PUBLICACIÓN: 325 N°12 – «CONTRA LA CUARTA Y QUINTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL» (ACN)

 

 

 

 

 

 

Presentando 56 páginas de anarquía anti-organización, insurrección y anti-civilización del siglo XXI. Una colección de textos y cartas críticas desde el punto de vista anarquista que examinan los nuevos cambios en la producción y el control social provocados por las nuevas tecnologías que están marcando el comienzo de un mundo carcelario totalizante y el avance de máquinas más inteligentes que las humanas.

CONTENIDO : 325#12

03. Editorial
04. Automatización, robótica y mano de obra en la 4ta y 5ta revoluciones industriales
08. Desde la revuelta a la insurrección – Extracto
09. Una pequeña crítica a la ciencia y su mundo
10. Mundo COVID-19: Las epidemias en la era del capitalismo
12. Las fracturas del Dominio
13. Ataques incendiarios coordinados contra antenas de retransmisión en Grenoble, Francia
14. La cuarta y quinta revoluciones industriales
17. La reproducción artificial de lo humano: El camino del transhumanismo
24. Psicología de la máquina: una ley de desaparición
26. Mirada oblicua
30. Teléfonos inteligentes, tonos, Capital
31. Sociedades sin dinero en efectivo y criptomonedas: fin de la era tradicional de la banca y las finanzas
34. Contribución a la reunión internacional contra las tecnociencias del anarquista encarcelado Dino Giagtzoglou
40. La sociedad cibernética y su mundo
52. Contra starlink
54. Espacio : parte 1
55. Pronto, cerca de tu casa
57. Cronología de acción directa

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¿Para quién trabajan los apasionados communards de nuestros días?

Escrito por Gustavo Rodríguez


Mayo del 68 y la Sociedad del Espectáculo, medio siglo después

Desde 1871 –año en que el «poeta maldito» escribiera esta misiva–, no era necesario ser “vidente” para ver lo evidente: las masas de trabajadores que combatían en las barricadas de París seguían trabajando. Aquella «huelga salvaje» frente a la autoridad de Versalles, era a su vez, un nuevo trabajo que producía nuevas obligaciones y les condenaba a perpetuar el trabajo in saecula saeculorum. Tan profunda reflexión, en pleno trance nigromante, probablemente incitó a Rimbaud a cuestionarse: ¿para quién trabajaban los apasionados communards? profetizando un sistema de dominación fundamentado en la democracia directa como eje de gestión político-social, que aseguraba la permanencia de la autoridad y la continuidad del trabajo.

Por eso su furibundo rechazo (¡nunca jamás!) al proceso de alienación humana, consciente que la liberación total «consiste en alcanzar lo desconocido»2 ; única vía de escape del mercado cultural al que estaba forzado a vender su «mercancía». Quizá por ello, para Bakunin –con su espíritu subversivo y su lujuriosa irreverencia– aquellos setenta y tantos días de insurrección generalizada fueron una fiesta interminable y no una agotadora jornada de construcción social; al igual que para las aguerridas pétroleuses que gozaron los fugaces instantes de la primavera de 1871 como una orgásmica apoteosis de fuego y sedición. Mientras que para Engels, aquél acontecimiento expresó el «más vivo ejemplo de la dictadura del proletariado», vislumbrando la futura utilidad de la masa trabajadora.
El slogan histórico de los marxianos («¡abolición del trabajo asalariado!»), aún retumba en estos días reiterado por propios y extraños –con lamentable aceptación en nuestras tiendas–, como si la miserable retribución económica de la explotación de nuestra fuerza física e intelectual fuera el problema, y no el trabajo en sí, olvidando la raíz del vocablo. Si bien una etimología no es la Verdad (con mayúscula) sino una alegoría que permitió en su momento describir una realidad específica constituyendo la visión de mundo en nuestra mente, es realmente revelador lo que representó en algún período de la historia el vocablo «trabajo».

Las palabras «trabajo» (en castellano), «travail» (francés), «trabalho» (portugués), «traballo» (gallego), «trabayu» (asturiano) y, «treball» (en catalán y valenciano), derivan del latín vulgar tripalium: un instrumento de tortura similar al cepo que consistía de «tres palos»» a los que se ataba a la persona que recibía el tormento. De ahí el significado de tripaliare: «tortura», «tormento» o «dolor provocado»3 .

Si etimológicamente la expresión «trabajo forzado» es una suerte de pleonasmo; bajo el enunciado «trabajo asalariado», queda al descubierto el sinsentido del término, a menos que se trate de entusiastas masoquistas que, consecuentemente, se nieguen a cobrar por ser torturados. Ya ni mencionar esos peculiares seres tan bien domesticados que aman el trabajo, superando con creces la narrativa de Von Sacher-Masoch, con perdón de todas y todos los amantes de infringirse dolor (a voluntad) con placenteros resultados, reconciliando la tensión entre placer y muerte en una profunda alteración del tiempo mismo4 .

No es obra del azar que las incursiones psicogeográficas de Debord –cuatro años antes de fundar la Internacional Situacionista–, concluyeran con un graffiti en las proximidades del Sena con la inscripción «NE TRAVAILLEZ JAMAIS!» (¡No trabajes jamás!), retomando el grito de guerra de Rimbaud, recargado por la intuición punzocortante de la negación dadaísta «contre tout el tous» (contra todo y todos) y la «guerra contra el trabajo» del movimiento surrealista. Tampoco es fruto de la casualidad que a finales de la década del setenta el compañero Alfredo Bonanno y los sectores anárquicos más aguerridos de Italia, centraran la lucha en la destrucción del trabajo tras la experiencia del mayo rampante de 1977, dándo rienda suelta a las tésis insurreccionales ante el inmovilismo anarcosindicalista y la degeneración del libertarismo de síntesis.

En contraste, los marxianos de todas las denominaciones –socialdemócratas, espartaquistas/luxemburguistas, consejistas, leninistas (trotskistas, stalinistas, maoístas y otras sub-especies), operaístas, autónomos, socialistas libertarios y, anarcosindicalistas–, posponen la destrucción del trabajo y la consiguiente destrucción de la economía, anteponiendo a este momento emancipador el programa de consolidación del poder obrero (comunista/anarquista), estimulando el desarrollo de las fuerzas productivas y limitándose a gestionar o «autogestionar» –en el caso de los sindicalistas libertarios y los consejistas– la economía, asegurando el desarrollo del Capital. De esta visión (corta de miras), no quedarían excentos ni los situacionistas. El propio Debord, se retractaría de aquel aguerrido graffiti, optando por impulsar la automatización industrial (primero) y, fomentar la «sociedad de Consejos» (después). Vaneigem, tampoco se despojaría de su ADN marxiano, inclinandose por los «Consejos Obreros» (primero) y, la autogestión generalizada (después).

Este enfoque miope, indudablemente obstruye la finalidad anárquica de demoler todo lo existente. Tal concepción, en lugar de poner fin a la llamada «contradicción fundamental» (capital-trabajo), destruyendo el trabajo y la economía y, como resultante el Capital, se plantea un falso dilema entre la gestión de la economía por la «burguesía» y la gestión/autogestión del «proletariado». De tal suerte, elige la forma sobre el contenido, dando paso a un «capitalismo autogestionado» (tal como sucedió en la revolución anarcosindicalista tras el golpe fascista de 1936) o imponiendo el «capitalismo de Estado» (Rusia 1917, China 1949, Cuba 1959, Nicaragua 1979…).

«Jeder nach seinen Fähigkeiten, jedem nach seinen Bedürfnissen» (De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades) es el aforismo que hace suyo San Charlie de Tréveris –tras plagear a Étienne Cabet y a Louis Blanc–anunciando el arribo de la «fase superior» del comunismo, una vez superado el principio rector de la «dictadura del proletariado» («A cada cual según su aporte» o, lo que es lo mismo «quien no trabaja no come»), período de tiempo indefinido donde, lejos de abolirse, la condición obrera se generaliza, exacerbando la explotación de los trabajadores en la producción eficiente de un «futuro mejor». Lo que en la práctica se traduce en más de lo mismo, es decir, en la continuación del Capital a través de medios pretendiadamente revolucionarios implementados en torno a la división entre dirigentes y ejecutantes.

¿Qué producen las revueltas contemporáneas? ¿Para quién trabajaban los apasionados communards de nuestros días? Probablemente, estas sean las preguntas generadoras iniciales que nos ayuden a formular nuevos cuestionamientos y a enlistar dudas, temores, reflexiones y propuestas, desenredando los hilos negros de nuestra historicidad. Así y sólo así, podremos entrelazar la nueva trama y la urdimbre de las luchas venideras. Ese tejido negro irá tomando el cuerpo polimorfo que le vayamos concediendo sin seguir viejos patrones. Ya no tendremos que continuar remendando aquel trapo arcaico que fuera confeccionado hace siglo y medio en la rueca y el telar. Aquel tejido tuvo su propio tiempo. Las nuevas tramas anárquicas solo podrán advenir de manera disruptiva, desde un ethos que reafirme la necesaria destrucción del trabajo y la potencia del fuego liberador. Continuar en la repetición y el estancamiento actual, podría remitirnos a la regresión histórica: la imposición del fascismo global (pardo y/o rojo).

Es preciso agudizar nuestros sentidos para saber distinguir los olores y avizorar el cocido. El aroma del fuego siempre nos indicará qué se está cocinando. No se trata de rechazar el platillo una vez que esté servido sino de interrumpir su cocción. El aroma azufrado de la combustión del petróleo y sus derivados, provoca una inconfundible sensación olfativa que incita cierto estado transitorio de euforia y nos expide, de forma inconsciente, una sucesión de imágenes asociadas que producen infinito placer: un cuartel en llamas, una prisión reducida a cenizas, un conglomerado de antenas calcinadas, una patrulla incinerada o un bello centro comercial carbonizado. Ese devenir-fuego –que ilumina la noche– provoca una conmoción liberadora que no puede propiciar ningún otro medio, ninguna máquina de guerra. Innova un gesto que hace perceptible la anarquía a través de las flamas de la devastación.

Gustavo Rodríguez
Planeta Tierra, 1º de septiembre 2020

(Extraído del folleto «El aroma del fuego: la rabia de la desesperanza en un mundo tripolar», septiembre, 2020.)


1. Rimbaud, Arthur, Iluminaciones, Cartas del vidente, Ediciones Hiperión, Madrid, 1995.

2. Id.

3. El vocablo «trabajo» tiene tres raíces europeas que han permitido el acomodo semántico del término en diferentes lenguas: Ergon en Griego, Laborare en Latín y, la olvidada Tripalium (también en latín pero con un origen mucho más lóbrego). En lengua inglesa, la palabra «work» está asociada a la raíz latina de la palabra Laborare que significa «labor», aunque su traducción literal sería «labor difícil», de ahí la expresión «labor de parto». Esta raíz latina es el origen de una variedad de palabras, incluyendo «colaborar» y «elaborar». Hannah Arendt, echa mano de esta raíz etimológica para justificar el trabajo, argumentando que tiene un rol en el «proceso de la fertilidad vital» (La Condición Humana, Paidós, Barcelona, 1993). En realidad, es evidente que sí existe una abismal diferencia entre los vocablos Tripalium y Laborare (o Ergon en griego) y, esta radica en la ancestral división social (y sexual) del trabajo con el arribo de la agricultura: un sector «destinado» a cumplir con la obligación dolorosa del trabajo (Tripalium), perdiendo toda libertad; y otro, «elegido» para la labor creadora (Laborare) en plena libertad.

En Europa, se tiene evidencia del uso punitivo del tripallium por lo menos hasta el año 578, mientras que en América se documenta el empleo de este instrumento de tortura en la década del ochenta del siglo XIX y, en Mauritania aún se utiliza para “disciplinar” esclavos y (particularmente) esclavas que se niegan a cumplir con las exigencias de sus amos a pesar de que la esclavitud fue abolida por ley en 1981.»

4. Freeman, Elizabeth, Time Binds: Queer Temporalities, Queer Histories, Duke University Press, Durham, 2010.

Las rebeliones de la miseria

Escrito por Gustavo Rodríguez


La era de Lucifer y La 3ra Guerra Mundial | CONEXION CON ...

«Todos los sistemas de control se basan en el binomio castigo-premio.
Cuando los castigos son desproporcionados a los premios
y cuando a los patrones ya no les quedan premios,
se producen las sublevaciones.»
1
Burroughs

En esta segunda década del siglo cada vez son más frecuentes las revueltas urbanas a lo largo y ancho de la geografía global, con sutiles variaciones en cuanto a su duración e intensidad. Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, Haití, Líbano, Cataluña, Ecuador, Bolivia, Sudán, Chile, Bielorusia y, ahora, Estados Unidos de Amérikkka, han sido sede de multitudinarias protestas ampliamente reseñadas en los medios de domesticación masiva. Como he señalado en otras ocasiones, éstas manifestaciones tienen motivaciones muy particulares que las explican; sin embargo, es indiscutible que todas poseen un vínculo intangible que funge como denominador común de la mayoría de estas movilizaciones: el hartazgo y la rabia de la desesperanza.

Lejos de la retórica izquierdista que insiste contra toda evidencia que «mientras haya miseria habrá rebelión», lo que en verdad ha motivado las rebeliones recientes no ha sido la «miseria» sino la conjunción del hartazgo y la desesperanza. Estos dos factores –que impulsan la añoranza por lo «malo conocido» y anhelan el retorno al Estado benefector, al capitalismo industrial y a la sociedad del trabajo–, son los causantes del malestar generalizado que ha desembocado en la revuelta global de nuestros días.

Resulta cada vez más axiomático que la «miseria» solo produce «miseria». Es decir, servidumbre, mendicidad e incluso, pérdida de toda dignidad. Tal como reza el proverbio: «el hambre es mala consejera». Es la madre de todos esos especímenes que se cuelgan un letrero al cuello que reza «Hago cualquier trabajo» (hasta para las SS, como nos recuerda George Steiner). Por eso, en lugar de crear rebeldes y refractarios, la miseria engendra enfermedad, desnutrición, mortalidad, miedo, explotación sexual, corrupción, soldados, policías, delatores y votantes: miseria humana. Razón por la que se enaltece la miseria desde la izquierda, sabedores que entre sus fauces se ceba el porvenir, o sea, se contabilizan los futuros votos. Solo hay que consignar algunos «premios» y, enunciar abracadabra: la carroña clientelar permanecerá garantizada por un período de tiempo relativamente prolongado, hasta que «ya no quedan premios» (Burroughs dixit) y vuelvan las sublevaciones.

Eso ya lo infería el célebre autor de Los Miserables, pavimentando su brillante carrera política de la mano de su exitosa carrera literaria. En el Libro Séptimo de su conocidísima novela, intitulado «El argot», el poeta y novelista remata:

«Desde el año 1789, el pueblo entero se dilata en el individuo sublimado; no hay pobre que, teniendo su derecho, no tenga su rayo luminoso; el más mísero y desvalido siente en sí la honradez de Francia; la dignidad del ciudadano es una armadura interior; el que es libre es escrupuloso; el que vota reina. De ahí la incorruptibilidad; de aquí el aborto de las desordenadas é insanas concupiscencias; de aquí los ojos bajados heroícamente ante las tentaciones».2

Víctor Hugo, después de aventarse un clavado en la profunda alberca de la miseria, otea su maravilloso potencial. Como bien señala Walter Benjamin:

«Fue el primer gran escritor que usó títulos colectivos en su obra: Les Misérables, Les travailleurs de la mer. La multitud significaba para él, casi en un sentido antiguo, la multitud de los clientes –esto es, sus lectores– y de sus masas de votantes».3

 

Ciertamente, la miseria ha avivado incontables revueltas en la historia pero, de manera infalible, han sido «pacificadas» con dosis proporcionales de garote (la neutralización por miedo), pan (la neutralización por subsidio4 ) y, circo (premios de consolación y reformas políticas). Justo, en la aplicación proporcional de estas raciones radica la culminación del conecepto «proletario», en referencia a los ciudadanos sin tierra carentes de trabajo que conformaban la clase más miserable de las ciudades romanas (proletarius), cuya única utilidad –para el Estado– era su capacidad de generar proles (descendencia/hijos).

Estas hordas de excluídos, fueron pacificadas con garrote, pan y circo y, empleadas como «mano represiva» (legionarios), engrosando las reservas de los ejércitos del Imperio. Tal reflexión, motivó a San Charlie de Tréveris –catorce siglos después– echar mano del término «proletario», aterrizando su única definición en una apretada nota a píe de página a lo largo de los copiosos folios de El Capital, donde delimita a priori todas las chapucerías de los marxianos contemporáneos que intentan, de manera arbitraria, subsumir dentro del concepto «proletario» las configuraciones identitarias más insólitas (pueblos originarios y afrodescendientes) tratando de subsanar las limitaciones racistas y las estrecheces economicistas de la visión marxiana.5

De payasos y profetas

A propósito del «pauperismo» o la miseria generalizada de las clases jornaleras, ya por allá de 1844-46, decía Proudhon citando a Antoine Eugène Buret6 :

«La descripción de la miseria de las clases jornaleras […], tiene algo de fantástico que oprime el corazón y espanta. Son escenas que la imaginación se resiste a creer, a pesar de los certificados y de los expedientes gubernativos. Esposos desnudos, ocultándose en el fondo de una alcoba sin amueblar, con sus hijos también desnudos; poblaciones enteras que no van el domingo a la iglesia por no tener ni harapos con que cubrirse; cadáveres insepultos durante ocho días por no haberle quedado al difunto un sudario en que amortajarle, ni dinero con que pagar el ataúd y al sepulturero, en tanto que el obispo goza de cuatrocientos o quinientos mil francos de renta; familias enteras amontonadas en miserables pocilgas, haciendo vida común con los cerdos, y ya en vida ganadas por la podredumbre, o habitando en agujeros como los albinos; octogenarios que duermen desnudos sobre desnudas tablas; la virgen y la prostituta expirando en medio de la misma desnudez e indigencia; en todas partes la desesperación, la consunción, el hambre, ¡el hambre!… ¡Y ese pueblo, que expía los crímenes de sus amos, no se subleva!»7 (subrayado mío).

Y sí, desde luego que el «pueblo» se ha sublevado infinidad de veces. Los «motines del pan», ocasionados por la privación de alimentos básicos, han sido la contestación de la prole a las hambrunas desde los albores de la civilización, dejando un nutrido registro de efímeras asonadas desde el siglo XIV al XX, con marcada frecuencia en los siglos XVII, XVIII y XIX8 . Como bien advierte Bakunin:

«Desde que existen sociedades políticas, las masas han estado siempre descontentas y han sido siempre míseras, porque todas las sociedades políticas, todos los Estados, republicanos lo mismo que monárquicos, desde el comienzo de la Historia hasta nuestros días, han sido fundados exclusivamente y siempre, solo con la diferencia de grado en la franqueza, sobre la miseria y el trabajo forzoso del proletariado. […] De ahí un eterno descontento. Pero este descontento raramente produjo revoluciones»9 .

Uno de los motines del hambre –característicos de la época preindustrial– del siglo XVII, de los que se tiene mayor documentación, fue el acontecido la primavera de 1652 en la ciudad de Córdoba en la región andaluza.10 Casi finalizando el siglo pero de este lado del Atlántico, tendría lugar otra algarada provocada por la miseria: el motín del hambre de 1692 de la Ciudad de México, también conocido como el «motín del pulque».11 En los siglos XVIII, XIX y XX, igualmente figuraron los motines engendrados por la miseria. Empero, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, estas revueltas serían aprovechadas eficazmente por los «putschiistas» devotos del coup d’État. La miseria comenzaría a parir revoluciones.

La carrera del «revolucionario profesional» empezó a dar frutos en el siglo XIX, consolidandose la estrategia golpista hacia la «toma del poder». Por eso, para San Charlie, Blanqui y sus camaradas, eran la viva encarnación de «los verdaderos jefes del partido proletario».12 De tal suerte, se alentaba la formación de «especialistas» en los menesteres de la Revolución y se «sacraliba» la política, transformando la Nación, el Estado, el Pueblo, la Raza o, el Proletariado, en una entidad sagrada, es decir, una entelequia suprema, intangible y trascendente, eregida como eje de un sistema de valores, símbolos, ritos, mitos y creencias, que demanda sacrificio, militancia, fidelidad, culto y subordinación del individuo y de la colectividad. Así tomaba cuerpo el simbolismo político en la sociedad de masas13 y se propagaba «un modo de concebir la política que excede el cálculo del poder y del interés, y se extiende hasta abarcar la definición del significado y del fin último de la existencia»14 . Para ello, se dotaba a las masas de esperanza en el futuro (¡otro mundo es posible!), mientras se les amaestraba como carne de cañón; es decir, en tanto aprendían el arte de los imbéciles y se diponían a matar y a morir en nombre de la Verdad que los hará felices, enunciada por algún payaso y/o profeta.

Para decirlo con el compañero Bonanno:

«Si hubo un tiempo en el que pensé que sería útil ser un payaso para la revolución, y los mítines sin duda constituyen una actividad teatral como cualquier otra, ahora ya no creo en esta necesidad, no por la inutilidad específica del payaso, que siempre tendrá su papel en todos los movimientos políticos, sino por la posibilidad de que la revolución se pueda lograr tocando la lira al pueblo, con todas las cuerdas de la armonía establecida […] Traer a colación la verdad como símbolo del sacrificio por el cual uno está dispuesto a morir, y por lo tanto a matar, sugiere a otros, si hay una pizca de inteligencia, la solución del enigma, el lugar del truco a ser resuelto para beneficio de todos. ¿Pero quién responde a la esfinge?»15

 

El proceso de incubación

A finales del siglo XIX, la miseria incubó el huevo de la serpiente. Las hambrunas decimonónicas abonaron el terreno para los fascimos (rojo y pardo). Desde 1890, una sucesión de malas cosechas en las regiones del Volga, causó estragos a millones de campesinos en la Rusia zarista. Comunidades enteras huían a las ciudades en busca de alimento. Más de medio millón de personas morían literalmente de hambre o como resultado del tifus y el cólera. A pesar de la hambruna, las autoridades permitieron la exportación de granos, lo que provocó incontables motines y rebeliones campesinas que serían reprimidas por el Ejército imperial a sangre y fuego. Esta situación, indujo a los dirigentes populistas a impulsar su llamado «hacia el pueblo», enrolando a cientos de estudiantes provenientes de las principales ciudades que –desde su visión romántica–, concebían la aldea como una armoniosa comunidad colectiva que encarnaba las aspiraciones socialistas del «alma campesina». Así concluiría la última década del XIX, marcada por las abismales desigualdades del imperio ruso, con una ralea de aristócratas privilegiados y una enorme «masa» de miserables asechada por el hambre y las enfermedades.

Durante los primeros años del siglo XX, la miseria en las zonas rurales continuaría en ascenso, mientras que en las ciudades el desempleo alcanzaba niveles insólitos, lo que desató una ola de manifestaciones y huelgas, en su mayoría emplazadas por los anarquistas. En el verano de 1903, una gigantesca huelga general estremecía el sur de Rusia; en tanto, los «marxistas revolucionarios» se arrancaban el cuero durante su II Congreso en medio de una batalla campal por el control del Partido Obrero Social Demócrata Ruso, lo que originó la irreconciliable división entre bolcheviques y mencheviques.

La «conciencia revolucionaria» se había acrecentado considerablemente con la progresiva escolarización del campo, lo que aunado al descontento generalizado por la derrota militar frente al imperialismo japonés, ubicaba los ánimos al borde de la revolución social.

En los primeros días de 1905, estallaron huelgas en diferentes ciudades del país. El 9 de enero, tuvo lugar una masiva manifestación en Petrogrado (San Petersburgo), encabezada por el cura Gueorgui Garpón. Más de 140 mil mujeres, hombres y niños, empuñando imágenes religiosas y retratos del Zar, marcharon hacía el Palacio de Invierno suplicándole al «Padrecito del pueblo» que aliviase la tremenda miseria que estaban soportando. Los cosacos abrirían fuego contra los manifestantes, dejando un saldo de miles de muertos y heridos. Gorki, bautizaría aquella masacre como «El domingo rojo» y Lenin –el nuevo payaso/profeta–, la interpretó como «la agonía de la tradicional fe de los campesinos en el “padrecito zar”, y el nacimiento del pueblo revolucionario».16 Sin embargo, para 1913 los miserables de toda Rusia –al grito de «Dios salve al Zar»–se aprestaban a celebrar los trescientos años de gobierno de la dinastía Romanov.17 A mediados del siguiente año, la embriaguez patriotera conducía a los miserables de nueva cuenta a la guerra como carne de cañón.

Hacia el final de la Gran Guerra, el escenario se exhibía caótico a lo largo y ancho de Rusia. La exigua industria estaba consagrada a satisfacer las necesidades castrenses («el hambre de proyectiles») y, aunque la producción agrícola no se interrumpió, la amplia red de ferrocarriles del Imperio se puso al servicio de la guerra, paralizando el flujo de alimentos a las ciudades. La hambruna resultante, dio paso a intensas protestas y motines.

El 23 de febrero de 1917, las obreras de las fábricas textiles de Petrogrado –bajo las órdenes del partido bolchevique–, se lanzaron masivamente a las calles con el lema «¡No más hambre!», dando inicio a la denominada «revolución de febrero» que desembocó en la abdicación del Zar Nicolás II. El 3 de abril, llegaría a la estación de trenes de la otrora capital imperial procedente de Zúrich el payaso/profeta de la nueva Revolución, contando con el puntual financiamiento del Reich.18 Treinta y cuatro semanas después, se pondría en marcha el fascismo rojo, prolongándose hasta finales del año 1991. El hambre no desapareció con su implantación pero todos los motines de subsistencia fueron ahogados en sangre.19 La «pacificación» con garrote, pan y circo, tampoco prescribió con la muerte de Lenin (21 de enero de 1924), por el contrario, se intensificó con su sucesor Iósif Stalin. El nuevo payaso/profeta impondría una gigantesca red de campos de concentración, tristemente conocida como Gulag.20

Con diferentes protagonistas, aunque con el mismo guion –experiencia de la que podríamos y, deberíamos, extraer importantes pistas que nos ayuden a entender el presente–, la incubación del fascismo continuó su curso. Desde finales de los ochocientos hasta el año 1913, durante la llamada «Era giolittiana», el Reino de Italia impulsó la integración de su economía en el contexto capitalista internacional, promoviendo la «modernización económica y social». La gran inflación resultante de la Primera Guerra Mundial, derivó en la miseria generalizada a partir de 1918, sembrando el descontento entre los excluidos. Ante la «crisis», los sectores obreros llamaron a huelga extendiendose los conflictos en toda la bota itálica. La rápida descomposición del Estado liberal posunitario y la turbulencia revolucionaria,21 abonaron el terreno para el ascenso al poder de Benito Mussolini.

Con la llegada de este payaso/profeta, se instauró un nuevo régimen totalitario con los mismos rasgos del «fascismo genérico».22 Rápidamente incorporó elementos propios, construyendo un «paradigma» a la italiana («fascismo específico»), fundado en el corporativismo, la exaltación del «pueblo», la redención obrera y, el nacionalismo. La ideología de este otro fascismo también se presentaba como una doctrina revolucionaria, ungida de principios socialistas (anticapitalistas, antiparlamentarios, antiliberales y, desde luego, antimarxistas y ultranacionalistas), que propugnaba la intervención del Estado mediante corporaciones profesionales que agrupasen a trabajadores y empresarios afectos al regimen de partido único23 . Para garantizar el buen funcionamiento del sistema, sería necesario consolidar el terror contra los intelectuales disidentes, las minorías étnicas y, los opositores al régimen (traidores a la nación), a través de un aparato policial extremadamente represivo; afianzar las fuerzas armadas al servicio del líder y su organización partidista –dispuestas a extender el proyecto fascista hacia el exterior– y; emprender la permanente movilización de la sociedad en función del fortalecimiento del Estado.

Una caracteristica esencial del fascismo es su talante anticapitalista y antiburgués24 , manifiesto en su crítica al materialismo imperante en el capitalismo, por lo que demanda su transformación hacia un «capitalismo organizado» (Capitalismo de Estado o, Capitalismo Monopolista Totalitario) fuertemente regulado, que permita la «redistribución del poder social, político y económico.»25 Para ello apela a sentimientos fuertemente arraigados en el «pueblo», encarnandolos en los símbolos y, su representación en el Estado, por medio del establecimiento de lazos directos entre las «masas», el partido dirigente y el líder.26 De tal suerte, toda esfera de la actividad humana queda sujeta a la intervención estatal. Como sentenciara el Duce: «todo dentro del Estado, nada en contra del Estado, nada fuera del Estado.»27

Pero pese a esta «estatización forzada» (o gracias a ella), el régimen fascista va a gozar de gran popularidad y total aceptación entre las «masas». El estímulo a las actividades de ocio popular; la política de integración; la construcción del «hombre nuevo» a través del sistema de educación y; el fomento de la seguridad social mediante la «Carta del Trabajo»28 –prometiendo derechos sociales y, un orden de paz y armonía entre obreros y patronos, como fuerzas productivas al servicio de la Nación–, le otorgará el beneplácito popular al fascismo, dotando de especificidad este fenómeno político.

En Alemania, la situación no sería muy diferente. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei) llegó al poder en 1933 en medio de una gran convulsión social y una profunda depresión económica. El crack de Wall Street de 1929 tuvo severas repercusiones como consecuencia de la enorme dependencia de los prestamos a corto plazo del exterior, allanando el camino de la Revolución nacionalsocialista. La tasa de desempleo entre 1929 y 1932 se incrementó de 6 a 18%, la producción industrial registró una caída de 40% y, la renta per cápita se contrajo en 17%. Esta conjunción de factores estimularon «el ascenso de un nuevo movimiento de masas que, en un período de crisis, movilizó a una gran proporción de la población, seducida por los atractivos de un líder carismático como era Hitler.»29

Desde los años noventa del siglo XIX, el movimiento völkisch atesoró fuerzas con el discurso cohesionador a pesar de su organización multiforme y sus diversas preocupaciones ideológicas, a veces contradictorias y rivales entre sí, pero inequívocamente orientadas hacia el antisemitismo, el pangermanismo, la eugenesia y, la reformación de la vida cultural y religiosa. Al interior de este movimiento, cobraba pujanza la presencia juvenil que se sacudía «literalmente las represiones y coacciones de una rancia existencia burguesa»30 Dando inicio el siglo XX, el movimiento popular cosecharía adhesiones ante las dificultades económicas que acarreó la Primera Guerra. La economía alemana estaba severamente afectada por la prolongación del conflicto. La miseria provocó motines de hambre (1915) e importantes huelgas (1917) socavando la moral en el frente interno.

A mediados de 1917 –bajo la dictadura militar de Lundendorff y Hindenburg– se fundó el Partido Patriótico Alemán (Deutsche Vaterlandspartei/DVLP), con el apoyo de la Alldeutscher Verband. De orientación ultraderechista, nacionalista y militarista. La nueva formación política acogió en su seno al movimiento völkisch, junto a otras corrientes antisemitas del nacionalismo radical alemán, llegando a contar con un millón doscientos cincuenta mil afiliados. Tras la revolución de noviembre de 1918, que puso fin a la monarquía de Guillermo II y, dio paso a la república parlamentaria, el Partido Patriótico se disolvió. Muchos de sus miembros pasarían a engrosar las filas del Partido Nacional del Pueblo Alemán (DNVP); el resto de sus integrantes, bajo la dirección del obrero ferrocarrilero Anton Drexler y el periodista Karl Harrer, conformaron el Círculo Político de Trabajadores (Politischer Arbeiterzirkel). Radicalmente opuesto al capitalismo y al comunismo, el «Círculo» se dedicó en cuerpo y alma al activismo y la agitación política entre los trabajadores.

El 5 de enero de 1919, Drexler y Harrer fundarían en Múnich el Partido Obrero Alemán (DAP) con tan solo 40 militantes. Uno de sus futuros miembros sería Adolf Hitler, quien dos años más tarde, se consolidaría como líder indiscutible del partido. Después de su activa participación en el brutal aplastamiento de la insurrección espartaquista, junto a las milicias de voluntarios (Freikorps), la formación política cambiaría su nombre por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y, haría público su Programa de 25 puntos –coautoría de Drexler y Hitler– el 24 de febrero de 1920.

Al calor de la miseria, crecía el espíritu ultranacionalista y la cultura racista, lo que facilitó el incremento acelerado de la militancia del partido. El discurso demagogo del NSDAP, centrado en el ataque a los bancos y las grandes empresas, junto a la defensa del socialismo de Estado como propuesta económica garante de la seguridad social, ejerció gran influjo entre los trabajadores y una enorme aceptación general, proporcionándole dos victorias con mayoría simple en las elecciones democráticas parlamentarias de 1932 y, el posterior nombramiento de Hitler como canciller (1933).

La miseria que viene

Las revueltas de subsistencia más connotadas de finales del siglo pasado fueron las de Argentina en 1989, durante la hiperinflación de los últimos días de gobierno de Raúl Alfolsín, destacando la proliferación de «ollas populares» y la expropiación colectiva del centro comercial Cruce Castelar en el Municipio de Moreno en Buenos Aires31 . Aquella experiencia, pronto sería neutralizada con medidas oficiales de contención mediante la provisión de alimentos a las zonas populares, consolidándose como prácticas clientelares que favorecieron el empoderamiento de líderes y dirigentes sociales como mediadores con el sistema de dominación, garantizando el control social y la recuperación sistémica. Se repetirían los motínes de subsitencia en el país austral a comienzos del presente siglo originando el levantamiento de diciembre de 2001 que produjo la caída del gobierno de Fernando De la Rúa. Nuevamente serían apaciguados con garrote, pan y circo, mientras se asfaltaba el futuro del matrimonio Kirchner (2003-a la fecha) con el voto por la izquierda asegurada.

En lo que llevamos andado del siglo XXI, se ha registrado una retahila larga de protestas y rebeliones por hambre. En enero de 2007, bajo el lema de «sin maíz no hay país» y contra la ratificación del Tratado de Libre Comercio de Amérca del Norte (TLCAN), decenas de miles de manifestantes tomarían las calles de la Ciudad de México en protesta por el alza del precio del maíz. En septiembre de ese mismo año, en Myanmar (antigua Birmania) el aumento en los precios de los alimentos y la gasolina, provocó la insurrección de las monjas y monjes budistas conocida como la «revolución del azafrán». Durante la primavera del año 2008, estallaron motines en diferentes ciudades de Egipto, Marruecos, Haití, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Bangladés, Malasia, Senegal, Costa de Marfil, Camerún y Burkina Faso.

Las rebeliones de los miserables se intensificaron con la llamada «crisis financiera internacional» que agravó el hambre en el mundo con la volatilidad creciente de los productos agrícolas al ser incluidos en las bolsas de «commodities», como resultado de la incursión de fondos especulativos en estos rubros. Desde entonces, los precios continúan en alza, arrojando a más de cien millones de personas a la miseria. Lo paradójico es que con la industrialización del agro –de la mano de los pesticidas y la manipulación biotecnológica– la actual sobreproducción agrícola es exuberante. Hoy, las hambrunas no se deben a la penuria ni a los infortunios meteorológicos sino a otros factores.

La especulación financiera de los productos alimentarios ha forzado a 820 millones de personas alrededor del mundo a vivir en extrema pobreza, de las cuales 265 millones podrían morir de hambre, según las proyecciones más conservadoras del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Se estima que unas 12,000 personas morirán de hambre diariamente como consecuencia del impacto económico de la pandemia, número muy superior a los que fallecerán por las secuelas del virus Covid-19. En tanto, ocho de las mayores corporaciones productoras de alimentos y bebidas han repartido entre sus accionistas más de 18.000 millones de dólares desde que inició la crisis sanitaria. Los economistas esperan que la contracción de la producción global genere alrededor de 450 millones de parados en el mundo pero, de enero a la fecha, han aumentado más de 40% sus fortunas los 12 multimillonarios más acaudalados del planeta.

Muy probablemente, esta miseria anunciada suscite incontables rebeliones que facilitarán el acenso de nuevos payasos/profetas y el establecimiento de nuevos gobiernos populistas. Pero, ninguna conducirá al ocaso del capitalismo ni al fin de la dominación. Con la «neonormalidad» que nos imponen, se reinventan los capitales y se remoza la dominación, regresando a los Estados fuertes y a la retórica nacionalista, en un marco de reorganización que vuelve a dejar fuera del texto la libertad individual y colectiva en busca de «soluciones urgentes», fortaleciendo las tentaciones autoritarias.

Otra vez, la miseria incuba al fascismo (rojo y/o pardo) disfrazado de solución revolucionaria y transformación radical y, se instituye como la razón de lucha que intenta reemplazar la vieja realidad. El auge contemporáneo del fascismo y su galopante institucionalización, nos revela su evidente aceptación a través de la reiterada narrativa de «la recuperación de los valores perdidos» que capitaliza el pasado –supuestamente «heroico» y siempre mejor que el presente– y lo moldea como producto disponible en un futuro mejor.

No podemos caer en la trampa de la «urgencia» y bajar la guardia ante el reemplazo autoritario de la realidad. El Poder mantiene cautiva a la realidad desde el primer día de su ejercicio sobre la faz de la Tierra. De ahí la imposibilidad de transformarla –como cínicamente proponen las izquierdas en todos los confines–; la cantaleta de “Otro mundo es posible” es la trampa contemporánea para prolongar la homonimia «Poder=realidad». Por ello la apetencia de poner en práctica un pensamiento-acción capaz de demoler la realidad. No de transformarla. Solo así se desarma la trampa de la totalidad. He ahí la necesidad de pensar la praxis anárquica en su dimensión excesiva, la necesidad de pasar de los sintagmas preposicionales al paradigma. Empero, para concretar un nuevo paradigma anárquico es imprescindible quemar todas las hojas de ruta.

Imaginemos por un instante que lo «normal» no sea el capitalismo ni la continuidad ad infinitum de la dominación sino ese mundo en ruinas al que nunca hemos temido. Pensemos en la destrucción definitiva del trabajo, en la demolición de todo lo existente, en el derrumbe terminante de la civilización. Caminemos, sin desviarnos, hacia ese objetivo. La pericia del fuego es una apuesta tentadora que alienta nuestros anhelos de liberación total e impulsa la reyerta. Hoy, lo único que tenemos que salvar es el fuego. El resto: ¡qué arda hasta las cenizas!

Gustavo Rodríguez,
Planeta Tierra, 1º de septiembre de 2020

(Extraído del folleto «El aroma del fuego: la rabia de la desesperanza en un mundo tripolar», septiembre, 2020.)


1. Odier, Daniel, El trabajo (The Job). Entrevistas con William Burroughs, Enclave de Libros Ediciones, Madrid, 2014.

2. Víctor Hugo, Los miserables, Cuarta Parte, Libro Séptimo-El argot, Garnier Hermanos Libreros-Editores, Paris, 1901, p. 282.

3. Benjamin, Walter, El París de Baudelaire, 1º Edición, (Mariana Dimópulos, trad.), Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires, 2012, p.136.

4. Esta estrategia neutralizadora es harto común en América Latina, generalmente orquestada por una red clientelar, tejida por los partidos políticos y un conjunto variopinto de organizaciones sociales que se han instituido como interlocutoras con el Estado, ya sea mediante la movilización y/o a través de la negociación y el acuerdo con la dominación.

5. «Por “proletario” únicamente puede entenderse, desde el punto de vista económico, el asalariado que produce y valoriza “capital” y al que se arroja a la calle no bien se vuelve superfluo para las necesidades de valorización del “Monsieur Capital”, como denomina Pecqueur a este personaje. “El enfermizo proletario de la selva virgen” es una gentil quimera del señor Roscher. El habitante de la selva virgen es propietario de ésta y la trata tan despreocupadamente como lo hace el orangután, esto es, como a propiedad suya. No es, por ende, un proletario. Lo sería si la selva virgen lo explotara a él, y no él a la selva virgen. En lo tocante a su estado de salud, el mismo no sólo resistiría la comparación con el del proletario moderno, sino también con el de “personas respetables”, sifilíticas y escrofulosas. Es probable, no obstante, que el señor Wilhelm Roscher entienda por selva virgen sus landas natales de Luneburgo.» Marx, K., El Capital, Tomo I, Vol. 3, capítulo XXIII: La ley general de la acumulación capitalista, Siglo XXI editores, México, 2009, nota número 71, p. 761.

6. Cfr. vid. Buret, E: De la misère des classes laborieuses en France et en Angleterre, París, 1840.

7. Proudhon, P. J., Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria, (F. Pi y Magall, trad. y prólogo), Primera Parte, Cap. VI, El Monopolio, Librería de Alfonso Durán, Madrid, 1870, p.p. 312-313.

8. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, las causas del hambre fueron las malas cosechas provocadas por las constantes heladas, las inundaciones y las devastadoras sequías que produjo la famosa «Pequeña Edad de Hielo», a lo que debe agregarse –como agravante– los habituales atropellos contra los desposeídos y las medidas draconianas impuestas por las clases dominantes.

9. Bakunin, Miguel, Obras completas, Vol.1, 3ª Ed., Las Ediciones de La Piqueta, Madrid, abril 1986, p.159.

10. Tras la terrible epidemia de peste que debastó la región entre 1649 y 1650, se registró un incremento sustancial en los precios del trigo provocando la hambruna entre los más desposeídos. La muerte por hambre de un niño en el Barrio de San Lorenzo, haría estallar un colérico motín a comienzos del mes de mayo. Una multitud de campesinos asaltaría la casa del corregidor y de prominentes acaudalados de la ciudad, expropiando masivamente el grano acaparado. La rebelión sería apaciguada con la mediación de Diego Fernández de Córdoba, que aceptó sustituir al corregidor (vizconde de Peña Parda) y establecer un precio fijo para el pan, exigiéndole a los campesinos cordobeses que entregaran las armas y regresaran a sus casas. El rey Felipe IV ordenó la entrega de recursos a la ciudad para la compra de trigo y otorgó el perdón a los amotinados, poniendo fin a la revuelta con abundancia de grano y el abaratamiento del pan. Cfr. vid, Díaz del Moral, Juan, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Alianza Editorial, Madrid, 1967.

11. Después de un prolongado período de torrenciales aguaceros e inundaciones en el Valle de México, que afectaron severamente las zonas agrícolas, le siguío una plaga de chiahuixtle que dio cuenta de las pocas cosechas que habían subsistido a las aguas. La carestía de maíz y trigo y, la especulación de los comerciantes, indujo un alza en el precio de los granos, desatando en plena epidemia de sarampión el hambre en los sectores excluidos –«indios, negros, criollos y bozales de diferentes nacionalidades, chinos, mulatos, moriscos, zambaigos, lobos y españoles zaramullos (que eran los pícaros, chulos y arrebataropas)»–; ante la escasez de alimentos las mujeres indígenas se lanzaron al asalto de la alhóndiga en busca de sustento. Inmediatamente se produjo la revuelta en plazas, mercados y pulquerías, envalentonados y eufóricos por los efectos del «néctar de los dioses». Al grito de ¡Viva el pulque! se desencadenó la ira de los amotinados que enfilaron rumbo al Zócalo, dispuestos a quemar el palacio, matar al virrey y al corregidor. A las cinco de la tarde del 8 de junio de 1692, con piedras y machetes en mano, los sublevados quemaron el palacio virreinal, las casas del ayuntamiento, sus juzgados y oficios de escribanos, la puerta de la Real Cárcel de Corte, la alhóndiga y los cajones y puestos de la plaza mayor. Las expropiaciones de bienes y alimentos fueron masivas, siendo saquedas las tiendas de mercadería, semilla, hierro, loza y otros géneros. Al otro día la represión no se dejaría esperar, muchos de los amotinados serían ahorcados, otros azotados y se expulsaría de la ciudad a la población indígena hacia los barrios periféricos. Tras el tumulto, hubo bastante maíz y trigo que llevaron de la ciudad de Celaya para apaciguar a los sublevados. Cfr. vid, Robles, Antonio de, Diario de sucesos notables (1665-1703), vol. III, Porrúa, México, 1945. Y, Sigüenza y Góngora, Carlos, “Alboroto y Motín de México del 8 de junio de 1692”, en Relaciones históricas, UNAM, Biblioteca del Estudiante Universitario, México, 1954. Otra versión de los hechos, afirma que «el tumulto no había sido motivado por la falta de maíz, sino que antes bien tenían mucho escondido en sus casas; que lo habían escondido para tenerlo acumulado cuando se sublevaran, y que como la cosecha de maíz se había perdido y había poco y caro, compraron mucho más de lo necesario y lo enterraron para que con ello faltase a la gente pobre y éstos, viendo que valía la comida tan cara estarían de parte de los sublevados.», Carta de un religioso sobre la rebelión de los indios mexicanos de 1692, Editor Vargas Rea, México, 1951, recogido en Feijóo, Rosa, El Tumulto de 1692, Revista Historia Mexicana, El Colegio de México, Vol. XIV, N° 4, Abril-Junio 1965, p. 458.

12. Marx, K., El 18 brumario de Luis Bonaparte, Fundación Federico Engels, 2003, p.21

13. Cfr. vid. Mosse, George L., La nacionalización de las masas. Simbolismo político y movimientos de masas en Alemania desde las Guerras Napoleónicas al Tercer Reich, Ediciones de Historia Marcial Pons, Madrid, 2005.

14. Cfr. E. Gentile, «La sacralización de la política y el fascismo», en J. Tussel, E. Gentile, G. Di Febo, (Eds.), Fascismo y franquismo cara a cara. Una perspectiva histórica, Biblioteca Nueva, Madrid, 2004, p.p. 57-59. Véase también, Gentile, Emilio (1973), La vía italiana al totalitarismo. Partido y estado en el régimen fascista, Siglo XXI, Madrid, 2005; y, Gentile, Emilio, Fascismo: historia e interpretación, Alianza editorial, Madrid, 2004.

15. Bonanno, Alfredo, Miseria della cultura. Cultura della miseria, Colla Pensiero e azione, Parte Seconda, Cap. IV, Edizioni Anarchismo, 2015, p.175.

16. Lenin, V.I. (1905), «El “padrecito Zar” y las barricadas», en Obras Completas, Tomo VIII, Akal Editor, Madrid, 1976, p.108.

17. Las principales calles de San Petersburgo se engalanaron con los colores imperiales y los retratos de los zares, mientras largas cadenas de luces de colores encendían por las noches con la leyenda 1613-1913 y el águila bicéfala del imperio, deslumbrando a los forasteros, muchos de los cuales nunca habían visto la luz eléctrica. «La ciudad era un hervidero de curiosos procedentes de las provincias, y los transeúntes usualmente bien vestidos que paseaban en torno al Palacio de Invierno se veían ahora superados en número por las masas sin lavar (campesinos y trabajadores ataviados con sus blusas y gorras, y mujeres vestidas de harapos con pañuelos en la cabeza)». Cfr. vid. Figes, Orlando, La revolución rusa. La tragedia de un pueblo (1891-1924), Edhasa, Barcelona, 2010.

18. Los alemanes brindaron ayuda económica a Lenin y los bolcheviques, con la intención de que la revolución en la retaguardia forzara la retirada de las tropas rusas del frente, tal como sucedió. En marzo de 1918, Rusia y Alemania firmaron un armisticio en la ciudad fronteriza de Brest-Litovsk (Bielorrusia), en virtud del cual los rusos renunciaron a grandes territorios (Estonia, Finlandia, Lituania, Polonia y Ucrania) y, la mitad de su industria. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética recuperó todo lo perdido en Brest-Litovsk e implantó el fascismo rojo en toda su órbita de influencia.

19. El disturbio por hambre más silenciado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue el «motín de la mantequilla» en la ciudad de Novocherkassk, durante los primeros días de junio de 1962. En pleno esplendor del Imperio rojo, al calor de la denominada «guerra fría», Nikita Jrushchov ordenó instalar misiles nucleares en Cuba con la intención de amedrentar a Estados Unidos y evitar otra escalada militar contra su nuevo satélite. Consiente que la decisión podría desatar la Tercera Guerra Mundial, exigió al complejo militar-industrial soviético aumentar la producción de armamentos, decretando drásticos recortes presupuestales en cualquier sector que no estuviese relacionado a la esfera castrense. El 1º de junio, el Comité Central del PCURSS anunció un alza en los precios de la canasta básica (subió el valor de la carne, la mantequilla y los huevos). El golpe más duro por el alza de precios lo sufrieron los trabajadores cuyas empresas acababan de recortar los sueldos. Los empleados de la Fábrica de Locomotoras Eléctricas «Budyonny» de Novocherkassk, sería uno de los grupos más afectados. Ante la situación, los trabajadores se declararon en asamblea permanente lo que derivó en una masiva protesta en la que participaron más de 5 mil manifestantes. Las autoridades comunistas enviaron los tanques del Ejército Rojo con el objetivo de atemorizarlos pero al no poder persuadirlos ordenaron abrir fuego contra los trabajadores, asesinando a 26 manifestantes e hiriendo a 87. Siete personas fueron incriminadas por asociación ilícita y ejecutadas por los hechos; también serían sentenciados ciento cinco manifestantes, acusados de sedición y condenados a 10 y 15 años de cárcel, quienes al terminar su sentencia fueron obligados a firmar un documento jurando que nunca divulgarían estos hechos. Cfr. vid. Mandel, D., ed., Novocherkassk 1-3 yunya 1962, g.: zabastovka i rasstrel, Moscow: Shkola trudovoi demokratii, 1998. Y, Siuda, Pyotr, Novocherkassk Tragedy, Obschina, 1988, disponible en: https://libcom.org/files/1962%20The%20Novocherkassk%20Tragedy.pdf (Consultado: 31/08/2020)

20. Solo durante la gran purga de1937-38, más de un millón de personas fueron asesinadas o bien fallecieron en los helados campos de trabajo forzado, la mayoría ex miembros del partido bolchevique, obreros y campesinos.

21. Cfr. vid, Luebbert, Gregory M., Liberalismo, fascismo o socialdemocracia. Clases sociales y orígenes políticos de los regímenes de la Europa de entreguerras, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1997.

22. Griffin, Roger, «Cruces gamadas y caminos bifurcados: las dinámicas fascistas del Tercer Reich», en Mellon, Joan Antón, Orden, jerarquía y comunidad. Fascismos, dictaduras y postfascismos en la Europa contemporánea, Tecnos, Madrid, 2002, p.109; Payne, Stanley G., Historia del fascismo, Editorial Planeta, Barcelona, 1995, p.12.

23. Cfr. vid, Preti, Domenico, La modernizzazione corporativa (1922-1940): economia, salute pubblica, istituzioni e professioni sanitarie, Franco Angeli, Milano, 1987; Economia e instituzioni nello Stato fascista, Editori Reuniti, Roma, 1980. Y; Pinto, António Costa (ed), Corporatism and Fascism. The Corporatist Wave in Europe, Routledge, London, 2017.

24. Paxton, Robert O., Anatomía del fascismo, Ediciones Península, Barcelona, 2005, p.11.

25. Ibídem, pp. 18-19.

26. Op.Cit, Mosse, George L., pp. 69 y ss.

27.  Mussolini, B., El fascismo, Bau Ediciones, Barcelona, 1976.

28. En la «Carta del Lavoro» (Carta del Trabajo), «documento político del partido» autorizado por Benito Mussolini el 21 de abril de 1927 –aniversario de la fundación de Roma–, dictado por el Gran Consejo del Fascismo y publicada en Il Lavoro d’Italia dos días después (23), quedarían proclamados «los derechos sociales de los trabajadores italianos» en una trama jurídico-político-ideológica que «representa el punto culminante de la gran obra de renovación de la legislación general que ha reconstruido armónicamente todo el sistema de ordenamiento jurídico italiano, basándolo en los principios fundamentales de la Revolución fascista […] Este documento de nuestra Revolución social en cuanto corporativa […] presenta una feliz síntesis entre las dos fuerzas que siempre han acompañado la milenaria historia de Roma: tradición y revolución […] la luminosa idealidad que la revolución de las camisas negras, bañando con su sangre los atormentados campos de Europa, en siembra de una más alta justicia social entre los individuos y entre los pueblos, tiende […] a llevar hacia la victoria, con su fuerza y con su espíritu indómitos, contra los enemigos de una palabra enemiga de la Fe y la Civilización.» Vid. Mazzoni, Giuliano, Los principios de la “Carta del Lavoro” en la nueva codificación italiana, Revista de Estudios Políticos, 6, pp. 227-249. Disponible en: Dialnet-LosPrincipiosDeLaCartaDelLavoroEnLaNuevaCodificaci-2126260.pdf (Consultado 30/8/2020). Para información complementaria ver también: Heller, Hermann, Europa y Fascismo, Condes, F.J. (trad.), Estudio Preliminar «El fascismo y la crisis política de Europa» de José Luis Monereo Pérez, Editorial Comares, Granada, 2007.

29. Fulbrook, Mary, Historia de Alemania, Beatriz García Ríos (trad.), Cambridge University Press, 1995, p.241.

30. «Los miembros de los Wandervögel (“pájaros errantes”) se vestían con ropas deportivas amplias y cómodas y se dedicaban a realizar excursiones y acampadas por la campiña, cantando y tratando de adoptar un estilo de vida lo más natural posible; estos grupos aún mostrándose críticos con la política oficial (despreciando sobre todo la política parlamentaria de partidos) y el sistema de educación establecido, solían ser no solo muy nacionalistas, sino al mismo tiempo antimaterialistas y antisemitas, dado que en la sociedad moderna se identificaba a los judíos con la burda acumulación de dinero.» Ibídem, pp. 202-204.

31. Del 24 al 31 de mayo de 1989 se registraron 282 acciones de expropiación masiva en Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Capital Federal.

(México) Oaxaca se suma actos de revuelta contra la policia (14 de junio) -Fotos y videos-

Nuevo reporte sobre disturbios contra la policia ocurridos ahora en Oaxaca el 14 de junio, actos que se suman a los del 4 y 5 y 8 de junio en diversos puntos de México.


El 14 de Junio, frente a la Universidad Autonoma de Benito Juarez, en Oaxaca, varios grupos anarquistas protestaron contra la violencia del Estado, recordando las protestas del 2006 donde hubo varios asesinatos cometidos por los cuerpos policiacos. Los manifestantes reivindicaron los asesinatos de jovenes en el estado de Oaxaca, como Alexander, de 16 años de edad y Diego E.L.P. de 20 años así como de otros activistas asesinados en la región.

Alexander fue asesinado el 9 de junio, cuando salia en compañía de tres jovenes a comprar un refresco en la ciudad de Vicente Camalote, localizada al norte de Acatlán de Pérez Figueroa. El grupo fue agredido con tiro por un carro de la policía local.

El contingente bloqueó la Avenida Universitaria en ambos lados con barricadas incendiarias, pintaron consignas en las paredes como “la policía viola y asesina” y “somos su peor pesadilla” así como simbolismo anarquista. Se atacó y saquearon tiendas de conveniencia liberando los productos en la calle, algunas sucursales bancarias, diversas señaléticas y propiedad publica. La prensa también fue repelida violentamente.

Estos hechos se vienen sumando a la seguidilla de protestas violentas contra la policía en diversos puntos del país en lugares como Guadalajara, Ciudad de México, Xalapa y San Luis Potosí, donde grupos anarquistas y otrxs manifestantes se han reunido para dar una respuesta anárquica y violenta en las calles.

¡Viva el disturbio y la expropiación!

¡Viva el vandalismo!

¡Por la extensión del ataque, la revuelta y los grupos de afinidad anarquista!

¡Por la coordinación informal!

¡Mantengamosnos atentxs y desobedientes!

 

-Videos-

 

-Fotos-

 

La capacidad heurística de la Anarquía

Escrito del compañero Gustavo Rodríguez sobre teoria del fracaso y su relación con la actualización del anarquismo.Extraído del folleto «Covid-19: la anarquía en tiempos de pandemia»


Por que as pessoas se revoltam? - Luan Spesani - Medium

La capacidad heurística de la Anarquía

Jack Halberstam, un conocido teórico queer, comprometido con el «proyecto antisocial» y, activo militante contrasexual, da inicio a su libro El arte queer del fracaso
i, con un exergo irreverente y divertido, tomado del capítulo 20 de la primera temporada de Bob Esponja, que invita a la reflexión:

Don Cangrejo: ¡Y justo cuando crees que has encontrado la tierra prometida, te cogen de los pantalones y te suben arriba, y más arriba, y más arriba, y MÁS ARRIBA, hasta que te suben a la superficie, dando coletazos y jadeando para respirar! Y entonces te cocinan, y te comen… ¡o algo peor!
Bob Esponja (aterrorizado): ¿Qué puede ser peor que eso?
Don Cangrejo (en voz baja): Una tienda de regalos.ii

Halberstam, conservando ciertos «aires de familia» con la perspectiva queer anarco/nihilista, establece una analogía entre los miedos que horrorizan a Bob Espoja y, nuestras amenazas cotidianas en esta muerte en vida que impone la dominación: «Bob Esponja quiere saber cuál es la alternativa a trabajar todo el día para Don Cangrejo, o a ser capturado en la red de los objetos del capitalismo cuando intenta escapar»iii. Su libro, como nos advierte desde el primer párrafo de su Introducción, «es una especie de “Guía Bob Esponja” de la vida» donde abandona el «idealismo de la esperanza». Apoyándose en la «baja teoría» que toma prestada y adapta de los estudios culturales de Stuart Hall, apuesta por la reivindicación del fracaso que «conserva algo de la maravillosa anarquía de la infancia y perturba el supuesto claro límite entre adultos/as y niños/as, entre vencedores/as y perdedores/as. Y aunque es cierto que el fracaso viene acompañado de un conjunto de afectos negativos, como la decepción, la desilusión y la desesperación, también nos da la oportunidad de utilizar esos afectos negativos para crear agujeros en la positividad tóxica de la vida contemporánea»iv (subrayado mío).

En estos días de pandemia, nos ha tocado ver al anarquismo en la vidriera de la tienda de regalos. Se ha estado vendiendo con la etiqueta roja de liquidación junto a otras mercancías ideológicas como «alternativa» políticamente correcta; orientado a la positividad, la construcción, la cooperación, los cuidados, la integración y, la reforma, en busca de aceptación social y «alianzas estratégicas». Apartado de esa Anarquía sombría, abocada siempre a la negatividad-negadora, a la ilegalidad, al conflicto y la ruptura; es decir, cuidadosamente distante de esas honrosas excepciones de la manada fugitiva que hoy, consecuentes con la praxis, extienden el fuego en la pradera. Ese anarquismo crítico de la salud pública; de la gentrificación y la especulación inmobiliaria; de la carestía de la vida; de la privatización de los recursos; de la contaminación industrial; de la disparidad de género; de la precariedad y el desempleo; de la mala calidad de la educación pública; del alza a las tarifas del transporte público; de la corrupción política; de las violaciones constitucionales; de la pérdida de derechos; de las inhumanas condiciones en las cárceles; de la brutalidad policiaca; de la pena de muerte; del intervencionismo militarista; de las políticas neocolonialistas; de la degeneración de los partidos políticos; de los fraudes electorales; de los presidencialismos fascistoides y; de todas las deformaciones de la democracia y las perversiones del Estado-capital; no es la contestación y el rechazo negativo-negador de la dominación sino una extensión «mejorada» de la misma que emplea tácticas idénticas en busca de aprobación y legitimación, develándose como un pulcro y eficiente vendedor de la tienda de regalos.

En estos tiempos se han multiplicado las franquicias. Hoy La pequeña tienda de los horrores, tiene filiales alrededor del mundo, cultivando en la trastienda un sucedáneo de anarquismo que alimentan con incautos, con el mismo esmero y devoción que Seymour Krelboyne. Particularmente, en territorio norteamericano, se han centuplicado sus sucursales –desde el Río Bravo hasta la Isla Attu–, impulsando el «apoyo mutuo vecinal». Basta una visita rápida a la página web del izquierdismo libertario anti-Trump para comprobarlo.v Bajo el rótulo de «apoyo mutuo vecinal» han elaborado una súper oferta con su paquetazo de servicios que varía de franquicia a franquicia pero, puede incluir paseos de perros, cuidados de niños y ancianos, tutorías en línea, vegetales orgánicos frescos (de la huerta comunitaria), servicio de recogidas y entregas, comida gratis, albergue, ropa usada, consejería sobre inseguridad alimenticia y falta de vivienda, desayunos para niños (por cierre de las escuelas) y, transferencias de dinero hasta 150 dólares para los necesitados (después de completar la solicitud requerida), como anuncia la sucursal del Fondo de Apoyo Mutuo de Jeffco.vi Claro está –para evitar suspicacias–, el lema de todas las filiales del «apoyo mutuo vecinal» deja ver sus intenciones de antemano: «¡Esto es solidaridad, no caridad!». Así que cualquier parecido con los emprendimientos del Salvation Army o, la beneficencia de las carmelitas descalzas y, el clientelismo de los partidos políticos y el Estado, es pura coincidencia o producto de la retorcida maleficencia de esas bestias oscuras que sólo piensan en destruir todo lo existente, sembrar el caos y, darle vida a la Anarquía.

Este sustituto de anarquismo que en la actualidad impone su marca en el mercado, no es nuevo; ha estado presente en distintos momentos de la historia expresando el deseo de asimilación en busca de un espacio alternativo que permita su representación. Ejemplos recientes en territorio estadounidense son las sucursales estatales de ¡Comida, no Bombas! (Food not Bombs!) y, otros proyectos asistencialistas de claro sello edulcorante: Colectivo Tierra Común (Common Ground Collective), Sistema de Telecomunicación Emergente (Emergence Broadcasting System) e, incluso la Federación de la Cruz Negra Anarquista (ABCF) que en el pasado reciente añadió a su amplio curriculum caritativo el apoyo a cinco militares cubanos acusados de espionaje encarcelados en las mazmorras del «Imperio».

Este pseudo-anarquismo que hoy está a la venta en la tienda de regalos –junto al cangrejo disecado, el caballito de mar encapsulado y los caracoles barnizados–, como todos los sucedáneos intenta suplir «necesidades» y se ofrece «viable», o sea, «posible», «digerible», «realizable», es decir, «positivo», «saludable», «asequible» (como pregonan las empresas farmacéuticas de medicamentos similares: «lo mismo pero más barato»). Para ello no se restringe echando mano de la historia, intentando trasplantar y reproducir experiencias pasadas que, en el contexto de su historicidad podrían parecer –para algunos– radicales y anarquizantes pero hoy no sólo son estériles sino recuperables, útiles y serviles al sistema de dominación. Con este fin, invierte hasta el sentido de las palabras, las acomoda, las ajusta, las tergiversa; imponiéndole igual destino a los principios y a la ética. Así emprende colectividades de recolectores de basura, cooperativas de mensajeros, sindicatos de homeless, asambleas de vecinos, guerrillas artísticas, federaciones de filatélicos y, milicias de abueletes (Gray panthers); empeñado en resarcir la democracia agregándole un sufijo (¡directa!); en trasformar el Poder añadiéndole otro (¡popular!) y; minimizando la continuidad del Estado con asombrosos malabares semánticos (autogobierno, buen gobierno, autonomía).

Este suplente de la teoría y la práctica anárquica, como cualquier edulcorante artificial, endulza pero no provee energía. Es una parodia, una ilusión engendrada por la visión distorsionada de la ideología; un simulacro burdo que opta cínicamente por el «mal menor» y camufla la opresión. Una imitación mala del anarquismo, que hoy nos invita a quedarnos en casa o a desgastarnos mitigando el dolor de la opresión con misericordiosa solidaridad, abandonando la insurrección cotidiana. Aún así, se atreve a comparar el accionar refractario de los grupos de afinidad y de los feroces lobos solitarios en conflicto permanente con la dominación, con la ultraderecha trumpista que se manifiesta en plazas públicas negando la existencia del virus y exigiendo la «libertad de movimiento», la «libertad de expresión» y, el «derecho al trabajo». Esta suerte de anarquismo espurio confunde el ejercicio irrestricto e irreductible de nuestra libertad individual con la prédica liberal y la defensa de la «libertad de mercado». Aferrado a una conciliación forzada entre las tradiciones retóricas de la arcaica formulación clasista y las realidades contemporáneas, toma el sendero de las chapucerías teórico-prácticas más grotescas, subsumiendo al interior del concepto de «proletariado» las configuraciones identitarias más insólitas. No entiende –o no le conviene reconocer y/o admitir– que la Anarquía y sus secuaces, han abandonado de manera definitiva los proyectos futuristas y la dialéctica positiva de la arquitectura utópica, ensanchando esos agujeros en la positividad tóxica de la vida contemporánea.

En efecto, como propone Halberstam, nos toca enfrentar este exceso de positividad tóxica latente en la sociedad, multiplicando los agujeros (negros). Lamentablemente, se nos queda corto a la hora de incitar a la negatividad queer y emprender un ataque frontal contra la sociedad que pretende confrontar. En vez de apuntar la negatividad destructora contra esta sociedad optimista, dúctil, inodora, incolora e insípida (¡positiva!), fundada en la información telemática y la estimulación de las necesidades, se queda a medio camino entre la crítica y la reflexión. Sin embargo, es innegable su contribución desde la (baja) teoría, la insumisión académica y, las «formas antidisciplinarias del saber», al desarrollo consciente de la negatividad queer. Tal como sucede con la obra de Lee Edelmanvii –quizá el teórico más categórico de la negatividad queer– y otros connotados teóricos queer, la abismal separación entre su teoría y su práctica invita a «ponerlos a prueba», como sugieren los editores de la revista Baeden;viii lo que no nos impide expropiar sus tésis de «la torre de marfil de la teoría y utilizarlas como herramienta para nuestros proyectos».ix Tanto Halberstam como Edelman, abren la puerta a un goce anti-social queer que merece toda nuestra atención desde la perspectiva anárquica informal e insurreccional pero, penosamente se quedan en la puertax. Pese a que se detienen en la entrada –de alguna manera–, incitan a cruzar el umbral e incendiar la casa, tirando por la borda todo el bagaje identitario de la queernería positiva y el statu quo que ha impuesto el establishment LGBTTTIQA, con su corrección política, sus proyectos «alternativos» y, su enfoque con perspectiva de «derechos» (al matrimonio, a la adopción, a ser policías, militares y políticos), reproduciendo al infinito el sistema de dominación.

Justo esa es la propuesta anarco-queer/nihilista de Baeden, incinerando los nuevos contratos sociales y canalizando la negatividad queer hacia la destrucción de la civilización como parte de la conspiración por la liberación total que engloba a todos los enemigos de la sociedad mediante la apropiación de la negatividad antiautoritaria. Esa es también la perspectiva de la lucha anárquica contemporánea; conscientes que nos toca ir más lejos todavía, extendiendo el fuego de la insurrección permanente hasta demoler todo lo existente. Empero, para concretar la lucha, se requiere apropiarnos de nuestro tiempo. (Re) pensar la Anarquía desde nuestra presente historicidad. Crear y desarrollar nuestras concepciones analizando la dimensión histórica. Lo que exige plantearnos la necesidad de volver a nuestra historia: examinarla, descifrarla y aprovecharla para comprender y actuar sobre el presente; elaborando un modelo interpretativo de la realidad que nos imponen y asumirlo, explícita o implícitamente, en el seno de una comunidad de afines que lo tome como referencia tangible y marco de sus elaboraciones teórico-prácticas ulteriores.

Esta ingente tarea nos demanda rehacer las preguntas antes de dar respuestas. Para articular las nuevas interrogantes, necesitamos reflexionar sobre el contexto de época. Es decir, urge asaltar la caja de herramientas conceptuales contemporánea y expropiar todos los instrumentos que nos sean útiles para abastecer nuestra mochila. Algunas herramientas habrá que afilarlas alterando su cometido inofensivo; otras, tendremos que adaptarlas a nuestro quehacer nocturno y; unas pocas, podrán ser usadas tal como han sido diseñadas. El anarquismo decimonónico en ese sentido hizo lo propio, se alimentó de buena parte de la tradición de Occidente, tomando sus principales nutrientes de la Ilustración (Rousseau/Godwin) y la Revolución Francesa (Maréchal/Babeuf); mientras que el movimiento ácrata vigesimónico, se desarrolló a partir de la crítica a las elaboraciones marxianas –a veces desde posturas no tan críticas y tomando prestado de San Carlitos más de la cuenta– y para ello, echó mano de pensadores cardinales del XIX (Stirner, Darwin, Nietzsche, Schopenhauer, Baudelaire, Freud e, incluso, Malthus) y, desempolvó a otros olvidados (Godwin), reinterpretando sus producciones y reelaborándolas con matices propios; así continuó hurtando las contribuciones de infinidad de intelectuales del Siglo XX que aportaban nuevas concepciones acordes con la época desde diferentes ópticas político-filosóficas que auxiliaban el entendimiento del mundo de aquellos años (Camus, Goodman, Adorno, Castoriadis, Marcuse, Hannah Arendt, Lyotard, Derrida, Debord, Foucault, Deleauze, y un largo etcétera). Hoy, le toca al anarquismo contemporáneo otear nuevos desarrollos contrahegemónicos que nos llaman a salirnos del camino, perdernos y, sobre todo, a mantenernos perdidos.

Tal vez, un primer paso en esta dirección –contra el sentido del tráfico y la simulación del pseudoanarquismo positivo–, sea la apropiación (expropiación) de la «teoría del fracaso»; asumiendo al anarquismo como esa negatividad asociada a la informalidad, la inmadurés, el infantilismo, la irracionalidad, la improductividad, la ineficacia, la desorganización, la ausencia de futuro y todas esas «insuficiencias» que invoca el fracaso y que siempre nos han achacado nuestros enemigos. Asumir y practicar el fracaso nos llevará a abandonar la fe en el triunfo, a renunciar a los caminos rectos, a repudiar las ideas preenlatadas, a abandonar el sacrificio, a evitar la eficiencia, a olvidar el reconocimiento, a despojarnos del éxito, a prescindir de la esperanza, a detener las inercias; experimentando el fracaso como un rechazo absoluto del dominio, «una crítica de esas conexiones intuitivas que se dan dentro del capitalismo entre éxito y beneficio, y como un discurso contrahegemónico sobre la perdida».xi

El fracaso, la derrota y la pérdida, son las únicas herencias que el anarquismo nos ha dejado de una generación a otra, generando una potencia que se ha desencadenado desde la negación reafirmando la esencia de la Anarquía. A partir de esta reflexión, quizá podríamos comenzar a esbozar los primeros trazos de la prosapia de un anarquismo antisocial, parricida y antihumanista que teoriza y acciona en términos de negación del sujeto más que de su formación y, se proyecta por la interrupción del linaje más que por su continuación; siendo conscientes que toda prolongación sólo acarrea la repetición y la reproducción de todo lo que anhelamos destruir, manteniendo vivo un anarquismo cómplice de la persistencia del sistema de dominación, asegurándose la representación de los excluidos y subyugados para venderse como su única salvación.

Lo que nos lleva a rechazar ipso facto la propaganda y la violencia terrorista tal como se manifiesta en nuestros días, al quedar atrapadas en una violencia positiva motivada por fines instituyentes que se apartan de los propósitos anárquicos de no retorno. La violencia anárquica implica una violencia negativa mucho más radical y ferozmente destructiva que rompe con todos los estereotipos de lucha al negarse a reconstruir, rehacer, reproducir o repetir y; se consolida como potencia capaz de arrasar el exceso de positividad y exterminar todo lo existente; ajena a las motivaciones utilitarias (político-ideológicas), contraria a las mejoras económicas, las reformas, los cambios políticos y, las transformaciones sociales.

La posibilidad de cimentación de la negatividad anárquica sólo se robustecerá en una urdimbre multidimensional, informal y caótica, que haga posible converger y entrecruzarse todos esos hilos negros que hoy animan nuevos desarrollos teórico-prácticos correspondientes a nuestra presente historicidad. Desde el talante de la insurrección permanente aquí y ahora, con vocación parricida y cargado de negatividad radical, se abre paso un nuevo paradigma anárquico que ataca la realidad presente e incide en la actualidad, teniendo por fin el colapso civilizatorio. Instigado por una extensa galaxia de afinidades subversivas, esta potencia negativa cobra cuerpo interviniendo en un tiempo inédito, consciente que el pasado es sólo la simiente que nos dio vida, el cúmulo de experiencias y lecciones a extraer pero, jamás una camisa de fuerza que inmovilice nuestro accionar y nos impida andar por nuestros propios pasos. El pluscuampresente anárquico –Derrida dixit– carece de antecedentes. Habrá que labrarlo en actos que superen el ataque inocuo a los símbolos. Interrumpir, rupturar, desmantelar, derribar, cortar de tajo, demoler, incendiar, arrasar, es el meollo de una estética y una ética ácrata propia del proyecto de destrucción anárquico de nuestros días y, a la vez, una reafirmación consciente de nuestra esencia negativa. Que prevalezca la negatividad en pensamiento y acción, dependerá de la capacidad heurística de las y los cómplices de la Anarquía y, del vasto rechazo a las inercias y las «respuestas» oportunas, construidas desde las certezas militantes y la positividad instituyente.

La creencia en que esta crisis multifactorial se puede «solucionar» con un gigantesco estallido de «solidaridad vecinal» y «apoyo mutuo», equivale a darle cabida al pensamiento mágico en su forma más pura; significa admitir la más grotesca tergiversación de los conceptos, denota arriar nuestro trapo negro y, relegar al bidón de gasolina de nuestras prácticas presentes. Para nosotros la solidaridad y el apoyo mutuo implican afinidad y complicidad teórico-práctica y, reclaman cierta densidad de intercambios que evidencian ese sustrato común que nos anima. Por eso sólo se ejercen entre co-conspiradores que se reconocen y se asumen como tales. Obviamente, ante una hipotética insurrección generalizada, la solidaridad y el apoyo mutuo tenderán a generalizase entre los subversivos pero, fuera de esta excepcional circunstancia, todo apoyo degenera en caridad y filantropía. Lo que nos insta a plantearnos nuevas interrogantes –antes de arrogarnos respuestas– en torno a la vigencia de la inmutabilidad del fuego.

Durante la epidemia de peste de 1666 en Londres, entre el 2 y 7 de septiembre, la muchedumbre enardecida incendió 89 iglesias, 13 mil casas y, un número indeterminado de edificios públicos, almacenes de mercancías y centros manufactureros, incinerando cuatro quintas partes de la Ciudad, hecho que pasaría a la historia como The Great Fire.xii Las residencias de los poderosos también fueron saqueadas mientras el fuego iluminaba las noches. Los cautivos de la Prisión de Fleet serían liberados y sus instalaciones quedarían reducidas a cenizas.

A sólo cuatro años de la pandemia de gripe española, también conocida en Japón como «gripe del Sumo» o la «pandemia de la era Taisho» –que dejó incontables muertes y grandes penurias a causa del prolongado confinamiento–, tuvo lugar el «Gran terremoto de Kantõ» cobrando la vida de más de 150 mil personas el primero de septiembre de 1923. Un sismo de casi 8 grados en la escala Richter que devastó las ciudades de Tokio y Yokohama y, las prefecturas de Chiba, Kanagawa y Shizuoka. El fuerte movimiento telúrico también provocaría un tsunami con marejadas de 12 metros de altura que inundaron toda el área costera de la Bahía de Sagami y, el desbordamiento del río Sumida, ahogando a cientos de personas. El tsunami, además afectaría la Península de Izu, la península de Boso y la isla de Oshima, incrementando el número de víctimas mortales. El impacto del primer temblor, así como sus casi sesenta réplicas, destruyó fábricas y hospitales, aplastando a trabajadores y pacientes. La brutal sacudida derribó postes de electricidad electrocutando a decenas de transeúntes. Las tuberías de gas quedaron despedazadas, suscitando incendios repentinos en toda la ciudad de Yokohama y más de la mitad de Tokio; el fuego se propagaba intensamente con los fuertes vientos del norte intensificados por un tifón que azotaba la península de Noto. Como siempre ocurre en estas catástrofes naturales, los más castigados fueron los habitantes de los cinturones de miseria: caseríos enteros asentados en las colinas fueron barridos por los deslizamientos de tierra y arrastrados hacia el mar. Aprovechando el caos absoluto y el descontento en los sectores asalariados, los anarquistas japoneses nucleados en torno a la publicación Rodo Sna, en coordinación con compañeros anarquistas de origen coreano residentes en territorio nipón, pusieron en práctica un aguerrido proyecto insurreccional. La oportunidad era perfecta para extender el ataque a la dominación y provocar una insurrección generalizada en el espíritu de «La Gran Revuelta» de 1905. Con este objetivo realizaron ataques incendiarios contra edificios gubernamentales, bancos, almacenes y otras oficinas del sector comercial e, hicieron estallar –con la ayuda de independentistas coreanos– el arsenal militar de la Armada Imperial Japonesa en la base naval de Yokosuka, ubicada en la vecina perfectura de Kanagawa. Como era de esperarse el accionar insurreccional anárquico contó con la feroz represión de las autoridades japonesas en colaboración con los sectores reaccionarios de la sociedad nipona y los agrupamientos paramilitares nacionalistas que no sólo asesinarían con lujo de violencia a decenas de compañeros y sus familiares sino que desatarían una cacería xenófoba que exterminó a miles de coreanos y chinos residentes en Japónxiii.

En el contexto de la actual pandemia y con el telón de fondo de la «nueva normalidad» impuesta por la necropolítica del capitalismo hipertecnológico –con su consecuente proceso de histéresis en curso–, es muy probable que la más mínima chispa incendie la pradera y produzca una cadena de revueltas furibundas alrededor del mundo. Estas manifestaciones violentas podrían escenificarse primero en las megametrópolis de las denominadas «veinte economías más fuertes» y, viralizarse, por efecto contagio, alcanzando los más remotos parajes del planeta. Evidentemente, este breve lapso de desobediencia civil será una experiencia inédita de ruptura que generará una radicalización de la protesta, con prácticas e iniciativas destructivas sin añoranzas utópicas, que bien podría gravitar en próximas pulsiones anticivilización en el futuro inmediato. Sin embargo, no nos cabe la menor duda que mucha de esta rabia también estará motivada por la desesperanza y la nostalgia por el ancien régime y la vieja normalidad de esclavos asalariados; lo que seguramente atrairá a los buitres redentores de todas las religiones, a los pacificadores en defensa del civismo, a los pestilentes partidos electoreros y, a las entelequias ideológico-catequizadoras (de izquierda y derecha), intentando capturar esta tensión nihilista y sumar a los caídos al martirologio. Empero, si este escenario se concreta, una vez más no le temeremos a las ruinas y empuñaremos la tea anárquica con el viento a nuestro favor, atentos que no quede piedra sobre piedra, conscientes que no hay nada que reconstruir.

Gustavo Rodriguez,
Planera Tierra, 22 de mayo de 2020
(¡con Mauri en el corazón!)

Extraído del folleto «Covid-19: la anarquía en tiempos de pandemia», Rodríguez, Gustavo, mayo 2020

1. Halberstam, Jack, The Queer Art of Failure, Duke University Press, 2011 (Traducción al castellano, El Arte del fracaso, Egales Editorial, Barcelona-Madrid, 2018).

2. Ibíd. p. 13.

3. Íd.

4. Ibíd. p. 15.

5. Vid, Its going down, disponible en https://itsgoingdown.org/c19-mutual-aid/ (Consultado 21/5/2020). Sobre el tema también es recomendable echarle un vistazo a la nauseabunda «Guía anarquista» de Crimethinc, disponible en: https://es.crimethinc.com/2020/03/18/sobreviviendo-al-virus-una-guia-anarquista-capitalismo-en-crisis-totalitarismo-en-ascenso-estrategias-para-la-resistencia (Consultado 21/5/2020).

6. Vid., https://www.jeffcomutualaid.com/

7. Edelman, Lee, No Future: Queer Theory and the Death Drive. Duke University Press, Durham, North Carolina, 2004 (Traducción al castellano, No al futuro. La teoría queer y la pulsión de muerte, Editorial Egales, Barcelona/Madrid, 2014).

8. Baeden Nº 1, A Journal of Queer Nihilism, disponible en: https: //theanarchistlibrary. org/library/baedan-baedan (Consultado 21/5/2020).

9. Íd.

10. Por momentos, Edelman se queda un poco atrás y se resguarda tras Halberstam, como esperando que este saque la cara si llegara a ser necesario.

11. Halberstam, Jack, Op. Cit., p. 23.

12. Vid., Defoe, Daniel, Diario del año de la peste, Verbum, Madrid, 2016.

13. El asesinato del compañero Sakai Osughi, su compañera Noe Ito y, su sobrino (de tan sólo siete años), entre otros masacrados pertenecientes a la asociación obrera Yun Rodo Kumial y al grupo Rodo Sna, sería reivindicado un año después por un grupo de anarquistas de praxis que emprendieron una cruzada de ataques explosivos contra bancos y autoridades del gobierno a lo largo del país. El fallido atentado al general Fukuda, a manos del compañero Kiutado Uada, sería el motivo ideal para desatar una nueva ola represiva contra el anarquismo nipón. Varios compañeros serían condenados a severas penas de cárcel. El compañero Futura, que había estado implicado en los atentados dinamiteros, también fue arrestado. Poco después moriría en la horca el 15 de octubre de 1924. El «anarquismo positivo», rápidamente lo incorporó al altar de los beatificados, junto a Osughi, la compañera Ito y demás luchadores caídos, pasando a la historia como los «Mártires de Tokio», tras haber sido sometidos al mismo ritual de «purificación» de los «Mártires de Chicago» y, nuestros queridos Sacco y Vanzetti. La difunta Federación Anarquista Japonesa y algunos cagatintas libertarios –como Tomás Gracia (alias, Víctor García)– se encargarían de engordar el mito y remolcarlo hasta nuestros días, ocultando su legado y negando la natural negatividad del accionar anárquico .

(México) Reporte de disturbios contra la policia el 8 de junio y breve reflexión -Fotos y videos-

Unos días después de los actos de protesta vandálicos ocurridos en Guadalajara, San Luis Potosí, Ciudad de México y Xalapa con motivo de la brutalidad policiaca y el asesinato de Giovanni López, las movilizaciones vuelven a replicarse en Ciudad de México, Guadalajara y Xalapa.

GUADALAJARA TERCERA JORNADA DE PROTESTAS (6 DE JUNIO)

Una tercera jornada de protestas ocurrió en Guadalajara cerca de 400 personas se manifestaron en la glorieta de la Minerva en el centro de la ciudad y avanzaron en la avenida Vallarta-Juarez, se realizaron pintas y hubo algún conato de violencia al terminar el recorrido que no pasó a mayores. El gobierno del Estado Enrique Alfaro se ha caracterizado por su brutalidad policiaca y nos recuerda la brutal represión vivida el 28 de mayo en la lucha antiglobalización en el 2004 contra el ALCUE. La desaparición de detenidxs, los abusos sexuales y las torturas se mantienen.

DISTURBIOS EN CIUDAD DE MÉXICO (8 DE JUNIO)

Los ánimos incendiaros se recargaron luego de la paliza que recibió una compañera Melanie en los disturbios del 5 de junio durante el llamado a concentrarse en la Embajada de Estados Unidos. Quien no vio la madriza en vivo pudo ver las fotos en internet y acudió a la convocatoria de acción. Subiendo el tono anti-policial manifestantes marcharon armados con varillas, cohetones, desarmadores, martillos, latas de aerosol por Paseo Reforma derrumbando vallas, atacando monumentos, vandalizando instalaciones de KFC, del Hotel Fiesta Americana, Banco de México, cámaras de vigilancia tanto privadas como públicas (C5), provocando saqueos y dejando en la calle a libre acceso montones de productos que se extrajeron de las tiendas, una de las tiendas más afectadas fue la de la marca “adidas”, en el Hemiciclo Juárez se derribaron murallas, y fueron atacados y amedrentados diversos reporteros de la prensa.

Una nota escrita por el periodista Hector de Mauleón (atención con esto) fechada el 11 de junio del periódico Universal dio a conocer nombres y apellidos de varixs compañerxs e incluso enunciando el curriculum delictivo y político de cada uno, demostrando una vez el papel cómplice de la prensa con y porque se les debe de atacar durante y fuera de las manifestaciones.

DISTURBIOS EN XALAPA (8 DE JUNIO)

Se convocan dos marchas una pacífica y otra con insinuaciones de acción directa. La manifestación recorrió la avenida Avila Camacho hasta llegar al centro de la ciudad, destruyendo todo símbolo capitalista, estatal y religioso. Fueron atacadas por grupos de personas vestidxs de negro y encapuchadxs diversas sedes de bancos, tres iglesias fueron dañadas grafiteadas y destruidos sus vitrales, puertas y estatuillas de ídolos religiosos en su interior, las oficinas del Diario de Xalapa fueron atacadas con fuerza, diversos centros de especulación y tiendas de empeño fueron destruidos, al igual que el palacio de gobierno donde prendieron fuego a una puerta; un edifico de la policía (SSP) fue de igual manera rabiosamente vandalizado y en el punto final de la marcha, destruyeron en la plaza principal unas letras ornamentales de Veracruz y se prendió fuego a un muñeco representando a un policía. Se recordó a parte de a Giovanni López, de Carlos Andrés Navarro y George Floyd, a activistas veracruzanos asesinadxs como Nadia Vera, Rubén Gonzales, al anarcopunk oaxaqueño Salvador Olmos, así como reivindicaciones feministas y anarquistas.

BREVE REFLEXIÓN

Ante todas estas expresiones de violencia contra la policía y la normalidad es importante recalcar que una perspectiva anarquista consecuente no se puede limitar a luchar coyunturalmente y monotemáticamente por un hecho particular de brutalidad policiaca, como en este caso lo desencadeno la difusión por redes del asesinato de Giovanni López en Jalisco, ya que no es ni será la primera muerte perpetrada por el Estado y la policía, no es el único hecho que indigna; en México esto es el pan de cada día, y aunque la policía actuara con apego al estado de derecho la combatiremos, estamos en contra del Estado, el capital, su civilización y la nueva normalidad a la que nos quiere acarrear. Si los familiares que piden justicia a los mismos policías y gobernantes que asesinaron a uno de los suyos, solapandolos y repudiando los actos de vandalismo y el anarquismo violentamente propagado, esto nos debe de ayudar a quitarnos el velo de “héroes del pueblo”, para poder comprendernos como unxs verdaderxs vandalxs y delincuentes (muy a nuestra manera) desencantadxs del mundo y la sociedad actual, en busca de una dignidad negadora de lo existente que plante cara a lxs opresores. Estamos acostumbradxs a ser ninguneadxs y señaladxs, y mejor que sea así, el día en que las masas consumidoras nos comiencen a aplaudir algo estaremos haciendo mal. Ni las pugnas entre poderosxs ni la ignorancia ciudadana podrán salir de la narrativa conspirativa de la pugna entre partidos políticos: Que somos pagados por lxs conservadores para desestabilizar el gobierno del AMLO, que si somos porros, que si AMLO está detrás de las marchas, que esto es otra vez la mano negra del PRIAN, etc.…La estupidez vistiéndose de politólogo. Nunca llegaran a comprender la esencia de la vieja frase de «nuestros sueños no caben en sus urnas», ni mucho menos “el mundo que llevamos en nuestros corazones”, y aún menos “la negación de lo existente”.

Así que:

¡Ninguna agresión sin respuesta!
¡Solidaridad y complicidad!
¡No nos sumaremos a sus suplicas de justicia, no lameremos botas!
¡Contra el reformismo y el ciudadanismo!
¡Por la propagación del ataque a la autoridad!
¡Frente a su nueva normalidad: nuestra eterna e irreductible anarquía!
¡Aprovechemos los disturbios para robar en beneficio de nuestros proyectos!
¡Contra el secuestro voluntario: salud y conspiración!
¡Que la pandemia no te encarcele ni física ni mentalmente!
¡Por la extensión del conflicto: No al tren Maya ni a cualquier nuevo emprendimiento del poder y la tecno-industria!
¡ACAB!

Guadalajara:

Ciudad de México:

-Videos-

https://www.youtube.com/watch?v=DZRpbycR9ks&feature=emb_rel_pause

https://youtu.be/DZRpbycR9ks

https://twitter.com/i/status/1270089679216324618

Xalapa:

-Videos-

https://www.youtube.com/watch?v=X7whRs8vkXM

https://youtu.be/XAG3v9GSnGI

https://www.youtube.com/watch?v=zdD1UnsnLFI

(México) Fuego y disturbios en diversas ciudades de México contra la represión policial -Fotos y Videos-

Fuego y disturbios en diversas ciudades de México contra la represión policial

Asesinato de Giovanni y protestas en Guadalajara (4 de Junio)

Haciendo suma al clima internacional ocasionado no solo por la pandemia, sino a una crisis sistemática y civilizatoria que utiliza el covid-19 como pretexto para recrudecer la dominación social, y a solo unas semanas de la conmoción por las revueltas estadounidenses provocadas por el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de policías supremacistas, se difunde por las redes uno de los tantos casos de violencia policial a los que estamos acostumbrados en México. Se trata de un video que muestra la detención de Giovanni López, un albañil que fue golpeado y asesinado por policía mientras se encontraba sentado en la calle sin portar cubre bocas, en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos en Jalisco, el 4 de mayo del 2020. El jueves 4 de junio el centro de Guadalajara se vuelve escenario de una ardiente protesta que terminó con dos patrullas incendiadas, pintas en las paredes, destrucción de propiedad gubernamental. La policía atacó con gases lacrimógenos a las multitudes y la jornada terminó con más de una veintena de detenidxs. La opinión pública ciudadana saltó de indignación cuando uno de lxs manifestantes, embozado roció con gasolina a un policía motorizado y le prendió fuego con un encendedor.

Hay que aclarar que el gobierno de Jalisco, decidió optar por medidas policiaco-administrativas contra la población so pretexto de cuidar a la ciudadanía; esto se va sumando a un clima de militarización camuflada como optimización de los cuerpos policiacos en todo el país.

Destrozos en Ciudad de México (5 de junio)

El viernes 5 de junio las protestas se replican en Ciudad de México con una convocatoria en defensa del movimiento antifascista en contra de su designación como “grupo terrorista” en Estados Unidos y en respuesta al asesinato de George Floyd en Minneapolis y Giovanni López en Jalisco. La convocatoria llamaba a protestar afuera de la embajada de Estados Unidos donde anarquistas y antifascistas se reunieron de manera combativa saqueando, atacando con martillos, piedras, petardos y bombas molotov comercios y dependencias gubernamentales, propiedad pública, estaciones del metrobus y confrontando directamente a la policía y repeliendo a la prensa, dejando su caótica huella a lo largo de la Avenida Reforma. Redes sociales difundieron una golpiza propinada a una compañera, quien fue ingresada en un hospital, no estando en calidad de detenida.

 

Segunda jornada de protestas en Guadalajara (5 de Junio)

De nueva cuenta en Guadalajara, el mismo 5 de junio se realizó tres marchas para exigir justicia por el caso de Giovanni en distintos puntos de la ciudad, Palacio de Gobierno, la Casa Jalisco y Fiscalía del Estado ubicada en la calle 14, se registraron detenciones ilegales de gente mientras acudía a los llamados; varios de lxs manifestantes fueron subidos a camionetas sin placas y se reportan como desaparecidxs. Agentes policiales vestidos de civil se hacen ver por los puntos rojos. Otros reportes afirman que camiones de trasporte público eran detenidos por policías quienes arrestaban a todo quien tuviera pinta de manifestante. Se reportan también ataques a patrullas, grafiti y bloqueos.

Las acciones se extienden hasta Veracruz y más muertes por la policía (5 de junio)

Entre todo este álgido escenario, empieza a circular por redes otro caso de brutalidad policiaca, está vez en Xalapa, Veracruz, donde un conocido serigrafista parte de la comunidad hip-hop Carlos Andrés Navarro alias “El área” es detenido y golpeado para después morir en los separos de la comisaria. Se difunde un video en el que se muestra a Carlos Andrés acorralado por policías, mientras gritaba “¡Auxilio, me quieren secuestrar!”.

La madrugada del 5 de junio un grupo de desconocidxs salen a poner una barricada incendiaria afuera de la casa donde 5 años atrás, el 5 de junio del 2015 fueron agredidos por un grupo para-policial, un grupo de estudiantes-activistas, entre lxs que se encontraba una policía infiltrada quien fuese la única que salió ilesa. Sobre la casa colgaron una lona donde había consignas reivindicando a George Floyd, Giovanni López, Oliver y a Andrés Navarro. Con consignas contra el racismo y un FUCK THE POLICE.

También en San Luis Potosí prendieron fuego (5 de Junio)

Convocada una marcha ahora en San Luis Potosí, la movilización inició en la Plaza de Armas y se dirigió al Congreso Potosino, el cual fue blanco de disturbios y vandalismo por una parte del contingente. Haciéndose presentes las siglas ACAB (All Cops Are Bastards) en las paredes tanto del Congreso como de la Fiscalía, donde fue incendiada una patrulla de la policía municipal de Soledad. Se reportan detenidxs.

 

¡En Estados Unidos, México, Chile, Indonesia, Italia, Grecia, Francia y cualquier rincón del mundo el enemigo es el mismo: El Estado/Capital!

¡Fuego a la Policía!

¡Contra el Alza del racismo, el fascismo, el conservadurismo, el sexismo, los feminicidios y toda autoridad!

¡Organízate, Ponte la Capucha y Ataca!

¡Alto a la militarización de nuestras vidas, abajo la dictadura global pandémica!

¡Que no apaguen nuestra rabia!

¡No queremos procesiones ni carnavales, haremos revueltas salvajes!

¡Que se ilumine la noche!

Guadalajara:

https://youtu.be/izsinVm5Y_s

 

Ciudad de México

https://youtu.be/fbPSkMNDmNY

https://youtu.be/Aa-FJQ4SLg4

https://youtu.be/4IGripSkzhU

 

 Veracruz

https://youtu.be/wKya09J7sDk

 

San Luis Potosi

(Bs As Argentina) NI aislamiento ni sumisión: insurrección anarquista

«No me hables
Mas del fuego
Yo soy parte
Del incendio»

(A)nonimo…

No nos confinamos una mierda, a eso que ni lo sueñen… Queremos el fin de esta dictadura fascista planetaria. No esperamos nada y salimos a atacar nuevamente. Decidimos hacerlo, al cumplirse medio año de iniciada la revuelta salvaje, en el hermano territorio que ya no domina el estado $hileno. Y tambien fue para recordar a los 19 campesinxs -del MST- asesinadxs por militares del ejercito bra(ss)ileño el 17 de abril de 1996, por reclamar tierra y libertad. A partir del hecho se conmemora, en todo el mundo, el Dia Internacional de Lucha Campesina. La masacre aun hoy continua siendo impune.

Haciendo caso omiso a la «cuarentena», y desafiando la amenaza de ser encarceladxs por lxs esbirrxs del sistema, emergimos de las sombras (en una accion nocturna rapida y coordinada) pegandoles fuego a cuatro contenedores de basura en medio de una avenida desierta de un pueblo en provincia de Malos Aires. Teniamos planeada otra ofensiva mas contundente, pero debimos abortarla por cuestiones de seguridad. Ya se daran las condiciones!. Fue hermoso verlos ardiendo al unisono. De regreso a nuestras tiendas festejamos escuchando el nuevo disco de lxs compañerxs de la Lira Libertaria.

Se aproximan tiempos propicios para acelerar la destruccion, de todo lo que nos oprime y mata. Que no se diga tampoco -de este lado de la cordillera- que nos quedamos en casa «Esperando a Godot»: la Libertad, es algo que se conquista; no algo ya dado, por nada ni nadie. Es para quien la merece… Los motines en las carceles se extienden y comienzan las protestas en psiquiatricos. Los geriatricos son campos de concentracion y exterminio. Somos todxs prisionerxs de este gigantesco y horripilante panoptico, que se resquebraja dia tras dia. Se avecinan negras tormentas furiosamente anarquicas.

Cada año mueren de hambre, mayormente en Afrika, unas 9.000.000 de personas -tres cuartas partes son niñxs menores de 5 años- y no pasa nada. Ni hablar si contamos los suicidios, «accidentes» laborales, femicidios, civiles en guerras, sobredosis de drogas, gatillos «faciles» etcetera… Es decir que esto del famoso virus es una gran FARSA: el enemigo no es para nada invisible. El enemigo (la Pandemia) fue y es el estado y el capitalismo genocida que nos somete hace miles de años… La unica solucion real es la Revolucion Social Global contra todo poder, contra toda jerarquia: construyamosla…

ADELANTE CON LA INTERNACIONAL NEGRA
ARMATE Y SE (HERMOSAMENTE) VIOLENTX
DESTRUIR EL SISTEMA ES AMAR LA VIDA

CELULA PAMPA LIBRE – FRACCION FAI/FRI

Chile: Perspectiva anárquica frente a la pandemia-coronavirus

En la tarde de un viernes especialmente caótico, Piñera inaugura la pandemia en cadena nacional. Desde principios de marzo que el miedo al virus ha entrado de a poco a la conversación: entre la agitada vuelta a clases que busca ser una réplica (cual terremoto) de la revuelta de octubre, las masivas manifestaciones feministas, la radicalización de los sectores reaccionarios y la inminencia del plebiscito, cada vez toma más protagonismo.

La situación internacional no es menos compleja. El año pasado dio comienzo a una nueva oleada mundial de revueltas contra la normalidad capitalista, y la tan manoseada «institucionalidad» parece estar colapsando por donde se le mire, dejando lugar no solo a la creatividad insurgente si no que también (y nunca tan fácilmente diferenciables) a populismos y fascismos de todo tipo.

La economía lleva tiempo perdiendo velocidad, pero la guerra comercial entre dos potencias en decadencia, la subida manufacturada del precio del petróleo, y la paralización provocada por el coronavirus, construyeron la tormenta perfecta para dejar a la bolsa y a su enredo de ficciones especulativas en caída libre.

Es en este contexto que la enfermedad llega a nuestro territorio, con el estado de excepción todavía fresco en la memoria. Comienza en el barrio alto, y casi nos alegramos antes de recordar que no serán ellxs lxs primerxs en sufrir sus consecuencias. El gobierno, siempre tarde, anuncia sus medidas. Claramente no son suficientes, y su único objetivo es asegurar la libre circulación de capital. Algunxs (lxs mismxs que ven montajes en cada esquina) susurran que es una estrategia para cancelar el plebiscito, al parecer tan peligroso. Pero nosotrxs estamos clarxs que fachx inteligente vota apruebo, y que la incompetencia del gobierno no requiere más justificación que sus propios intereses de clase.

Sin embargo, ya hemos visto como se ha desarrollado la situación en otros países con una etapa más avanzada de infección. En las calles de China, Italia y otras partes del mundo se han desplegado simulacros de insurrección, de guerra urbana, de estado de excepción absoluto, con distintos niveles de éxito. El estado chino, famoso por su capacidad represiva, concentró todos sus esfuerzos en la contención de la zona cero pero, haciendo malabares para mantener su economía a flote, dejó a sus gobiernos regionales con la libertad tanto de retomar la producción como de instaurar leyes absurdas para sostener la cuarentena. Más allá de esto, ha sido lejos el país cuya cuarentena ha sido más eficiente y efectiva (ni hablar de Estados Unidos, cuya política pública se reduce a taparse los oídos y gritar fuerte).

El caso italiano es notable, más que nada, por la resistencia a las medidas de cuarentena y de «distanciamiento social», eufemismo nefasto que se refiere al autoaislamiento, a la precarización forzada disfrazada de «tele-trabajo», al acaparamiento de bienes esenciales y a la negación de cualquier forma de comunidad. Cuando a lxs presxs (hacinadxs e inmunocomprometidxs desde siempre) les prohibieron las visitas, comenzó la revuelta carcelaria más grande de este siglo: 27 cárceles tomadas, múltiples muertxs, policías y gendarmes secuestradxs y cientos de presxs fugadxs.

En territorio chileno, la situación es incierta. Farmacias y supermercados que hace poco fueron saqueados, pronto estarán desabastecidos debido al pánico generalizado. El transporte público, campo de batalla permanente desde el inicio de la revuelta, pronto será evitado como la peste. El gobierno ya prohibió las concentraciones de más de 500 personas, pero a estas alturas quien chucha escucha al gobierno. Los milicos, que suponemos se han negado a salir nuevamente para guardar la poca legitimidad que les queda y poder conservar sus privilegios en una nueva constitución, no tendrán tanto pudor si pueden disfrazar su accionar de salud pública. La salud pública de verdad, por otro lado, pesa menos que un paquete de cabritas. Y no tenemos idea de que vaya a pasar con el plebiscito.

Si en otros lugares la pandemia fue un ensayo de insurrección, aquí la insurrección parece haber sido un ensayo de pandemia y de crisis económica. Mantengamos viva la llama de la revuelta, y organicémonos para sobrevivir.

A continuación, esbozaremos algunas medidas que consideramos dignas de generalizarse, más una inspiración que un programa:

-El saqueo y la redistribución organizada de bienes básicos.

-La utilización de tomas estudiantiles como centros de acopio, albergues para aquellxs sin vivienda y, por supuesto, focos de combate callejero.

-El boicot de cualquier forma de trabajo o estudio a distancia, que la cuarentena devenga huelga general.

-La liberación inmediata de todxs lxs presxs como demanda central.

-Evasión masiva en las clínicas privadas, atención libre para todxs.

-Huelga de arrendatarixs, toma de casas vacías.

¡La capucha es la mejor mascarilla!
¡Evade el aislamiento del capital!
¡Niega la inmunidad como dispositivo policial!
¡La crisis es una oportunidad, cuida tu piño y ataka!