dictadura, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), siguiendo órdenes de Moscú, pactaba con el tirano el fin de la huelga, llamando a todos los sectores a regresar al trabajo, a cambio del reconocimiento del Partido Comunista y el brazo de la Komintern en la Isla (Defensa Obrera Internacional), así como la administración y dirección del Campamento Provisional General Machado. Ese mismo día, los esbirros de Machado salieron a las calles con la orden de asesinar, ametrallando al pueblo en general. Sin embargo, la huelga no se detuvo, haciendo caso omiso al llamado de los bolcheviques caribeños. En represalia, la noche del 27 de agosto, los comunistas protagonizaban el asalto armado al local de la FOH, asesinando a un compañero e hiriendo a otros. La Federación de Grupos Anarquistas de Cuba, respondería con un «Manifiesto» en el que dejaba constancia que «consciente de su responsabilidad histórica en el actual momento de confusión, debido a la infiltración de los bolcheviques (Confederación Nacional Obrera de Cuba y Partido Comunista) en el movimiento obrero de Cuba, se ve obligada a exponer […] la rastrera labor del Partido Comunista y de la CNOC, mientras se desarrollaba en los últimos días el gran movimiento de brazos caídos que se extendió por toda la República y que, indudablemente, sacudió y aceleró la caída del Machadato»ix, reafirmando su postura anti-leninistax y, retomando la guerra sin cuartel contra los eternos traidores.xi

Entre los días 3 y 8 de mayo de 1937, tendrían lugar las famosas «Jornadas de Mayo» en Barcelona. El lunes 3, más de un centenar de policías a las órdenes del consejero de Orden Público de la Generalitat, irrumpieron en la Central Telefónica –gestionada, mediante un decreto legal, por la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT)–, con el objetivo de controlar ese estratégico centro de comunicaciones. Ante la agresión, los trabajadores anarcosindicalistas respondieron con fuego, lo que provocó que las autoridades policiacas pidieran refuerzos. Tres camiones de las repudiadas Guardias de Asalto (controladas por los stalinistas), acudirían al llamado junto al jefe de la Comisaría (“anarquista”) y el jefe de las Patrullas de Control (también “anarquista”). Tras el enfrentamiento, Dionisio Eroles, jefe de la Comisaría, exigió a los anarcosindicalistas deponer las armas, permitiendo la ocupación militar de las instalaciones. Siendo esta la gota que derramaría la copa de las tensiones entre las fuerzas que constituían el gobierno frentepopulista del Consell de la Generalitat (Esquerra Republicana de Cataluña, la Confederación Nacional del Trabajo, la Federación Anarquista Ibérica, la Unió de Rabassaires, la Unión General de Trabajadores y el Partido Socialista Unificado de Cataluña) y, las fuerzas revolucionarias, donde destacaba la base anarcosindicalista. La respuesta de los anarquistas –particularmente las Juventudes Libertarias– y, los militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), junto a otros grupos minoritarios como la Asociación Amigos de Durruti (proto plataformista) y la trotskista Sección Bolchevique-Leninista de España (SBLE), no se hicieron esperar, levantando barricadas y confrontando con las armas a la coalición de partidos reformistas y sindicatos que conformaban el Frente Popularxii. En pocas horas, se desató en Barcelona una verdadera guerra social al interior de la propia guerra civil que se extendería a otras ciudades vecinas como Tarragona y Reus y, continuaría hasta las primeras horas del día 8 de mayo. Al día siguiente (4/5), grupos de anarquistas armados atacaron los cuarteles de los Guardias de Asalto, edificios partidistas y gubernamentales. Mientras los ministros “anarquistas”, García Oliver y Federica Montseny, exhortaban por la radio a los anarquistas a deponer las armas y regresar al trabajo. De igual forma, Mariano Rodríguez Vázquez, secretario general de la CNT y, Jacinto Toryho, director del tabloide anarcosindicalista “Solidaridad Obrera”, llamaban al cese de la insurrección. En horas de la mañana del 5 de mayo, los Guardias de Asalto, atacaron el local de la Federación Local de Juventudes Libertarias y la sede del sindicato médico. Ese mismo día por la tarde, serían asesinados los anarquistas italianos Camilo Berneri y Francesco Barbieri, a manos de la policía y miembros del stalinista PSUC. Francotiradores anarquistas ejecutarían al bolchevique excenetista Antonio Sesé Artasoxiii, secretario general de la UGT, impidiendo que asumiera su reciente nombramiento al nuevo consejo de la Generalitat de Cataluña. El día 7 los anarquistas destruyeron las vías del ferrocarril y volaron todos los puentes que permitían el acceso de las Guardias de Asalto a la ciudad de Barcelona. Paralelamente, la CNT insistía por la radio en su llamado a deponer las armas y regresar al trabajo con la consigna: «¡Abajo las barricadas! ¡Que cada ciudadano se lleve su adoquín! ¡Volvamos a la normalidad!»xiv. La tarde del 8 de mayo la insurrección había sido aplastada con la complicidad cobarde de la dirigencia anarcosindicalista. La Generalidad de Cataluña, los comunistas y los anarcosindicalistas de la CNT/FAI (bajo las “orientaciones” de sus ministros), estaban dispuestos a actuar conjuntamente contra quienes se les opusieran.

Lamentablemente, en todos los casos antemencionados, los anarquistas habían ceñido su agenda (teórico-práctica) a la zaga del pensamiento marxista, adoptando una conceptualización que no les resultaría funcional y mucho menos coherente con su accionar sedicioso (contra todo Poder) y sus aspiraciones de liberación total. Lo que les llevó a asumir objetivos ajenos como propios, estableciendo “compañerismos” y alianzas en función de tales fines. La ilusa convicción de que la Anarquía es una realización –tan en boga en el siglo XIX y XX–, enfiló a muchos de nuestros antecesores por senderos equivocados: identificando a la Revolución como el vehículo indiscutible hacía la realización de la sociedad ideal. Y, al no contar con “las masas” para hacerla, había entonces que forjar todas las alianzas habidas y por haber (incluso con los leninistas) para conseguir el Triunfo.

Así, compañeros extremadamente lúcidos, de claro posicionamiento antibolchevique y críticos acérrimos del “etapismo”, como Enricco Malatesta, también sucumbirían ante las tácticas aliancistas, en busca de «la realización del ideal», concluyendo que: «la revolución será lo que podrá ser, y nuestra tarea es acelerarla y esforzarnos para que sea lo más radical posible […] La revolución no será anarquista si, como verdaderamente ocurre actualmente, las masas no son anarquistas. Pero nosotros somos anarquistas, debemos seguir siéndolo y obrar como tales antes, durante y después de la revolución.xv», poniendo el pecho a priori ante los futuros pelotones de fusilamiento de los dictadores revolucionarios.

Pero, las maniobras de penetración teórica, cooptación, desarticulación e infiltración, no solo eran (y son) la estrategia de la socialdemocracia cuartelera (leninistas); de igual modo, la socialdemocracia electorera, con su consigna «todas las formas de lucha son válidas contra la clase dominante» y, su opción por “el mal menor”, también ha hecho lo propio, provocando profundas desviaciones de las que puede dar cuenta una legión de conversos temerosos «del arribo de la reacción» (el triunfo del fascismo). Con estos mismos argumentos, en 1897, el ex-anarquista Saverio Merlino afinaba su reformismo: «Hay que perfeccionar al sistema, no destruirlo»xvi. Bajo esta falsa premisa –inspirada en los devaneos reformistas de Proudhonxvii–, se fundó en Italia en 1891, el Partido Socialista Anarchico Rivoluzionario. Desde entonces a la fecha, ha crecido y se ha multiplicado una caterva de conversos que han intentado desviar el itinerario de la guerra anárquica, manifestándose inconmensurables “propuestas” al interior de nuestras tiendas.

Respuestas del pasado a necesidades del presente

Adoptar conceptualizaciones ajenas e incoherentes con nuestras aspiraciones de liberación total, compelió a muchos compañeros –entre los que me incluyo–, a identificar la Revolución, la lucha armada o el golpe de Estado, como el vehículo indiscutible que nos conduciría a la realización de la Anarquía. Esta confusión semántica (en realidad, teórica), no solo provocó falsas expectativas en nuestras tiendas, sino produjo lealtades y compromisos insensatos con proyectos íntegramente opuestos a nuestros fines, impactando de manera grave en nuestros círculos, con su inevitable comparsa de rupturas y conversiones con funestas consecuencias. La revolución mexicana de 1910, la revolución bolchevique de 1917, la revolución española de 1936, la castrista de 1959, la sandinista de 1978 o, la neo-zapatista de 1994, son ejemplos fehacientes de inextricables desviaciones que aún están vigentes en nuestras tiendas, ya sea por falta de análisis, carencia de información o (de plano), por deformación teórico-práctica.

Las revoluciones políticas y/o sociales –TODAS–, han sido siempre un radiante polo de atracción para los anarquistas. Indiscutiblemente, nos excita la explosión de las pasiones y el despliegue espontaneo e impetuoso de la multitud –aletargada y conservadora hasta la noche anterior– sedienta de venganza y estremecida por el espectáculo del que se siente partícipe. Confundimos el espíritu de la masa ávida de indemnización, con nuestras ansias demoledoras de toda dominación y nuestros deseos de liberación total.

La porfiada reproducción del mismo error, nos ha llevado y nos lleva a seguir tropezando reiteradamente con la misma piedra (let’s not forget Rojava). Ignorando que no hay una sola revolución en el curso de la historia que nos haya conducido a la liberación total. Siempre e irremediablemente, las revoluciones han estado en función del Poder y, por ende, opuestas a la libertad. No es que se descarrilen de “su cause” ni que traicionen sus ideales primigenios, como ingenuamente siempre hemos pensado. Es el proceso nomotético de su naturaleza autoritaria. Se fraguan con la clara intención de instituir y consolidar un nuevo Poder. En cuanto cesa la efervescencia y la multitud regresa a su habitual letargo –aterrorizada por las ruinas y acuciosa de “normalidad”–, aclama nuevos amos en quienes delegar la vida. Y estos amos no aparecen de la nada. No llegan al poder de manera fortuita, se han estado preparando toda su vida para ejercer un Poder aún más absoluto que el depuesto. Es entonces cuando los anarquistas nos lamentamos pero, resulta demasiado tarde: es el crepúsculo de la libertad y la hora de los dictadores.

Igualmente, amparados en conceptualizaciones ajenas, en nuestras tiendas se ha promovido (y se promueve) el voto o la participación electorera y, hasta se ha inculcado la colaboración parlamentaria. Infundidos de un leninismo posmoderno, que renueva el maquillaje ocultando sus arrugas, algunos sectores del denominado “movimiento” apoyan candidaturas electorales de claro signo socialdemócrata u, optan por conformar estructuras partidistas sumándose a los añejos Frentes Populares –también denominados Frentes Amplios–, en busca de escaños parlamentarios. Tal es el caso de las elecciones presidenciales del 28 de abril en el Estado español y, las de México en el pasado reciente. Pero, más ignominioso aún, es el desastre que se aproxima en Chile y Estados Unidos, donde estructuras pretendidamente “anarquistas”, se aprestan a establecer alianzas políticas para «la toma del Poder» por la vía electoral.

Sin duda, las experiencias mexicana e ibérica guardan grandes similitudes, pese a sutiles diferencias. Substancialmente, en la cínica convocatoria a votar desde supuestas reflexiones “ácratas” comprometidas con la contención de las opciones conservadoras y de ultraderecha. Sin mayor creatividad –y menor talla intelectual–, el llamado a participar en el circo electoral se limitaba a pregonar, como si se tratara del viejo cuento de Los Tres Cerditos, «el advenimiento del fascismo». Si bien los elementos anarco-izquierdistas (neo-plataformistas, socialistas libertarios, neozapatistas y/o anarco-bolcheviques), en ambos casos, aún carecen de la fuerza requerida para conformarse en partido político y establecer las alianzas necesarias y participar en la contienda desde alguna plataforma política; hicieron el proselitismo ineludible (la mayoría de las veces de manera anónima) a favor de sus candidaturas preferidas.

Quizá, la experiencia mexicana ha sido doblemente patética. En un primer momento, los anarco-izquierdistas unieron sus lacónicos esfuerzos al neozapatismo electorero (otrora Ejército Zapatista de Liberación Nacional), apoyando la candidatura independiente de Marichuyxviii y, al no alcanzar las firmas solicitadas por la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales vigente, quedaron fuera del juego democrático. Sin embargo, desde una plataforma anónima, se avocaron a desalentar el abstencionismo consciente, inspirados en la máxima de «Crear un Pueblo fuerte, crear barrio, crear comunidad, crear sindicato, crear Colectivos Locales de Abastecimiento y Producción y Comités de Defensa Revolucionaria, es crear Poder Popular, es decir, crear soberanía y autodeterminación, es crear Comunismo Libertario»xix. Aclarando de antemano que «esto no ocurrirá espontáneamente», especificaban que “su rol” es «hacer que las ideas anarco-comunistas se conviertan en ideas guías, en ideas orientadoras, tomando el «liderazgo de las ideas«». Y reafirmaban que «la disyuntiva (una vez más) es entre el fascismo o el Frente Popular»; llamando a votar por el candidato de la coalición Juntos haremos historia «que con su honestidad ha sabido aglutinar a las fuerzas populares más dignas y concientes de nuestro país, indignadas por la corrupción, la impunidad, la violencia del crimen organizado, y la depredación del neoliberalismo, y se presenta como la posibilidad de triunfo de un proyecto muy otro que sitúe a México en el marco de la lucha anti-imperialista latinoamericana»xx.

Con idénticas palabras y frases grandilocuentes similares, pero adaptadas al contexto ibérico, los anarco-izquierdistas peninsulares hacían la misma labor proselitista, llamando a votar para «no hacerle el juego al fascismo». Con este emplazamiento, quedaba al descubierto la labor de zapa de la Federación Estudiantil Libertaria, Embat, Apoyo Mutuo y elementos camuflados al interior de las orgánicas anarcosindicalistas (CNT/CGT), que le apuestan a consolidar «más pronto que tarde […] una política de alianzas constructiva y transformadora, que nos permita engranar con el resto de la izquierda (Izquierda Castellana, Anticapitalistas, Endavant, Poble Lliure, PCE, Comunes, Podemos, Sortu…) en lo local y lo regional. Todo este trabajo nos permitirá a los anarquistas contribuir al movimiento popular y difundir el programa revolucionario en la misión de transformar el país»xxi (Joder, si este discurso es anarquista: ¡que me borren de la lista!).

Lo cierto, es que tanto en el territorio ibérico como en el mexicano, los anarco-bolcheviques –aún sin la fuerza suficiente para constituirse abierta y descaradamente en partido político– lo único que concretaron fue más de lo mismo. En el Estado español, regresaron el poder al Partido Socialista Obrero Español (en la primera de tres citas de estas elecciones adelantadas), tejiéndole un traje a la medida a Pedro Sánchez y, legitimando su presencia en La Moncloa. En México, le devuelven la silla presidencial al viejo Partido Revolucionario Institucional (ahora con “nuevo” rostro y diferente nombre: MORENA). Aquello de “cuidado qué viene el lobo” (perdón: el fascismo), quedó sin sustento al certificar en el poder a estas variantes regionales de ese fascismo que nunca ha dejado de existir a ambas orillas del Atlántico. Sin embargo, es evidente que el “anarco”-leninismo posmoderno, continúa proporcionando respuestas del pasado a las necesidades del presente, aplicando la tesis del “posibilismo libertario”xxii. Lo hicieron en México en 1917-20, lo repitieron en España en 1934 y 1936, en Francia en 1956…

Tentaciones desviacionistas

El desviacionismo tiene una larga tradición en nuestras tiendas. Gracias a la penetración marxista (primero) y leninista (después), podemos enumerar una copiosa lista de giros y desvaríos de claro signo socialdemócrata, acontecidos desde el mencionado desliz proudhoniano hasta la fecha. Sería extraordinariamente tedioso, intentar siquiera enumerar estos episodios y/o dotarlos de fundamentación bibliográfica; sin embargo, no podemos soslayar que todos y cada uno de ellos, exhiben nuestras enormes debilidades en materia de elaboración teórica y, la urgente necesidad de contrastación, refutación y actualización en términos teórico-prácticos. Desafortunadamente, este proceso de penetración no ha hecho sino acentuarse durante un vasto período histórico que comprende desde la Revolución bolchevique hasta el fin de la llamada “guerra fría”, pero que, curiosamente, se redobla con la vertiginosa caída del socialismo realmente existente y la masiva evacuación de militantes de los partidos satélites de Moscú hacia orgánicas antiautoritarias, tratando de cimentar nuevos rostros más presentables.

En este sentido, los constantes desvaríos presentes en el anarquismo en Chile, cobran particular importancia. Después de haber gozado de una presencia preponderante en la región durante los años finales de la última década del siglo XIX y las dos primeras del XX, redujo significativamente su potencia. En un primer momento, a consecuencia de las expectativas generadas por la Revolución bolchevique y la progresiva integración de los trabajadores en las democracias parlamentarias auspiciada por el Partido Demócrata y, posteriormente, por el Partido Obrero Socialista; seguido del apogeo nacionalista que acompañó a la Primera Guerra Mundial y, los cambios ocurridos en las formas productivas. En un segundo período, su decadencia estará marcada por los nefastos efectos del creciente control de los sindicatos por parte del naciente Partido Comunista Chileno –previo Partido Obrero Socialista antes de ser cooptado en 1922 por la Komintern–, imponiendo un sindicalismo autoritario, legalista y manipulado, que quedaría reglamentado con el «Código del Trabajo» de 1931; rematando con el triunfo electoral en la contienda por la presidencia del Frente Popular (integrado por el Partido Comunista, Partido Socialista, Partido Democrático, Partido Radical y la Confederación de Trabajadores de Chile) en 1938. Y, la liquidación definitiva de la anarcosindicalista Confederación General de Trabajadores.

Un confuso y descolorido anarcosindicalismo quedaría por décadas en la penumbra, hasta reaparecer en 1961 en contubernio con el catolicismo social del santón Clotario Blest. La intención sería darle vida a un Frankenstein, bautizado como Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (de tendencia anarco-castro-guevarista-cristiano-trotskista-maoísta). Con esta desviación, se diluía la especificidad del anarquismo chileno en un amasijo de tendencias ideológicas, totalmente opuestas a la esencia ácrata, haciendo aún más visible el retroceso progresivo de las ideas antiautoritarias en Chile.

Tras una prolongada ausencia, las ideas anarquistas renacen en la región chilena a finales de la dictadura militar-empresarial del general Augusto Pinochet, contando con escasísimos referentes teórico-prácticos. La influencia directa y el predominio de las organizaciones paramilitares de corte marxista-leninista, sería decisivo en los primeros instantes de este “renacer” sobre un puñado de jóvenes contestatarios en busca de tesis menos autoritarias que les permitiera la participación espontánea en la lucha, sin tener que militar en tales orgánicas políticas. Tuve la oportunidad de conocer por aquellos años (1985/90), en Santiago y en Concepción, a varios de esos jóvenes, algunos exmilitantes de la juventudes del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y a otros, entonces cercanos o, aún involucrados, con el Movimiento Juvenil Lautaro/Movimiento de Acción Popular Unitaria –con los que todavía mantengo relaciones afectivas y hoy son consecuentes anarquistas de praxis–, que deseaban empaparse de toda la teoría contemporánea anarquista (que emanaba principalmente de la experiencia italiana post 1977) y, conformar grupos de afinidad y emprender acciones contra la dominación.

Empero, aquellos jóvenes fueron la excepción. Con el fin de la dictadura, tanto el MAPU-Lautaro como el MIR –inclusive el Frente Patriótico Manuel Rodríguez-Autónomo (FPMR/A)–, se dieron a la tarea de captar jóvenes rebeldes y/o contestatarios, aprovechándose de ciertas simpatías “libertarias”, del confusionismo reinante y, del fetichismo por los “fierros”. De tal suerte, con la retractación definitiva del uso de las armas por parte de estas orgánicas paramilitares y su legalización política de la mano de la habitual opción electorera, la inmensa mayoría de esta juventud ávida de acción, se separa de tales formaciones y, comienza a constituir organizaciones y agrupamientos pretendidamente anarquistas o, en su defecto, a acercarse a las configuraciones existentes.

Los más autónomos, expresarían un máximo de independencia y un mínimo de fidelidad respecto a su formación marxista-leninista, lo que les permitiría integrarse rápidamente al incipiente desarrollo ácrata, asimilando sin dificultad un modelo reticular basado en la organización informal y, asumiendo la guerra permanente contra la dominación. Sin embargo, a muchos de estos compañeros, la fascinación por las armas, la propensión por la especialización y la tendencia a la compartimentación, los conduciría a poner en práctica una interpretación equivocada de las tesis insurreccionales anárquicas. Por su parte, los más “adoctrinados”, consecuentes con su ethos bolchevique, manifestarían un comportamiento contrario; es decir, un mínimo de independencia y un máximo de fidelidad a la ideología marxista-leninista, lo que les impulsará a retomar el discurso del Poder Popular proclamado por el MIR durante el gobierno de la Unidad Popular allendista y, escudriñar en la historia de las deviaciones libertarias, echando mano de la trasnochada Plataforma Organizacional, del Manifiesto Comunista Libertario de Fontenis y, la experiencia proto guevarista de la Federación Anarquista Uruguaya/Partido de la Victoria del Pueblo. De este melting pot, a finales de noviembre de 1999, nacería la madre de todas las desviaciones izquierdistas y de las deformaciones ideológicas contemporáneas del anarquismo chileno: el Congreso de Unificación Anarco-Comunista (C.U.A.C).

El culebrón protagonizado por el anarco-bolchevismo chileno, con su estrategia de dos caras, merece un estudio profundo que incluya el impacto de sus “propuestas” y, una exposición pormenorizada de los efectos inmediatos de esta facción en nuestras tiendasxxiii. Desde luego, esto no corresponde con los objetivos de la presente contribución; no obstante, consideramos necesario exponer a grades rasgos el itinerario de este desatino.

A raíz del Congreso de Unificación Anarco-Comunista (C.U.A.C), vería la luz un engendro de corte neoplataformista que llevaría el mismo nombre. Su autoritarismo congénito y sus influjos leninistas, quedarían plasmados en los Estatutos constitutivos, donde se exige «unidad teórica-práctica», «acción colectiva», y, «disciplina», a toda costa. El segundo punto de sus ordenanzas, dejaría inscritas «las categorías de Simpatizante, Pre-militante y Militante»; mientras, el inciso tres, especifica “los derechos y deberes” de las diferentes categorías. Si bien el punto cinco, sobre la «Ceremonia de recibimiento», no tiene desperdicio y da irremediablemente lugar a una sonora carcajada: «consistirá en la lectura que hará el nuevo compañero, al inicio de la asamblea, de un acta de compromiso que selle su fidelidad ante sus nuevos compañeros y la causa revolucionaria, luego de lo cual se entonarán los himnos «Hijo del Pueblo» y «A las Barricadas». Una vez efectuado esto, se procederá a hacerle entrega de su cartilla de militante y de su distintivo (pañuelo y/o brazalete). Para la ocasión, todos los compañeros deberán asistir con su distintivo puesto. Posteriormente, todos los compañeros procederán a hacer un saludo personalizado cordialmente al compañero». El punto ocho, deja establecida su siniestra política de «alianzas» y; el nueve, enumera las «faltas» que demandan sanciones: «El no cumplimiento de acuerdos contraídos ante los compañeros; la impuntualidad e inasistencias reiteradas, sin justificación razonable; insultar o agredir a un compañero; asumir la representación de la organización, sin consulta a la asamblea y sin su mandato expreso; no pago injustificado de cotizaciones; colaboración con organismos externos para fines contrarrevolucionarios; delación de un compañero; exposición pública de documentación interna o acuerdos reservados; traición de los principios que sustenta la organización»xxiv.

Esta aberración, albergaría dos vertientes del desvarío anarcobolche en Chile, que –pese a sus aparentes discrepancias en cuanto a la participación institucional– persiguen un mismo objetivo: localizar puntos de encuentro con la izquierda de matriz leninista en aras de establecer alianzas que conduzcan a la implantación del Poder Popular (eufemismo con el que se evita nombrar la obsoleta “dictadura del proletariado”). De tal modo, se desarrollarían en su interior dos proyectos paralelos –pero complementarios–, la vertiente de “inserción social” y, la de “inserción institucional” (electorera).

La Organización Comunista Libertaria (OCL-Chile), sería la heredera natural del C.U.A.C., continuando con su proyecto bicéfalo, hasta el año 2013 cuando la vertiente electorera, cobraría fuerzas y tendría nombre propio (Red Libertaria), uniéndose a la plataforma electoral “Tod@s a la Moneda” e, impulsando la candidatura presidencial de Marcel Henri Claude, del Partido Humanista; junto al desaparecido Partido Izquierda Unida; al stalinista Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez; la Unión Nacional Estudiantil y; sectores disidentes del Movimiento Amplio Social. En ese mismo año, y ya encarrerados en contiendas electorales, ganan la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Luego de diferentes desgajes y reagrupamientos de los exmilitantes de la OCL, se haría más evidente la estrategia de los dos proyectos paralelos, apareciendo y desapareciendo infinidad de orgánicas que representaban uno u otro propósito. Tras estos malabares político-ideológicos, los anarcobolcheviques volverían a confluir en un nuevo Congreso Comunista Libertario que duraría dos años (¡!), después de ese largo “proceso”, surge en escena Solidaridad, Federación Comunista Libertaria, consolidando el “frentismo político-social” a pesar de la significativa merma de militantes provocada por el creciente auge de la vertiente electorera.

En junio de 2016, volvería a tomar fuerza la propuesta parlamentaria en los círculos anarcobolches con la presentación pública de Izquierda Libertaria, como resultante de la unión de la OCL, el Frente de Estudiantes Libertarios, la Unidad Muralista Luchador Ernesto Miranda y otros agrupamientos menores; haciendo énfasis en la necesidad de inserción en la institucionalidad del Estado. En abril de 2017, durante un encuentro entre «militantes históricos del proyecto comunista-libertario», feministas y «socialistas independientes», se constituiría el Movimiento Político Socialismo y Libertad (SOL); organización que inmediatamente eligió el trampolín electorero «en la línea de la creación de poder popular […] a través de la movilización social que le dé viabilidad y se articule positivamente con los avances electorales»xxv, sumándose, junto a Izquierda Libertaria, a la denominada «bancada convergente» en el Frente Amplio, compartiendo plataforma con stalinistas, trotskistas, autónomos, liberales, socialdemócratas, ecologistas y otras especies de similar pelaje. En días recientes, la diputada por el Distrito 13 de Izquierda Libertaria, Gael Yeomans, anunciaba la fusión de su grupo político con Nueva Democracia, Socialismo y Libertad (SOL) y el Movimiento Autonomista, conformando el nuevo proyecto político electoral: Partido Socialista Libertario Feminista, que será «uno de los protagonistas en la escena política de la izquierda chilena»xxvi

A modo de conclusión

La mayor de las críticas a la tendencia informal anarquista, proveniente de los círculos anarco-bolcheviques, nos acusa de prácticas endogámicas y, nos señala como “sectarios ingénitos”; motivos por los cuales, estamos condenados, de antemano, a no poder confrontar “de manera seria” al sistema de dominación. Por estas mismas razones, se nos adjudica la incapacidad de comprender “las necesidades del pueblo” y de poder “tomarle el pulso a las luchas”, vislumbrando “las diferentes alternativas que se presentan en virtud de las condiciones”.

Es indiscutible que los anarquistas de praxis, llevamos años conviviendo en un circuito cerrado pero, también es irrefutable que el aislamiento ha erigido un concentrado anárquico reconfortante, que ha dado paso a la revaloración teórico-práctica que hoy asistimos. Desde esta galaxia de plaza sitiada, se ha consolidado la tendencia anárquica más incisiva. Robusteciendo nuestra esencia, hemos cargado pilas y vuelto a salir, convirtiéndonos nuevamente en la peor pesadilla del Poder. Cristalizamos una tendencia radical e inclaudicable, dotada de una crítica trasgresora y consagrada al enfrentamiento permanente con todas las formas y estrategias del Poder. Le hemos dado más vida a la Anarquía –parafraseando al entrañable Mauri– que las multitudes confusas, aletargadas y manipulables que anhela la izquierda revolucionaria para concretar sus oscuros propósitos.

Para las y los anarquistas de praxis del siglo XXI, es evidente que la Anarquía no es una realización, sino una tensión disutópica: la guerra permanente contra el sistema de dominación y contra todo Poder. No un sistema de producción y/o de gobierno, que pueda alcanzarse mediante la toma del Poder (ya sea por la vía electoral o mediante la lucha armada) como reclama para sí el socialismo o el comunismo cuartelero. Estamos conscientes que el objetivo de nuestra guerra –la guerra anárquica–, es la destrucción total de todo lo que nos oprime, no la edificación de un nuevo sistema dispuesto a autogestionar la nocividad y la miseria planetaria.

Sabedores que no hay nada a conquistar, solo un mundo que destruir. Es hora de eliminar de nuestras tiendas los desvaríos y reafirmar principios. La Anarquía existe y se reconoce en nuestras acciones, narrando con hechos la larga historia de nuestra guerra. No necesitamos a la izquierda para concretar la Anarquía. Ella cobra vida en esos efímeros instantes en que se ilumina la noche, rugen nuestras pasiones y retumban los cimientos de la civilización. Hagámosle «un gran servicio a la causa de nuestra emancipación aplastándoles la cabeza.» Nos toca incorporar –de nueva cuenta– a la Izquierda en nuestra nutrida lista de objetivos y, confrontarla en todos los confines a través de la práctica continuada de la libertad intransigente.

Gustavo Rodríguez,
Planeta Tierra, 5 de mayo de 2019.

Posdata perentoria: ¡Solidaridad directa con nuestrxs compañerxs italianxs condenados a largas penas de prisión: Alfredo Cospito, Anna Beniamino, Nicola Gai, Marco Bisesti y Alessandro Mercogliano!

¡Solidaridad directa con lxs compañerxs de la Conspiración de Células de Fuego (CCF), sepultados en vida en las mazmorras del Estado griego! ¡Qué nuestro apoyo se escuche en todos los rincones del planeta! ¡Qué se ilumine la noche!

*Texto original extraído de Madre Tierra, publicación anárquica, No.3, Stgo. De Chile, Mayo 2019.

i Morales Muñoz, Manuel; La subcultura anarquista en España: El Primer Certamen Socialista (1885); en Mélanges de la Casa de Velázquez, t. XXVIII, 1991, pp.56-59.

ii José Cayetano Campos, anarquista cubano radicado en New York, tipógrafo de oficio, amigo y compañero de John Most, tuvo una influencia decisiva en el anarquismo de habla castellana de finales de la década del 80 y a lo largo de los años noventa del siglo XIX –particularmente entre los españoles, cubanos, puertorriqueños y mexicanos, residentes en Estados Unidos y, los lectores de El Productor de Barcelona (en la Península Ibérica) y El Productor de La Habana (en toda la extensión del archipiélago cubano)–, provocando su evolución hacia posiciones de praxis. Gracias a Antonio Pellicer Peraire, que le pusiera en contacto con compañeros catalanes y le invitara a participar en El Productor de Barcelona, se dio a conocer su prosa en la Ciudad Condal. A través de sus descriptivas crónicas sobre los sucesos de Haymarket y la difusión de las propuestas teórico-prácticas de los llamados Mártires de Chicago –donde no ocultaba su adscripción a la propaganda por el hecho–, sensibilizaría profundamente a sus lectores, incitándolos a abandonar el inmovilismo reformista y a apropiarse de la acción directa anárquica. Los primeros en asumir la “evolución” serían los propios redactores de El Productor de Barcelona, destacando el influjo teórico-práctico sobre los compañeros catalanes José Esteve y Palmiro de Lidia (Adrián del Valle) y, el también cubano, Tarrida de Mármol.

iii Serie de cuatro cartas enviadas a El Productor de Barcelona, firmadas por “C”, donde se expone la necesidad de abandonar el reformismo de la FTRE y, dar paso al desarrollo de la guerra anárquica. Vid, El Productor, los números consecutivos publicados del 30 de noviembre al 28 de diciembre de 1888.

iv Ibídem.

v “La Víspera”, El Productor, 30 de abril de 1890.

vi Era demasiado tarde para derrocar a la nueva dictadura. Los propios anarquistas (principalmente los anarco-sindicalistas y las tropas anarco-comunistas ucranianas bajo el mando de Makhno), cometieron el error táctico de aliarse con los socialdemócratas y los bolcheviques con la finalidad de derrocar al Tzar y, colaboraron en la consolidación del régimen (a través de tratados, particularmente en 1920), seducidos por los cantos de sirena de «todo el Poder a los soviets» .

vii Comité de Relaciones de la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba, “A los trabajadores de Cuba y al pueblo en general”, mimeógrafo, La Habana, 28 de agosto de 1933.

viii Ibídem.

ixIb.

x El semanario anarquista ¡Tierra! (segunda etapa), editado en La Habana por la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba, del 30 de octubre de 1924, enfilaba sus cañones contra «los cuatro gatos del comunismo cuartelero cubano» y, exponía a sus lectores: «como los políticos subvencionan a los periódicos burgueses para que halaguen sus personas y propaguen sus candidaturas, así Moscow subvenciona y reparte rublos a los periodistas comunistas de América y Europa». Desde mediados del año 1920, los anarquistas cubanos comienzan a conocer los primeros testimonios de sus homólogos rusos, sobre la feroz represión autoritaria del partido bolchevique contra el movimiento ácrata y los alertan sobre las estrategias de infiltración de los comunistas.

xi Sobre los enfrentamientos entre ácratas y bolcheviques en Cuba, a raíz de los hechos de agosto de 1933: «los comunistas han traicionado dos revoluciones en Cuba y se han aliado con tres dictadores […] para lograr sus objetivos […] todo lo han hecho por tener el poder […] después de la traición de los comunistas en agosto del 33, la gente de la Federación [Federación de Grupos Anarquistas de Cuba] se quedó caliente. Había sido una cabronada y había que pasarles la cuenta […], dijeron, primero, que había que cepillarse a [César] Villar y al bizco [Ordoqui], después que había que llevarse al polaco [Fabio Grobart], era la cabeza detrás de todo eso y la mano de Stalin en Cuba pero, no era fácil, eran peligrosos y tenían protección […], enseguida se pegaron a [Fulgencio] Batista […] por órdenes de la Komintern, de Moscú, con lo del Frente Popular y, no era fácil entrarle a tiros en plena calle a esos cabrones […], la otra idea era mejor: envenenarlos como hacían los italianos de Vermont y Chicago [en referencia a Nestor Dondoglio, del grupo de Luigi Galleani], esos italianos no se andaban con cuentos […], había una chiquita que trabajaba en El Carmelo […] y ellos iban mucho a comer y a merendar allí […], entonces, con los gastronómicos, se iba a coordinar el envenenamiento […], estuvo más de un mes con el paquetico de arsénico en los ajustadores, esperando a que fueran a comer.», entrevista a Claudio Martínez, Miami, Fl., enero 2012.

xii Las Juventudes Libertarias, el POUM y Los Amigos de Durruti, podían plantearse una alianza táctica temporal, impulsando la insurrección generalizada contra el gobierno frentepopulista (ERC, CNT, FAI, UdR, UGT y, PSUC), conscientes de que la “unidad antifacista” era un pretexto para no hacer la Revolución Social. En base a este mínimo denominador común (teórico-práctico), incitaban la Revolución en la retaguardía, rompiendo tajatemente con las organizaciones de la burguesía. Convencidos que la guerra contra el fascismo no podía desvincularse de la guerra social. Sin embargo, la mancuerda FIJL-POUM, estaba llamada al fracaso por la incompatibilidad de objetivos: los jóvenes anarquistas luchaban por la destrucción del Estado-capital, mientras los leninistas lo hacían por la consolidación de un Estado obrero. Por su parte el grupo de Los amigos de Durruti –cada vez más alejados de los principios anárquicos–, conformaban junto al POUM la Junta Revolucionaria, siguiendo los lineamientos de este partido con su propuesta de Frente Obrero Revolucionario, encaminados hacia un mismo objetivo: la dictadura del proletariado.

xiii Afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) desde su juventud, fue miembro fundador de los sindicalistas pro-bolcheviques de la CNT encabezados por Joaquín Maurín y, militante de la Federación Comunista Catalano-Balear (FCCB) dirigida por éste y como tal participó en la fundación del Bloque Obrero y Campesino (BOC) en 1930. Fue expulsado del mismo en 1931 por sus posiciones favorables a la Tercera Internacional, dominada por Satalin —a los que se oponía el BOC—. En la misma etapa también fue expulsado de la CNT, al igual que ocurrió con numerosos sindicalistas comunistas, por lo que se adherió a la socialista Unión General de Trabajadores (UGT). En 1932 constituyó junto a otros expulsados del BOC, el Partido Comunista de Cataluña (PCC), la rama catalana del Partico Comunista Español (PCE). A partir de esas fechas también pasó a colaborar en la publicación del periódico Octubre, órgano del PCC. Asistió como delegado de la UGT al Comité Ejecutivo de la Alianza Obrera de Cataluña en 1934. El 11 de junio de 1936 fue designado secretario de organización de la UGT de Cataluña y posteriormente fue nombrado secretario general de forma provisional. Como dirigente del PCC participó en la fundación del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) ese mismo año, formación de la que fue uno de sus más destacados líderes. En sustitución de José del Barrio, que había marchado al Frente de Aragón, Sesé se convirtió en el nuevo secretario general de la UGT en Cataluña. Durante los enfrentamientos entre anarquistas y revolucionarios catalanes contra las fuerzas frentepopulistas en mayo de 1937, fue nombrado consejero del gobierno de la Generalidad de Cataluña. Puesto que no llegaría a asumir. El 5 de mayo de 1937, cuando se dirigía en automóvil a tomar posesión de su cargo fue ejecutado por francotiradores anarquistas en represalias por la represión comunista en Barcelona.

xiv Thomas, Hugh, Historia de la Guerra Civil Española. Círculo de lectores, Barcelona, 1976, p.712.

xv Malatesta, Ericco, “Más sobre la revolución en la práctica”, en Estrategia y tácticas en la práctica anarquista, recopilación de artículos de Ericco Malatesta, Un Gato Negro Editores, Bogotá, 2013, p. 99.

xvi De, L ‘Italia del Popolo, del 3 – 4 de noviembre de 1897, recogido en Malatesta, Ericco y, Merlino, Severino, Elecciones y Anarquismo, Ediciones Antorcha, segunda edición cibernética, México, 2006. Disponible en:

//www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/elecciones_y_anarquismo/indice.html (Revisado 1°/5/2019).

xvii Pierre Joseph Proudhon, considerado el precrsor de sociología moderna y padre del mutualismo, fue diputado de la Asamblea Nacional durante la segunda república francesa (febrero 1848-diciembre 1852).

xviii María de Jesús Patricio Martínez, también conocida como Marichuy, es médica tradicional y defensora de los derechos humanos de origen Nahua. Fue elegida por el Congreso Nacional Indígena (CNI) de México y, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como precandidata para las elecciones federales de 2018, por lo que intentó su registro ante el Instituto Nacional Electoral como candidata independiente a la presidencia de la República para dicha contienda.

xix Construir un pueblo fuerte para consolidar un México libertario y soberano donde quepan muchos mundos, (Manifiesto Anarco-comunista), Algunxs Libertarixs Organizadxs, 5 de junio de 2018, disponible en:

//www.alasbarricadas.org/noticias/node/40136 (Revisado 2/5/2019).

xx Ibídem.

xxi Frente a la derecha rearmada, reanimar la izquierda desde lo libertario. Disponible en: //www.regeneracionlibertaria.org/frente-a-la-derecha-rearmada-reanimar-la-izquierda (Revisado 2/5/2019).

xxii El “posibilismo libertario” ha sido la estrategia desviacionista por excelencia de los anarcomarxianos y anarcobolcheviques desde los tiempos de la Primera Internacional. Consiste en la introducción de las tácticas socialdemócratas –en torno a la toma del poder por cualquier medio necesario– en nuestra agenda, mediante la penetración teórica y la infiltración física. De tal modo, cada vez que consideran que el Partido ha logrado el crecimiento cuantitativo y cualitativo requerido y, tienen el control absoluto de las masas, gracias a la intervención en la dirección de organizaciones sociales, partidos y sindicatos y, a las alianzas tácticas con las organizaciones políticas que no dominan (condiciones objetivas), impulsan la “vía revolucionaria”, es decir, la lucha armada y/o el golpe de Estado ; cuando no cuentan con estos requerimientos pero consideran que han realizado suficiente labor pública y de masas capaz de influenciar en las decisiones de las mayorías (condiciones subjetivas), optan por la vía reformista promoviendo el camino electoral y la participación parlamentaria. Vale señalar, a modo de colofón, que los neo-anarcobolches, actualmente denominan esta estrategia desviacionista “política prefigurativa”, impulsando el “poder dual” en aras de su cacareado Poder Popular, pero, en realidad, todo se limita a una cuestión semántica, hablamos de la misma cama solo que ahora bien tendida.

xxiii Desde comienzos de siglo, vengo pronosticando que el desviacionismo neoplataformista «más temprano que tarde habrá de provocar algún desbarajuste teórico-práctico de proporciones adversas». Hoy, esto puede comprobarse en los medios anárquicos, con mayor enjundia en territorio uruguayo y en la región chilena, así como en su área de influencia inmediata: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú; sin embargo, sus efectos ya comienzan a sentirse en el Estado español y, particularmente al norte del Río Bravo, donde empezamos a ver articularse estrategias electoreras con “asesoría” chilena.

xxiv Estatutos del Congreso de Unificación Anarco-Comunista (C.U.A.C.), disponible en: //struggle.ws/inter/groups/cuac/estatutos.html (Revisado 3/5/2019).

xxv Disponible en: //mpsol.cl/quienes-somos/historia/ (Revisado 3/5/2019).

xxvi Disponible en: //radio.uchile.cl/2019/03/27/socialista-feminista-y-libertaria-la-convergencia-en-el-frente-amplio-toma-forma/ (Revisado 3/5/2019).

Si es Bayer ¿es bueno? –Apostillas en torno a un oportunista embaucador, hoy difunto.

Un gran aporte en el rescate a la verdadera memoria histórica anti-autoritaria, que tanto ha sido calumniada y ninguneada desde el izquierdismo y otros sectores autoritarios, pero tan utilizada para llenarse de meritos y dineros. Esto nos recuerda  un poco la crítica hacia la institucionalización del ideal libertario que pretende llevar acabo el progresismo social democrata morenista o del que sea, como lo fue la exposición en la capital mexicana “Anarquistas” o a personajes como Paco Ignacio Taibo II. Aquí el compañero Gustavo Rodriguez nos expone la situación en torno a Osvaldo Bayer.


Siempre ha sido difícil ser anarquista pero los hay. Seguramente menos de los que se dicen o se cree. Los hay, los hubo y los habrá.

Amanecer Fiorito

Que el obituario se publicara en el tabloide socialdemócrata argentino Página/12 era de esperarse, no solo por los lazos de amistad que le unieron a su fundador Osvaldo Soriano, si no porque desde sus inicios puso su pluma al servicio de este proyecto editorial y político, siendo siempre un consentido asalariado de esta empresa. Que su muerte fuera noticia a lo largo y ancho del territorio argentino tampoco causa sorpresa, era considerado “uno de los intelectuales más respetados que dio el país”, además de haber sido galardonado con el Premio Konex, presea que entrega anualmente la Fundación del mismo nombre desde 1980 en reconocimiento a “las personalidades, empresas e instituciones más distinguidas en las ramas del quehacer nacional” y, desde el año 2002, a “las personalidades vivas más relevantes de los países vinculados al Mercosur en la categoría “Premios Konex Mercosur.”i Que el fallecimiento conmocionara a la comunidad académica de su tierra natal también era natural, había recibido el doctorado Honoris Causa en 2003 por la Universidad Nacional del Centro (UNC), “por su trayectoria en el campo de los derechos humanos, la literatura y el periodismo”; asimismo, lo envistieron con igual título varias universidades argentinas. Que lamentaran su “pérdida” en los círculos político-intelectuales de izquierda, particularmente en la región latinoamericana, y que le dedicaran un par de segundos de silencio los jerarcas de La Habana, Managua, Caracas y La Paz, sin duda se enmarca de antemano dentro del protocolo esperado pero, que la nota necrológica se reprodujera en Portal Oaca y de ahí se remedara en ContraMadrid; La Rebelión de las Palabras; Anarquia.Info; ContraInfo y, un sinfín de páginas de contrainformación afines –ciertamente, con este adjetivo quedan excluidos los portales anarco-populistas del tipo Kaos en la Red y, el circuito neoplataformista (anarkismo.net y alasbarricadas) que, por obvias razones, siempre incorporan a priori al santoral anarquista a cuanto personaje se acomode a su guion–, eso sí nos toma de sorpresa y nos preocupa sobremanera.

Agregar a Osvaldo Bayer al panteón de les ilustres de la Anarquía, bajo el rótulo de “historiador anarquista” por haber incursionado en la historiografía social y elaborar su historia del anarquismo en la región astral –no exenta de acomodos ideológicos, distorsiones, imprecisiones, verdades a medias, mentiras completas y un oportunismo superlativo–, abre la puerta a Ángel Herrerín, Juán Avilés Farré y un larga lista de académicos distorsionadores de similar calaña que, en un futuro nada distante, se tomarán por “plumas autorizadas” de nuestra historia o, una vez fallecidos les cobijarán en nuestras tiendas bajo el epígrafe de “anarquistas” como ahora hacen con el difunto en cuestión al que han llegado a considerar como “el último gran anarquista del siglo XX”.

Si diseccionáramos al occiso –en términos ideológicos, claro está–, extraeríamos por lo menos cuatro o cinco Bayer’s: el peronista, el leninista, el guevarista, el castrista y, el “socialista libertario”, siendo este último término el que con más frecuencia utilizaba a manera de aclaración pertinente cada vez que le preguntaban si él se consideraba “anarquista”.ii En realidad, sin necesidad de someterlo a costosos exámenes post mortem, podríamos afirmar que su ADN arroja un socialdemócrata confeso, que a lo sumo, podríamos empacar bajo el rótulo de “liberal de avanzada”, contumaz izquierdista o, demócrata optimista. Bajo esta etiqueta también se autodenominó en diferentes ocasiones, insistiendo en que “la democracia es un sistema perfectible”, olvidando cínicamente que el Krátos, el poder, es siempre y por naturaleza autoritario, jerárquico y por ende, coercitivo, sin importar si lo detentan las mayorías o una minoría, porque inexorablemente se instituye en (y por) la fuerza.

Al respecto, dejó muy clara su posición en una de las múltiples entrevistas que le realizaran –a lo largo de su vida dio más entrevistas que una estrella de cine–, al ser cuestionado sobre la vigencia del anarquismo:

«Lo que tiene vigencia son las ideas anarquistas, no el movimiento. El Estado se ha complicado muchísimo. Antes el anarquismo no reconocía al Estado, y por ejemplo, los obreros discutían directamente con los patrones las leyes laborales, y no querían para nada al Estado.

Después el Estado se inmiscuyó y mientras los anarquistas hacían las huelgas, los convenios con el gobierno los firmaban los socialistas. Así fueron perdiendo vigencia los anarquistas, por no querer reconocer al Estado. No se lo puede negar hoy, lo que sí hay que hacer es democratizarlo. Eso es un principio anarquista. Después en los principios anarquistas está la educación antiautoritaria, que tiene vigencia. […] Después el antiautoritarismo en la sociedad, la defensa de la ecología. El Partido Verde alemán tiene muchos principios anarquistas. El feminismo y la lucha por la reivindicación de la mujer es iniciada por los anarquistas. Las ideas anarquistas marcan mucho futuro. El problema es que hay muchos intentos que se denominan anarquistas que son muy simpáticos pero no pasan de eso.»iii (Las “negritas” son nuestras, remarcando las convicciones “anarquistas” del interfecto).

Pero, dos meses más tarde, y de nueva cuenta en el suplemento Radar del diario Página/12, aún ahonda más en su contradictorio posicionamiento y puntualiza los motivos que lo llevaron a centrar su obra de investigación en el anarquismo y, a acompañarle “como hombre y como historiador”: «Cuando se le pregunta a Osvaldo Bayer por qué eligió el anarquismo como tema central de su obra de investigación histórica contesta así: “Para rescatarlo del olvido, ya que el peronismo había escondido la historia del movimiento obrero anterior a 1945. Durante muchos años la gente creyó que el sindicalismo y la lucha obrera habían nacido con Perón, cosa que no es así. Trotsky dijo alguna vez que si los anarquistas no existieran habría que inventarlos, porque le han hecho mucho bien a la humanidad con su incorruptible oposición. Demostraron tener una línea que no abandonaron nunca. La cual en éste o cualquier otro tiempo histórico implica mucho sacrificio. El anarquista sabe que nunca llegará a ocupar un cargo político, ni tampoco un cargo sindical. Fue y es una ideología al servicio de la sociedad, y no para ocupar cargos. Es en gestos como ese en donde se hacen visibles sus deseos de una vida digna para la humanidad. Eso me atrae mucho de ellos; por eso los he acompañado como hombre y como historiador. Lo cual no los exime de mis críticas. Creo que el movimiento tiene que superar ciertos totalitarismos de pensamiento, si es que no quiere caer en el sectarismo. Recientemente en La Protesta, me criticaron por una nota que escribí reconociendo la figura del Che Guevara. Digan lo que digan, no renuncio a reconocer a los hombres que fueron protagonistas de la historia, aunque no hayan sido anarquistas. ¿O acaso se puede desconocer a hombres como Zapata o Sandino? Creo que el error está en erigirse como juez de la historia. En casos como esos es cuando se puede caer en el sectarismo. Hay que luchar contra eso: por el bien del anarquismo y por su salud; el anarquista tiene que ser todo menos sectario.”»iv

Evidentemente, con esta respuesta, refiriéndose a los anarquistas en tercera persona, hacía hincapié en “ellos” evitando asumirse como tal, muy a pesar de aquellos compañeros que aún insisten en la pretendida afición ácrata del personaje. Pero, más allá de la distancia que guardaba con “ellos”, cabe resaltar las simpatías que mostraba hacia otros, no solo ajenos al ideal anárquico sino declarados enemigos de todo lo que oliera a antiautoritarismo, como era el caso de San Ernesto de La Higuera, también conocido y venerado como Che Guevara.

Precisamente, quien le “criticaba” su idolatría guevarista desde las páginas de La Protesta por aquellas fechas, era el compañero Amanecer (Negro) Fiorito, inquebrantable expropiador anárquico con amplio prontuario policial a ambas orillas del Río de la Plata. Fiorito, no solo cuestionó su patético “anarco”-guevarismo en esa ocasión sino que le reprochó sus constantes acomodos a nuestra historia y su fidelidad a la dictadura nacionalista de los hermanos Castro en todo momento y en todos los foros que estuvieron a su alcance hasta el último minuto de su incansable vida iconoclasta, desenmascarando el oportunismo de Bayer y cuestionando su inexplicable aceptación en nuestras tiendas.

En la réplica en cuestión, intitulada “La vieja historia del hombre nuevo” Fiorito subrayaba la necesidad “insoslayable” de darle oportuna respuesta a Bayer, con esa ironía inteligente que le caracterizaba:

«El Che Guevara, era leninista, trotskista, stalinista, castrista, guevarista… es marxista. Y para un marxista en el poder, no hay nada mejor que un anarquista muerto… fueron consecuentes […] No necesitamos de estadísticas, para saber de los miles de muertos, desaparecidos y perseguidos por el régimen cubano, en sus casi cuarenta años. Y no hablamos de las minorías derrocadas. El Che Guevara, era la segunda o tercera jerarquía, en la etapa (1959-1967) seguramente más fructífera de éstas matemáticas. […] En una entrevista que hizo a Bayer la revista Acción de Credicoop (Banco del Partido Comunista), una de las preguntas fue: ¿Por qué es siempre tan duro con las Fuerzas Armadas?, y respondió que no atacaba a la institución como tal, sino a hombres que pertenecen a la institución y que tenía amigos entre los militares retirados del C.E.M.I.D.A. Lo contrario de la ideología anarquista, para la cual, las instituciones son “el cerebro” de los individuos; y éstos, soldados de las instituciones. Alguna vez, ante cuestionamientos internos, opinaba que Bayer me parecía más anarquista de lo que a veces decían sus opiniones. Pero sus opiniones tienen peso, y ponen en evidencia las diferencias con el anarquismo. Ante esto, la necesidad de la pública respuesta […]».v

En la contratapa de uno de sus libros reeditados hace un par de años, Bayer afirmaba con exacerbado dramatismo: «Me he propuesto no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder, se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común.»vi Sin embargo, el paradójico historiador siempre hizo una puntual distinción entre los verdugos buenos y malos –a pesar de que ambos actuaran desde el poder–, mostrando una piedad superlativa hacia los genocidas “buenos”. Supongo, que durante su primera visita a La Habana, allá por el año 1960, esa haya sido la motivación “piadosa” que le impulsó a rechazar una improvisada reunión con el compañero Marcelo Salinas y una pequeña delegación de anarquistas cubanos que apelaba a la solidaridad de los afines frente a la persecución sistémica; negándose la consecuente oportunidad de descubrir y desnudar ante la historia a los nuevos verdugos y “reivindicar a los de abajo”. A diferencia de Bayer, quien les acusó sin miramientos de ser “mercenarios del Imperio”, su acompañante Pirí Lugones –que ni remotamente tenía relación alguna con la teoría y la práctica anárquica, salvo la sangre ácrata que manchó las manos del torturador de su padre durante la dictadura de Uriburu–, se interesó en conversar con Salinas, de quien decía haber leído algunas de sus obras, y en escuchar las denuncias de los anarquistas al nuevo régimen. Pirí, con los años, también se volvió una defensora a ultranza del castrismo desde el “peronismo revolucionario” pero, en ese instante les recomendó asumir la receta trotskiana de “la Revolución permanente.” A finales de la década del setenta, Pirí sería secuestrada y asesinada por los discípulos de su progenitor.

En los días previos de la visita de Bayer, Castro había expulsado a todos los anarcosindicalistas de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), pese a la activa participación de los anarquistas en la lucha contra la dictadura del general Fulgencio Batista. A comienzos de1960, la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) lanzaba un manifiesto donde refrendaba su apoyo a la Revolución pero, simultáneamente, reafirmaba su firme “oposición a los totalitarismos y las dictaduras”, denunciando el creciente “centralismo estatal” y anticipando el arribo de un “ordenamiento autoritario” de la mano de la iglesia católica y del Partido Comunista de Cuba, empero, concluían el documento con gran optimismo, señalando que “el panorama pese a todo, alienta”.

Al finalizar el año, habían asesinado, después de hacerlo prisionero, al compañero Augusto Sánchez; los compañeros Rolando Tamargo y Ventura Suárez fueron fusilados; Sebastián Aguilar (hijo), fue ultimado a balazos; Eusebio Otero –uno de los que conformaron la delegación que apeló a la solidaridad del “compañero” Bayer– apareció muerto en su habitación; Raúl Negrín, acosado por la persecución se suicidó; la compañera Suria Linsuaín, junto a los compañeros Casto Moscú, su hijo Isidro Moscú, Manuel González, Floreal Barrera, Modesto Piñeiro, José Aseña, Norberto Torres, Sicinio Torres, José Mandado Marcos, Victoriano Hernández, José Álvarez Micheltorena, Plácido Méndez y Luis Linsuaín (estos últimos combatientes del Ejército Rebelde contra Batista), fueron detenidos y condenados a penas de prisión. Casto Moscú y Manuel González fueron liberados en espera de juicio e inmediatamente se asilaron en la embajada de México; Victoriano Hernández, enfermo y ciego por las torturas de la cárcel, se suicidó; y José Álvarez Micheltorena murió a las pocas semanas de abandonar la prisión. Suria y el resto de los sobrevivientes se exilaron después de cumplir sus sentencias.vii

Coincidiría con Bayer en La Habana, también invitado por el gobierno de Castro, Agustín Souchy pero, en contraste con la lambisconería del secretario general del Sindicato de Prensa argentino, al concluir su estancia en la Isla redactaría el folleto intitulado “Testimonios sobre la Revolución Cubana” donde denunciaba las similitudes del régimen castrista con el “modelo soviético”. Tres días después de marcharse Souchy de Cuba, el gobierno incautó el tiraje completo y mandó a destruir el impreso, un año más tarde, sería la Editorial Reconstruir de Buenos Aires quien rescataría y reimprimiría el texto. Bayer, prefirió reunirse con el Che –que entonces estaba al frente de los fusilamientos en la prisión de La Cabaña– y otros dirigentes del PCC y, continuar idolatrando al castrismo y acusando de “mercenarios” a los compañeros, dando inicio a la “Leyenda Negra” de los anarquistas cubanos.viii

Durante sus años de exilio (1976-83) en Europa, el periodista e historiador, no se libró de los cuestionamientos de los compañeros anárquicos italianos, no solo por el execrable “affaire cubano”, sino por su acomodo de la historia. Uno de esos compañeros fue Enrico Arrigoni, también conocido en los medios ácratas como Frank Brand, destacado anarco-individualista originario de Milán, propulsor de las ideas de Stirner y de la expropiación individual“, junto a su amigo Abele Rizieri Ferrari (Renzo Novatore).

Albañil, dramaturgo y artista plástico, Arrigoni siempre fue reconocido en nuestras tiendas por su larga trayectoria; a comienzos del siglo XX participó junto a Malatesta en diferentes insurrecciones en Italia y aportó su experiencia en incontables sublevaciones destacando su intervención en Suiza, Alemania y Hungría. A finales de la década del veinte, colaboró activamente en el desarrollo del anarquismo de praxis en Cuba y Argentina, donde conoció a Severino Di Giovanni y otros compañeros italianos involucrados en la confrontación cotidiana contra la dominación. Más tarde se trasladó a la ciudad de Nueva York, por invitación de Costantino Zonchello y los compañeros italo-americanos editores del periódico L’ Adunata dei refrattari, donde escribió en repetidas ocasiones, también plasmó sus aportaciones en los periódicos Controcorrente e Intessa Libertaria. En 1928 comenzó a editar la publicación anarcoindividualista Eresia, contando con la colaboración de su amigo Pietro Bruzzi. Durante la Revolución española se unió a la lucha contra la rebelión fascista a pesar de “las constantes desavenencias con las posturas anarco-sindicalistas”, hasta que le hicieron prisionero. Regresó a Nueva York donde vivió como “inmigrante ilegal” hasta su muerte a la edad de 90 años el 7 de diciembre de 1986.

Arrigoni había conocido a Marcelo Salinas en Cuba junto a Manuel Ferro y un grupo de anarquistas isleños. De Marcelo tenía “buenas referencias” de los compañeros italianos residentes en Tampa del Grupo Panapimtos. Durante la década de los sesenta del siglo pasado, apoyó decididamente a sus viejos compañeros perseguidos por el régimen castrista; en su defensa dio la batalla en todos los medios libertarios desde los primeros días del gobierno de Castro hasta los años ochenta confrontando la Leyenda Negra de Osvaldo Bayer y cía.

Los pocos compañeros italianos contemporáneos de Severino Di Giovanni sobrevivientes a la deportación y las cárceles fascistas que fueron contactados por Bayer, también le recordaron su abominable traición a los compañeros cubanos alebrestados por su viejo compañero de lucha, el entrañable Arrigoni; asimismo, narraron la verdadera historia de Severino, reconociendo su valentía y su incuestionable compromiso con la práctica anárquica y haciendo hincapié en que ninguno había sido parte de su grupo. Sin embargo, el periodista argentino acomodó las “grabaciones” ofreciendo una versión edulcorada de su apasionada biografía. Una de las tantas “adecuaciones” de la historia fue la ejecución del despreciable Emilio López Arango a manos de Severino. Bayer decidió en su libro que el protagónico perdería “glamour” si se contaban los hechos tal como sucedieron. Empero, el hecho no necesitaba la menor justificación, tanto Arango como el Abad de Santillán –circunstanciales editores de La Protesta, abusando de sus funciones, habían tomado el periódico como tribuna personal para desde sus paginas denigrar al compañero Severino acusándolo de “espía fascista y agente policial”. Quizá, lo único reprochable de la acción de Severino fue no haberse cargado a Santillán, tal vez hubiese sido otra la historia de la Revolución española.

Años más tarde, volvía a la carga Amanecer Fiorito, recordándole a Bayer que, según el testimonio de Emilio Uriondo a “Arango sí lo mató DiGiovanni”: «”Estábamos reunidos varios compañeros de los grupos expropiadores, tratando el problema con los redactores de La Protesta. Di Giovanni se levantó del asiento, pidió a un compañero que hacía de chofer de los grupos que lo acompañase, fue a buscarlo a la casa y lo mató”. La Protesta, al menos subjetivamente, no era Arango, Santillán y algún otro. La mayoría de lo que quedaba del movimiento se identificaba con el periódico y no necesariamente con la posición de los circunstanciales redactores, ni con la actitud de estos, en el tema que estamos tratando.»ix

En el programa radial Marca de radio, con Eduardo Aliberti por la Red, el día 29 de abril de 2006, Bayer contaba a la audiencia que le había enviado una carta al “Dr. Kirchner” pidiéndole “que vaya él a la localidad de Las Heras y que no mande a la Gendarmería”. Y añadió que “un político no debe buscar cargos para enriquecerse sino para ayudar a la sociedad”. Al asombro de Aliberti ante tales afirmaciones siguió la pregunta de rigor: “¿vos seguís siendo anarquista?”, Bayer contestó: “Sí claro, en realidad soy libertario, anarquista se decía antes.” En el 2005, Bayer participó en la proyección de “La Patagonia rebelde” en la Casa Rosada, junto al presidente de la república, ministros, políticos y granaderos.

En la lista de los participantes en las actividades culturales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de ese mismo año, Bayer figuraba primero, seguido por Miguel Bonasso, Rodolfo Terragno y otras muchas figuras del ambiente artístico, político y periodístico. En junio de 2006, colaboraba en el lanzamiento de la “Audiovideoteca de Escritores” de la Subsecretaría de Comunicación Social del

Gobierno de la Ciudad e, igualmente apareció promocionando el proyecto en las

publicidades televisivas del Gobierno.x

En resumidas cuentas, al fin se fue el viejo Bayer. Falleció el pasado 24 de diciembre. Imagino que a su llegada al Infierno, lo estaban esperando Bakunín, Di Giovanni, Alejandro y Paulino Scarfo, Jorge Tamayo Gavilán, Braulio Rojas, “Paco” González, Jaime Gómez Oliver, Silvio Astolfi, José Nutti, Fernando Pombo, Umberto Lanciotti, Dumpiérrez, Agostino Cremonessi, Gino Gatti, Arrigoni, Fiorito, Roscigna, Vázquez Paredes, los anarquistas expropiadores rusos, los compañeros cubanos: allí le pasarán la última cuenta. Nos toca ahora a nosotros reescribir la historia vivificando la Anarquía.

Los anarquistas no necesitamos de cronistas, biógrafos e historiadores porque llevamos nuestra historia a cuestas y la hemos trasmitido en actos de generación en generación. El culto a la carroña no es la mejor manera de recordar a nuestros muertos, la única forma de mantener vivo su recuerdo es reproduciendo su inclemente accionar. La acción directa no es letra muerta, es nuestra arma más potente. Retomemos la guerra contra la domesticación y la dominación con el mismo ímpetu de nuestros antecesores. Impulsemos los empeños de destrucción de la sedición anárquica. Contra todo Poder. Contra toda Autoridad. Contra todo lo existente. Multipliquemos las expropiaciones, los tiranicidios, los atentados, las fugas de prisión, propaguemos –por los hechos– el fuego inagotable de nuestros negros corazones, procuremos darle vida a la Anarquía.

¡Por la Internacional Negra!

Gustavo Rodríguez, Planeta Tierra, 17 de enero de 2019.

Una acotación, un agregado, una posdata vincular: Sé que para muchos leninistas, socialdemócratas y “anarco”-izquierdistas agazapados en nuestras tiendas, este texto representa un agravio inmerecido contra el nonagenario libretista, también estoy consiente que a infinidad de hipócritas “anarco”-cristianos y apagafuegos, estas líneas (insoslayables –Fiorito dixit) le resultarán ignominiosas y blasfemas; además, estoy convencido, que este escrito provocará la ira de todos los falsos críticos, los amantes de la corrección política, la simulación y los buenos modales (“no se ofende la memoria de los muertos”, solo que igualmente le increpé en vida todo lo expuesto en esta nota y nunca me dio la cara). Por último, seguramente este posicionamiento –tan arrogante como desafiante– prenderá los focos rojos de todos los comisarios políticos y, alarmará las gendarmerías y a los fascistas de todos los colores (pardos y rojos). Esos son los riesgos que tomamos todas y todos los que nos asumimos anarquistas sin remordimientos. Así que: preparen, apunten, fuego. ¡Nos veremos en el Infierno!

i Vale la pena darse la vuelta por su página web https://www.fundacionkonex.org/

ii «-¿Cómo se define usted?
 -Como un socialista libertario, o mejor, alguien que trata de ser un socialista libertario en una sociedad que se va complicando cada vez más, en la que cada vez es más difícil ser un socialista libertario.»
Entrevista con Susana Viau, suplemento Radar de Página/12, BB.AA, Argentina, 24 de mayo de 1998.

iii Revista “El Imperio contraataca”, nº zero año 1.

iv Suplemento Radar de Página/12, 26 de julio de 1998.

v Fiorito, Amanecer, La vieja historia del hombre nuevo, La Protesta No. 8202, marzo-abril 1998. Recogido en El Negro. Selección de artículos de Amanecer Fiorito, Ediciones Libertad, BB.AA, 2007.

vi Bayer, Osvaldo, En camino al paraíso, Biblioteca Bayer, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Planeta, 2016.

vii Para más información sobre la brutal represión del castrismo al anarquismo cubano, Vid. Fernández, Frank, El anarquismo en Cuba, Colección Cuadernos Libertarios/6, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid, 2000, p.p. 87 102.

viii Barret, Daniel, La Leyenda Negra de los anarquistas cubanos: un ataque más y van…, disponible en línea.

ix Fiorito, Amanecer, “Si es Bayer…”, La Protesta No 8204, BB.AA., julio-agosto1998.

x Publicación anarquista ¡Libertad!, nº 37, BB.AA, julio-agosto 2006,