(Madrid) ¿Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria?

Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria.cleaned

¿Maquinaria de la caridad o solidaridad revolucionaria?

…establecer, fuera de toda política burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria…”

Las redes de apoyo mutuo, las redes vecinales, el voluntariado (o los asalariados), los bancos de alimentos, todo el inmenso aparato surgido en pocas semanas para contener las desastrosas consecuencias económicas y sociales que la pandemia ha provocado han acaparado la atención de muchas, bien sea por altruismo, bien sea por pura y simple necesidad. Y es normal, dado que como en cualquier crisis que atraviese el sistema capitalista, las consecuencias más graves las sufren en mayor medida aquellos que previamente a la crisis estaban ya jodidos, es decir, los y las pobres, en Madrid o en Sebastopol. Los capitalistas siguen una sencilla lógica: socializar las pérdidas, cuando las haya, y acaparar los beneficios, siempre. Es una de las lógicas que atraviesan una sociedad dividida entre explotados y explotadores, entre gobernados y gobernantes.

Y así nos encontramos con una situación de pobreza y desamparo, de pura y simple necesidad de comer, con los servicios sociales, colapsados, la Iglesia y las ONG, colapsadas o, al menos, lo suficientemente desbordadas como para derivar “casos” a estas redes. Redes compuestas por una variedad de asociaciones de vecinos, activistas de bario, trabajadores sociales haciendo horas extras, colectivos políticos de izquierda, individualidades varias, gente que quiere echar una mano, militantes de izquierda, algún que otro fascista infiltrado, anarquistas, libertarios, cristianos de base, los que pasaban por ahí, y los que simplemente, querían un jodido salvoconducto para esquivar el aislamiento impuesto a base de multa, colleja y bota militar. Ah, y no podemos olvidarnos de unos cuantos aspirantes a políticos, que no han dudado en chupar cámara cuando la prensa aparecía, ponerse a mandar y erigirse como censores y organizadores de algunas de estas iniciativas, que en algunos barrios de Madrid, exigían cotas de autonomía y señalaban la falta de horizontalidad y claridad. Al final, poco a poco, estas redes están entrando en dinámicas a nivel general de funcionar como meras gestoras de la caridad, de soporte extra de los servicios sociales, de un puntal de emergencia ante un estado del bienestar en desmantelación desde hace tiempo y, ahora, desbordado.

¿Seguimos hablando del sueño húmedo de la socialdemocracia en pleno 2020 y en la nueva era post-covid-19? Parece que sí. El estado del bienestar fue un pacto de paz social firmado por la aristocracia izquierdista con nuestros explotadores, un sueño construido sobre la brutal explotación y expolio de otras regiones del planeta, la dominación y agotamiento de la tierra, la rueda de la esclavitud moderna de la producción y el consumo que pagamos con creces con el adormecimiento de la pacificación democrática, donde la brutalidad represiva del Estado, quedaba justificada y amparada bajo la represión selectiva contra aquellxs aventurerxs que decidían romper los márgenes del consenso democrático. El proyecto de este gobierno, que algún facha de bar puede tildar de “socialcomunista”, no es más que el camino de siempre de seguir por la vía del apuntalamiento de un capitalismo de rostro amable. Y mientas, generar cada vez más excluídos, en una aceleración de este proceso donde la técnica y la el desarrollo tecnológico cumple y cumplirá un importante papel. Cada vez más expulsados al margen y siendo un problema de gestión, con las cárceles debordadas y los servicios sociales haciendo equilibrismos, junto con los diferentes subsidios, los ERTE y colchones varios del sistema. El gobierno progresista es el mayor apuntalador del régimen, siguiendo la tradición histórica de la izquierda de adormecer y pacificar la rabia, con el objetivo de preservar el orden y la normalidad, que es el escenario perfecto para los explotadores locales e internacionales.

Nos parece importante remarcar esto, estando seguros de que las colas para recoger comida en los bancos de alimentos han venido para quedarse, remarcar el rol reproductor del sistema en las que estas iniciativas pueden, y quizás, ya han acabado por cumplir. No nacen de la nada, no solo son un impulso solidario, son la materialización de una mentalidad derivada del proyecto del estado del bienestar. O al menos, creemos, es un factor determinante.

¿Cuándo le quitaron a la avispa el aguijón?

Porque no deseamos contribuir a la espectacularización de la pobreza como hecho derivado de una pandemia, sino como una consecuencia estructural de un sistema que genera pobreza y explotación para el beneficio de una élite. Porque sabemos que tendremos que atender a nuestras necesidades básicas y a las de nuestros amigos, familiares y compañeros, pero nos negamos a que el precio a pagar sea la renuncia a la lucha contra los responsables de nuestra miseria. Porque no queremos amoldarnos a una lógica tranquila y ordenada que viene a encajar perfectamente en mantener el estado de las cosas, que habla el discurso del orden, de la autoridad, de la distancia social en las colas de los supermercados y los bancos de alimentos, estados de excepción, de aplicaciones que controlen nuestros movimientos, de militares y policías en cada esquina, de drones y enjambres de cámaras de videovigilancia y seguridad privada.

Porque queremos establecer la solidaridad como nexo de unión con nuestros iguales, anónimos o no, en clave de lucha contra quien especula en los barrios, contra la propiedad, contra las ratoneras donde vivimos afinados, expuestos a un aire envenenado, contra los controladores, contra la clase política, contra nuestros jefes y patrones, contra las fronteras, los muros de las cárceles, cies y alambradas, contra quién acapara y vive en la opulencia gracias a la explotación. Contra la gestión de la catástrofe del Estado y su jodida distopía llamada “nueva normalidad”.

Tampoco queremos que los capitalistas paguen las consecuencias de la crisis, todo lo que tienen lo han conseguido a través del robo y la explotación de nosotrxs mismos. La mundialización ha hecho de la explotación un proceso no homogéneo, pero mundial, actuando en diferentes capas. Queremos ajustar cuentas. Queremos pelear. Queremos oír hablar de huelgas, saqueos, okupaciones, disturbios, ataques y que su motor sea la solidaridad y el apoyo mutuo.

La base de la solidaridad revolucionaria radica en reconocer el propio proyecto de rebelión en las luchas y acciones de los demás y, por lo tanto, ver a estos otros, al menos potencialmente, como cómplices en la lucha.”

Nos asquea el asqueroso rol asistencialista que acaba generando instituciones fuera de las instituciones donde se genera una nueva división vertical, entre el que da y el que recibe, generando dependencia y convirtiéndose en regla, rutina y finalmente “normalidad” mientras nuestros explotadores nadan en la abundancia. Los “especialistas de la caridad”, hablando en plata, son gestores de respuestas inocuas e inofensivas a las problemáticas que genera un sistema de raíz. Lo que sea con tal de evitar el conflicto: militares y tecnología, patriotismo barato y un ejército de trabajadores sociales, son los ejes de la pinza de la paz y el control social.

Queremos establecer la solidaridad con otros en clave de lucha, experimentar el apoyo mutuo como impulso para lucha. Porque es una cuestión de necesidad real, siempre lo fue, nunca fue una cruzada idealista, la solidaridad revolucionaria es una necesidad para aquellos que deciden plantarle cara a este mundo de miseria.

La solidaridad que revienta las ilusorias líneas de las fronteras, que tiene en su esencia la negación de falsas identidades como la nación o la raza, conecta a individuos en el lenguaje de la práctica del ataque. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.

La democracia y el estado del bienestar, como espejismo y cristalización de la autoridad de los poderosos sobre los oprimidos, son el auténtico virus. Y no nos basta, para nada, con echar a los fascistas de nuestros barrios.

¿Y qué significa actuar en solidaridad con otros en lucha? Sobre todo, significa continuar nuestra propia lucha contra  toda forma de dominación y explotación donde estemos. El Estado, el Capital y todas las instituciones a través de las cuales ejercen su poder constituyen una totalidad, y cada  ataque de una parte, incluso la más pequeña subversión, la menor expresión de una revuelta autoorganizada, es un ataque en general.

(Madrid) Actualización de la situación de lxs compañerxs represaliadxs en Madrid,por el ataque a un cajero de bankia.

El 29 de octubre de 2018 en Madrid, dos compañerxs anarquistas eran
detenidxs, en sus respectivas casas, bajo la acusación de daños.

Concretamente se les acusa de daños con fuego a un cajero automático de Bankia el 11 de Abril de 2018 en solidaridad con la anarquista presa Lisa, condenada por el atraco a un banco en Aachen (Alemania).

Lxs compañerxs pasaron a disposición judicial el 30 de octubre de 2018 y fueron puestos en libertad a la espera de juicio. Durante ese año la tipificación del delito se bajo a delito leve, sin embargo, en noviembre de 2019, tras un recurso de fiscalía, el delito volvía a ser tipificado como normal, dando lugar a la posibilidad de que sean condenadxs a prisión. Actualmente la investigación ya ha sido cerrada y se encuentran a la espera de que fiscalía presente el escrito de acusación.

Este es otro de los muchos ataques que el Estado realiza contra el
anarquismo, más allá de los hechos, sin entrar en términos de inocencia o culpabilidad, pues no son más que términos del poder para condenar y encasillar a todo aquel que se rebela contra su autoridad. Lo que se persigue son los principios y prácticas anarquistas, prácticas legítimas como son la solidaridad y la acción directa contra todo aquello que nos oprime.

Es por ello, que consideramos necesario que estos casos no queden en el olvido, pues la labor represiva se alimenta de esto generando
desinformación con respecto a las ideas y prácticas anarquistas y
tratando de deslegitimarlas y desmovilizarlas por medio de “castigos
ejemplares”. Frente a su continua persecución las ideas y prácticas
anarquistas han de prevalecer y así continuar la ofensiva contra el
estado.

Estad atentxs para más información.

¡MUERTE AL ESTADO Y VIVA LA ANARQUÍA!

SOLIDARIDAD CON TODXS LXS COMPAÑERXS REPRESALIADXS

Promesas de guerra. Fuego y cristales rotos en Madrid.

Durante las últimas semanas del mes de diciembre fueron decorados, rotas las lunas, pinchadas las ruedas y/o arrancados los retrovisores de alrededor de 50 motos y 40 coches de alquiler, del burger king, de inmoibliarias, de seguridad, de bancos… También fueron reventadas las pantallas de una docena de cajeros.

Un cajero de la Caixa y otro de Santander fueron presa de las llamas. Cuatro coches de alquiler, dos del banco Santander, dos de inmobiliarias, uno de prosegur y uno de securitas ardieron durante la noche.

Quizá quedan muy grandes las llamadas a la guerra, no queremos hacer una analogía con otros lugares del globo en el que el conflicto ha alcanzado cotas de destrucción y muerte que no contemplamos por aquí. No son estas palabras un ejercicio de alarde, un selfie ególatra. Son simplemente un muestrario de cosas que suceden, de instantes de pasión en un mundo monótono y sin sentido. Un intento de potenciar y multiplicar la acción antagónica.

Evitar que un banco abra durante unos días, interrumpir el tránsito de mercancías o dañar directamente instrumentos de represión es importante y muestra al poder instantáneamente vulnerable. Asumiendo, claro está, que estos ritmos de destrucción son absolutamente asimilables por el capital y que se repone de ellos muy rápido.

En cualquier caso, no queremos permanecer pasivxs ante la perpetuación de esta realidad: continentes enteros convertidos en campos de concentración, ciudades de zombis consumistas que generan la devastación de la vida en todos sus sentidos, la autoridad y el beneficio subyugando cualquier tipo de relación…

No queremos caer en la virtualización de la vida y también de la lucha, en la que solo se representa el espectáculo de la revuelta para que después especialistas de la política de todos los espectros consideren la legitimidad o no de la acción. No vamos a separar el discurso de la praxis. Actuamos y hablamos.

Aunque algunas hayamos abandonado la esperanza de futuros idílicos no nos negamos el placer y la convicción de querer experimentar o imaginar la ausencia de dominación. Apostamos por la destrucción, pero esta no puede ser únicamente física. El ataque a la autoridad responde a una responsabilidad individual que nos lleva a querer eliminar elementos que la sustentan, como nosotrxs mismxs. Llámese deconstrucción, revolución interior o asesinato del policía que llevamos dentro la conciencia de los privilegios y de la actividad perpetuadora del orden existente es necesaria. Y ésta no puede mantenernos nunca a la espera, sino que debería funcionar como un impulso en la convicción de una destrucción necesaria, desde dentro y hacia fuera.

Queremos una lucha multiforme, lo que no implica unas prácticas reformistas sino la búsqueda de diferentes caminos de confrontación, que no den margen a la recuperación y que no entablen diálogo con el poder.

No vamos a esperar el momento adecuado ni al “despertar” de las masas. A la eterna promesa e inevitable demora del cuantitativo oponemos la espontaneidad y pasión de lo cualitativo. Asumiendo que la lucha por la liberación viene, se sustenta y va siempre hacia el individuo.

Por todxs lxs compañerxs represaliadxs.
Por la liberación total.
Desde y hacia la anarquía.
PROMESAS DE GUERRA

[Madrid] Incendio de un coche eléctrico de la compañía Car2Go.

En la noche del 24 al 25 de Febrero, incendiamos un coche eléctrico de la compañía Car2Go.

Los nuevos modelos de movilidad y urbanismo que nos proponen desde los estados y empresas, en este caso a modo de «Carsharing» o «Smart Cities» forman parte de una propagan capitalista que pretende blanquear la imagen del viejo capitalismo hostil, devastador e inhumano de siempre. Sin embargo, no son más que una extensión del desastre industrial que perpetúa unas condiciones de existencia miserables que hacen posible su desarrollo y beneficio.
No queremos reformar el capitalismo, queremos destruirlo. No necesitamos más motivos para atacar.

Guerra al Estado, al capitalismo y a la aniquiliación cotidiana de nuestras vidas.
Por la anarquía.

“Infamia”, nueva publicación anarquista de Madrid

Nueva publicación anarquista desde Madrid. Gratuita. Podéis descargarla pinchando aquí. A continuación os dejamos el índice de contenido y la editorial. Para pedidos y demás contactos, escribir a: publicacioninfamia@autistici.org.

Editorial al primer número de Infamia:

En la época de la Antigua Roma, la infamia era la degradación del honor civil. El afectado por ella debía haber llevado a cabo un acto deshonroso o vil, para acto seguido ser desacreditado por un censor, que le otorgaba la categoría de infame. De esta manera, el afectado no podía acceder a cargos públicos ni votar en las elecciones, lo que limitaba sus facultades sociales y jurídicas.

El derecho romano reconocía dos tipos de infamia según sus causas.La infamia iurs, era una consecuencia de un fraude o de alguna acción dolosa. La infamia facti se decretaba cuando la persona desarrollaba un acto contrario al orden público, la moral o las buenas costumbres.

Es con este tipo de infamia con el que nos sentimos identificadas, aquella que reivindicamos con orgullo, pues ¿qué tarea, acción o estrategia netamente anarquista no cabe bajo de la definición de “un acto contrario al orden público, la moral o las buenas costumbres”?

Si su orden público se basa en el ejercicio de una violencia (tanto explícita como simbólica) para obligarnos a actuar en contra de nuestros intereses y a favor de los beneficios de asesinos y explotadores, nos rebelamos contra él y nos declaramos infames. Si su moral lo único que defiende es la propiedad privada (concepto bajo el cual se lleva a cabo el expolio de la gran mayoría de desposeidas y oprimidas a través del acaparemiento de los medios de vida en unas pocas manos privilegiadas), nos rebelamos contra ella y nos declaramos infames. Si sus buenas costumbres nos atan a la jerarquización social, convirtiéndonos en seres humanos de segunda clase, nos rebelamos contra ella y nos declaramos infames.

Por eso nace esta publicación. Para extender la llama de la infamia y la desobediencia. Para luchar por la anarquía.